jueves, 17 de mayo de 2018

Santa María de los Arcos de Tricio

Santa María de Arcos de Tricio pudiera ser una de las iglesias más apropiadas para hacerse una idea de lo que fue el proceso de uso de un edificio religioso desde su fundación, en los siglos obscuros de la Alta Edad Media, hasta nuestros días. En ella se pueden contemplar diferentes fases constructivas, no siempre fáciles de distinguir, que se afrontaron con otras tantas posibilidades constructivas. Al parecer, la primera iglesia ocupó el actual presbiterio y poco más. En una segunda fase se añadirían las tres naves que definen la actual estructura basilical, levantadas mediante pilares obtenidos apilando fragmentos de columnas romanas y arcos de medio punto. Más tarde el edificio fue remozado con los criterios estéticos propios del barroco... Recientemente fue recuperada con criterios razonables aunque el resultado final moleste a quienes no ven en la arqueología sino una "actividad molesta".



Los guías turísticos y los eruditos locales hablan de una primitiva "iglesia paleocristiana", que fue construida sobre un mausoleo romano... Sin embargo, los datos positivos que refuercen esa "hipótesis tradicional" no están claros; quienes la han estudiado con cierto rigor y profundidad (Caballero, Arce y Utrero) llegaron a la conclusión de que Santa María de Arcos de Tricio, en su estado más antiguo —lo que los guías turísticos consideran los restos del mausoleo romano, es decir, la cabecera de la actual iglesia— , seguía un modelo arquitectónico documentado en otras de Álava (San Román de Tobillas), La Rioja (Coloma, Tricio, Ventas Blancas), el área nororiental burgalesa (La Asunción, San Felices de Oca, San Pedro de Arlanza, Santa Cecilia de Barriosuso y Quintanilla de las Viñas) y Palencia (Hérmedes del Cerrato). Ese conjunto se caracterizaría, ante todo, "por el uso recurrente de sillería romana reutilizada (sic) y la presencia de bóvedas de piedra toba sobre pechinas cubriendo los ábsides". Francamente, reconozco que, por razones inconfesables, me ha hecho cierta gracia el modo de substanciar lo más específico de esa fórmula arquitectónica...
En todo caso, quien durante estos días "explica" la iglesia se inclina por la hipótesis tradicional que también supone forzar los datos sobre la aparición del cristianismo en La Rioja hasta finales del siglo II, tal y como sugiere Maznuel Hernández Urraza (Tricio, 2.000 años de historia). En esa argumentación juega un papel relevante la placa de la imagen adjunta (TATECA IN CRISTO BENE VA/LE IN PACE), que seguramente fue realizada en época posterior.


Desde mi punto de visto, la parte más relevante está en las naves, definidas mediante "columnas" que se construyeron de modo excepcionalmente burdo, superponiendo tambores de columnas romanas, probablemente conseguidas de algún templo de las inmediaciones, junto con fragmentos de capiteles corintios, asimismo, aprovechados con cierta torpeza o, tal vez, con la limitaciones tecnológicas de un momento cultural escasamente capacitado para emular los logros de un pasado progresivamente alejado. El efecto final, condicionado por la pérdida de esbeltez de las columnas originales es muy diferente del que ofrece, por ejemplo, la catedral de Siracusa; como si lo hubiera diseñado un arquitecto o, mejor aún, un maestro de obras de escasa delicadeza en el tratamiento espacial. En todo caso, parece obvio que la voluntad de emular las fórmulas romanas es más clara en el ábside que en las naves y es razonable suponer que, en efecto, el edificio se construyó en dos fases perfectamente definidas.



Frente a las valoraciones de ciertos "eruditos", del propio hecho constructivo se deriva una circunstancia obvia: la iglesia, al menos, no puede considerarse "paleocristiana" en sentido estricto, dado que se construyó con despojos paganos, es decir, cuando el cristianismo ya era una religión refrendada por un poder político que además consintió o propició el expolio de los viejos templos. Y de nuevo, debemos remitirnos al Edicto de Tesalónica (380) para establecer el límite cronológico que, a su vez, podría ayudarnos a situar el momento límite para clasificar esta peculiar iglesia, tanto en la parte del presbiterio como en el de las naves.
Asumidas las dos fases constructivas mencionadas por Caballero, Arce y Utrero, sería lógico deducir que entre la edificación del presbiterio y la nave debió mediar un cierto tiempo, que podría ser amplio (más de dos o tres siglos) si otorgamos carácter determinante a la aparente pérdida de habilidades y de recursos tecnológicos en el manejo de la piedra. Sin embargo, esa disfuncionalidad podría explicarse desde el "sentido común" (recordemos las diferentes fases de la Mezquita Mayor de Córdoba) sin necesidad de recurrir a un lapso amplio de tiempo: bastaría con plantear la hipótesis de que, por la presión de las conversiones masivas, fue necesario ampliar rápidamente la capacidad de la primitiva iglesia. Y esa premura se habría resuelto de modo un tanto prosaico. En otras palabras: a mi juicio, no creo que se pueda descartar la hipótesis de que las dos zonas de la iglesia fueran realizadas con escaso desfase cronológico, a partir del siglo IV.
En todo caso, reconozco que es difícil determinar el "límite cronológico superior". Sabemos que la iglesia está documentada en el siglo XI, pero ese dato apenas tiene otra entidad que la de dejar a cubiertos los escrúpulos metodológicos más rigurosos: obviamente, la iglesia debió ser construida antes de la expansión del Románico.

LTELA03
En suma y como es obvio, la iglesia debió construirse entre el año 400 y el 1100, pero, por desgracia, la carencia de restos culturales claros, impide afinar con mucha precisión y ello abre la puerta a las "hipótesis" más gratas a cada cual. Los autores mencionados, con muchas prevenciones, se inclinan por considerarla iglesia "de resistencia" ("antiguamente" hubiéramos dicho "mozárabe"), construida durante el siglo IX. Con las mismas prevenciones y desde "otra intuición", parece aventurado situarla en el siglo IX, discutiendo la contundencia de las fuentes islámicas. En ese punto, desde éstas hasta sería más razonable "recuperar" a Gómez-Moreno y volver a enfatizar el siglo X, porque durante casi cien años y al amparo de las relaciones sociales, comerciales y militares en toda la Península, pudieron generarse flujos migratorios de cierta entidad como los descritos por Simonet y el sabio granadino. Francamente no creo que los problemas engendrados por las comunidades cristianas durante el siglo IX tuvieran la entidad que, por ejemplo, implicaron los juegos de poder de la época de Abdelrahmán III y el desmantelamiento de los ejércitos de Almazor, nutridos en gran parte por mercenarios cristianos que pudieron regresar a sus lugares de origen.
Pero reconozco que pare fuerzo de la hipótesis mencionada (que fuera realizada durante el siglo IX) en la iglesia de Santa María de los Arcos existe un rasgo que nos podría hacer pensar en un cierto influjo andalusí: un pragmatismo constructivo de escasos escrúpulos que nos remite a las primeras fases de la Mezquita Mayor de Córdoba. En detrimento de esa clasificación, sabemos que ese pragmatismo es cualidad común en la primera arquitectura cristiana del Mediterráneo hasta, cuando menos, los siglos V y VI...

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Desde la estricta materialidad de los propios restos, parece más probable que fuera construida en tiempos relativamente próximos al apogeo cultural romano, coincidiendo con la gran expansión del cristianismo, es decir, entre los siglos V y VII, por supuesto, al margen de un influjo oriental (bizantino o islámico) que aquí brilla espectacularmente por su ausencia: no existen ábacos ni, por supuesto, cimacios y los elementos de generatriz curva nos remiten invariablemente a las fórmulas perfectamente consagradas antes de la época de Adriano. En definitiva, las fórmulas estructurales, en este caso, derivan del repertorio romano anterior al siglo IV y ello podría dar pie a dos conclusiones hipotéticas: que la zona quedó al margen de las oleadas orientales, bien porque no llegaran a La Rioja, o que fuera construida antes de que se materializaran las aportaciones orientales y ello reforzaría la hipótesis de que esta iglesia fuera la basílica cristiana más antigua de cuantas existen en la península Ibérica.
Sin embargo, me parece más razonable explicar la construcción de esta iglesia en los alrededores del año 500 con unas cualidades que se explicarían gracias a la escasa implantación de "las modas orientales" acreditada en la zona riojana. Es posible que la rápida decadencia de los talleres cerámicos de Tricio ayuden a entender la marginalidad relativa de la región a partir del siglo III...

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La iglesia contiene seis fragmentos de capitel, que definen dos grupos: el compuesto por cinco de ellos y un sexto de diferente concepción y hechura. Los cinco similares ofrecen una estructura que los sitúa en el siglo II, sin que sean posibles mayores precisiones dada la inexistencia de ábacos y, en general, la mutilación todos ellos. El mejor conservado (LTELA03) cuenta con el volutas interiores de cierta entidad y con el eje axial perfectamente definido, tal y como es común en los ejemplares de los siglos I y II. M.A. Gutiérrez Behemerid situó estos capiteles en el siglo II. Sólo indicaré una objeción...

LTELA05

LTELA04
El LTELA06 cuenta con peculiaridades que deben ser destacadas y rompen su integración en el grupo dominante: está tallado conjuntamente con el remate superior del fuste y los tipos de hojas apreciables ofrecen fórmulas más evolucionadas. Parece tentador concluir que, en consecuencia, los constructores recurrieron a dos edificaciones diferentes. No obstante y por las razones expuestas varias veces y documentadas con claridad en el templo de Vienne, es posible que esta pieza procediera de una zona menos cuidada del mismo templo. En todo caso, la confluencia de esa "degradación formal" junto al carácter del astrágalo, muy diferente a los de otros bloques reutilizados, refuerza la hipótesis de una cronología tardía para el LTELA06, tal vez en los alrededores del año 300.

LTELA06
Santa María de los Arcos. Detalle de bloque reaprovechado con astrágalo
Por último, me gustaría enfatizar el carácter del bloque con relieve conservado en Santa María de los Arcos: en la parte inferior se aprecia una banda de "doble sogueado" o "laureado". Es un dato más que ilustra la existencia de este motivo en el repertorio hispano-romano.



No quisiera finalizar esta entrada sin clamar de nuevo en el desierto y destacar las peculiares condiciones de explotación turística y cultural de esta interesantísima iglesia que, como indicaba al comienzo, podría tenerse por una de las iglesias más antiguas de España y además, puede ser considerada como paradigma de una forma de concebir la arquitectura, propia de un momento supeditado a factores de estricta y prosaica funcionalidad. El visitante curioso que llegue a Tricio, salvo contingencia planetaria muy favorable, se encontrará con la iglesia cerrada porque quien posee las llaves vive en Logroño, donde tiene su sede la oficina de turismo, que proporciona su teléfono. Francamente, no entiendo la falta de iniciativas para poner en valor los restos de cultura material sedimentados por el proceso histórico. Da la sensación de que se entiende como "gasto inasumible" pagar a una persona que atienda a los visitantes durante un horario razonable. Al parecer, ni los gestores ni los ciudadanos de ciertas regiones tenemos asumida la importancia que esos elementos tienen desde el punto de vista económico ("infraestructura turística"), desde el punto de vista de la identidad cultural (cohesión del grupo), desde el punto de vista educativo (ilustran la historia), etc. Y francamente, no creo que su contemplación sea incompatible con la visita a alguna bodega de los alrededores...

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