lunes, 23 de julio de 2018

Los capiteles de la Torhalle Lorsch

Como sucede con todos los capiteles “antiguos” de la actual Alemania, es importante tener en cuenta las vicisitudes propias de un proceso histórico particularmente complejo y tortuoso. Ello implica que siempre existen factores difíciles de “controlar”, que pueden ser de especial relevancia si además forman parte de edificios que fueron restaurados con criterios metodológicamente impecables pero que, sin embargo, no pudieron tener en cuenta circunstancias ajenas a las hipótesis básicas sobre las que se construyeron los métodos de trabajo. A mi juicio, por ahí deben buscarse las debilidades de un rigor metodológico demasiado rígido, que se suele manifestar en bunea parte de las Ciencias Sociales y, por supuesto, también en el terreno de la Arqueología.
Querido lector, si no has entendido nada de lo expuesto en el párrafo anterior, no te preocupes: son elucubraciones casi onanistas, dirigidas a dos o tres personas que, muy probablemente, no tengan el mal gusto de sumergirse en este blog; ellas seguro que lo entenderían perfectamente.


Fachada oeste
Según los estudios de radiocarbono publicados en 2016, la "sala de entrada o "sala del rey" del monasterio de Lorsch que, tras restauraciones no demasiado radicales, llegó a nuestros días, fue construida en los alrededores del año 900 y, por consiguiente y frente a lo que se venía admitiendo hasta entonces, no se le puede considerar una obra carolingia en sentido estricto. Y ello es un dato de particular relevancia si tenemos en cuenta los escasos restos de esa época y, muy especialmente, la naturaleza de la Capilla Palatina de Aquisgrán.
La Torhalle Lorsch plasma una concepción ornamental que hace pensar en fórmulas de tradición romana, pero relativamente alejadas de la sobrevaloración de los elementos cerámicos que distinguió a la arquitectura del fin de la Antigüedad. La edificación, definida de similar modo en las fachadas este y oeste, consta de dos niveles de altura diferente, recubiertos mediante retículas bicolores de organización geométrica bastante rígida, según los criterios de ornamentación tapizante que se dejan sentir en algunas manifestaciones romano-germánicas.
La parte baja repite el esquema de las puertas de tres arcos, frecuentes en lo romano con orden jerárquico distinto. Las zonas de paso están definidas mediante otros tantos pórticos aparentes, adintelados y con arco de medio punto. Los elementos que definen las estructuras adinteladas, en realidad, sólo tienen carácter ornamental, dado que los esfuerzos de las fachadas se concentran en los tres arcos de medio punto; ítem más: el elemento que define el falso dintel es, en realidad, es una banda ornamental sin valor estructural, decorada mediante relieve biselado con motivos de palmetas estilizadas seriadas, según fórmulas similares a las que encontramos en muchos lugares del Mediterráneo, en época altomedieval.


Precisamente, en la parte baja de la mencionada "estructura adintelada", existen ocho columnas adosadas con otros tantos capiteles de orden compuesto. Y en la parte superior, una serie de nueve arcos de mitra, en cada fachada, con veinte "capiteles" que podríamos valorar como "derivados del orden jónico". Enseguida veremos el sentido de las comillas.


Los capiteles compuestos

Todos ofrecen estructura invariable, definida mediante dos órdenes de hojas sobre cesto casi cilíndrico y cuerpo superior escasamente definido en volumen, con equino de ornato sumario, volutas con recubrimiento vegetal de cierto volumen y volutas perfectamente definidas. El ábaco es de brazos rectos y escasa concavidad. Tienen cartelas con ornato de palmetas que apenas se conserva en algunos de ellos.
Lo que le suele individualizar es el tipo de ornato dispuesto en la zona de las hojas, en unos casos, mediante hojas que siguen la tradición de los acantos con cierta fidelidad y palmetas que nos hacen pensar en fórmulas vistas en el claustro de Benevento y en las series leonesas.
Todos ellos poseen astrágalo abocelado liso, como es relativamente frecuente en los capiteles romano-germánicos de los siglos I y II, y no ofrecen rasgos que permita relacionarlos claramente con algún tipo de influjo bizantino... más que de modo tangencial, es decir, forzando las relaciones entre formas. Como ya he mencionado en otras ocasiones, el carácter casi cuadrado del ábaco no es un rasgo asociado exclusivamente a los capiteles bizantinos, aunque sea un indicio que nos sitúa en los alrededores de los siglos V y VI.

LORSCH01, fachada oeste.
Los capiteles de la fachada oeste son los que poseen modalidades de acanto más cercanas a las fórmulas de los siglos I y II.

LORSCH02, fachada oeste.

LORSCH03, fachada oeste.

LORSCH04, fachada oeste.
La homogeneidad de los capiteles de la fachada oeste se contrapone con un grupo de cualidades más variadas, siempre dentro de la misma concepción estructural. Los cuatro del este cuentan con una corona inferior de hojas definidas mediante folíolos alargados de remate casi circular. Asimismo, la corona superior incluye ornato que recuerda fórmulas empleadas en ambientes de gran influjo bizantino, como Escalada, Santiago de Peñalba, incluso en el claustro de Benevento.
En suma, en estos capiteles sería razonable o, mejor aún, "comprensible, hablar de cierta relación con "lo bizantino", pero reitero que los paralelismos formales no pueden alterar lo que informan el resto de los elementos, sobre todo, si las formas que materializan la relación no son exclusivamente bizantinas y forman parte del acervo ornamental que, con el apoyo de las artes empleadas en los objetos muebles, se difundió por toda Europa en paralelo a la expansión del Cristianismo.
Obviamente, en una época dominada por el prestigio de las cortes orientales y especialmente de Bizancio, era "natural" que se difundieran muchos de los elementos asociados a sus manifestaciones culturales. Algo parecido sucedió en Córdoba...

Fachada este

LORSCH05, fachada este.

LORSCH06, fachada este.

LORSCH07, fachada este.

LORSCH08, fachada este.
En algún lugar he leído que algunos estudiosos relacionan estos capiteles con algunos del claustro de Benevento. Al fin y al cabo, más allá de los paralelismos formales mencionados, Carlomagno derrotó a los longobardos y, en consecuencia, cabría deducir  la posibilidad de que se establecieran relaciones culturales directas entre las zonas más emblemáticas de la Italia controlada desde Roma, como el ducado de Benevento, y las áreas de gran actividad constructiva como la abadía de Lorsch. No discutiré que los capiteles de Lorsch y una serie de los del claustro de Benevento se dan cierto aire y cuentan con detalles ornamentales similares… Sin embargo, no creo que esa relación vaya más allá del parentesco que suelen tener las variedades “evolucionadas”. Fuera de ello, asumidas las relaciones que podrían servir para construir una tesis forzada pero metodológicamente impecable, las diferencias son claras…
Los de Lorsch poseen collarino abocellado; los de Benevento, no. Los de Lorsch cuentan con una estructura peculiar en el cuerpo superior, que comprende un equino de volumen troncocónico definido según criterios toscos, banda de ovas y dardos asimismo de diseño irregular, con listeles superiores que dejan un espacio mínimo para el arranque del ornato vegetal que configura las “volutas vegetales” propias de  los capiteles compuestos. Los de Benevento, por su parte, ofrecen una articulación más próxima a las tradiciones romanas, aunque el espacio reservado a las “volutas vegetales” es desacostumbradamente grande. En este sentido, los capiteles de Lorsch y los de Benevento parecen haber seguido pautas evolutivas diferentes, muy probablemente, porque las referencias con las que fueron talladas ambas series fueron distintas.

Capitel del claustro de Benevento
Tampoco son comparables las fórmulas empleadas para decorar las hojas del cuerpo inferior del conjunto oeste, muy dependientes aún de las fórmulas grecolatinas en el caso de los capiteles de Benevento y mucho más evolucionadas en Lorsch.
Tampoco son afines los tratamientos respectivos del ábaco y de las cartelas…
En suma, aunque estén claras las relaciones entre la corte francogermánica y el sur de Italia, el parentesco entre los capiteles de Lorsch y de Benevento no llega más allá de una cierta “proximidad aparente”, seguramente impuesta por la mencionada vinculación de ambas familias con el orden compuesto. La existencia de capiteles compuestos de fuerte caracterización "local" y de cronología temprana en las localidades más romanizadas de la actual Alemania, puede ayudar a explicar las “anomalías” más tardías.
A la hora de adjudicarles una cronología, se nos presenta el dilema que es habitual en la ornamentación arquitectónica altomedieval: debemos elegir entre atribuirlos a los alrededores del año 900 o apuntar la posibilidad de que sean material de acarreo...
En favor de la primera posibilidad, apuntarían los elementos de influjo oriental y, por supuesto, los que pudieran sintonizar con el manido renacimiento carolingio.
En contra, lo mencionado en los renglones anteriores y un factor más: la falta de relación con otros capiteles atribuidos a la misma época, como los de la Capilla Palatina de Aquisgrán...


Los capiteles jónicos

Son sensiblemente iguales y ofrecen una peculiar interpretación del orden, que se concreta en la existencia de dos bandas superpuestas de ovas y dardos, y un cuerpo inferior, a modo de sumoscapo organizado en tres bandas, dos de ellas lisas y otra intermedia de contario. Sobre todo ello se despliega el "cojinete" que culmina en volutas. Frente a lo que sucede con los capiteles compuestos, no cuentan con ningún elemento que haga pensar en un astrágalo.

LORSCH09
En la planta alta y por el interior, existen pinturas de carácter religioso y otras ornamentales, tal vez, más antiguas, que también representan capiteles jónicos de diseño algo más ortodoxo que los del exterior. Y confieso que me desconcierta esta heterogeneidad a la hora de interpretar el orden jónico...

Capitel "jónico" pintado del interior
"Reconstrucción" de los capiteles "jónicos" pintados por el interior.
En todo caso, adjudicar la realización de estos capiteles a los alrededores del año 900, a mi juicio, no implica otros reparos que los de matiz señalados.

Conclusión

No sé si habré sabido exponer con claridad en las líneas precedentes un problema que es "motivo recurrente" en este blog: la diferencia entre el "influjo bizantino" y la existencia de elementos ornamentales de origen oriental, que suelen aparecer en todo Occidente a partir del siglo II, mucho antes de que se configure la estética bizantina. En el territorio de la ornamentación arquitectónica (concretamente, de los capiteles) esa diferencia puede ser clara o no. Por ejemplo, en el caso del claustro de Benevento las fronteras entre los dos fenómenos se hacen difusas; más claras están las cosas en los capiteles de San Miguel de Escalada. En la Abadía de Lorsch sucede algo parecido a lo indicado para Benevento: los capiteles alemanes cuentan con algunos elementos que los pueden relacionar con lo bizantino; sin embargo, la modalidad estructural es, a mi juicio, ajena por completo a esa tradición. Por lo demás... deduzca el lector si la mencionada diferencia está clara o no.

Desde lo que informan las piezas empleadas en la fachada del Torhalle del Monasterio de Lorsch, resulta llamativo que existan dos series de capiteles de concepciones culturales diferentes —tres si incluimos los pintados—, que cuesta situar en el mismo momento cultural, sobre todo si tenemos en cuenta que la fachada ofrece una composición perfectamente integrada desde el punto de vista estético.
Los capiteles “jónicos” manifiestan una interpretación del orden muy alejada de las fórmulas romanas, mientras que los compuestos, por su parte, mantienen la estructura básica y sólo se advierten diferencias en elementos secundarios (diseño del ábaco, hojas de acanto evolucionadas, etc.), que podrían interpretarse como “variaciones de taller".
En consecuencia, desde la naturaleza de esos elementos de ornamentación arquitectónica, que pudiera corresponder a la voluntad de imitar fórmulas romanas durante los siglos VIII y IX, también  debería tomarse muy en cuenta la posibilidad de que correspondan a un momento de circunstancias culturales diferentes a las que ambientaron la realización de los “jónicos”. A mi juicio y teniendo en cuenta lo que nos indican las piezas de la Capilla Palatina de Aquisgrán, no debería descartarse la posibilidad de que los capiteles compuestos de Lorsch sean material de acarreo, acaso procedentes de un edificio construido entre los siglos II y III o algo posterior.

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