lunes, 24 de septiembre de 2012

El museo de Valladolid

Es otro museo que participa de las circunstancias comunes a la reutilización arquitectónica.
El día que acudimos a visitarlo, un sábado, sólo se podía entrar en la sección de arqueología...  "por falta de personal", según testimonio de quien nos entregó la entrada.
—Pero entresemana se pueden visitar todas las salas —repuso.

"Retrato de un particular", s. II, Medina de Rioseco
Los paneles contienen textos que me han parecido claros y correctos, aunque el ambiente de las salas recuerda mucho los museos más casposos de mediados del siglo XX. La iluminación es manifiestamente mejorable y algunas salas de la sección de bellas artes parecen pensadas para fomentar la actividad física. ¿Ascensor? ¿Dónde?
Teniendo en cuenta las servidumbres dinámicas de estos museos, no se me ocurre cómo se podría ampliar para recibir productos aparecidos en nuevos estudios arqueológicos... aunque acaso, tal y como están las cosas, esa circunstancia sea irrelevante.
Las personas que atienden al público son, como de costumbre, sumamente amables. Una de ellas, con quien nos lamentamos de la situación del museo,  nos indicó que en invierno deben colocar cubos para recoger el agua de las goteras... Ello asegura el control absoluto de las condiciones ambientales del museo; no quiero ni imaginarme cómo estarán las partes inaccesibles al público, aunque lo imagino.
Cuando recorríamos sus salas sin compañía, entró un grupo de ocho o diez personas para visitar el patio; en cinco minutos, según las indicaciones de la "guía local", salieron de nuevo a la calle. El museo está incluido en los circuitos turísticos, pero sólo por sus cualidades arquitectónicas, interesantes en el contexto de la arquitectura castellana del siglo XV. Fue palacio del banquero Fabio Nelli.
Y sin embargo, tiene obras de cierto interés, como el retrato romano de Medina de Rioseco, las estelas funerarias...

Ente lo más relevante de sus fondos —desde mis preocupaciones—, ocupa un lugar destacado el fragmento de capitel de Villa de Prado, del que se ofrece una restitución sumamente aventurada, pero razonable. Me parece un testimonio importante para retrasar la cronología de las piezas "degeneradas" o muy evolucionadas; hay varias piezas comparables a ésta y repartidas por la geografía hispana, que se suelen clasificar en el siglo VII.


También tiene interés la pila de Tiedra, que suponen "hispanovisigoda, del siglo VII". Participa del fenómeno de "inflación" asociado a la época visigoda. Seguramente fue realizada antes, en el contexto de los primeros cristianos de esa zona; al menos, de eso informan los motivos ornamentales, afines a los de las lápidas sepulcrales cristianas de los siglos V, VI y VII.

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En el museo existe un panel que, como el de Soria, arroja información relevante sobre la implantación de los visigodos en la zona vallisoletana:

"En la provincia de Valladolid no se ha localizado ningún cementerio atribuible a los visigodos inmigrados, tan solo ciertos enterramientos ligados a una fundación monástica en San Román de Hornija pueden ser atribuidos a la población germánica arriana. Sin embargo son abundantes las necrópolis hispanovisigodas atribuibles a la población hispanorromana contemporánea o posteriores a la unificación religiosa decretada en el III Concilio de Toledo: Alcarazén, Amusquillo, Cabezón, Castroverde, Cogeces de Íscar, Herrera, Medina de Rioseco, La Overuela, Pesquera de Duero, Piña de Esgueva, fase final de la necrópolis de Simancas, Torre de Peñafiel, Villabáñez..."

Deduzca el lector qué tipo de arquitectura monumental puede corresponder a esa fase...


Los canecillos de San Cebrián de Mazote se sitúan en el siglo X: "Canecillos de alero mozárabes, siglo X". A mi juicio, se debería ampliar el marco de atribución hasta el siglo VI.  Canecillos parecidos están documentados en contexto arquitectónico en la mezquita mayor de Córdoba, pero sobre todo en Santa María de Lebeña y en Santiago de Peñalba. Sin embargo, los elementos ornamentales de los canecillos de Mazote (como los de las otras iglesias "mozárabes") también nos remiten a obras hispanorromanas: las estrellas hexagonales son habituales en las estelas encontradas en buena parte de la península Ibérica; en el museo de León hay varias.  A ello deberíamos añadir una circunstancia obvia, olvidada por quienes establecen a través de ellos una "vinculación clara" con lo cordobés: los canecillos, las ménsulas de los aleros de los tejados, son elementos "necesarios" para alejar de las fachadas el agua de las cubiertas a dos aguas. Y están documentados con cualidades formales diversas en todas partes, en todos los momentos culturales; así, pues, no es apropiado emplearlos para establecer relaciones culturales, sobre todo, cuando no median afinidades claras. La relación de los de Mazote con los de Lebeña y Santiago de Peñalba son obvias, pero no con los de Córdoba.
La aparición en  San Cebrián de Mazote condiciona la adscripción a las circunstancias históricas propias y desde ellas, de nuevo surge el "problema mozárabe", en este caso con matices más claros, porque buena parte de los elementos arquitectónicos (especialmente,  los capiteles) de la iglesia son reutilizados. Aceptando que lo más relevante de la actual iglesia (dejando a un lado, por supuesto, las "restauraciones modernas") fue "armado" durante el siglo X —en el caso de Mazote me parece clara la datación en el siglo X—, podríamos deducir que esa época es "límite máximo" de atribución.  ¿La época "mínima"? La que adjudiquemos a las piezas reutilizadas del interior... porque los modillones de rollos podrían pertenecer a la edificación o edificaciones de las que los obtuvieron, probablemente, del siglo VI.


El tenante de Wamba está clasificado como "hispanovisigodo, del siglo VII". Creo que se debería ampliar la banda de adscripción cronológicas, quizás hasta el siglo X; los elementos ornamentales ofrecen un tratamiento demasiado tosco, próximo al de los relieves de Quintanilla y las iglesias llamadas "mozárabes" (exceptuando Santiago de Peñalba y Lebeña). Los restos más antiguos que aún se conservan en la cabecera de Wamba tienen una concepción de labra poco alejada de esta pieza, que, por motivos ornamentales, también hace pensar en las estelas hispanorromanas y, por lo tanto, en la permanencia de esos influjos autóctonos.






Hay varios fragmentos de canceles, procedentes de Wamba, clasificados como  "neovisigóticos"  de entre los siglos VIII y X. Los biselados, comparables a los de Quintanilla de las Viñas, es  probable que sean del siglo X (o de las proximidades del año 1000). El otro, el que ofrece doble sogueado, puede ser anterior; según mi criterio, debería clasificarse en los alrededores del siglo VI, como algunos de los capiteles de San Román de Hornija.






La pila gallonada, con ornato geométrico en el borde, se valora como "pila árabe del siglo XIV". La carencia de elementos de ubicación cultural clara complica mucho su clasificación. Si procediera de Wamba, debería modificarse radicalmente la filiación, hasta, al menos, el siglo VI, en relación al capitel bizantino que aún se conserva en su iglesia y que documenta, cuando menos, actividad cultural singularizada, respecto de otras regiones hispanas. Las piezas descontextualizadas suelen ser más difíciles de evaluar arqueológicamente.




También hay dos capiteles califales en mal estado de conservación; ambos son de tipo compuesto califal y tienen muchos paralelos repartidos en los lugares de mayor concentración de estos elementos:  museos de Córdoba , Madrid y Sevilla, Giralda, etc.  El que tiene la superficie más erosionada, puede ser de la primera mitad del siglo X; el segundo, muy fracturado, ofrece labra con mayor peso relativo de las zonas de sombra y, por consiguiente, puede ser posterior, de la segunda mitad del siglo X. Ambos fueron realizados, muy probablemente, para edificaciones cordobesas (incluyendo Medina Azahara y Medina Azahira).

A la salida, observé que junto a la taquilla habían colocado un "Libro de firmas de visitantes en apoyo de la ampliación del museo", con el siguiente texto:

"Museo de Valladolid. Asociación de Amigos del Museo
Desde 2004, el Museo de Valladolid está esperando llevar a cabo un proyecto de ampliación, restauración y reforma integral que le permitirá modernizarse y prestar mejores servicios.
Ante los problemas surgidos para la autorización de las obras y para reiterar la necesidad de las mismas, el Museo tendría en gran estima el apoyo de sus visitantes."

La última firma del día 25 de agosto tenía a su lado el número 3263. Me pregunté en cuánto tiempo, pero me dio vergüenza preguntarlo. Sentí la tentación de unirme a la petición, pero soy muy sensible a las "demandas sociales canalizadas" desde las instituciones y además, me pregunté qué sentido tendría una iniciativa como esa.  ¿Un proyecto de ampliación, restauración y reforma integral? ¡Naturalmente! Pero tal y como están las cosas esa petición es poco realista. Con sentido práctico, acaso fuera más necesario, para empezar, que hubiera dinero para mantener abiertas todas las salas... no sólo los días laborables.

2 comentarios:

  1. Ya había proyecto de ampliación y restauración y presupuesto. Pero los movimiento de algún vecino con influencias (al que la ampliación del Museo quitaría luz) retrasó la concesión de licencia de obras y, finalmente, cuando la licencia de obras llegó, un abogado con recursos logró convencer a un juez de que, según los planos del PGOU de Valladolid, allí no se podía edificar (los arquitectos del Ayuntamiento jurar y perjuran que los símbolos del plano sólo quieren decir que en estos momentos allí no hay nada construído

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    1. Francamente, no me extraña. Gracias por la indicación y si tienes más datos o noticias no dejes de enviárnoslos...

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