lunes, 22 de diciembre de 2014

Goya en el museo triste

Había leído alguna crítica poco halagadora sobre una exposición tan forzada como ésta dedicada a los cartones para tapices de Francisco de Goya, e imaginé que acaso todos nos estamos volviendo demasiado acerados con la gestión de un museo hipotecado por la limitación de los medios financieros... La participación de Manuela Mena determina garantía de la calidad; además, una de las "herramientas" fundamentales de la gestión museística está, precisamente, en la realización de exposiciones temporales, porque con ellas se moviliza el interés del público... Obviamente, es una buena fórmula para momentos de penuria como el actual y, por fortuna, los resultados son. en ese sentido, positivos: las salas de los cartones se veían demasiado solas y las de "la zona jerónimos" están en el límite de su capacidad...

"El artista recibió siete encargos de cartones, en cuyas composiciones reflejó la diversidad del pueblo en escenas llenas de alegría y animadas por las diversiones, los juegos, los niños y las fiestas, pero también de violencia, engaños y tristeza, donde el deseo y la seducción actúan como trasfondo de la vida. Goya consigue una gran variedad de sentimientos por su extraordinaria capacidad para captar la riqueza de los tipos humanos, los diferentes atuendos masculinos y femeninos y la sugerencia de infinitas situaciones.
En esta exposición se conjugan los cartones de Goya con los de otros artistas y se exhiben pinturas y esculturas que le sirvieron de modelo para sus creaciones llenas de novedades. Unos cartones de tapices, que Goya no concibió como pintura secundaria sino como invención metafórica de la sociedad, encontrando en ellos el camino de creaciones posteriores con las que alcanzó la fama, como los aguafuertes de los Caprichos."

¿Goya consigue...? ¿Lo que ofrecen los cartones son obra del ingenio de Goya...? ¿Seguro?

Tiene interés observar las circunstancias constructivas del arco... ¿como metáfora de un apaño poco duradero?
Una vez recorrida le exposición "Goya en Madrid" con cierta premura, debo manifestar mi perplejidad por varias razones. La primera, creo que la instalación en la que permanecían los cartones no era peor que la de las "salas Moneo"; la distribución en la que se han colocado ahora con salas angostas y sobre paredes no siempre de tonos discretos, generan una situación comparable a la de la exposición de "El Greco y la pintura moderna". También en ésta ha prevalecido la voluntad de exprimir las posibilidades del espacio para concentrar obras e información y ofrecer una montaje excesivamente "pedagógico" y agobiante, pero escasamente agradable: la acumulación de personas rompe "el clima de tranquilidad y reflexión que requiere el disfrute de las obras de arte"... ¡Con la cantidad de salas que en este museo no visita prácticamente nadie!
Las referencias son capítulo aparte: algunas, tan forzadas que producen estupor y en otras, risa; formalismo elevado a exponentes más propios de los tiempos de Camón Aznar...
Y el aspecto más criticable: con independencia del aparato científico, que no podría valorar, en el plano divulgativo se ofrecen al público comentarios demasiado armónicos con la imagen mítica ofrecida por la historiografía tradicional sobre Goya. Albarda sobre albarda, un paso más en el esfuerzo titánico por consolidar la imagen mítica del pintor aragonés, que con los cartones hubo de asumir procesos creativos especialmente "condicionadas" por las propias circunstancias de la elaboración de tapices.
Me hizo gracia el tríptico bilingüe, redactado en retóricas claves hagiográficas y, en especial, algunas frases de epitafio desbordado:

"(...) su impresionante sentido de la monumentalidad y la grandeza de sus figuras y composiciones, el conocimiento de la representación espacial entre los personajes y los fondos de paisaje y de arquitecturas, así como su naturalismo en la captación de las figuras y en el colorido lleno de variedad, producida ésta por el perfecto impacto de la luz y su exacta difusión de la misma en el espacio (...)"

Me pregunto por qué sus contemporáneos tardaran tanto tiempo en reconocer la genialidad de Goya; debían ser estúpidos de solemnidad... Así se escribe la historia del arte en ciertos ambientes: todo se reduce a la dialéctica entre la estupidez del pasado y la inteligencia de los "expertos" del presente. Magia pura para incautos y para alejar el conocimiento del arte de las personas que afrontan los fenómenos históricos asumiendo cierto grado de complejidad, huyendo del maniqueísmo y de retóricas mitificadoras.

A la salida de la exposición un tenderete con abalorios para turistas y tarjetas postales, nos recuerda por qué en este museo, cada vez más triste, está prohibido realizar fotografías... Ha de ser por garantizar "el clima de tranquilidad y reflexión que requiere el disfrute de las obras de arte". 
No sé si respeta ese principio la participación de la conocida marca de objetos electrónicos para que los visitantes ambienten la visita con elementos sonoros... Quien juzgue que sólo se trata de conseguir un "puñado de dólares", se equivoca por completo.

Seguro que con los ajustes empleados por los gestores, la exposición será todo un "éxito", pero...
Francamente, no sé si ha merecido la pena cambiar "los cartones" de sitio... pero estoy seguro de que "ahorrar dinero" con exposiciones como ésta, teniendo en cuenta las posibilidades objetivas del buque insignia de nuestra política turística en la vertiente cultural es, simple y llanamente, una torpeza monumental, otro testimonio de la preclara inteligencia en el uso de los recursos que podrían ayudarnos a huir del cenagal de la crisis. Y también estoy seguro de otra cosa: con exposiciones como ésta no crecerá significativamente el número de personas interesadas en acudir al Museo del Prado.

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