lunes, 26 de octubre de 2009

Las lágrimas de Eros

La Fundación Thyssen y CajaMadrid han organizado sendas exposiciones bajo un lema tomado de un libro de Georges Bataille: "Las lágrimas de Eros". Me intriga la pervivencia "intelectual" de un personaje tan "peculiar" como Georges Bataille... La iniciativa ilustra hasta qué punto arraigaron en España unas ideas de gran predicamento en los ambientes posmodernos, aparecidas en la vida y en la obra de quien pretendiera construir una alternativa al cristianismo con una religión nueva configurada a partir de un sacrificio humano... Aunque es difícil sintetizar en pocos renglones sus ideas, lo intentaré con dos citas. La primera es de la obra mencionada:

«... La verdad del rapto místico no es el encuentro con Dios, sino el instante en que el placer se confunde con el dolor y el éxtasis sexual con la muerte».


La segunda, de "Historia del ojo":

... "Así empezaron entre la jovencita y yo relaciones tan cercanas y tan obligatorias que nos era casi imposible pasar una semana sin vernos. Y sin embargo, apenas hablábamos de ello. Comprendo que ella experimente los mismos sentimientos que yo cuando nos vemos, pero me es difícil describirlos. Recuerdo un día cuando viajábamos a toda velocidad en auto y atropellamos a una ciclista que debió haber sido muy joven y muy bella: su cuello había quedado casi decapitado entre las ruedas. Nos detuvimos mucho tiempo, algunos metros más adelante, para contemplar a la muerta. La impresión de horror y de desesperación que nos provocaba ese montón de carne ensangrentada, alternativamente bella o nauseabunda, equivale en parte a la impresión que resentíamos al mirarnos. Simona es grande y hermosa. Habitualmente es muy sencilla: no tiene nada de angustiado ni en la mirada ni en la voz. Sin embargo, en lo sexual se muestra tan bruscamente ávida de todo lo que violenta el orden que basta el más imperceptible llamado de los sentidos para que de un golpe su rostro adquiera un carácter que sugiere directamente todo aquello que está ligado a la sexualidad profunda, por ejemplo: la sangre, el terror súbito, el crimen, el ahogo, todo lo que destruye indefinidamente la beatitud y la honestidad humanas. Vi por primera vez esa contracción muda y absoluta (que yo compartía) el día en que se sentó sobre el plato de leche. Es cierto que apenas nos mirábamos fijamente, excepto en momentos parecidos. Pero no estamos satisfechos y sólo jugamos durante los cortos momentos de distensión que siguen al orgasmo."


Como pudiera deducirse que G. Bataille seguía a Freud, al igualar Eros y Thanatos, me permito recordar un fragmento muy breve del año 1938 (Compendio del Psicoanálisis o Esquema de Psicoanálisis)

"Tras largas dudas y vacilaciones nos hemos decidido a aceptar sólo dos instintos básicos: el Eros y el instinto de destrucción. (La antítesis entre los instintos de autoconservación y de conservación de la especie, así como aquella otra entre el amor yoico y el amor objetal, caen todavía dentro de los límites del Eros.) El primero de dichos instintos básicos persigue el fin de establecer y conservar unidades cada vez mayores, es decir, a la unión; el instinto de destrucción, por el contrario, busca la disolución de las conexiones, destruyendo así las cosas. En lo que a éste se refiere, podemos aceptar que su fin último es el de reducir lo viviente al estado inorgánico, de modo que también lo denominamos instinto de muerte. Si admitimos que la sustancia viva apareció después que la inanimada, originándose de ésta, el instinto de muerte se ajusta a la fórmula mencionada, según la cual todo instinto perseguiría el retorno a un estado anterior. No podemos, en cambio, aplicarla al Eros (o instinto de amor), pues ello significaría presuponer que la sustancia viva fue alguna vez una unidad, destruida más tarde, que tendería ahora a su nueva unión.


En las funciones biológicas ambos instintos básicos se antagonizan o combinan entre sí. Así, el acto de comer equivale a la destrucción del objeto, con el objetivo final de su incorporación; el acto sexual, a una agresión con el propósito de la más íntima unión. Esta interacción sinérgica y antagónica de ambos instintos básicos da lugar a toda abigarrada variedad de los fenómenos vitales. Trascendiendo los límites de lo viviente, las analogías con nuestros dos instintos básicos se extienden hasta la polaridad antinómica de atracción y repulsión que rige en el mundo inorgánico.


Las modificaciones de la proporción en que se fusionan los instintos tienen las más decisivas consecuencias. Un exceso de agresividad sexual basta para convertir al amante en un asesino perverso, mientras que una profunda atenuación del factor agresivo lo convierte en tímido o impotente.


De ningún modo podríase confinar uno y otro de los instintos básicos a determinada región de la mente; por el contrario, han de encontrarse necesariamente en todas partes. Imaginamos el estado inicial de los mismos suponiendo que toda la energía disponible del Eros -que en adelante llamaremos libido- se encuentra en el yo-ello aún indiferenciado y sirve allí para neutralizar las tendencias agresivas que coexisten con aquélla. (Carecemos de un término análogo a libido para designar la energía del instinto de destrucción.) Podemos seguir con relativa facilidad las vicisitudes de la libido, pero nos resulta más difícil hacerlo con las del instinto de destrucción".


Aceptando el modelo de Freud, está clara la vinculación entre Eros y Thamatos, como lo está en los dos polos de un imán, pero de ahí a determinar la igualdad entre ambos "instintos" existe una enorme distancia. El propio Freud lo explica muy bien en los párrafos precedentes: la confusión abre las puertas de los desequilibrios psíquicos y sociales. Si las obras extremas del Marqués de Sade pudieron tener alguna razón de ser cuando fueron escritas, al menos por sus cualidades literarias, la pierden cuando son transformadas en referencias "objetivas" sobre la naturaleza humana. Lo particular por lo general: la parte negativa de la naturaleza humana no puede tomarse por la integridad que la contiene. Y aquí no sirve la metáfora de Russell ni los juicios de Michel Foucault sobre la locura. En nuestras sociedades el debate sobre la locura se ha resuelto con no poco cinismo en los códigos penales: si alguien experimenta placer sexual torturando a otra persona, se le encierra en la cárcel, presuponiendo su "normalidad" psíquica y punto. Aunque esté monumentalmente claro que los violadores y los psicópatas sexuales son incapaces de controlar sus impulsos...

Si entendemos a Sade como "referencia literaria" de ciertos "universos obscuros", acaso podamos regodearnos con mil fantasías "fronterizas" entre lo "normal" y lo neurótico, pero si, por ejemplo, a alguien se le ocurre decapitar a una persona para fundar una religión, deduciremos, simple y llanamente, que está como una regadera o algo peor. Pasolini trató el asunto en Saló... jugando a dos barajas, pero sin eludir una severa autocrítica. Aquella "experiencia psico-sociológica" sólo se "podía" afrontar en un microcosmos fascista...


Desde estas observaciones, la realización de una exposición que une asuntos sangrientos y eróticos me parece síntoma de una manera cuando menos sorprendente de entender al ser humano, que no me remite a Freud, sino mucho más lejos, a propuestas líricas (por llamarlas de algún modo) de hondo sentido trascendente, como las que encontramos en el Cantar de los Cantares (Fortis est ut mors dilectio), es decir, a creencias fuertemente enraizadas en la tradición cristiana, obsesionada en establecer lazos férreos entre el sexo y el castigo físico. A quienes se engolondrinan con el mito recreado de Salomé (paradigma de la sólida unión entre Eros y Thanatos para algunos) les convendría acrecentar el repertorio incluyendo los métodos de interrogación aplicados a las "brujas" en los tribunales del Santo Oficio o ciertas formas de tortura aplicadas a las mujeres... para calmar apetitos sádicos.

El placer puede engendrar la vida; el dolor la aniquila.

Fortis est ut mors dilectio (el amor es fuerte como la muerte)... En el año 2006, Georgiadis J, Kortekaas R, Kuipers R, Nieuwenburg A, Pruim J, Reinders A, Holstege G. publicaron un estudio que describía la pérdida de conciencia que algunas personas experimentan después del orgasmo y que algunos denominan "la pequeña muerte" (La petite mort)... Aunque no son frecuentes los casos de "pequeña muerte" en sentido estricto (particularmente, sólo tengo noticias de una persona muy famosa), en la tradición católica se hablaba de "vacío poscoital" para aludir a algo parecido pero, sobre todo, para enfatizar el componente pecaminoso de la actividad sexual... En ese sentido, la yuxtaposición entre Eros y Thanatos acaso sea indiscutible.

Algunos postulados posmodernos apestan a sacristía

La exposición puede ser útil para quienes aún creen que la experiencia estética no puede ser "contaminada" por "los bajos instintos"... ¿Identificación entre Eros y Thanatos? En las exposiciones de CajaMadrid y la Fundación Thyssen se ofrecen experiencias estéticas placenteras basadas en la capacidad de los elementos sexuales para "alegrar el espíritu" y en los elementos de casquería para activar el universo oscuro del placer morboso. Y me atrevo a sugerir que acaso este último factor deba relacionarse con atavismos de nuestras profundidades psíquicas más relacionados con la agresividad de los cazadores (carnívoros) que con el principio freudiano negativo.


En ocasiones, Clío nos muestra el camino con mucha claridad, aunque algunos historiadores del arte se empecinen en disimular lo más obvio, "contra natura". Me sigue produciendo hilaridad el nombre con el que aún hoy se conoce la famosa pintura de Courbet, de título innecesario. Pero la historia del arte ha dejado clara la especialización de ambas series de imágenes. Las segundas han imperado en los ambientes religiosos (lo religioso siempre asociado a la muerte); las primeras, en los gabinetes privados... en los "cuartos de juegos" de los adultos...

domingo, 25 de octubre de 2009

Del Altes


Palladio y Manolo Valdés en Caixa-Forum

En colaboración con la Royal Academy of Arts de Londres, el Centro Internazionale di Studi di Architettura Andrea Palladio de Vicenza, el Royal Institute of British Architects de Londres, y algunos museos españoles, La Caixa trae a Madrid la exposición " Palladio el arquitecto (1508-1580)". Como es costumbre en esta institución, la exposición supone un aldabonazo para la agenda cultural madrileña. Es atractiva por el personaje elegido, está bien montada, interesa por la acumulación documental, por las referencias "colaterales", por la calidad de las maquetas, por la inteligente elección de las pinturas... Es un magnífico ejemplo de cómo se puede hacer una exposición en la actualidad. Lo más positivo: es una ocasión magnífica para acercarse al Renacimiento desde "otro" punto de vista, desde la perspectiva de una concepción arquitectónica con gran potencial para activar debates de "candente actualidad", como suelen decir los periodistas.


Lo más negativo (por no declinar en la voluntad crítica de este blog): algunas "lagunas" casi imperceptibles y la distribución del espacio expositivo puede crear problemas los días de máxima asistencia.
Balance global: sobresaliente-notable alto. Y de nuevo aparecen las odiosas comparaciones... Imagino a los gestores de CajaMadrid demasiado ocupados discutiendo sobre quién debe presidirla...
La exposición de Palladio se completa en la calle con una de Manuel Valdés, asimismo promocionada por la Caixa, poderoso atractivo para la voracidad fotográfica de los madrileños, que se acercan a las "meninas", "damas" y "reinas" con familiaridad, como si fueran personajes próximos, familiares.

Confieso mis simpatías por M. Valdés, en especial, por sus ideas estéticas, que comparto en gran medida; no obstante, también debo reconocer que algunas de sus últimas obras no me gustan en absoluto y, en especial, "la Dama del Manzanares", que hiere mis sentimientos estéticos cuando la veo desde la M-30. Me consuelo imaginando la voracidad del parque...

sábado, 24 de octubre de 2009

Libertad, igualdad, fraternidad

Cada vez con frecuencia me pregunto qué sentido tienen ciertas exposiciones... Hoy, al recorrer las salas de Alcalá 31, me ha vuelto a surgir la duda. Entre el gesto aburrido de los vigilantes, media docena de personas vagábamos de sala en sala sin detenernos ante ninguna de las obras con actitud de peregrinos sujetos a normas rituales rígidas... Mil veces he repetido que las instituciones deben promocionar la creación artística... y, sin embargo, cada vez tengo menos clara la conveniencia de utilizar dinero público para alimentar juegos endogámicos, situados en las antípodas del interés social, que se traducen en vagas acumulaciones curriculares, en o en reconocimientos de méritos prescritos (permítaseme jugar con la ambigüedad del término).

"Con motivo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), bajo la coordinación del Ministerio de Cultura, la Vicepresidencia, Consejería de Cultura y Deporte y Portavocía del Gobierno de la Comunidad de Madrid y la colaboración de la Embajada de Francia en España, han organizado esta exposición en la que se ha invitado a 15 artistas españoles, 14 franceses y 2 portugueses a presentar una obra que plantee el estado de desarrollo de estos tres ideales de convivencia de la sociedad moderna nacidos al calor de la Revolución Francesa en 1789."

¡Suenen acordes de la Marsellesa, el Himno de Riego  y el "Vivan las caenas" de Buñuel en barahúnda infernal!


Supongo que, como es costumbre substanciada por el paso de los años, se habrá seleccionado a los artistas participantes no por la calidad de las obras expuestas, sino por el "indiscutible peso" de sus respectivos historiales profesionales, por sus "currículos" . Como ya han acreditado cualidades "divinas", podemos deducir... que seguirán en el Olimpo por los siglos de los siglos.

Una vez recorrido el montaje laberíntico, dominado por la creatividad ramplona de nuestros días, reconozco mis limitaciones para encontrar el argumento común de todas las obras expuestas, si exceptuamos una difuminada idea del progresismo político (de lo "políticamente correcto"), que es enseña cosmética de los ambientes culturales españoles... si exceptuamos a los cuatro "especímenes" replantados a la sombra de los doseles y las gaviotas.

Podemos ver obras de escasa categoría estética junto con otras menos torpes pero que también se podrían emplear para rellenar un evento dedicado a combatir el calentamiento del planeta, el hambre en África o la matanza de focas.

Me han irritado especialmente las obras de los incombustibles "maestros" del siglo XX, condimentos para todos los caldos, y algunas de las realizadas en vídeo... por su calidad manifiestamente mejorable...

Como la mente es caprichosa, cuando salía a la calle me acordé de Charlotte Corday... La muerte de Marat me condujo a Peter Weiss y éste a su obra "Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representado por el grupo escénico del hospicio de Charenton"...

¿Puede decirme alguien dónde apuntarse como "objetor cultural"?

Las exposiciones de la Fundación Mapfre

Dentro de lo que es habitual en las "actividades expositivas" de la Fundación Mapfre y su apuesta por la fotografía, en la sala Azca se nos presenta la obra de Lisette Model. La exposición recoge una importante colección de imágenes, menos lamentables que en otras ocasiones, muy sugerentes para reflexionar sobre cómo han cambiado las cualidades de ese medio expresivo, "de escaso mérito estético, porque sólo se trata de apretar un botón". Aunque algunas imágenes están muy degradadas y los grises definen gamas muy limitadas, la colección aún nos enseña lo más específico de unos medios, por entonces, aún escasamente desarrollados pero perfectamente capacitados para saetear nuestra conciencia. Prevalecen las tomas furtivas y los positivados demasiado "trabajados" para mi gusto, pero en general, es una exposición recomendable, sobre todo, para quienes no estén familiarizados con la fotografía en blanco y negro de la primera mitad del siglo XX, cuando las emulsiones eran desesperantemente lentas.



En el edificio de Recoletos se diversifica la oferta expositiva con tres eventos de interés desigual. Al nivel de la calle, "Mirar y ser visto" recoge más de treinta pinturas del Museo de Arte de Sao Paulo, realizadas entre la época de Tiziano y la de Picasso, sin otro nexo de unión que la "representación de personas", aunque estén etiquetadas como "retratos". Lo mejor: los retratos de Tiziano (Pieve di Cadore), de van Dyck, los de Hals y, muy especialmente, la Angélica encadenada, de Ingres. Lo peor... Los comentarios breves de las cartelas son, a mi juicio y por lo general, especialmente desafortunados, más propios de los tiempos de Camón Aznar, cuando se mitificaba el arte porque la inspiración era de origen divino. Muy recomendable: leer las cartelas de Ingres y de Goya; no tienen desperdicio.


"La danza de los colores. En torno a Nijisky y la abstracción" es una de esas exposiciones a las que nos tiene acostumbrados la Fundación Mapfre, más propias de un centro cultural de barrio pijo o de una facultad marginal de Bellas Artes. Apenas pudo destacar otra cosa que las pinturas de Sonia Delaunay... por mencionar algo.


"Ver Italia y Morir", reúne fotografías antiguas y unas pocas pinturas de cualidades desiguales. Lo más interesante: el conjunto de curiosidades antropológicas recogidas en la colección fotográfica y, sobre todo, el incremento de sabiduría que uno adquiere visitándola... aunque a primera vista, algunas cartelas pudieran parecer equivocadas.



Los objetivos de la FUNDACIÓN MAPFRE, tal y como aparecen en la web correspondiente, son:
  • Fomentar la Seguridad de las personas y de sus patrimonios, con especial atención a la Seguridad Vial, la Medicina y la Salud.
  • La mejora de la Calidad de Vida y del Medio Ambiente.
  • Fomentar la difusión de la Cultura, las Artes y las Letras.
  • Promover la formación y la investigación en materias relacionadas con el Seguro.
  • Fomentar la investigación y la divulgación de conocimientos en relación con la Historia común de España, Portugal y los países vinculados a ellos por lazos históricos.
  • Contribuir a la mejora de las condiciones económicas, sociales y culturales de las personas y sectores menos favorecidos de la Sociedad.
¿Fomentar la difusión de la Cultura, las Artes y las Letras? ¡Qué interesante!

martes, 20 de octubre de 2009

Relativismo, ciencia y sentido común: otra gilipollez con aspecto de planteamiento científico.

Conozco el libro de Steven Johnson Everything bad is good for you (2005)sólo por las referencias aparecidas en la prensa y desde esas limitaciones, asumiendo los riesgos de esa limitación (es posible que este análisis sólo pueda aplicarse a quienes han dado noticia del libro), me gustaría proponer algunas reflexiones...
La noticia, según la redacción de Sergio Parra:
(...) "Como intenta demostrar el divulgador científico Steven Johnson en su libro Everything bad is good for you, la televisión no es tan estúpida como creemos. Y menos todavía la televisión de los últimos 20 años. Para ello no sólo recurre al ejemplo de la complejidad, la diversidad de líneas argumentales y la extrema sutilidad de muchas series catódicas, mayormente anglosajonas. También alaba, oh, horror, a los reality shows como Gran Hermano.
Su controvertida tesis parte de la base de que en esta clase de formatos televisivos es donde el espectador lo tiene más fácil para percibir emociones fidedignas, complejas reacciones emocionales que, al menos por unos segundos, el concursante del reality no es capaz de esconder. Los reality shows son más reales que el resto de la televisión.
Los seres humanos expresan su abanico de emociones a través de lenguaje tácito de las expresiones faciales, y gracias a la neurociencia sabemos que el análisis de este lenguaje no verbal en toda su complejidad es uno de los grandes triunfos del cerebro humano.
Una de las formas de medir esta inteligencia se llama AQ, abreviatura de Coeficiente de Autismo, una subdivisión de la Inteligencia Emocional propuesta por Daniel Goleman. La gente con un AQ alto, como los autistas, sufren una incapacidad para intuir las intenciones de los demás. La gente con un AQ bajo, por el contrario, tiene una especial habilidad para leer las señales emocionales, es capaz de anticiparse a los pensamientos y los sentimientos que la gente no explicita.
A este don se le llama a veces mind reading (capacidad para leer la mente de los demás). Ser una persona lista, pues, también significa saber evaluar y responder adecuadamente a las señales emocionales de los otros.
Cuando se contemplan los reality shows a través del prisma del AQ, las exigencias cognitivas necesarias resultan más fáciles de apreciar. Como dice Johson, tenemos concursos que evalúan y recompensan nuestro conocimiento de informaciones triviales, y deportes profesionales que premian nuestra inteligencia física. Pues bien, los reality ponen a prueba nuestra inteligencia emocional y nuestro AQ.
(...)
Los cerebros de los televidentes echan humo tratando de discernir la lógica social del universo planteado por el programa, tratan de adivinar quiénes merecen mayor confianza, quienes están mintiendo o están siendo hipócritas, trazan futuribles, discuten con otros aficionados acerca de las estrategias tomadas por cada concursante (visionando debates, participando en foros, examinando con lupa una y otra vez las situaciones), etc.
Cualquier profesión que implique una interacción habitual con otras personas (negocios, derecho, política) dará un gran valor al mind reading y al AQ. De todos los medios de comunicación de masas que tenemos a nuestra disposición, la televisión es el más apropiado para vehicular los gradientes exactos de estas habilidades sociales.
Por ello, el propio Johnson afirma que progresivamente nuestra inteligencia emocional se está afinando, así como nuestra inteligencia basada en la resolución de problemas abstractos, y todo ello gracias a la televisión y, concretamente, a ese nuevo y revolucionario formato que son los reality shows".

Pasemos por alto los matices irónicos de Sergio Parra... aunque sea imposible. Hace muchos años, en Ciencia, libertad y paz (1946), ensayo que acaso fuera matización de Un mundo feliz (1932), Aldous Huxley, aventuraba que en un futuro próximo (en nuestros días), el Estado conseguiría controlar las conciencias de los ciudadanos, valiéndose de los medios represivos proporcionados por el desarrollo tecnológico... Debo reconocer las limitaciones proféticas de uno de mis escritores favoritos. No ha sido necesario dotar a la policía de medios represivos de gran sofisticación tecnológica para controlar la conciencia de los "hombres libres". Basta con aplicar los principios liberales a los medios de comunicación y reforzar la "capacidad creativa" de los "especialistas" de las Ciencias Sociales para justificar situaciones antagónicas con el sentido común. Desde hace muchos años los medios de comunicación han dejado de ser lo que implican los términos que los nombran para convertirse en empresas publicitarias. Asimismo, quienes estudian estos fenómenos, en ocasiones presionados incluso por los poderes públicos, sumamente interesados en facilitar la fluidez del sistema, se han dedicado a rizar el rizo de la justificación descriptiva... Recuerdo la presentación del primer Gran Hermano como un programa de "análisis sociológico"... ¡Todo es opinable!
Para manipular se pueden emplear múltiples estrategias. Ovidio recogió las más útiles para la conquista amorosa... Dos mil años después siguen fncionando. Las religiones tradicionales se han empeñado en combinar doctrinas y prohibiciones para conseguir sus objetivos de preeminencia social. Goebels advirtió la posibilidad de manipular las conciencias de las gentes (sectores sociales de cierta amplitud) mediante fórmulas "retóricas" más complejas de las empleadas desde la Contrarreforma... Su "decálogo" se sigue aplicando a la demagogia política y, en ocasiones, también a los objetivos comerciales.
El sistema liberal ha desarrollado sus propias fórmulas no demasiado novedosas, pero difíciles de imaginar hace cincuenta años. ¿Qué hacer para focalizar la atención y el interés de los sectores mayoritarios o relevantes de nuestra sociedad? La dinámica del propio modelo ha alumbrado la solución "de modo natural". Las personas "nos movemos" por la acción de un número escaso de factores "primordiales": el deseo de bienestar, el sexo, la belleza (perceptiva), el morbo, la adulación y la capacidad empática del ser humano (que en ello acaso encierre el resto de los mecanismos de preprogramación genética que le son específicos). En suma, a las personas nos movilizan las cosas "agradables", es decir, aquellas que activan en sus "espíritus" "respuestas" placenteras...
Si apuramos la metodología, encontraremos grandes dificultades para definir con coherencia lógica "lo agradable", "lo placentero"... Pero mientras los conejos o las liebres discuten si son galgos o podencos, los productores de las cadenas de televisión nos estarán ofreciendo como gancho publicitario (para captar audiencia), programas como esos que, según Steven Johnson, tienen grandes posibilidades para desarrollar nuestra inteligencia emocional.

Indirectamente pero a la vez, nos estarán imponiendo unos valores y una visión del mundo y de nosotros mismos sintonizada con sus propios intereses. En suma, nos habremos convertido en las marionetas consumistas que hemos llegado a ser, según la voluntad del Gran Hermano de Orwell, que para mayor juego de paradojas, escribía al dictado de la CIA.
¿Desarrollo de la inteligencia emocional? Es posible; la basura vertida por las cadenas de televisión puede tener utilidad en ese sentido... Se podría decir lo mismo de quienes, en el ambiente cortesano del siglo XVII, se divertían burlándose de las personas con "discapacidad psíquica".
Si relativizamos el asunto, podríamos formular otra cuestión. El tiempo empleado en contemplar las vicisitudes de los "personajes populares" (nuevos bufones) ¿compensa, a efectos de experiencia emocional, la que podríamos tener charlando con los amigos, los vecinos e, incluso, los parientes próximos?. Es decir, si nuestra concepción del conocimiento asume el relativismo que imponen las ciencias sociales en la actualidad, concluiremos una obviedad reiterativa sin posibilidades para activar el interés de nadie: la telebasura es, sencillamente, telebasura, aunque Steven Johnson nos la presente envuelta en papel de regalo con membrete científico.
Contando con la información limitada que he utilizado para valorar el libro de Steven Johnson, me surgen pocas ideas claras, que no sean "obviedades reiterativas", pero una destaca sobre todas: el señor Johnson (o sus "recensionistas) ofrece un libro concebido para proporcionar coartadas de autoestima a los consumidores de tele-basura y los productos afines de nuestro momento cultural. Seguramente las cadenas de televisión se rifarán su concurso para ofrecer "debates" de gran calado científico... sobre la "bondad" de los culebrones, las "ventajas educativas" de las videoconsolas y del cine de Tarantino. Y Steven Johnson será presentado como "experto": refuerzo sobre refuerzo.
Imagino que en esos programas-debate, alguien indicará las ventajas de la tele-basura y los productos culturales comparables para combatir el tedio, el estrés, la soledad de los ancianos, las depresiones de quienes estén enfermos... Y nadie enfatizará la cuestión relativa: ¿no existen mejores formas de combatir el estrés, las depresiones, la soledad, el aburrimiento...? Por fortuna, las personas se van colocando solas en el entramado socio-cultural... Unas encenderán la televisión para ver Gran Hermano, culebrones o "programas del corazón; otras, se dedicarán a chatear o a relacionarse mediante los foros sociales o el correo electrónico; otras escucharán música... leerán, verán películas en el cine, descargadas de Internet o adquiridas en los grandes almacenes... A estas alturas, ¿deberemos recordar los beneficios de leer un buen libro, escuchar una sinfonía de Beethoven o ver una película de Fellini?
Talía me recuerda que El Quijote se volvió loco por leer novelas de caballerías (los productos alienantes de la época) y, sólo en su locura fue brillante fuente de ingenio...

Un problema "histórico": la creatividad

De Eduardo Punset, "El viaje al amor. Las nuevas claves científicas (p. 117, Destino, Imago Mundi, 2007)":
"Se está a punto de comprobar un hallazgo que dará respuesta a una de las preguntas que nos hemos formulado repetidamente sin dar con la respuesta. Aun aceptando que no hay un solo cerebro idéntico a otro, ¿por qué descuella uno en particular como más creativo? ¿Cuáles son los factores de la creatividad?
Dejemos los genios y la genialidad para otra ocasión. Olvidemos también ahora las razones -mucho más familiares, desde luego- de la torpeza. Lo que hemos querido saber sin éxito desde hace mucho tiempo es por qué, sencillamente, hay personas que son más creativas que otras. Está claro que hace falta un cierto nivel de inteligencia por debajo del cual es muy difícil la creatividad. Pero también está demostrado que siendo un factor necesario no es suficiente. Vayamos por aproximaciones.
La primera pasa por el descubrimiento de hace ya algunos años del neurólogo Simon Baron-Cohen, que no se relacionó entonces con el nivel de creatividad, sino con las diferencias de sexo. Los hombres eran, en promedio, más sitematizadores y las mujeres más empatizadoras; es decir, el sexo femenino nace con una mayor facilidad para ponerse en el lugar de otro y el masculino para lidiar con sistemas de la meteorología, la caza o las máquinas.
Recientemente se ha querido aplicar esta diferenciación a los científicos y a los artistas por separado y se ha comprobado que los científicos son más sistematizadores y los artistas más empatizadores. Hasta aquí todo es normal y explicable. Un artista como Picasso se relacionaba con el resto de los organismos vivos y predecibles mientras que Newton lo hacía con la naturaleza inerte. El primero intentaba comunicar su visión a los demás mediante su pintura y el otro buscar la razón de los sistemas.
La novedad radica en que se está comprobando que el porcentaje de creativos en el mundo del arte es mayor que en la comunidad científica. ¿Por qué? La respuesta tiene que ver con unos circuitos cerebrales que el neurólogo inglés Mark Lythgoe llama inhibidores latentes. Cuando se activan esos circuitos tendemos a filtrar y hasta eliminar toda la información o ruido ajenos a la tarea que se está ejecutando: leer un libro en un tren de cercanías abarrotado de gente, bajar el correo electrónico, escalar una montaña o hacer el amor. Esos inhibidores latentes han permitido focalizar la atención en una tarea en detrimento de lo aparentemente irrelevante, garantizando con ello la supervivencia de una persona o una idea en un momento dado.
Son unos circuitos cerebrales fabulosos para sobrevivir pero -y éste es el nuevo y sorprendente hallazgo- incompatibles con el pensamiento creativo. los artistas son, en promedio, más creativos que los científicos, simplemente porque no les funcionan bien los inhibidores latentes. En lugar de concentrarse en el objeto de su investigación, sabiendo cada vez más de menos hasta saberlo todo de nada -como decía Karl Marx de los monetaristas-, los artistas mantienen la mente abierta al vendaval de ideas, consistentes las unas y enloquecidas otras, que les llegan del mundo exterior. No logran focalizar toda su atención en un solo tema, como hacen los científicos".

De la lectura de estos párrafos se me ocurren varias cosas:
1. Punset parece obviar la definición de "creatividad" en un sentido sin anuencia general, pero muy arraigada en España: creatividad como pensamiento divergente. Para comprobar la diversidad de acepciones que caben bajo el término "creatividad", bastaría comparar (las comparaciones siempre son odiosas) los contenidos de la Wikipedia en castellano e inglés...
Desde esa postura se "justifica" que Punset vincule sólidamente creatividad con el "mundo del arte", frente a mi "experiencia intuitiva" en la facultad de Bellas Artes. Naturalmente, puede suceder que las personas matriculadas en la facultad de Bellas Artes, en realidad, no tengan ninguna relación con "el mundo del arte"... De hecho para algunos "especialista en arte contemporáneo", la facultad de Bellas Artes está en las antípodas.
2. Tal y como plantea Punset, siguiendo los estudios de Simon Baron-Cohen, se deduce que el desarrollo de la creatividad es consecuencia de una "carencia fisiológica"... ¿Innata o desarrollada, esa caencia, en paralelo al aprendizaje? ¿Desde el momento del nacimiento o desde la formación del "carácter"?
El día que murió Picasso quedó un hueco que ocupará quien ese mismo día nació asumiendo su espíritu... La muy famosa teoría de los espíritus errantes.
Para complicar las cosas un poco más, incluso en España, tenemos muy claro que existen dos "perfiles educativos" perfectamente definidos en los estudios medios con proyección universitaria directa: Bellas Artes y Arquitectura (con el permiso de los bolonios*). En el primer caso, de hecho, salvo en asignaturas muy concretas, se apuesta por el "modelo divergente", mientras que en el otro se opta por valorar la capacidad de trabajo (expediente académico) y por un perfil capacitado para dar respuesta a problemas de espectro más amplio (no se acepta a quienes han realizado el "bachillerato de arte").
A estas alturas... ¿Quién discutiría la capacidad creativa de Einstein?
Desde estas observaciones, se me ocurren muchas dudas sobre la operatividad efectiva de las técnicas de desarrollo creativo habituales y, en especial, las que ven en las disciplinas de fundamento científico claro (Matemáticas, Física, Química, etc.) un inconveniente para su desarrollo.
Y ello sin discutir las posibilidades reales que tienen las asignaturas "plásticas" para fomentar la creatividad... en cualquiera de sus acepciones.
Sea como fuere, la elección del bachillerato artístico acaso debiera realizarse, cuando menos, después de conocer el "grado" de creatividad divergente de los alumnos... Se me ocurren más ideas, pero todas son inconvenientes.
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* Bolonios, dícese de quienes han impuesto la implantación del "Plan Bolonia". Véase DRAE

domingo, 18 de octubre de 2009

Evolución: Arte y pensamiento

¿El arte creado? A raíz del texto : Lo útil.

Por Andrea López Montero


“El propósito de la utilidad es cumplir correctamente con la función por la cual ha sido creada”.
Dicha afirmación no creo que sea precisamente una respuesta amplia, sino el origen de las preguntas.
El arte surgió como respuesta a nuestra falta de funcionalidad, para dar sentido al sinsentido, en paralelo al pensamiento.
“La utilidad hoy en día depende de nuestro sistema socioeconómico… ¡pero eso no significa nada! Uno puede ser una distinguida personalidad en el ámbito medicinal y dedicarse toda su vida a recetar enemas.
Por el contrario, creo precisamente que ese es el principal problema: la creación y la difusión del arte se está limitando a la función que el sistema le permite o le provoca.
El arte no es un objeto que se pueda fabricar, habida cuenta de que abarca un concepto más amplio que el que se reduce a la materia (o al objeto artístico). Al igual que el pensamiento no es algo que se deba limitar y prefigurar con valores establecidos. Deben ambos fomentar la duda que despierte la necesidad de saber…y eso es lo que se controla.
El hecho de que el sistema haya marcado una función concreta y exigida al arte contemporáneo (y limitado al arte anterior, tachándolo de documento histórico incapaz hoy de generar una crítica en el presente) ha forzado al arte a una creación determinada, administrada por unos valores que coartan su capacidad de generar un conocimiento evolutivo.
Marina describe al artista actual como “frívolo maestro de la seriedad, que enseña moral desmoralizando, orgulloso con su papel de heraldo de la liberación”.
Se vende la libertad del arte actual y la del artista para decir, pero ¿Qué se le exige?
La receta actual ha de combinar un poquito de sublimación (con un sabor dominado por el Thanatos) aliñada de preocupación social, algo de regionalismo y minorías: a ser posible emplatada en un uso de la tecnología cutre como signo evolutivo.
Se le enmarca exclusivamente en una utilidad y el artista debe responder a la misma. Decía Elena: “debe impregnar aspectos de nuestra vida tal y como lo hace la imaginería popular” y “servir a la sociedad en la que vive en lugar de escindirse de ella “.
Y precisamente eso hace, lo que le han enseñado, lo que la sociedad consume… el servicio de facilitarles seguir con su vida actual, sin inquietarles realmente, siendo este el papel que se le ha otorgado y reconocido institucionalmente. La amoralidad queda subvencionada. Siendo este el papel del arte no hay cabida para que contribuya al enriquecimiento crítico.
La reflexión es dada por el propio creador, lo que sitúa al individuo en una posición pasiva: ya ha consumido su dosis de preocupación social y hecho gala de su alto nivel cultural, puede volver tranquilo a casa. Es lo oficial, y por tanto, correcto.
Ahora, ¿ es arte?.
El arte debe generar una crítica, no ser esencialmente una crítica. Debe general reflexión, no ser reflexión.
Hay una confusión entre el medio y el fin, cuando estos se confunden o equiparan bajo un mismo significado, entonces se genera discurso, entonces no hay arte, no hay experiencia artística.
Lo correcto al igual que lo útil se condiciona desde la sociedad, pero es accionado por el individuo.
El arte se entiende útil en el momento que permite al sujeto liberarse. Decía Russell que el intelecto libre es la principal máquina del progreso humano.
Pero si dicho intelecto se adormece mecido por el discurso y la autoridad no hay progreso. Porque si siempre te dan la comida masticada, no aprendes a masticar.
El arte correcto es por tanto el arte que permite liberarnos, en cuanto a instruirnos y no por el contrario, colaborar en el adoctrinamiento socioeconómico.

sábado, 17 de octubre de 2009

Lo útil

Por Julián Smecta

El vigorizante mundo del método científico nos ha brindado con un término interesante: la taxonomía. Como bien creemos, podemos ordenar de manera sistemática y lineal la (aquí, rugido) historia del arte. Si bien el propio lenguaje se adapta a los contextos particulares de su tiempo, es una tarea imprescindible plantearse la siguiente pregunta: ¿cuál es la utilidad de lo útil y cómo podemos superar los principios y los fines de la clasificación del lenguaje?
Todos conocemos más o menos los pormenores de nuestro sistema socioeconómico, un campo abierto a todo tipo de chismorreo. Sabemos que este mismo es el responsable de consolidar una "serialización" de valores hoy en día tan rígidos como cualquier postulado religioso.
"El propósito de la utilidad es cumplir correctamente con la función por la cual ha sido creado”
El anónimo que dejó esta maravilla en la red no nos deja discernir lo siguiente: ¿ qué es cumplir correctamente en el arte? La utilidad hoy en día depende de nuestro sistema socioeconómico… ¡pero eso no significa nada! Uno puede ser una distinguida personalidad en el ámbito medicinal y dedicarse toda su vida a recetar enemas.
Por norma general y por no creer que el arte cumple una función, supongo que hemos caído en la elaborada trampa de nuestro sistema. Cumplir una función no debería estar directamente relacionado con un espectáculo que es el de crear comodidades-sublimaciones si no dentro de un marco que sugiera un desarrollo crítico. Tampoco consiste la crítica en la negación de las otras comodidades en un intento de escalar un ostentosa pirámide de superación. El arte cumple con la función del enriquecimiento crítico, no en el nombre de la supuestas artes pero sí en el planteamiento de choque. El enriquecimiento crítico contribuye al crecimiento cognitivo y a la inteligencia emocional. Por lo que yo supongo, le tengo más estima a todo lo precedente que a la ingeniería de un dique o la consolidación de un sistema global de telecomunicaciones. El propósito, debería sugerir nuestro querido amigo anónimo, es crear preguntas reales y no respuestas amplias.

martes, 13 de octubre de 2009

Los límites de la lógica: 2ª lección

Por Julián Smecta

La definición de disenso resulta a veces tan poco esclarecedora como la lectura de “Imposturas Intelectuales”, que anecdótico o no para algunos su contenido puede acariciarse tan solo como un soplo o, por el contrario, grabarse profundamente en la mente. Si de verdad alguien cree en la lógica, no como mero artefacto para discernir las acepciones de las palabras, propongo también revisar dos fuentes de crítica no específicamente científicas:
1· William Burroughs y la metáfora viral
Burroughs, que era un escritor inteligentísimo pero demasiado charlatán, ideó que el lenguaje es un virus cuyos límites condicionan todas las actividades humanas, de modo que su escritura desestructuraba los marcos temporales, su propia coexistencia espacial y todo su significado. La respuesta ante un lenguaje que abolía la lógica de sí mismo resultaba un lenguaje endémico, en una propuesta hacia el fin reconocido de las palabras, la escritura y el diálogo como factores decisivos en la limitación individual y su marco social.
2· El Koan
En la tradición del budismo zen entre maestro y aprendíz, el koan no es un acertijo. Si bien este tipo de prácticas ayudan a desarrollar ciertos matices de conocimiento en el alumno válidos por sí mismos, el koan marca aquí una ruptura interesante, un doble filo en nuestro constante choque de civilizaciones: el problema conceptual que sea plantea es la negación del pensamiento racional, trascender el sentido literal de las palabras ya que como se refiere el lenguaje en sí mismo no existe. Con ello, el pensamiento discursivo lógico-racional remite a la metáfora viral de William Burroughs, donde este discurso es el empobrecedor del individuo al que “hace prisionero de la ineficacia de los objetos y regímenes racionales”.

Breve reflexión sobre la posición del Arte en la cultura visual

Por Elena Vacas

El término “cultura visual” resulta extremadamente fácil de comprender y difícil de acotar a una definición, así que no pretendo hacerlo, prefiriendo dejarlo a la intuición del lector. Pero creo que merece la pena considerar someramente sus orígenes.
Anteriormente se empleaba la expresión “cultura artística”, acuñada en la Ilustración, para interpretar y clasificar los productos visuales producidos desde la antigüedad de un modo sistemático y necesario para la la Historia del Arte. Sin embargo, y condicionado posiblemente por la dificultad de encontrar manifestaciones artísticas de otro tipo, los objetos de estudio de la cultura artística han sido tradicionalmente limitados a esculturas, pinturas, murales, arquitectura monumental y cosas por el estilo. Mientras que este término puede referirse a una tipología objetual muy limitada, y excluye obras intelectuales susceptibles de ser consideradas arte (música, literatura); por otro lado ofrecía indudables ventajas académicas para estudiar y enseñar la evolución histórica de Arte.
Sin embargo, el término cultura artística se queda corto ante la aparición de nuevos productos visuales que nada tienen que ver con los anteriores, como podrían ser el cine, la publicidad, la fotografía, las revistas, caratulas, logotipos, estampados etc. Hoy en día la creación y alteración de la imagen con fines estéticos puebla cada aspecto de nuestra vida, y el espacio de la cultura visual se vuelve imprescindible para lidiar con este tipo de productos. Pero la Historia del Arte no puede mantenerse al margen de este fenómeno y limitarse los objetos de estudio tradicionales. Asistimos por tanto a un cambio aparentemente notable en los criterios de evaluación del Arte. Así como antes el que un producto visual fuera considerado artístico dependía enormemente de su naturaleza (pintura, escultura...), hoy día el Arte no depende de del tipo de objeto, sino de una intencionalidad y ejecución. A priori no podemos conceder a todos los elementos de la cultura visual el estatus de Arte, y tampoco podemos negárselo. Tendríamos pues, que estudiar metodológicamente cada caso para evaluar si un producto visual determinado reúne suficientes cualidades como para ser considerado artístico.
Es aquí donde comienza a quedar en entredicho si realmente se han superado las limitaciones de la cultura artística en sus criterios de evaluación. Ciertamente, el Arte o se encuentra ya supeditado a una tipología objetual, pero encuentra dos nuevas limitaciones irrelevantes para el anterior criterio: el contexto y la intencionalidad. Muchos artistas en el pasado produjeron grandes obras por encargo, probablemente con la única intención de comer. Otros decoraron vasijas que servirían para contener agua o vino, y no estaban pensadas para ser admiradas y dar testimonio de una época. Nadie duda de la validez artística de estas obras cuando pertenecen al pasado, pero tras las reglas no escritas del mercado de arte actual parece que para que un producto sea considerado Arte debe, ante todo, a) haber sido elaborado con fines principal y casi exclusivamente artísticos, (otorgándole demasiadas veces antes de su creación el estatus de Arte) o b) Estar situado en un contexto reconocido como artístico, como podría ser un museo.



Por poner un claro ejemplo, consideremos a la pantera rosa. Veremos que posee un gran atractivo estético, es armónica y proporcionada, a la par que expresiva; y posee además una gran relevancia iconográfica en la cultura visual. Sin embargo, no se nos ocurriría considerar a la pantera rosa una obra de arte. A no ser que llegue un artista reconocido como Jeff Koons, la use para un producto cuya intención es artística, y además sitúe dicho producto en un contexto que pertenece indudablemente al Arte.



No quiero entrar a valorar la obra de Koons, tan solo llamar a atención del lector sobre el hecho de que el Arte puede apropiarse de elementos del bagaje visual popular, como podría ser una lata de sopa; y sin embargo, estos elementos no pueden ser Arte en sí mismos.
Como hemos dicho antes, sería absurdo considerar todos los elementos de la cultura visual como artísticos, y potencialmente de cualquier elemento se puede hacer Arte. Quizá esas acotaciones de intención y contexto sean necesarias para evitar la confusión entre Arte y cultura visual.
Pero dejemos de lado el punto de vista artístico y consideremos a la cultura visual desde una perspectiva social más amplia. Al fin y al cabo, el porcentaje de productos visuales situados dentro de los parámetros antes mencionados es pequeñísimo si lo comparamos al resto de productos visuales que no encajarían en ellos. Y lo que es más preocupante, no solo son más sino que sus cualidades, estéticas y conceptuales están cada vez más cuidadas, a la par que siguen resultando accesibles al público en general. Al igual que el Arte, no se limitan siempre a lo tradicionalmente bello, sino que buscan la transgresión y se sirven de ella para hacer llegar su mensaje, quizá con mayor eficacia que un Arte cuyo público, además de ser reducido, está “curado de espanto”. El mercado del Arte no considera a estos productos dignos de entrar en su valorado espacio, y sin embargo rivalizan cada vez más en calidad con la obra puramente artística
Entonces me asalta la siguiente duda: ¿cabe esperar que la sociedad se involucre cada vez más con el Arte? La barrera de intención y situación tras la que se atrinchera el arte moderno, provoca que difícilmente pueda competir en accesibilidad con los productos visuales más populares. ¿Un espectador, bombardeado a diario por este tipo de imágenes, se tomará la molestia de acercarse al Arte moderno? Probablemente le resulte críptico y adopte una postura defensiva ante este, sintiendo que si bien no es imposible de comprender; resulta demasiado difícil y el esfuerzo no merece la pena cuando se halla rodeado de imágenes con un alto nivel de prestancia, y que no precisan de tanto esfuerzo para ser descodificadas.
Se habrá notado que hasta ahora me he referido por separado a Arte y cultura visual. La razón es que dentro de este panorama encuentro cada vez más problemático incluir al Arte en la cultura visual. Pidamos a cualquiera que nos defina el renacimiento en cinco imágenes, casi con toda seguridad las cinco serán obras de Arte reconocidas. Ahora bien, si le pedimos que defina el siglo XX con el mismo número de imágenes, podemos predecir que no todas serán obras de Arte. Esto no seria relevante si al menos una lo fuera, os animo a hacer la prueba. La imaginería política, televisiva, musical o de cualquier otro tipo resulta más accesible y representativa de mundo contemporáneo para el grueso de la sociedad. Cuando hablamos de cultura visual, podemos asegurar que se trata de cultura en tanto en cuando tiene una difusión masiva en la sociedad, sus componentes tienen un carácter icónico dotado de intención y significado, y evoluciona conforme a los criterios estéticos, adaptándose uniformemente incluso al periodo ecléctico que vivimos, regido por las modas. El arte moderno también es ecléctico, puede que icónico; pero su difusión social es más que discutible, así como su relevancia iconográfica, si lo comparamos a la de la cultura visual. Cabría cuestionarse la importancia real que tiene el arte contemporáneo para la sociedad en la que vive.
Si deseamos integrar realmente al Arte en la cultura visual, quizá habría que plantearse la creación de un nuevo criterio artístico que conceda menos importancia al quien y al donde, y mas a la calidad técnica y conceptual del producto resultante, y su repercusión social. Desde luego no sería cómodo admitir que el Arte pueda encontrarse en un "spot" publicitario o en un graffiti (algo abiertamente comercial, o imposible d comercializar no tiene cabida en lo que entendemos por arte hoy día), pero creo que si queremos que el Arte tenga un lugar no ya en la cultura visual, sino en la cultura general; debería impregnar todos lo aspectos de nuestra vida tal y como lo hace la imaginería popular. Porque el Arte es perfectamente inútil salvo para la mente humana. No nos ayuda en términos de supervivencia física, y sin embargo resultaba difícil vivir sin él. Nos ha servido de recreo, de testimonio, nos ha provocado emociones e inducido a reflexionar; nos a confortado y ha desafiado nuestras concepciones. Hasta ahora el Arte nos ha hecho cambiar y evolucionar, ha sido un arma poderosa de la sociedad. Nos ha ayudado al progreso y al conocimiento; si no del mundo, al menos de nosotros mismos. Y creo que es la obligación moral de todo artista tratar de seguir sirviendo a la sociedad en la que vive, en lugar de escindirse de ella.

sábado, 10 de octubre de 2009

Los límites de la lógica: La dificultad de clasificar obras de arte

Con la cabeza en los comentarios incisivos de A. Sokal sobre la mendacidad científica de ciertas corrientes metodológicas y en las referencias de Vera sobre Alan Turing (Turing cree que las máquinas piensan; Turing se acuesta con hombres. Ergo... las máquinas no piensan) he dado con una curiosa interpretación de la paradoja de Bertrand Russell (cuando sea mayor quisiera ser como él), publicada por M. Carmen Márquez García para la Sociedad Andaluza de Educación Matemática Thales:

"Supongamos que un conocido experto en obras de arte decide clasificar las pinturas del mundo en una de dos categorías mutuamente excluyentes. Una categoría, de muy pocos cuadros, consta de todas las pinturas que incluyen una imagen de ellas mismas en la escena presentada en el lienzo. Por ejemplo, podríamos pintar un cuadro, titulado Interior, de una habitación y su mobiliaria -colgaduras en movimiento, una estatua, un gran piano- que incluye, colgando encima del piano, una pequeña pintura del cuadro Interior. Así, nuestro lienzo incluiría una imagen de sí mismo.
La otra categoría, mucho más corriente, constaría de todos los cuadros que no incluyen una imagen de sí mismos. Llamaremos a estos cuadros "Pinturas de Russell". La Mona Lisa, por ejemplo, es una pintura de Russell porque no tiene dentro de ella un pequeño cuadro de la Mona Lisa.
Supongamos además que nuestro experto en obras de arte monta una enorme exposición que incluye todas las pinturas de Russell del mundo. Tras ímprobos esfuerzos, se han reunido y colgado de las paredes de la sala inmensa. Orgulloso de su hazaña, el experto encarga a una artista que pinte un cuadro de la sala y de sus contenidos.
Cuando el cuadro esté terminado, la artista lo titula, con toda propiedad, Todas las pinturas del Russell del mundo. El galerista examina el cuadro cuidadosamente y descubre un pequeño fallo: sobre el lienzo, junto al cuadro de la Mona Lisa hay una representación de Todas las pinturas de Russell del mundo. Esto quiere decir que Todas las pinturas del mundo es un cuadro que incluye una imagen de sí mismo, y por consiguiente, no es una pintura de Russell. En consecuencia, no pertenece a la exposición y ciertamente no debería estar colgado en las paredes. El experto pide a la artista que borre la pequeña representación.
La artista la borra y vuelve a mostrar el cuadro al experto. Tras examinarlo, éste se da cuenta de que hay un nuevo problema: la pintura Todas las pinturas de Russell del mundo ahora no incluye una imagen de sí misma y, por tanto, es una pintura de Russell que pertenece a la exposición. En consecuencia, debe ser pintada como colgado de alguna parte de las paredes no vaya a ser que la obra no incluya todas las pinturas de Russell. El experto vuelve a llamar a la artista y le vuelve a pedir que retoque con una pequeña imagen el Todas las pinturas de Russell del mundo.
Pero una vez que la imagen se ha añadido, estamos otra vez al principio de la historia. La imagen debe borrarse, tras lo cual debe pintarse, y luego eliminarse, y así sucesivamente. Es de esperar que más pronto o más tarde la artista y el experto caigan en la cuenta de que algo no funciona: han chocado con la paradoja de Russell".
Buena bofetada para quienes pretenden construir "teorías" al amparo de la capacidad de la lógica (o la Lógica) para "descubrir la verdad".

jueves, 8 de octubre de 2009

H1N1: ¡TENGO UNA CORAZONADA!

Por Pablo G. Romano

Tras unos meses en mi bunker a lo Salman Rushdie, sitiado por el infame virus de la muerte, también conocido por los inconscientes como gripe A o gripe porcina (no confundir con la peste porcina; este virus nuevo, creo que es mucho peor) me he decidido a investigar sobre qué es exactamente, y ¡Oh, Dios mío! Cuál ha sido mi sorpresa al descubrir hasta qué punto llega el ser humano, ese inteligente animal, por dinero, y es que en el siglo veintinosecuantos las campañas publicitarias ya no se hacen con una alegre canción y una simpática rima. Hemos pasado del mítico “Abuelo ¿has visto el Inistol?” a que todos los medios de comunicación nos den una información sesgada y tergiversada para vender vacunas y Tamiflu.

Por supuesto, el que se encarga de difundir la noticia y el miedo es quien además nos ofrece la solución a un precio muy asequible (contando los efectos secundarios y alucinaciones que causa el Tamiflu como una especie de IVA, claro está…) Y este sistema de control mediante la propaganda del miedo es tan atroz que incluso en los sitios públicos te encuentras un cartelito de prevención contra la gripe A, “entiendo” que lo haya en el médico, pero ¿en el metro? ¿en las marquesinas? ¿en los bancos? ¿en los museos? “Oiga, tenga cuidado y lávese las manos después de tocar nuestras obras de arte, algún degenerado moribundo con gripeste porcina podría haberlas manoseado antes que usted, maldito chiflado…” Sinceramente tanto gasto publicitario me recuerda a la campaña de Madrid 2016 ¿O era 2012? Bueno es igual, menos cartelito de gripe A y más de Madrid 2028, ¡esa si es una buena publicidad en la que invertir!

Servidor empieza a estar harto de tanta alarma social cada dos por tres y de que impere esa política mundial, no tanto de “compra o te mato”, pero si de “consume o morirás”… Me gustaría dejaros este video, que aunque está lejos de ser un Zeitgeist, y parece más bien una muestra de lo chulo que queda un video hecho en After Effects, está bastante curioso…