miércoles, 7 de septiembre de 2011

JMJ, una cuestión de imagen


Durante la tercera semana del mes de agosto de este año y con la aquiescencia de las todas las autoridades políticas española, bajo el lema JMJ, Madrid se convirtió en un gigantesco decorado para un acto religioso de la Iglesia Católica, cuyo alcance iba mucho más allá de lo que supondría un rito de los que habitual o periódicamente practican sus fieles.
Si acudimos a la web oficiial, encontraremos la siguiente definición ("doctrinaria") de la JMJ (he suprimido las partes que escapaban de la definición) :
1.    ¿Qué es la Jornada Mundial? Es el gran encuentro global de jóvenes con el Papa que se celebra cada tres años en un lugar del mundo.
2.    ¿Por qué me puede interesar? Porque puede suponer un gran estímulo para tu vida cristiana y una oportunidad de vivir en primera persona la universalidad de la Iglesia.
3.    ¿Para qué se celebra? Para compartir con todo el mundo la ilusión de muchos jóvenes que queremos comprometernos con Jesucristo y con los demás.
4.    ¿Qué es  “vivir una JMJ”? Puede ser una experiencia única de profundizar más en tu fe y acercarte a Cristo, con la oración y los sacramentos, junto a miles de jóvenes que comparten tus mismas inquietudes y aspiraciones.
5.    ¿Es un encuentro sólo para católicos? No, la JMJ es un acontecimiento abierto a todos los jóvenes que quieran compartir un encuentro festivo con sus coetáneos en torno a Jesucristo.

Fotograma de Roma, Fellini, 1972
Desde el carácter de este blog, interesa analizar el evento afrontando una circunstancia que apenas se ha mencionado tangencialmente, pero que es fundamental en su planteamiento y, por supuesto, en su naturaleza: el factor publicitario. Porque me parece obvio que en su diseño ha pesado mucho la intención de incidir en la imagen que la gente tiene de la Iglesia Católica. La Iglesia lleva muchos años prestando una atención muy especial a los aspectos escenográficos, acaso desde que se asoció al poder político. Un evento que ha de ser televisado para la contemplación de un número muy amplio de personas define una situación de grandes posibilidades en direcciones muy diferentes: las fundamentales: en beneficio de la Iglesia Católica.

El evento noticiable

Para la representación definitiva, que sería retransmitida a todo el mundo, habían convocado a multitud de personas (¿figurantes?) que sólo debían reunir una condición: ser mayoritariamente jóvenes y tener capacidad para sonreír continuamente.  Durante unos cuantos días Madrid y algunas poblaciones de los alrededores ofrecíeron un ambiente similar al de las escenarios para  las viejas campañas de esa marca de refrescos, que se dirigían también a los jóvenes... ¡La alegría de la vida!
Como es propio de las campañas publicitarias el objetivo era mover (¿manipular?) las conciencias en la dirección predeterminada...  que acaso no estuviera demasiado clara, porque es difícil conocer por dónde se agitan las mentes preclaras que dirigen a esa institución y mucho más aún conocer los juegos de intrigas subterráneas que también son habituales en los ambientes vaticanos... Los objetivos mencionados en la web oficial parecen destinadas a niños... 
Intuitivamente, me ha parecido que no sólo se trataba de ofrecer una imagen joven de la Iglesia Católica, entre otras razones, porque el antagonismo entre las prácticas eclesiásticas y las preocupaciones de los jóvenes globalizados es demasiado radical. Cualquier periodista inglés de la BBC habría podido destrozar esa imagen recordando la situación social de la juventud española. Y los estrategas de la Iglesia son cualquier cosa menos estúpidos.  Esa aparente contradicción se resolvería si el objetivo de la campaña fuera equiparable al de la compañía de refrescos: la clientela habitual. Si sólo se tratara de reforzar a quienes ya están convencidos, a quienes mayoritariamente acuden a misa los domingos, que no son precisamente jóvenes, la falta de correspondencia entre las preocupaciones de los jóvenes y las de la Iglesia sólo sería una circunstancia anecdótica...
Se convoca al mocerío no para animar a los otros jóvenes que están fuera de la Iglesia sino para proyectar a la sociedad en su conjunto una imagen de componentes sociológicos menos negativa de la que habitualmente ofrecen las iglesias los domingos por la mañana; para que los medios de comunicación de masas, al ofrecer la noticia, ofrezcan una imagen de la Iglesia Católica diferente a la habitual, asociada a un "perfil social" diferente al proporcionado por otras noticias, como el asunto de los abusos sexuales, la elección de Papa, las procesiones de Semana Santa o las recepciones en el Vaticano, siempre dominadas por personas de edad madura.


Los "juegos de manipulación" —habituales en publicidad— comenzaban con el título de la campaña, manifiestamente sesgado, como suele ser habitual en ese ámbito desde, al menos, el concilio de Éfeso. En lugar de nombrarlo "Jornadas Mundiales de la Juventud Católica", la han nombrado "Jornadas Mundiales de la Juventud". El amor a "la Verdad", del que tanto alardean los prelados católicos —me referiré a ello más adelante—, otorga ciertos privilegios; entre ellos, el de argumentar según "criterios de autoridad", aunque sea pasando por encima de las leyes de la Lógica: así lo han dicho las autoridades, así debe ser. El amor a la "Verdad" permite hacer equilibrios argumentales sobre el alambre: de lo particular podemos pasar a lo general o, incluso, a los absolutos... El hecho: jóvenes católicos procedentes de todas las partes del mundo se reúnen con el Papa en Madrid. Basta poner en la web oficial que el encuentro está abierto también a los "no católicos" ("la JMJ es un acontecimiento abierto a todos los jóvenes que quieran compartir un encuentro festivo con sus coetáneos en torno a Jesucristo") para que se pueda redactar la "noticia verdadera" con manifiesta falsedad: "los jóvenes están con el Papa". Y, aunque más del noventa por ciento de la población global de los jóvenes del mundo no tengan ninguna relación con ese acto, la Iglesia Católica puede presentarse ante las agencias de noticias afines como "representante", "movilizadora", "defensora",  "salvadora"... de toda la juventud.  "Verdad verdadera".
Desde ese momento, los "comunicadores" o los escritores "mundialmente reconocidos", tendrán materia para entrar en el asunto y ofrecer los sesgos que convengan a sus respectivos intereses, pero en todo caso, saldría beneficiada la Iglesia que, en lugar de aparecer como una gerontocracia, se manifestaría asociada a "los jóvenes de actitud o ideología conservadora".


Un pequeño problema para la imagen de Madrid

Aunque las "Jornadas" habían sido programadas mucho tiempo atrás, los dioses quisieron que, al coincidir con los rezagos del movimiento "indignados", la falta de linealidad lógica entre "lo particular" y "lo general" se manifestara con particular acritud. Cuando algunos jóvenes de sonrisa beatífica se acercaron a la Puerta del Sol, seguramente, con la muy encomiable intención de convertir a los "equivocados", éstos no reaccionaron con la pasividad amorosa de los indígenas hawaianos del siglo XIX. Por desgracia, el Diablo es poderoso y la empresa altruista e inocente de los "jóvenes alegres" chocó con el empecinamiento en el error y enseguida aparecieron cruces de insultos más o menos ingeniosos, pero siempre acerados:
—Aunque no creas en Dios, Él te ama —dijo una jovencita de ademanes pijos a un perroflauta burlón de aspecto mefistofélico ante la antigua sede Gobernación, hoy palacio de "la Espe".
Y se intercambiaron anatemas, empujones y bofetadas, hasta que llegó la policía a poner orden y me acordé del "disuélvanse", de los grises, de cuando la calle era patrimonio de los "buenos españoles"... Más o menos como ahora. Y es que en España, desde el año 1936 la Lógica se impone a hostias.
Ante la paradoja obvia, de nada servía que los "perroflautas" y sus compañeros de viaje hubieran asumido los trámites para legalizar la manifestación en protesta por el respaldo público al JMJ.  La ley debe someterse al Bien Superior y las autoridades religiosas y políticas tomaron la decisión consecuente con ese principio moral: volcarse en el apoyo de los "jóvenes sanos" —por supuesto, los del Papa— y enfrentarse a los "perroflautas", que desde hace meses estaban enturbiando la imagen de una capital que, según manifiesta su alcalde frecuentemente —él conoce bien los deseos de la urbe aunque le importen poco las inquietudes de los ciudadanos—, pretende ser reconocida como ciudad excepcional y maravillosa, para merecer ser designada sede olímpica o, incluso, sede vaticana.
Para conseguir sus objetivos, brigadas de trabajadores llevaban algún tiempo "limpiando" los muros de las zonas por donde se pasearían las cámaras de televisión borrando el muy acreditado repertorio de "arte urbano" que distingue al barrio de Carabanchel de otras zonas más nobles, donde bastaba con colocar confesionarios posmodernos o escenarios de diseño para que parezcan sagrados.
Si le hubieran preguntado al alcalde seguramente habría dicho que lo de limpiar los muros no era por ofrecer una imagen "civilizada" de Madrid sino por renovar los lienzos a los graffiteros, que son jóvenes y, además, artistas. Y como decía Juan Pablo II, "toda forma auténtica de arte es, a su modo, una vía de acceso a la realidad más profunda del hombre y del mundo. Por ello, constituye un acercamiento muy válido al horizonte de la fe..."



Los medios conservadores enfatizaron las ventajas publicitarias para la imagen de Madrid proporcionadas por la celebración del JMJ... Francamente, no creo en esas ventajas.


MOMENTOS ESTELARES 

La llegada y las recepciones estuvieron enmarcadas en el contexto protocolario propio de las servidumbres de nuestros jefes políticos en situaciones afines. Sólo destacaron algunas reiteraciones, a mi juicio injustificables desde el orden constitucional, del Jefe de Estado y un comentario alucinante del presidente de gobierno: éste ha solicitado al Papa ayuda para cambiar el carácter de El Valle de los Caídos...  Y, de nuevo, me pregunto qué coeficiente intelectual tendrá el señor Zapatero o quién le asesore en estos asuntos...
Por lo demás, el evento se ha materializado en varios momentos de especial relevancia desde las preocupaciones latentes en este blog:

El uso ritual del Patrimonio Histórico Español

Los organizadores se esforzaron en recuperar la parafernalia trentina, propia de la reserva espiritual de Occidente. Las proximidades de la nueva sede el Ayuntamiento de Madrid se convirtieron en un paseo posmoderno y anacrónico de las procesiones de Semana Santa. Para ello, las autoridades competentes no dudaron en trasladar desde sus lugares de origen diferentes grupos procesionales, de especial relevancia, y pasearlos por las calles de Madrid...
Supongo que lo habrán hecho protegiendo adecuadamente las obras del Patrimonio Histórico Español...  Si fuera de otro modo, puesto que son obras religiosas y, de facto, el uso ritual está por encima del uso cultural, no habría por qué alarmarse. Si una obra se estropea por deleitar al Papa o por pecadillos de ignorancia o indolencia del clero, deberemos resignarnos... y los responsables que se confiesen.  Es notorio lo mucho que le preocupan estos asuntos a la ministra de cultura, aunque esté demasiado ocupada con sus cosas...
El caso más llamativo ha sido el de la custodia de Arfe, para decorar el escenario de Cuatro Vientos. Supongo que el ministerio de cultura habrá arbitrado las medidas necesarias para proteger una obra tan delicada y de tan problemática conservación...  Me gustaría saber en qué condiciones  y circunstancias regresó a la catedral de Toledo.


Ante situaciones como ésta, me pregunto qué sentido tiene que el Estado y sus entidades satélites (Fundaciones, Cajas de Ahorros, etc.) dediquen dinero a conservar y restaurar bienes de titularidad eclesiástica. Sería más razonable que esas intervenciones se hicieran  imponiendo pautas de uso no erosivas con sus cualidades histórico-artísticas, mediante tratamientos afines a los que se emplean en la práctica museística. Y si la Iglesia no está dispuesta a aceptar estas limitaciones de uso y las administraciones públicas no desean exigir el cumplimiento de la ley a las autoridades católicas, sería mejor que los propios fieles asumieran los gastos de restauración o, como se ha hecho con frecuencia, que los dejen deteriorarse sin ningún control. Si alguien cree que la propuesta es una majadería, recuerde que España está llena de Iglesias con obras abandonadas a su suerte... y a continuación eche un vistazo a la Ley del Patrimonio Histórico Español. Y si es especialmente morboso, subraye las obligaciones de la Administración Central... 
¿Qué sentido tiene un uso tan irregular de los objetos artísticos en poder de la Iglesia? La respuesta es simple aunque sus implicaciones sean complejas... Desde que se resolvió el "problema iconoclasta", la Iglesia Católica ha empleado el arte con múltiples finalidades: "dignificación" —yo diría cosmética de poder—, "educación" —adoctrinamiento—, "persuasión" —activación emotiva—, etc. La Iglesia Católica ha comprendido como nadie el poder del arte, ha procurado ponerlo a su servicio y ha llegado a la conclusión práctica de que ese uso, la función espiritual de los "objetos sagrados",  está por encima de asuntos tan etéreos como las normas de conservación. según criterios actuales.  Y aunque parezca incongruente, en este punto debo decir que, a pesar de esa prioridad anómala, por lo general, la Iglesia como institución ha conservado sus bienes rituales con mayor éxito que otras instituciones, seguramente, porque desde ese interés ha intuido mejor que otras entidades el "valor del arte", de todas las formas del arte; desde las más tradicionales (arquitectura, pintura, escultura, música) hasta las más innovadoras.  El JMJ me ha parecido un ejemplo magistral de cómo integrar todas las artes tradicionales y combinarlas con otras más "modernas", como la escenografía, el happening, unas veces según modelos rituales propios (procesiones) y otros apropiándose de fórmulas de otros espectáculos (macro-conciertos).

Las mujeres en la Iglesia

La reunión anti-reparos de El Escorial con las monjas y los "profesores universitarios".  Al fin y al cabo no hay mucha diferencia profesional entre unas y otros si se concibe la actividad universitaria como una forma de acercarse a Dios. En el mismo acto el Papa resolvía dos reparos que se suele oponer  a la Iglesia: la marginación de las mujeres y el alejamiento ente la Iglesia y la Ciencia.
Ahí estaban las monjas de clausura disfrutando como seguramente no habrá disfrutado en la vida mujer alguna. Desde una situación tan privilegiada, acaso no merezca la pena demandar que las mujeres puedan ser sacerdotes (¿sacerdotisas?) y obispos (¿obispas?). Viéndolas tan alegres y satisfechas, ¿quién podría decir que las mujeres están marginadas en la Iglesia Católica?
Pero aunque España no sea Austria ni Rouco Varela, Helmut Schueller, con la "crisis de vocaciones", en pocos años la Iglesia se verá obligada a lo mismo que el sistema liberal: emplear a las mujeres como "mano de obra ritual" (¿barata?). En caso contrario, tendrán graves problemas para mantener las iglesias abiertas...

Los límites de la ciencia

Desde que es una institución de poder, pero sobre todo cuando se aceleraron los conocimientos científicos —a partir del siglo XV—, la Iglesia Católica predica aplicar límites a la Ciencia y perseguir "la Verdad", naturalmente, una "verdad" determinada por la propia autoridad eclesiástica.  En esa pugna, que en ocasiones, se inclinaba hacia la vertiente filosófica, se han ido acumulando anécdotas especialmente significativas, que no deberíamos olvidar:  
La "Verdad"... Por ella quemaron a Giordano Bruno.

Giordano Bruno

La "Verdad"... Por ella hicieron retractarse a Galileo.
La "Verdad"... Por ella anatematizaron a Darwin, a Freud, a Einstein y su "relativismo"...
La "Verdad"... Primero estaba en la lectura literal del Antiguo Testamento; luego, en su interpretación simbólica... por supuesto, según el criterio determinado por las autoridades eclesiásticas.
La "Verdad"... Por ella están poniendo trabas a investigaciones que podrían ayudar a resolver enfermedades graves y dolencias crónicas.
La "Verdad"... Por ella el Derecho Canónigo debe estar por encima de la Ley y de ese modo, por ejemplo, un pederasta sólo es un pecador, no un delincuente. La pena impuesta por el confesor suele estar supeditada a la santa discreción...
Cuando oigo a las autoridades eclesiásticas hablar de "la Verdad", me acuerdo del Concilio de Trento, de Propaganda Fide, de la Santa Inquisición...  y, por supuesto, de Franco.
¿La "Verdad" debe estar por encima de la Ciencia?
La relatividad científica... Desde hace tiempo hemos aprendido que "la verdad" —incluso si empleamos  mayúsculas— es una aspiración humana que, como expectativa, se formula en claves de subjetividad. Dicho con mayor claridad: la verdad, como categoría absoluta, es tan difícil de definir como "el arte", "la bondad" y, en general, casi todos los valores abstractos. Si, por ejemplo, deseamos saber cuál es "la verdad" sobre el Sol, inevitablemente,  nos encontraremos con la relatividad que impone el punto de vista elegido o los instrumentos de observación que empleemos. Con ellos, podemos formular teorías que se irán contrastando con las observaciones que puedan producirse en el futuro, mediante instrumentos más sofisticados. Por eso la ciencia tuvo que aprender a relativizar.
Cuando el sumo pontífice habla de una "Ciencia con límites", ¿qué debemos entender? ¿Que si las conclusiones científicas chocan con el Dogma, deben almacenarse en cajones de olvido, hasta que la jerarquía eclesiástica decida que se pueden divulgar "sin peligro"? Todo el mundo sabe que emplear los conocimientos científicos para dañar a los demás no es admisible, pero dejar que la Iglesia se convierta en guardián "moral" de lo conveniente es absurdo. Para la Iglesia, ese problema, compañero invariante del conocimiento humano, induce siempre un cambio radical del concepto de "Verdad". Y esos cambios sintonizan mal con el sustrato ético que subyace bajo él. Antes de Galileo, "la Verdad" era que la Tierra ocupaba el centro del Universo; después de Galileo "la Verdad" cambió radicalmente. Antes de Darwin Dios había creado el mundo en un momento concreto del lapsus temporal; después de Darwin "la Verdad" era otra muy diferente: debíamos interpretar el Génesis como una metáfora. Y así indefinidamente. Desde la revolución científica, la Iglesia se ha visto obligada a reformular "su Verdad" continuamente, en un proceso de ajuste permanente que está en las antípodas de lo que "todos" entendemos por "verdad".
Me he sentido avergonzado viendo al ministro de educación —también aquí se me han caído las mayúsculas— formando parte de la mascarada publicitaria, mientras la policía apaleaba a personas que deseaban ejercer pacíficamente sus derechos constitucionales.  Si el desarrollo de la ciencia debe pasar por actos vergonzosos como el de aquel día en El Escorial,  lo tenemos crudo, señor Gabilondo...
¿A quién se dirige un acto como el de El Escorial? De nuevo se me ocurre si no será todo una operación de relaciones públicas destinada a facilitar la llegada de Monseñor Rouco al Papado...


La reserva espiritual de Occidente

Se diría que las autoridades eclesiásticas españolas deseaban dejar claro que España sigue siendo la reserva espiritual de Occidente...  Albertosis el Grande parece haberse unido al empeño por conseguir que el próximo Papa sea español con fervor sobresaliente, como lo ha hecho con el asunto de los Juegos Olímpicos. Ello explicaría la actitud de un alcalde que, de otro modo, podría considerarse excesivamente servil, más propia de aquellos tiempos en los que los ciudadanos estaban condenados a la pasividad de los súbditos. Como entonces, el alcalde se empeña en encomendarse a la voluntad divina, olvidando que en la actualidad, la elección de una ciudad para albergar los Juegos Olímpicos, como para la designación de Papa, depende de muchos factores y algunos especialmente prosaicos, pero todos ellos difíciles de manejar desde un estado de voluntad excesivamente servil. Aunque estemos haciendo el mono en Afganistán, en Libia o en cualquier otro sitio, las decisiones importantes se toman a partir de los intereses de los países que protagonizan el "momento histórico". Y entre ellos no está España, precisamente, porque la religión católica no es un factor equiparable al desarrollo político, tecnológico, económico, militar...  de países como Estados Unidos, Gran Bretaña. Alemania, Japón, China... "Casualmente" ninguno de ellos es sociológicamente católico. Empeñarse en recuperar la tradición católica hispánica es apostar por un caballo demasiado viejo, que intenta galopar, pero en dirección contraria. La Revolución Científica sobre la que se construyó la cultura occidental actual tuvo que defenderse permanentemente de la resistencia y los anatemas lanzados desde la Iglesia, que tampoco estuvo afortunada en su política ante Hitler y Mussolini. Con el paso del tiempo, olvidadas las veleidades profascistas de los años treinta y cuarenta, la Iglesia Católica, que sigue teniendo una implantación muy importante en el mundo subdesarrollado, había conseguido recuperar cierto prestigio moral que se ha visto gravemente erosionado con los deslices pederastas de algunos prelados y, sobre todo, por la política de discreción aplicada a un asunto especialmente repugnante.
Los medios de comunicación españoles —incluso los "progresistas"— se empeñaron en enfatizar las ventajas que las JMJ producirían en Madrid... aunque los madrileños sólo percibiéramos inconvenientes y un trato especialmente discriminatorio hacia los jóvenes católicos, a quienes en el uso de los transportes públicos se aplicaron tarifas de favor, incomprensibles en tiempos de crisis.
Creo que muchos hemos llegado a la conclusión de que las autoridades políticas españolas se han plegado una vez más a los intereses de la Iglesia Católica, poniendo a su disposición medios materiales  y humanos que compromete la teórica neutralidad religiosa del Estado. Y me pregunto si los políticos españoles no estarán intentando radicalizar a los "indignados" para justificar acciones de represión como las que ya se han producido.

Fotograma de Roma, Fellini, 1972
De Tarkovsky a Fellini

Kiko Argüello tomó el relevo de Andrei Tarkovsky para satisfacción de pijos y expertos posmodernos en arte. Si lo hubiera visto Fellini, habría muerto de risa: el anciano Papa de los zapatos rojos dirigiéndose a los seminaristas en una ambiente estético que parecía haberse inspirado en la Roma, de Fellini, con una diferencia escenográfica fundamental: el palacio hispno-barroco se la película ha sido sustituido por una catedral neogótica decorada con pinturas de estilo ruso-bizantino, construida frente a la sede emblemática de la monarquía española. Y no ha sido necesario recurrir al "desfile de modelos" porque el acto en sí era un gigantesco desfile de modelos...
Y vuelvo a preguntarme a quién se dirige un espectáculo que induce en un observador no comprometido con esa religión, cuando menos, perplejidad...

La intervención de los Anemoi

También me sentí avergonzado contemplando el espectáculo de Cuatro Vientos, donde se reunieron con el jefe de la Iglesia Católica muchos jóvenes pijos, pero también muchos prelados, políticos, banqueros... La gente "guai".
El espectáculo era tan dantesco que no lo pudieron soportar las fuerzas de la naturaleza y los dioses de la lluvia y el viento dejaron sentir su ira, para golpear a todos los asistentes, que debieron someterse a  ese poder como buenamente pudieron... El Papa tuvo que resumir su discurso; uno de los pabellones auxiliares se desplomó causando varios heridos; otro sufrió graves desperfectos; las hostias consagradas, preparadas para la misa del día siguiente, saltaron por los aires. La custodia de Arfe...  ¿Qué le pasó a la custodia de Arfe?
Por supuesto, quienes han tenido la desfachatez de enmendar a Dios y modificar los Diez Mandamientos, para poder emplear la imagen como instrumento de "persuasión" —manipulación— jamás reconocerán intervención sobrenatural alguna, aunque sea tan obvia. La voluntad divina no puede alterar un tinglado tan perfecto...

Conclusiones. ¿Beneficios para la imagen de Madrid?

- No me corresponde ni interesa demasiado hacer una valoración de resultados desde los intereses de la Iglesia Católica porque me consta que esos datos sólo se harán públicos si benefician a la imagen pública de la Institución. Además, sus dignatarios sabrán lo que les conviene.
- No parece que los valores sociales y culturales asociados a un evento como la JMJ sean los más adecuados para "ganar imagen" en una sociedad globalizada como la actual, a no ser que se pretendan emplear las manifestaciones públicas del catolicismo como gacho turístico, para modificar una "fama" demasiado declinada hacia lo heterodoxo. Para los políticos conservadores, que gobiernan la capital y su región por mayoría absoluta, debe ser hiriente que se conozca a Madrid por el día del orgullo gay y por los indignados de la Puerta del Sol... Pero no sé si es buena idea que Madrid compita con la Semana Santa andaluza en la organización de eventos religiosos de gran ambición escenográfica y estética...
- Del análisis anterior y casi de modo natural, surge una idea implícita: Madrid es una ciudad de contrastes, donde conviven personas de planteamientos muy diversos. Si pensáramos así habríamos caído en una trampa asociada al hecho mismo de la celebración de la JMJ: que el colectivo de los jóvenes católicos tiene gran relevancia sociológica en todo el mundo y, muy especialmente, en Madrid. Según mis datos, en Madrid, aunque sean numerosos quienes "se consideran católicos", los jóvenes que entienden su propia existencia según los valores definidos por la jerarquía católica componen grupo marginal. Y no creo que la celebración de la JMJ2011 haya modificado substancialmente esa situación.
- Es posible que, como ya han hecho algunos personajes (cierto escritor), que este acto se traduzca en una justificación para reforzar la situación social y política de la Iglesia Católica. El apoyo proporcionado por todas las instituciones induce a pensar en la voluntad de la clase política de proyectar hacia los electores una "razón contundente" que justificaría el trato favorable recibido por la Iglesia Católica.
- Un acto así en tiempos de crisis... Con la JMJ2011 la separación entre la "sociedad real" y todas las instituciones del Estado ha crecido considerablemente.
- El ministerio de cultura ha perdido otra ocasión para legitimar las mayúsculas.

(las imágenes sin pie de esta entrada fueron tomadas en los actos preliminares de la JMJ 2011 en Segovia)

1 comentario:

  1. Qué pedazo de artículo. Me ha sido muy ameno de leer y a la vez informativo, porque, aunque esto se celebrase en mi barrio, afortunadamente estuve muy lejos en las fechas del acontecimiento.

    Un saludo.

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