jueves, 28 de enero de 2010

Una entrevista al director del Reina Sofía

Arte Informado publica una entrevista de Gustavo Pérez Diez a Manuel Borja-Villel , director del Reina Sofía, que ilustra muy bien algunas de sus circunstancias profesionales. Deseo destacar, en primer lugar, su pretensión de estar en sintonía con el MOMA y la Tate Modern... Interpreto que en relación de subsidiaridad con el primero y de competencia con el segundo, puesto que según sus palabras, "en estos momentos la colección del Reina Sofía, es para mí, más importante que la de la Tate". Tenemos uno de los mejores museos del mundo, el mejor aceite del mundo, el mejor patrimonio histórico-artístico del mundo... ¿Seguiremos siendo la reserva espiritual (estética) de Occidente?
Y a renglón seguido enfatiza otra idea substancial de su propuesta museística:
" (...) lo importante es la oportunidad de replantear como se escribe la historia del arte. Ya que de algún modo siempre se ha escrito, centrada y muy circunscrita a identidades que eran eurocéntricas y que se han pretendido universales. Justamente lo que pretendemos en el Reina Sofía es el ser un museo donde la identidad sea plural, donde no haya una voz sino una pluralidad de voces. Y ese, es el cambio sustancial".
¿Identidades eurocéntricas? No hay como leer para acrecentar el conocimiento: hasta ayer hubiera jurado que con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el protagonismo estético occidental pasó a Estados Unidos...
Continúa criticando que en España se haya construido una estructura de museos de arte contemporáneos demasiado homogéneos, según pocos modelos referenciales (menciona expresamente al Reina Sofía y al Guggenheim), a su juicio, excesivamente condicionados por el mercado; su propuesta:
"El darse cuenta de que hay vida más allá del mercado, de que cada lugar tiene su especificidad. Articulando todas estas diferencias se puede hacer un conjunto poliédrico, un conjunto más complejo y un conjunto más fuerte que puede tener mucho más interés hoy en día".
Sin solución de continuidad, nos ofrece una fórmula para materializar esa idea en sintonía con el contexto social:
"En este país se ha hecho mucho énfasis en lo espectacular, y es necesario crear un humus, un tejido de pensamiento, de creación. Por otro lado, creo que también es fundamental intentar integrar a la sociedad civil y para integrarla hay que crear leyes que favorezcan su integración y estas leyes son de patrocinio, de mecenazgo que en estos momentos yo creo que son francamente deficientes. Son deficientes porque no favorecen y esto es una asignatura pendiente".
¿Patrocinio? ¿Mecenazgo? ¿Leyes? En España muchos siguen creyendo que las cosas se resuelven mediante la Lotería y promulgando leyes...
Y aparece su idea de crear una fundación privada dentro del museo...
"La idea de la fundación dentro del museo sería triple. Por un lado, conseguir recursos sobre todo en una época en la que todos deberemos generar nuestros propios recursos. Por otro lado, apoyar un proyecto. En una época global los museos son globales y por tanto es necesario tener una estructura que no sólo sea estatal sino que pueda tener capítulos internacionales, podría tener un paralelo en EE.UU., en Latinoamérica, de modo que se vayan generando recursos para toda una red de actividades. Y luego, finalmente una fundación también permitiría generar actividades tal vez mucho más rápidas, actividades en las que por las estructuras propias de la administración son muy difíciles, muy complejas de desarrollar a través del propio museo".
Gustavo Pérez Diez le pregunta las virtudes de su idea de Agencia Estatal:
(Las ventajas se concretarían en tres aspectos)... " Flexibilidad, agilidad y eficacia. Sobre todo un museo de arte contemporáneo debe tenerlos para poder realizar su trabajo y en este momento nosotros somos muy poco flexibles. La falta de flexibilidad hace que ahora algunas cosas que hacemos son más caras que como deberían de ser. Cambiar de un sistema funcionarial de trabajo donde cada uno tiene una serie de tareas asignadas de antemano, cambiarlo por un sistema por objetivos. Donde cada uno tiene unos objetivos que se van cambiando según cómo va cambiando el museo. Esto es importante en cualquier institución pero especialmente en un museo de arte contemporáneo y centro de arte donde los artistas van generando cambios, van cambiando estructuras. Y este cambio de estatuto lo que buscaría sería justamente eso. Sería adecuar una estructura de funcionamiento a nuestro propio objeto de estudio que de por sí es creativo, que nos exige cambiar nuestras formas de trabajo".
En este caso y aunque parezca sorprendente, estoy de acuerdo con la premisa inicial de Manuel Borja-Villel : la estructura administrativa actual es incompatible con la praxis de un Centro de Arte orientado a conectar con la estética circundante, caracterizada, a su vez, por un dinamismo exacerbado. Las peripecias del propio Reina Sofía lo ilustran bien.
Pero, al menos, hay dos problemas muy importante para su viabilidad: la voluntad de los diferentes partidos políticos y el modo de vincular orgánicamente esa estructura con las aportaciones privadas. Aunque la primera cuestión se podría resolver con facilidad (que se sepa, no existen grandes discrepancias en la gestión del Reina Sofía entre el PSOE y el PP, aunque podrían surgir en cualquier momento), debemos tener en cuenta que la estructura empresarial española depende demasiado de "factores" especulativas y ello no armoniza bien con las necesidades de estabilidad requeridas por una institución estética de primera línea. Las fórmulas norteamericanas, a mi juicio, son imposibles de aplicar en España... salvo forzando leyes y costumbres (Guggenheim-Bilbao). Los casos comentados recientemente en este blog (Museo de Canarias y Esteban Vicente) son sumamente explícitos. Me preocupa imaginar que el funcionamiento del Reina Sofía se financie con el peaje de la M-30 o mediante ottra fórmula "creativa" de similar fuste.
Me ha llamado la atención otro comentario, bocado de cardenal para sarcásticos, irónicos y demás apocalípticos:
(...) "nos ha faltado saber cuál era nuestro papel en el mundo, darnos cuenta que el mundo ha cambiado muchísimo, que Europa y EE.UU. ya solo son una provincia del mundo. Darnos cuenta de que España tenía un lugar privilegio en el Sur, el "Sur geopolítico", en relación a Latinoamérica, en relación al Mediterráneo y esto creo que no lo hemos sabido aprovechar. Crear un estructura legal, fiscal, etc. que favorezca la iniciativa privada, el que aparezcan elementos autónomos".
Reconozco que me he reído a gusto recordando las pretensiones del Instituto de Cultura Hispánica... y "las tradicionales relaciones de amistad con los países árabes", que mencionaran hace muchos años los voceros fascistas. Pero si no estoy mal informado, el señor Borja-Villel llega tarde, porque a estas alturas Latinoamérica va por libre (algunos países en dirección contraria) y los países mediterráneos de la fachada sur (incluyendo a Turquía) tienen preocupaciones muy alejadas de nuestro sentido estético. Y por el norte... No me imagino a Italia o a Grecia aceptando el liderazgo estético del Reina Sofía... incluso contando con el buen gusto de los aseos diseñados por Jaen Nouvel.
Como me consta que el señor Borja-Villel, tiene poco interés por el mercado del arte (lo declara él mismo) le sugiero respetuosamente que tenga en cuenta los acontecimientos estéticos de los "países emergentes", porque, en caso contrario, le puede pasar lo que a los gestores franquistas del antiguo Museo Arqueológico Español de Arte Contemporáneo... que acabe construyendo otro nicho desfasado cuarenta o cincuenta años. Y cuanto más información acumulo sobre sus intenciones, más desorientado me parece respecto de los factores más relevantes de la situación estética actual... por supuesto, según mi lunático criterio. Además... en el sistema liberal... ¿está clara la diferencia entre "valor" y "precio"?

¿Nuestro papel cultural en el mundo? ¿Cuándo hemos dejado de ser un país de guerreros, místicos y artistas?. Nuestro país en el mundo... De momento, formamos parte del poco honroso grupo de los PIGS... Y, si exceptuamos la faceta deportiva, nuestra proyección cultural cada vez es más reducida...

Dejando al margen mis preocupaciones más personales (cine, etc.), he detectado algunas carencias, según mi criterio, muy importantes para un museo de arte contemporáneo con proyección alejada de un decorado para ambientar inauguraciones oficiales:
1. Alguna referencia autocrítica. Advierto en el Reina Sofía deficiencias museísticas importantes que deberían ser subsanadas. Mejores indicaciones (señalética), mejores paneles explicativos, trípticos más completos, mayor capacitación de los vigilantes, mejora en las comunicaciones verticales, etc.
2. Sus manifestaciones nunca reflejan el carácter de "servicio público" que debe caracterizar a un Museo. Borja-Villel se manifiesta frecuentemente como si el arte contemporáneo estuviera por encima del común de los mortales... Se esfuerza mucho en hablar del poder político, de los mecenas, los coleccionistas, los artistas, el mercado, los vínculos con otros museos o entidades... pero casi nunca habla de las expectativas del público, de la vinculación del museo con el entorno social inmediato, con su proyección educativa...
3. ¿Y los fondos malditos? Me refiero, claro está, al arte español no vanguardista de la primera mitad del siglo XX. ¿Los prenderá fuego? Le asusta imaginar lo que podría suceder si se mostraran en cantidad y calidad las obras de Álvarez de Sotomayor, Benedito, etc. ¿Debe seguir censurada esa parte de nuestra historia del arte para evitar sonrojos? Dicen que conocer la historia (también la historia del arte) debe servir para no repetir los errores del pasado...

Al final de la entrevista, Manuel Borja-Villel define sus apuestas estéticas mediante dos personalidades: Pedro G. Romero y Alice Kreisel...

Y sin saber por qué, sobre la fotografía de Manuel Borja-Villel que ilustra la entrevista de Arte Informado, ha aparecido el rostro de José Francés, aquel crítico español que ejerció su magisterio en la primera mitad del siglo XX y ejercitó su antivanguardismo de modo radical... Me estoy volviendo loco.

3 comentarios:

  1. Depende como entendamos ser subsidiario pero no encuentro ningún problema, en principio ser subsidiario de un sistema de gestión que nos permita dinamismo no es malo, ni ser subsidiario en capacidad de apuesta y flexibilidad por nuevos formatos expositivos. El modelo del MOMA no tiene por que ser malo, todo lo contrario nos puede servir. Eso sí, no confundamos ser subsidiarios en discurso artístico, eso no tendría perdón y creo que es una de las cosas que apunta Borja Videl. Desde nuestras instituciones tenemos que intentar construir un discurso que pueda competir con el de los grandes museos internacionales, tal como se está intentado en centro América y América del sur que ahora mismo están siendo referencia en propuestas con muy pocos medios.

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  2. Empleo el término "subsidiario" en el sentido de "suplir a otra principal" o, dicho con más claridad, que su "juicio estético" y su actividad expositiva depende del juicio que emitan en el MOMA. ¿Bueno, malo? No tengo ni idea, pero está muy claro lo que se podría hacer si en lugar de mirar hacia el MOMA se mirara hacia las personas próximas interesadas en asuntos de arte contemporáneo. Naturalmente, estoy pensando en los jóvenes creadores, los aficionados al arte, etc. Se me ocurre, por ejemplo, que desde el MNCARS se podría fomentar la creación de iniciativas ciudadanas orientadas a elevar la calidad estética de las diversas zonas urbanas... Y no estoy pensando sólo en los grafittis.

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  3. Es que el reina sofía es ante todo un Museo Nacional, aunque se maquille el enunciado con la coletilla de centro de arte. Como tal, cumple la importantísima función de ser el referente estético español contemporáneo. Pero como he comentado en más de una ocasión, por su función estatal, es mejor que estuviera volando en el aire que una ciudad determinada, porque no entabla un diálogo lo suficientemente potente con los artistas locales, el público o la comunidad de la ciudad.

    Las intenciones de Borja Villel son las de un esteta que ha vivido el posmodernismo y que tiene inquietudes ambiciosas sobre el planteamiento cultural y la función del museo en la sociedad posfordista, en un ámbito cultural influido por el neoliberalismo y el capitalismo cognitivo, "toma ya".
    Las bases del MOMA, “the living museum" pretendían una aceptación de la vanguardia y una reconfiguración también del concepto historicista. Lo que Borja Villel está haciendo con la colección bebe directamente de una influencia desarrollada en el ámbito académico americano denominado como "poscrítica" Rosalind Krauss, Gregory Ulmer o Susan Buck-Morrs y que se ha venido desarrollando ya desde Walter Benjamin y su gusto por la alegoría-collage; es decir una reconfiguración de la historicidad que no esté basada en la génesis o el origen de las imágenes, SU DESARROLLO, TRADICIÓN, INFLUENCIA, Y EVOLUCIÓN sino la creación de una narratividad de la historia basada en LA DISCONTINUIDAD, LA RUPTURA o EL UMBRAL (lo que se había propuesto también Foucault en su método arqueológico.
    Sino me equivoco, la apuesa de Borja Villel se centra en este paradigma, en la historia como crónica, collage, montaje...

    ¿Qué metodología de catalogación e historicidad debe adoptar un museo de arte contemporáneo en el contexto contemporáneo?

    ¿Qué función didáctica cumple la versión tradicional de "display" por géneros y épocas:meta-arte? ¿ Y un arte atemporal, descontextualizado, resignificado para un contexto contemporáneo, permitiría entender al público que el arte no son solo formas y colores que primero son torpes y luego magistrales sino que además cumple una función social, política y filosófica?
    Si sale el tema hablo del modelo americano de financiación museística ...

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