lunes, 30 de julio de 2018

Los capiteles de la Capilla Palatina de Aquisgrán

Consideración previa sobre el "Renacimiento Carolingio"

Las circunstancias sufridas por la Capilla Palatina, tan ajetreadas como buena parte de los edificios proporcionadas por la sedimentación histórica en Alemania, imponen cierta prudencia que, sin embargo, no pude implicar renunciar a los "elementos" que distinguen el criterio empleado en este blog para contemplar esos componentes de la ornamentación arquitectónica, que suelen ofrecer rasgos culturales más o menos claros, realizados entre la Antigüedad y el año 1000. Y para substanciar esa prudencia, empezaré indicando que el asunto del "Renacimiento Carolingio" —dicho así, con mayúsculas de solemnidad cultural y política— me parece tan forzado como algunas de las retóricas grandilocuentes, no siempre estrictamente literarias, incluidas en las "historias oficiales" de cualquier país europeo. Guillermo Tell, el rey Arturo, el Cid y tantos otros entrarían bien en ese conjunto... Desde esa percepción, se comprenderá que me manifieste, en principio, especialmente cauto y, por supuesto, escéptico. Desde hace tiempo, también en el territorio de las Humanidades, especialmente en el territorio de las Humanidades y de las Ciencias Sociales, procede tener muy en cuenta la duda cartesiana, si quiera para defenderse de las creencias más o menos interesadas.


La tradicional pugna entre franceses y alemanes por "apadrinar" la figura de Carlomagno —o Karl der Große—, seguramente ha generado un caldo de cultivo adecuado para que esa figura histórica, que políticos conservadores y "progresistas" consideran el "padre de la idea de Europa", proporcione una imagen con demasiados filtros deformadores. A partir de los medios económicos y los militares que pudieron reunir, Carlomagno y sus sucesores,  pretender la reunificación del viejo Imperio Romano de Occidente en pleno siglo VIII, me parece infinitamente menos sensato que lo perseguido por Justinaiano durante el siglo VI y, desde luego, mucho menos realista. Y, para evitar que el lector se confunda, debo advertir, francamente, que tampoco creo que las pretensiones de Justiniano fueran demasiado oportunas... en el supuesto de que sus campañas no fueran sino simple estrategia del calamar.
No olvidemos que, durante el siglo VIII ya existía un poder nuevo en el mundo mediterráneo, que se había manifestado imparable; y precisamente en el sur de Europa, en la península Ibérica, ya existía un vórtice de aquel poder, que pocos años después acabaría convirtiéndose en una de las potencias más poderosas del Mediterráneo y, en consecuencia, de todo el orbe. Al parecer, el "factor musulmán" y su capacidad política y militar, fue mal interpretado por Carlomagno y de ahí los sucesos de Roncesvalles, donde paradójicamente los vascones operaron como brazo ejecutor de una institución aparentemente alejada de sus raíces ancestrales... Y en este caso, digo "al parecer", porque aún me asalta la duda de si Carlomagno no habría entendido la situación general mucho mejor que ciertos historiadores actuales. Sea como fuere, más de mil años después, es relativamente sencillo hacerse un plano de la situación general en el que, por supuesto, no puede faltar el "incómodo" emirato cordobés.

Fragmento de tela "siria", adjudicada al siglo VI
De hecho, a partir del descalabro de Roncesvalles, la Marca Hispánica dejó de ser una zona especialmente unida al norte para convertirse en un territorio a merced de los "señores" musulmanes que, con irregularidad, iban cediendo al flujo centrípeto cordobés. Por si ello fuera poco, aún debiéramos tener en cuenta que estamos hablando de una época dominada al norte de los Pirineos por la estructura señorial y que ella era especialmente incompatible con cualquier idea de "estado federado o centralizado" estable.
Obviamente, es sabido que Carlomagno y sus sucesores forzaron su vinculación con la Iglesia para convertirla en algo así como el esqueleto de un nuevo cuerpo político-administrativo, que pretendía extenderse por buena parte de lo que hoy es Europa (por el viejo Imperio de Occidente); pero lo cierto es que, con independencia de las maniobras de aquel, ese proceso se fue concretando con el paso del tiempo y sólo pudo materializarse años después, mediante Cluny, cuando los magnates comprendieron que era más poderosa la cruz que la espada. O mejor, cuando comprendieron que la unión entre le cruz y la espada proporcionaba resultados de "armonía" social excepcionales.
En ese proceso, es obvio que los tiempos de Carlomagno compusieron un jalón importante en la recuperación de la unidad perdoda... Pero si atendemos a los restos materiales, deberíamos ser prudentes a la hora de emplear el término "Renacimiento", porque son escasos los testimonios que informen de la recuperación de elementos substanciales de la cultura grecolatina. Unas pocas edificaciones (hoy perdidas casi en su totalidad), unas cuantas reliquias de orfebrería y algunos restos más, exageradamente enfatizados por ciertos historiadores, son poca cosa, sobre todo, si lo comparamos con otros fenómenos "renacentisatas" tempranos.
Sin ir más lejos, comparar la entidad material del "renacimiento califal" cordobés con el carolingio proporciona sonrojo, incluso aunque hoy todos los vientos ideológicos soplen en la dirección de enfatizar el segundo y menospreciar el primero... El desarrollo histórico empujó lo andalusí al territorio de la "otredad" —si se me permite la broma— y, en consecuencia, hasta pude parecer grotesco o de mal tono hablar de "renacimiento califal". Y sin embargo, casi todo lo que se dice sobre la corte de Carlomagno se pudiera decir de la corte cordobesa con mayor fundamento, por supuesto, salvando el aspecto religioso que, obviamente, deviene factor primordial o, mejor, esencial.
En todo caso, al menos desde Pirenne, tenemos claro que Mahoma y Carlomagno substanciarían, precisamente, la ruptura "definitiva" de las culturas europeas con lo que fue el Mundo Antiguo, entre otras razones, por la relevancia que en él había tenido el flujo comercial y social en el Mediterráneo. La creación de una zona norte, más o menos sujeta a la dinámica de los reinos "franco-alemanes" y, sobre todo, del cristianismo, junto con un sur, del que participaba buena parte de la península Ibérica, sujeto al Islam, fracturaba uno de los factores de mayor potencial en la dinámica cultural específica del helenismo: la integración de todos los territorios bañados por el mar Mediterráneo y sus correspondientes áreas de influencia, desde la península Ibérica hasta Siria y desde Egipto hasta Inglaterra.

Museo de la Catedral de Aquisgrán. El "cuerno de caza de Carlomagno". Olifante realizado hacia el año 1000, atribuido a los talleres sículonormandos. Pudiera ser cordobés.
Pasar de una realidad cultural dominada por la capacidad del mar para proporcionar rutas comerciales y sociales por otra sujeta a la fragmentación señorial, implicaba una nueva realidad que, precisamente, estaba en las antípodas de lo que supuso la cultura helenística; algo parecido podría decirse cambiando "régimen señorial" por "cultura islámica". Habría que esperar muchos años para que en os territorios de la Europa actual brotaran las circunstancias socioculturales que permitieran, en un contexto ya muy diferente, recuperar buena parte de los logros conseguidos en tiempos del Imperio Romano. En se momento será posible ciertamente recuperar lo que entre la dinámica señorial y el conservadurismo islámico, habían desplazado al olvido histórico.
Pero si lo que se pretende "decir" es que Carlomagno fue uno de los primeros magnates en plantear la existencia de una entidad cultural (o político-cultural) desde un substrato cultural cristiano y los rezagos del Imperio Romano, desaparece la discrepancia. En ese sentido, no cabe la menor duda de que la más o menos acreditada voluntad utópica por recuperar la unidad imperial implícita en la idea de "emperador", puede interpretarse como un antecedente de lo que persiguieron, muchos años después, personajes como Napoleón y, seguramente, Hitler... No sé si esa misa voluntad pudiera llevarse hasta el Tratado de Roma, contando con toda la verborrea asociada a la idea de globalización... pero echar un vistazo a quienes han recibido el Premio Carlomagno da una idea muy nítida del sentido simbólico que hoy se otorga a esa figura histórica, al menos, en los ambientes que controlan el poder.
Sólo a alguien muy desubicado se le ocurriría otorgar el premió Alhákam II, que propició la creación de una biblioteca grandiosa con textos nuevos y antiguos, a quien destacara en sus acciones por recuperar las ideas filosóficas de la Antigüedad. Y lo más curioso del caso es que algunos de los libros que circulaban por Córdoba durante el siglo X, acabaron en las bibliotecas de los monasterios cristianos; tal vez, la "Segunda Parte" de la Poética de Aristóteles viajara con algún embajador cordobés y acabara olvidado en algún monasterio cercano a Metz o, como sugirió U. Eco, en uno de tierras castellanas, donde lo encontraría Jorge de Burgos (o de Borges), que lo guardaría con celo excepcional para evitar la perdición de los creyentes...

Detalle del "olifante de Carlomagno".
Por esa vía, que no es compatible con Alhákam II pero sí con Carlomagno, por la del símbolo prefigurador de una sociedad culturalmente basada en el cristianismo y en su voluntad de expansión planetaria, no hay debate, incluso aunque así formulada, se lleve por delante cualquier idea de "Renacimiento" en el sentido más complejo del término. Pero en ese caso, paradójicamente, sería más consecuente asumir las interpretaciones de la doctrina cristiana y hablar de dos "edades" para la "cultura occidental", que se distinguirían, precisamanete, por un hecho que levanta muchas ampollas en los sectores laicos: la sustitución del humanismo helenístico por una concepción del Universo supeditada a las ideas cristianas, sistematizadas por los Padres de la Iglesia. Ese "nuevo humanismo", del que seguramente participó Carlomagno, se mantuvo en vigor hasta la Revolución Francesa. Recuerde el lector que la "recuperación" del Derecho Romano, como elemento fundamental de una manera de entender el orden social comparable al de la época de Nerón, no fue posible hasta los tiempos de Napoleón, cuando las voluntades nacionalistas levantaron demasiadas barreras a las relaciones entre las personas, y que las ideas de la Reforma apenas enraizaron en media Europa.
En suma, a mi juicio no se puede hablar del "Renacimiento Carolingio" con propiedad en términos históricos, incluso aunque sea lugar común y aunque "todos los europeos" del siglo XXI queramos ver en su recuerdo la imagen de un jerarca que intentó el control político de los territorios años atrás sujetos a Roma. Si el proceso histórico se define por la combinación de múltiples factores, en los tiempos de Carlomagno ya habían desaparecido muchos de los que substanciaron la cultura romana del Pleno Imperio: la estructura económica había cambiado radicalmente y con ello había desaparecido el flujo de excedentes que permitió afrontar empresas de gran entidad; también se habían transformado las instituciones y la forma de las relaciones humanas; asimismo habían cambiado los valores ideológicos, las creencias, las referencias literarias; las rutas comerciales habían colapsado y con ellas, la posibilidad de acceder a ciertos materiales y herramientas; muchos recursos tecnológicos se habían perdido o eran inviables; también se habían perdido muchas especializaciones profesionales... En definitiva, en tiempos de Carlomagno no es imaginable que cuadrillas de albañiles, canteros y "escultores" recorrieran "el imperio" construyendo iglesias o sedes palatinas sujetas a patrones estructurales y ornamentales perfectamente regularizados, como había sucedido en tiempos de los césares y de Justiniano... Quizás hubiera "espacio" para unos pocos orfebres, tal vez formados en tierras lejanas; para unos cuantos ilustradores, para algunos pintores...

Los capiteles del Museo

Los capiteles de la Capilla Palatina están repartidos entre la Capilla Palatina, el Museo de la Catedral, donde es posible contemplar unos cuantos, al parecer, de historia compleja, y algún museo más. Los primeros se ofrecen al margen de las piezas especialmente enfatizadas en unas cuantas salas, entre las que merecerían ser resaltadas algunos fragmentos de telas —algunas pudieran ser del tiraz califala pesar de lo que rezan las cartelas—,  y el "Cuerno de Caza de Carlomagno", que en realidad es un olifante realizado en los alrededores del año 1000. Aunque la mayor parte de los estudiosos valoran el olifante como "sículo-normando", es decir, "siciliano", asimismo pudiera ser obra de los talleres de la Córdoba califal, cuya calidad está manifiestamente acreditada en varias piezas de calidad excepcional, repartidas por el universo mundo, que pudieron haber sido valorados como egipcias, sirias o sicilianas, de no ser por una epigrafía particularmente contumaz. Y es que aún en la actualidad, los especialistas en cultura islámica —por supuesto, casi todos ellos, "occidentales"— se empeñan en minusvalorar la aportación cultural del califato cordobés, cuya exclusiva "realidad histórica" induce urticaria en determinados ambientes.

Los capiteles se ofrecen en condiciones de "catalogación" diferentes de las empleadas con el resto de las piezas: apenas un cartel lacónico sirve para valorar un conjunto de cualidades heterogéneas...

ACPMC01
El ACPMC01 está sumamente erosionado, pero conserva elementos suficientes para orientar su catalogación hacia el siglo II.
Por supuesto, si en alarde de imaginación, aceptamos que durante la época de Carlomagno se materializó un fenómeno cultural que supuso la recuperación de ciertos elementos de época romana, cabría proponer que, "en realidad", se trate de una "copia" del siglo VIII...


ACPMC02
El ACPMC02 repite las circunstancias indicadas en el anterior, aunque aquí se aprecian con mayor claridad sus cualidades.  Ante lo que veremos más adelante, al tratar sobre los capiteles que hoy están en la Capilla Palatina, llamo la atención el lector sobre las cualidades del conjunto axial, aceptablemente perceptibles y sobre la disposición de las hélices de las volutas interiores, adheridas al kalathos.
Siglo II.

ACPMC03
Es ACPPMC03 es un capitel derivado del orden corintio con casi todos los elementos en los capiteles de los siglos I y II. La concepción general se articula mediante un cesto que se ensancha en la parte superior de modo particularmente sensible en el borde, con dos coronas de hojas y un cuerpo superior con algunas anomalías. Las coronas de hojas responden a fórmulas derivadas directamente de los acantos empleados antes de la eclosión “oriental”.
El cuerpo superior está concebido de modo más “libre”: no hay caulículos y los elementos que brotan tras las hojas angulares se alejan de la unión del cáliz y las volutas para ofrecer una solución particularmente creativa: no existen volutas externas, pero sí internas, definidas mediante zarcillos delgados. Existe conjunto axial, definido mediante pedúnculo y florón, aunque no existe espata sobre la hoja central de la corona superior.  El borde del kalathos está perfectamente marcado para definir un tronco de cono que se aproxima mucho alas fórmulas de los siglos I y II.
El ábaco, por su parte, ofrece concavidad afín al de los capiteles de los siglos II y III y molduración sencilla.
A destacar la inexistencia de elementos que permitan hablar de influencias bizantinas o ravenáticas, contra lo que cabría esperar de un fenómeno cultural que debió convivir con las referencias emanadas desde la “corte oriental”.
En una cartela del museo sitúan su realización en el siglo VIII… Lo más probable es que este capitel sea de acarreo. Siglos II-III.

ACPMC04
El ACPMC04 es similar al anterior.

ACPMC05
El ACPMC05 ofrece una estructura casi romana de capitel corintio y, en cierto modo, próxima a ciertos ejemplares comentados recientemente en este blog: la carencia de ornato vegetal en el cuerpo superior hace pensar en los capiteles de Volunilis, aunque se distingue de ellos en que, paradójicamente, permanece más cerca de las fórmulas imperiales. Aunque en un cartel lo consideran incabado, es muy probable que responda a fórmulas comparables a las acreditadas en la ciudad marroquí.
Para solaz de malpensados, sus circunstancias de talla y el tipo de acanto hacen pensar en algunas series de Medina Azahara, que algunos autores consideran del siglo IX. Sería divertido imaginar que la estética califal participara de fórmulas y valores engendrados en la corte de Carlomagno y sus sucesores. Hasta pudiéramos pensar en una embajada carolingia que llegara a Córdoba en compañía de "escultores"...
A mi juicio, dejando a un lado los hipotéticos alegatos de la "Segunda Parte" de la Poética de Aristóteles, lo más probable es que también sea material de acarreo. Siglos II-III.


ACPMC06
El ACPMC06 es un capitel de volutas en V, que, a primera vista, destaca por su vinculación con fórmulas "orientales". Sin embargo, no creo pueda relacionarse con las variedades de época bizantina incluso teniendo en cuenta el tipo de acanto empleado en las hojas, con folíolos afilados. Me parece un ejemplo claro de las variedades que es posible relacionar con las variedades del corintio asiático que culminaron en los modelos de Rávena, Atenas y Constantinopla. Supongo que en este caso sería razonable hablar de fórmulas "protobizantinas", en sentido estricto. En esa dirección apunta el carácter de los foliolos y la manera de resolver el conjunto axial. Se distancia de los corintios asiáticos más comunes en la naturaleza de las volutas, que suelen ser más delicadas en las series comunes.
A destacar también la manera de resolver el cuerpo superior, mediante una corona de hojas que hace innecesaria la “existencia” de cáliz, según fórmula relativamente común en variedades evolucionadas. En Volubilis  existen capiteles con esta peculiaridad.
Es relevante el tipo de acanto, que nuevamente hace pensar en capiteles cordobeses califales.
Pudiera ser un capitel trasladado desde algún lugar más o menos próximo de Aquisgrán, aunque la escasa existencia en esta zona del Imperio impone pensar en Italia, tal y como indican las fuentes antiguas.
Siglo III-IV.

ACPMC07
El ACPMC07 es un fragmento de capitel de cualidades apenas perceptibles que, sin embargo, apuntan en una dirección diferente de la indicada por los dos anteriores. Tiene una inscripción en el frente del ábaco, que hace pensar, de nuevo, en fórmulas califales.
Desde las cualidades del ábaco, cabría formular la hipótesis de que sea un capitel retallado...
Aunque "el cuerpo me pide" situarlo después del año 1000, reconoceré con humildad que, en este caso, no me siento capacitado para ofrecer una propuesta de catalogación de cierto fundamento; ni para él ni para el cimacio que han colocado encima, que acaso sea una de las pocas piezas (entre lo que conozco) que pudiera valorarse como de cierto influjo bizantino.


Los capiteles de la Capilla Palatina

Los capiteles integrados en la estructura de la Capilla Palatina componen varias familias, que me parece interesante destacar: capiteles "nuevos" y capiteles "antiguos".Los "nuevos", a su vez, se articulan según tres grandes grupos: capiteles corintios "normales", capiteles corintios de volutas en V y capiteles "anómalos".

Capiteles corintios "nuevos"

Alrededor de la mitad de los capiteles de la Capilla Palatina son "corintios" con ciertas pecliaridades, que nos individualizan. Lo más destacable es la inexistencia de la base del conjunto axial. Poseen florón y se aprecia el pedúnculo, pero no cuentan con el elemento mencionado, cuyo espacio se cubre con el desarrollo interior del cáliz de las volutas y con las volutas interiores, despegadas del kalathos más de lo habitual en los ejemplares de los siglos I y II.
Este desarrollo "anómalo" de las volutas interiores proporciona una "pista" sobre una interpretación poco ortodoxa del orden. Es natural el vuelo de las volutas angulares porque proporcionan apeo a las esquinas del ábaco, pero el desarrollo de las interiores no tiene ninguna función portante dado que ellas correspondería al borde del kalathos, perfectamente marcado en estos capiteles.
Precisamente, también en la naturaleza del labio del kalathos encontramos otra anomalía: enfatizarlo suele ser un detalle asociado a una concepción menos cilíndrica, más próxima a la idea del cesto, es decir, al tronco de cono.
En suma, estos capiteles se acercan considerablemente a prototipos de la época de Adriano o de Antonio Pío, aunque ofrecen "anomalías" que permiten relacionarlos con la idea de "copia". Si en tiempos de Carlomagno se tallaron piezas similares a éstas, deberíamos hablar con pleno sentido de "Renacimiento Carolingio", pero...

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Capiteles "nuevos" de volutas en V

El segundo grupo más numeroso está compuesto por capiteles derivados de ciertas variedades del orden corintio, que cuentan con un ornato vegetal próximo a fórmulas tempranas (siglo II) de cierto influjo oriental. Los capiteles de este grupo carecen de volutas interiores, de caulículos y del cáliz correspondiente; en lugar de éste cuentan con una segunda corona de hojas que se desarrolla en el espacio de aquel conjunto. Aunque cuentan con florones en los ejes del ábaco, carecen de la parte inferior del conjunto axial: no tienen ni espata ni pedúnculo.
A destacar el tipo de acanto, relativamente próximo a las variedades asiáticas, pero con folíolos cortos, según fórmula documentada en Roma, que de nuevo nos remiten a los tiempos de Adriano.
Aunque sería relativamente sencillo relacionar ese modelo de capitel "corintio" con ciertas variedades indicadas en su momento a la hora de habar de los capiteles con volutas en V, parece razonable contemplarlos con prudencia...
Es, cuando menos, sorprendente que, tratándose de piezas realizadas en los alrededores del año 800, con un diseño tan volcado hacia fórmulas orientales, no se acerquen a los capiteles bizantinos de los siglos V y VI, que se repitieron sin solución de continuidad durante los siglos posteriores en Italia, Grecia, Siria, Constantinopla e, incluso, Egipto.

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Capiteles romanos

En la Capilla Palatina existe, cuando menos, dos capiteles que parecen reaprovechados, de época romana, con "reajustes" en la zona inferior del cesto. Aunque se intuye en ellos la mano de restauradores modernos, lo más substancias puedo ser relacionado con el siglo II.

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Otros capitees

Existe un capitel comparable al ACPM06, de hechura reciente, que probablemente se realizó como fórmula de compromiso entre la variedad antes mencionada "de volutas en V" y el ACPM06. Por desgracia, la imagen, condicionada por la reelaboración del procesador de la cámara, no permite establecer demasiadas consideraciones.


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Existe una familia de capiteles comparables a los ACPMO3 y ACPM04, algunos de los cuales resultan difíciles de fotografiar con nitidez. A lo ya mencionado cumple añadir aquí que todos ellos poseen cestos netamente troncocónicos que forzarían su vinculación con fórmulas de época romana.

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De vuelta al "Renacimiento Carolingio"

Las fuentes antiguas indican que para construir la capilla palatina se emplearon columnas procedentes de Italia y, muy especialmente, de Rávena. Sin embargo, entre lo conservado apenas existe un capitel de ciertas relaciones con lo “ravenático” o, si se prefiere, con lo bizantino.
Desde la reconocida relación entre la Capilla Palatina y las edificaciones de planta centralizada de las áreas de gran influencia oriental (San Vital, Santa Sofía, San Donato de Zadar, etc.) sorprende que existan tantas diferencias entre las fórmulas arquitectónicas empleadas en ella y en las otras.
Por simplificar las cosas, me limitaré a concretar la relación con San Vital. El edificio de Aquisgrán y el de Rávena fueron construidos con ladrillos a partir de plantas octogonales; cuentan con dos pisos; se emplearon en ellos bóvedas de arista y recubrimientos de mosaicos… Sin embargo, ningunos de esos puntos en común son exclusivos  de la arquitectura ravenática.
En cuanto a las diferencias… Es muy relevante que en Aquisgrán no se empleen cimacios, con lo que ellos suponen a la hora de caracterizar un tipo muy concreto de arquitectura, al que me he referido en otras entradas de este blog.



Es especialmente llamativa la manera de emplear columnas en la Capilla Palatina, según fórmulas ajenas a lo que encontramos en San Vital o en Santa Sofía. En la parte inferior de la planta alta se emplean para coronar fustes que culminan en capiteles sobre los que descansan pilaretes moldurados que, a su vez, soportan arquillos de medio punto. En la parte superior, las columnas culminan en capiteles que, a su vez, soportan unos suplementos, asimismo prismáticos, que apuntalan los arcos. Añadir suplementos de descarga sobre el capitel puede hacer pensar en los cimacios de época bizantina, pero, sobre todo, en el Mausoleo de Constanza.
Por desgracia, las pocas termas que han llegado a nuestros días lo han hecho en condiciones tan deficientes, que impiden ampliar el marco referencial; sin embargo, lo que pervive de edificios como las termas de Caracalla o el complejo de Piazza Armerina, es bastante elocuente.
A mi juicio, han de buscarse las referencias por esa parte más que por la reiterada relación con San Vital, aunque sea obvio que también las iglesias de época bizantina respondían a fórmulas de concepción estructural relativamente comparable. En época de gran influjo bizantino se recurrió a espacios octogonales como los de los ninfeos para resolver la cubierta de edificios de concepción centralizada, como los baptisterios o los baños. Y en estas situaciones es francamente difícil saber si nos encontramos ante edificios de gran influjo bizantino o pervievencias de fórmulas romanas de origen oriental. También aquí deberíamos tener en cuenta las matizaciones que hizo Creswell al tratar sobre el primer arte islámico...
Desde lo que hoy conocemos, me parece una simpleza insistir en la dualidad entre las plantas basilicales y las centralizadas, para acotar la existencia, respectivamente, de pervivencias romanas o de influencias bizantinas. En la actualidad está bastante claro que los edificios de planta centralizada se construyeron en Occidente antes de que el Imperio se viera sumergido en los influjos orientales “desbocados” a partir de la época de Adriano. En todo caso, esta época, el siglo II, concreta el momento en el que gran parte de elementos considerados hasta entonces “orientales” pasaron a quedar integrados en el acervo romano.



En suma, la escasa aparición de elementos netamente bizantinos hace pensar en fuentes menos “orientalizadas” para explicar la existencia de la Capilla Palatina. Si lo que hoy vemos se parece a lo que había en tiempos de Carlomagno, deberíamos pensar en fuentes arquitectónicas menos evolucionadas; probablemente en edificios de los que se ha perdido la memoria, construidos mediante procedimientos que están documentados en las termas y en otros organizados mediante bóvedas y cúpulas. Dicho de otro modo: es muy probable que la relación entre la Capilla Palatina y San Vital esté más justificada por la existencia de referencias comunes que por la relación directa entre ellas.
Y aún más: con la osadía que proporciona la ignorancia, hasta cabría plantearse si la Capilla Palatina no es otra cosa que los restos de unas termas romanas, mil veces remozadas y adaptadas a funciones distintas a las originales...
Tanto si lo que resta de la Capilla Palatina formó parte de la termas como si no, convertir el espacio de unas termas en un lugar restringido a funciones aúlicas daría una idea bastante ajustada a la realidad histórica de lo que, en realidad, fue el "Renacimiento Carolingio"...

San Vital: conjunto fuste, capitel, cimacio, arcos
Para finalizar

¿Por qué no se aprecian en la ornamentación arquitectónica fórmulas bizantinas en una edificación supuestamente derivada de ellas? ¿Por qué son tan "romanas" y creativas las fórmulas empleadas para restaurar la Capilla Palatina? Si los artífices de Carlomagno llegaron a los niveles de sofisticación acreditados por la actual Capilla, ¿por qué no existen otras edificaciones o restos de ellas, de fuste comparable? Lo que documenta, por ejemplo, el Monasterio de Lorsch es muy diferente...
La contradicción entre los datos "sabidos" y lo que indican los capiteles de esta singular edificación, de tanta carga simbólica, imponen prudencia. No obstante, parece que quienes la restauraron se pasaron "un poco" a la hora de establecer una relación "nítida" entre la Capilla Palatina y las fórmulas ornamentales del Imperio Romano.
Desde las limitaciones propias, no obstante, parece "razonable" concluir que la Capilla de Aquisgrán, al menos desde el punto de vista de la ornamentación arquitectónica, está más sujeta a los muy impecables métodos arqueológicos del siglo XX, que a lo que se podría esperar de un edificio realizado con lo recursos humanos y tecnológicos de los alrededores del año 800.
Sin contar con el DeLorean, desde lo que ofrece el Museo y desde lo que se puede ver en la propia Capilla, mediante la poco ortodoxa metodología de "la cuenta de la vieja" —es decir, desde lo que otros llamarían "intuición inductiva"—, es casi trivial llegar a la conclusión de que se construyó o "renovó" mediante criterios de pragmática constructiva similares a los empleados en la primera Mezquita Mayor de Córdoba o en la de Damasco, es decir, reaprovecchando los elementos "acopiados" por los edificios en ruinas erigidos durante el Imperio Romano.
Y desde las circunstancias específicas de Aquisgrán y sus alrededores, sin la mediación de un cambio de cultos, es muy probable que buena parte —no me atrevo a decir “todos”—de los capiteles que había en la Capilla Palatina de Aquisgrán,durante el siglo IX fueran romanos y realizados entre los siglos I y IV. 

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