jueves, 11 de junio de 2015

El programa cultural de Ahora Madrid

Tenía pendiente un breve comentario sobre la vertiente "cultural" del programa de Ahora Madrid, que no me parecía prudente ofrecer antes de que se hubiera materializado el nombramiento de Manuela Carmena. Una vez se ha hecho público el acuerdo entre PSOE y Ahora Madrid, llega el momento de lanzar uno pocos renglones de escaso fundamento, dada la escasa atención prestada en el programa a la faceta cultural.
El programa ofrece una imagen bastante fiel del lugar que ocupa este asunto en el orden de prioridades de la inmensa mayoría de quienes viven en la capital de "las Españas". Acaso me equivoque pero me malicio que nos encontramos ante un planteamiento muy relacionado con la tradicional manera de entender la "cultura" que, desde tiempo inmemorial, tienen ciertos sectores progresistas. A saber: "algo" que debe "funcionar" al servicio de los "intereses populares", entendidos éstos tal y como queden definidos en los ambientes donde se definan las estrategias políticas a medio y largo plazo. Desde esa situación aparece una noción de "cultura popular", dispuesta en las antípodas de lo que, desde los mismos, ambientes, se defina como "cultura reaccionaria", "burguesa" o, incluso, "al servicio de los intereses capitalistas". Me excuso por no entrar en debate que requeriría demasiadas páginas, pero en todo caso, me gustaría hacer notar que en la actualidad esa dualidad o dicotomía apenas se manifiesta en lugares muy concretos del actual universo global, porque la "realidad cultural" de un lugar como Madrid es tan compleja como los son los diferentes grupos que se aproximan a ella con intereses diversos. Y desde ella enseguida emergen circunstancias de complejidad superlativa.


Un ejemplo sencillo: el arte contemporáneo

Los seguidores de este blog ya habrán advertido con cuanta frecuencia discuto los planteamientos del MNCA Reina Sofía. Sin embargo, sería ridículo imponer a una institución de ese tipo referencias derivadas de las ideas político-estéticas de Gramsci o de algún líder obsesionado con llegar a modelos que desborden los cauces capitalistas, por la sencilla razón de que ello implicaría una desconexión radical de las grandes corrientes que rigen sobre el arte contemporáneo en Occidente. Y mientras, mayoritariamente, deseemos no desvincularnos de la "cultura occidental", lo más sensato es, cuando menos, no forzar una marginación que dejaría en mala posición a la legión de profesionales (críticos, estudiosos, comisarios, creadores plásticos, coleccionistas, galeristas, etc.) que, por vivir en un mundo fuertemente interconectado, dependen de esa relación. Así, pues, sería absurdo plantear una política de exposiciones concebida exclusivamente para dar satisfacción a los sentimientos estéticos mayoritarios, es decir, "populares". Obviamente, cosa muy distinta es que en la gestión de la institución no se quiera saber nada de esos sentimientos, porque se presuma que ello desnaturalizaría los objetivos de "homologación" necesarios para poder formar parte de las estructura "rizomáticas", de las redes de interconexión que deben caracterizar a los museos de arte contemporáneo de nuestros días. Hasta el MoMA ofrece modelos de gestión que integren los intereses de la cultura popular.
Desde esas circunstancias, los gestores de esas instituciones deberían "hacer bien su trabajo" y los gestores políticos, facilitarles las cosas... con los menores condicionantes posibles.
Por suerte o por desgracia, el MNCARS no depende orgánicamente del Ayuntamiento de Madrid, aunque nos sirva, en este caso, para establecer un punto geodésico. De hecho, el Ayuntamiento de Madrid cuenta con múltiples posibilidades materiales para "complementar" e, incluso "compensar" las actividades del MNCARS, como en cierto modo ya hace Matadero Madrid. Sin pensar en modelos tan ambiciosos como los de París o Berlín, algunas ciudades del norte de España podrían ofrecer ejemplos fáciles (y baratos) de aplicar en ese sentido.


La propuesta cultural de Ahora Madrid

En el programa, dejando al margen las alusiones ambiguas por genéricas (área de derechos sociales e inclusión social), la política cultural se concreta en dos grandes aspectos: El apartado 3.4.2 "La democratización de la cultura" y el punto 4.2 "Regenerar y recuperar el espacio urbano y el patrimonio". La democratización de la cultura se concretaría en las siguientes iniciativas:

"a) Crear una Concejalía de Cultura, independiente de otras áreas, como turismo y deportes, y
dotada de un presupuesto suficiente, y adaptar los órganos de gobierno de las artes existentes a
una gestión transparente y democrática.
b) Crear nuevos protocolos y procedimientos administrativos (licencias, reglamentos, trámites,
concursos, convocatorias) para una gestión de la cultura más ágil, flexible, transparente y que
facilite el acceso a la iniciativa y la producción ciudadana.
c) Potenciar la iniciativa ciudadana en el uso de espacios e infraestructuras, la programación de
contenidos y la organización de eventos en las instalaciones municipales.
d) Recuperar, conservar, difundir y poner en valor nuestra memoria colectiva, así como el
patrimonio material e inmaterial, con el fin de estimular visiones plurales y críticas del pasado y
de su significado en el presente.
e) Recuperar el uso de la calle y los espacios verdes para la creación de un arte independiente,
respetando los recursos comunes y privados y la convivencia ciudadana.
f) Garantizar la visibilidad de la diversidad cultural de Madrid en bibliotecas, centros comunitarios
de medios, centros culturales, espacios de creación, escuelas de artes y espacios públicos.
g) Usar licencias libres en la producción cultural e intelectual financiada por el gobierno municipal."


Teniendo en cuenta la complejidad de la muy amplia estructura de recursos (humanos, inmobiliarios, mobiliarios, etc.), los siete puntos de este bloque parecen demasiado genéricos, excesivamente ambiguos, en suma, poco operativos. Desde ellos no me imagino lo que se va a hacer con el Matadero, con el CentroCentro, con las instalaciones del Conde Duque, etc. Por no hablar de la muy amplia y compleja red de Centros Culturales, sujeta a circunstancias que acaso merecieran un replanteamiento en profundidad.
Lo del "presupuesto suficiente" de la Concejalía de Cultura me ha dejado traspuesto...
Echo en falta una concreción mayor en la propia definición de "cultura" o, mejor de "acción municipal en asuntos culturales", para colocar sobre la mesa, bajo el microscopio analítico, las diferentes posibilidades que, a mi juicio, debería tener en cuenta una política cultural que sintonice con las expectativas de los vecinos, en sus diferentes grupos de intereses y afinidades.
Y por fin, lo de "recuperar el uso de la calle (...) para la creación de un arte independiente", me hace pensar en si, por fin, todos los madrileños, con independencia del barrio en que vivan, podrán disfrutar las delicias que ya saboreamos en las zonas "más creativas" y si, por fin, los graffiteros trabarán libremente en el barrio Salamanca. 

La "cuestión patrimonial" no se afronta con mayor detalle:

"Regenerar y recuperar el espacio urbano y el patrimonio
Recuperar un Madrid Saludable que ponga en valor y en uso su patrimonio histórico, artístico,
inmaterial, de propiedades, inmuebles, saberes... AHORA MADRID emprenderá acciones que
afronten con decisión las situaciones urbanas de mayor emergencia, con el objetivo de recuperar un
Madrid Saludable que ponga en valor y en uso su patrimonio histórico, artístico, cultural,
inmaterial, y las propiedades, inmuebles y obras de titularidad pública."

Obviamente, en este aspecto, las posibilidades de las autoridades municiaples, supeditadas a normas generales y regionales, son reducidas pero creo que se podrían y deberían hacer muchas cosas, quizás demasiadas para las limitaciones presupuestarias de un Ayuntamiento hipotecado hasta la médula. Pero esa es otra cuestión.


¿Qué hacer?

Me consta que ahora mismo hay muchas personas empapadas de entusiasmo reflexionando sobre la futura política cultural de un Ayuntamiento de Madrid matizado de tonos multicolores, pero...
Teniendo en cuenta la forma de "trabajar" que tienen los sectores políticos interesados en el asunto cultural, creo que son tan cuantiosas las posibilidades de poner en marcha una política cultural sensata —es muy fácil hacerlo mejor que en el periodo anterior— como la de movilizar chorradas que satisfagan a quienes pongan el corazón por delante del cerebro y a quienes se hayan posicionado en los ámbitos de decisión con la finalidad de medrar... Esperemos que los nuevos ediles y sus equipos de trabajo tengan capacidad y energía para eludir fenómenos endogámicos... aunque, francamente, conociendo nuestra peculiar idiosincrasia, lo veo difícil.

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