domingo, 17 de febrero de 2019

El "capitel protoeólico" y otras piezas del Museo de Cádiz

El "capitel protoeólico" de Cádiz

Las hojas de los árboles y el bosque

Hace años, cuando apenas llevaba cuatro o cinco estudiando capiteles, determinado especialista —mejor debiera decir "un "mítico especialista"— tuvo la amabilidad de atenderme en su despacho y hacerme algunas recomendaciones: la primera fue que no se me ocurriera plantear la tesis doctoral como "el trabajo" de mi vida. Y lo enfatizó haciéndome notar que muchos estudiosos españoles así lo hacían cunado, en realidad, una tesis doctoral debería ser un trabajo de iniciación a la investigación... 
Hoy, muchos años después, suscribo su juicio en este asunto: tenía razón absolutamente.
El segundo consejo derivó de enfatizar que me había sumergido en un asunto de gran complejidad y que, tal vez, fuera más conveniente para mis intereses como investigador fragmentarlo y afrontarlo sucesivamente; bien mediante una articulación cronológica o regional, bien mediante un planteamiento tipológico. De ese modo me sería más sencillo aplicar el microscopio a cada pieza...
Obviamente, la conversación no se limitó a temas de este fuste y enseguida derivó hacia cuestiones de mayor o menor complejidad, pero siempre dentro del buen tono que le caracterizaba. Y recuerdo que, durante unos pocos años —los que mediaron durante mi actividad ortodoxa— cada vez que coincidíamos, insistía en la misma idea: debía tener en cuenta que el exceso de ambición es enemigo de la pulcritud metodológica.
En este punto debo manifestar que, cuando llevo con estos asuntos demasiados años, estoy cada día más convencido de que su recomendación estaba muy bien intencionada —estratégicamente, magníficamente bien intencionada— , pero radicalmente equivocada. En esta entrada el lector encontrará un par de argumentos para entender por qué, cuando median márgenes de imprecisión de más de 400 años,  tratar sobre capiteles requiere otorgar al microscopio un relevancia relativa... 

El capitel de La Caleta

Hace muchos menos años de los acontecidos desde la mencionada anécdota, que seguramente habré mencionado en otra ocasión,  incluía en este blog un comentario lacónico sobre la escasa entidad de los restos islámicos ofrecidos por el Museo de Cádiz... En aquella época, aunque ya tenía claro que debía prestar atención a las piezas grecolatinas  —llevaba unos cuantos años haciéndolo por "razones intuitivas"— no se me hubiera ocurrido aproximarme someramente al capitel de La Caleta; bastante tenía con las piezas realizadas entre el siglo V y el X. Sin embargo, hoy...

CADM01
Desde el punto de vista que rige en el desarrollo de este blog, el Museo de Cádiz, aunque seguramente muestra un parte reducida de sus fondos, tiene unas cuantas piezas de excepcional interés. Y entre ellas y muy especialmente, el antaño llamado "capitel eólico" y ahora, "protoeólico" de La Caleta. En la cartela no recuerdan que no tuvo función estructural dado el carácter abombado de la parte superior y que, muy posiblemente, en origen, cumpliera funciones similares a las documentadas en los "templos de Melqart en Tiro y de Yavé en Jerusalén.". Como "los textos clásicos señalan la existencia en Cádiz de un templo dedicado a Cronos, concretamente en uno de los promontorios próximos a la ciudad" han deducido que este capitel habría pertenecido a un templo dedicado al dios fenicio Baal, equivalente al mencionado grecolatino Cronos.
La ficha accesible a través de Internet justifica con un poco más de "aparato crítico" su clasificación en el siglo VII:

"Los prototipos de capiteles de estas características los encontramos en los capiteles florales egipcios, aunque sus paralelos más cercanos lo tenemos en el área palestina (cfr. Blanco 1972: 353-354
García Alfonso et al. 1995: 37). Según apreciamos en otros testimonios iconográficos (terracota de Idalion, Chipre y el relieve asirio de Khorsabad) y textuales (cfr. Biblia, II Crónicas, 3, 17), parece que estos capiteles se destinaban a coronar las columnas exentas que flanqueaban la puerta de determinados edificios (santuarios, posiblemente). Esta relación sirve de base para suponer la existencia de algún edificio de estas características en el entorno de la playa de La Caleta, donde fue hallado el capitel. 
La forma en que se culmina el ábaco, en casquete semiesférico apuntado, descarta la idea de que cumpliese una función tectónica. En todo caso, se ha barajado la posibilidad de que sirviera para sostener algún tipo de cubierta ligera (comparar con el modelo de terracota chipriota) (Pemán 1959: 58), lo que explicaría la leve incisión circular que parece apreciarse en la cúspide del coronamiento del capitel. 
Ante la ausencia de un contexto arqueológico que apoyase la datación, ésta debe hacerse recurriendo a comparaciones con los modelos iconográficos conocidos. Actualmente, se mantiene que esta pieza se remonta al siglo VII 

"Modelos iconográficos" que no son citados...
M. C. Martín Ceballos y A. M. Jiménez Flores, que lo estudiaron en 2003, y aunque no están citadas en la ficha del museo, ofrecían un comentario que me interesa recuperar porque rompe lo que, a pesar de ciertas dudas explícitas, parece ser una catalogación clara:

"En cuanto a su datación, resulta muy problemática, como prueba la variedad de hipótesis al respecto. Los siglos VIII-VII (Lipiński, 1984) parecen una fecha demasiado alta, si tenemos en cuenta que aunque la relación con los capiteles protoeólicos es evidente, no lo es menos la diferencia considerable en cuanto a la concepción y funcionalidad de la pieza. Hellmann aventura, con dudas, el VII (2002, p. 166, fi g. 230). Pemán (1959, p. 68) lo sitúa entre los siglos VI-IV, inclinándose por fines del V. Dadas las consideraciones de Gruben, parece que una datación entre el VI y el V no sería en exceso aventurada".

CADM01
Ciertamente, la catalogación es problemática por la razón que formula el "catálogo": aunque son numerosos los capiteles que pueden relacionarse con él, no se conocen ejemplares suficientemente similares como para fundamentar una catalogación convincente. De ahí que, de facto, se ofrezca una horquilla con 400 años de imprecisión. Quienes estén acostumbrados a clasificar tipologías cerámicas o piezas de metal seguramente se sorprenderían por unos márgenes tan elevados; para quienes estamos familiarizados con capiteles, discutir 400 años en la valoración de una pieza, casi es asunto trivial, una cifra mágica para cuantificar ciertas polémicas y, por supuesto, los reducidos límites nuestra autoestima. También son 400 los años que median entre ciertos "capiteles mozárabes", según quien los valore; y también son 400 los años que median entre diferentes maneras de catalogar ciertos capiteles heterodoxos, que algunos autores creen "visigodos" y otros, sencillamente marginales a las grandes corrientes de la elocuencia imperial. Y hasta en el caso de los capiteles que algunos estudiosos adjudican al siglo IX, cabría hablar de más de 400 en el desacuerdo.
Esta imprecisión tiene mucho que ver con una circunstancia arqueológica que no siempre es fácil valorar desde planteamientos metodológicos rigurosos. La aparición de un fragmento de ornato arquitectónico y, por supuesto, de un capitel en un contexto cultural determinado, en muchas ocasiones significa poco: apenas que el objeto en cuestión fue realizado antes del momento cultural que lo albergó durante el "sueño histórico". Precisamente, en el Museo de Cádiz, además del llamado "capitel protoeólico", existen varias piezas que participan de estos asuntos... Y, por supuesto, la complejidad crece cuando, como también es frecuente, la pieza aparece absolutamente descontextualizada.




Para mayor abundamiento, enfrentarse con los capiteles protoeólicos supone entrar en una fase del desarrollo histórico dominada por la carencia de datos claros. Nos encontramos ante el complejo universo cultural acotado entre los siglos X y V a. C., en el que se substanciaron algunas de las fórmulas ornamentales de mayor proyección en la arquitectura occidental. Fueron años en los que, como sabemos, confluyeron corrientes culturales de origen diverso, no siempre bien conocidas, entre las que destacaban las procedentes de "las" culturas mesopotámicas y, sobre todo, las de Egipto. Estas últimas se fundirían con las específicas de las diferentes zonas y regiones del Mediterráneo que, frente a lo que había sucedido durante los siglos anteriores, se polarizaron en torno  una nueva  manera de ejercer la "acción cultural" en el más amplio sentido del término: a través del mar.
Es la época en la que los contactos entre las diferentes regiones del Mediterráneo cada vez dependerán más de los itinerarios marítimos, hasta engendrar una nueva concepción de "distancia" y, por supuesto, de "crisol" cultural, si se me permite el anacronismo. Es la época en que la península Ibérica comienza a entrar en la Historia, precisamente, al amparo de esos nuevos "caminos" y de las relaciones comerciales, políticas y militares entrañadas por ellos.
Tradicionalemente, se considera que Cádiz fue una de las primeras colonias fundadas en la costa mediterránea, casi tan antigua como Cartago y permaneció en situación de mayor o menor dependencia respecto de los barcos fenicios o cartagineses hasta los alrededores del año 200 cuando Roma culminó los deseos de Catón. Desde estos datos, es fácil definir el contexto cultural global que hizo posible el capitel de La Caleta; el problema está en definir el momento concreto. 


DEMA02. Capitel eólico procedente de la fachada del Tesoro de los Masalianos. Museo Arqueológico de Delfos. Siglo VI
Capiteles protoeólicos y eólicos

En una entrada anterior dedicada a los capiteles de la Catedral de Otranto y ante la existencia de ciertas piezas relativamente comunes en el sur de Italia, que presentaban una peculiares palmas sobre el cesto, tuve necesidad de remitirme a unos capiteles que, en determinados ambientes, se valoran como "eólicos", sin indicar que no todo el mundo entiende lo mismo con ese término. De hecho, existen varios grupos de "capiteles eólicos", que desde "mis modos" analíticos, que otorgan gran relevancia a la estructura, reduciré a dos: los derivados de las fórmulas egipcias y los más conectados con la fusión entre las corrientes persas y los prolegómenos griegos.
Los primeros establecen una tradición ornamental que, bajo diferentes formatos, culminará en las soluciones que citaba en la mencionada entrada. En esta ocasión, recupero la imagen del capitel del Museo de Delfos y la reconstrucción que Muliez, Jockey y Vincitore, que hicieron el Tesoro de los Mesalianos, construido a finales del siglo VI. Los capiteles originales contaban con dos coronas de hojas y ábaco espeso de sección cuadrada, en una curiosa manera de reinterpretar el carácter arbóreo de las fórmulas egipcias y, muy especialmente, de los capiteles palmiformes.

Mulliez, Jockey y Vincitore, Reconstrucción virtual del Tesoro de los Mesalianos de Delfos, 2013
Los segundos responden a una modalidad estructural diferente y, con frecuencia, ni tan siquiera cumplen la función tectónica que caracteriza a los capiteles. Tanto es así que, si no fuera porque la evolución de las formas arquitectónicas griegas desembocó en ciertas "anomalías" en ese sentido, hasta costaría emplear el término "capitel" para nombrarlos. En gran medida, el actual estado de los conocimientos es deudor de la obra de Betancourt P., The Aeolic Style in Architecture, publicada en Princeton en 1977. En esta obra se aceptaron categorías consagradas durante el siglo XIX, que acaso debieran haberse replanteado, dado que desde una década antes ya se habían declarado solemnemente reparos a una organización de los datos que no ayudaba a enfocar los problemas arqueológicos de ciertas zonas sujetas la confluencia entre los influjos púnicos y los griegos. Antonia Ciasca fue elocuente en el título del estudio de los capiteles etruscos: Il capitello detto eolico in Etruria, 1962. Pero parece obvio que en el universo de la Arqueología y, sobre todo, de la Historia del Arte, emplear términos inadecuados es lugar común...

Capiteles de Larisa. Imagen tomada de erkmensenan.blogspot

Capitel de Trapeza, Chipre. Final siglo VII. Foto Museo del Louvre
Si comparamos los capiteles del Tesoro de los Mesalianos con los de las series de las imágenes adjuntas (Larisa y Trapeza), enseguida advertiremos que los primeros comprendían un sólido capacitado para cumplir la función tectónica del capitel (concentrar cargas) mientras que los segundos siempre tendrían problemas para hacerlo: romperían en el arranque de las volutas si se les obligara a cumplir dicha función.
Sin embargo, tal parece que a los constructores griegos de entonces (no me atrevo a emplear el término "arquitecto") les preocupó poco la mencionada función, sobre todo, cuando se construían templos jónicos. Casi desde los prototipos que pudiéramos llamar "protojónicos" y hasta tiempos actuales, los edificios con capiteles jónicos se distinguen por concepciones que prescinden de las aportaciones estructurales de las volutas. En realidad, entender el ornamento como un elemento que colaborara en las funciones tectónicas, sólo se mantuvo en el orden dórico y en las edificaciones más vinculadas a las fórmulas egipcias (capiteles palmiformes y con sólido de tronco de pirámide o de cono), porque, como hemos visto en varias ocasiones, desde muy pronto, también en el orden corintio y en el compuesto, los elementos en voladizo (volutas, volutas angulares, etc.) fueron perdiendo rápidamente la mencionada capacidad. Para cuidar las partes más delicadas de los capiteles se les añadieron sobreábacos y apoyos de transición o regularización que concentraban las cargas en la proyección sobre los ábacos de los fustes. De ese modo el capitel perdía parte de su función tectónica, pero el resultado era particularmente brillante y espectacular.
En ATEMA007, del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, que se considera "de transición" entre el orden eólico y el jónico, se advierte cómo las volutas se "desentienden" de la transición de cargas, dado que alrededor del 80 % de ellas está fuera del "cono" de concentración de esfuerzos—definido por la agrupación de palmas en abanico— que, desde el ábaco, culmina en el fuste. Aunque durante el siglo V se optó por modelos algo más "racionales", al menos, en cuanto a la transición del equino al ábaco, la marginalidad de las volutas se mantuvo casi inalterable.

ATEMA007. Capitel de transición entre los modelos eólicos y el orden jónico. Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Procede de Oropos. Finales del siglo VI. Sirvió como soporte para una esfinge.
Los "capiteles eólicos", que se extendieron por casi todo el universo mediterráneo, permitirían hablar, a su vez, de otro grupo de "capiteles protoeólicos" que, si no he entendido mal a quienes los han estudiado, quedarían caracterizados, ante todo, por haber sido realizados antes que los capiteles estrictamente eólicos, que, como acabamos de ver, no definen un panorama demasiado claro, en especial, si atendemos a la costa anatolia del Egeo.
Para complicar aún más las cosas, desde la peculiaridad estructural mencionada y con cierta "razón", son numerosos los autores que, teniendo en cuenta ejemplos como los de Lesbos, simplifican el proceso asociado a la evolución de los dos grandes grupos mencionados, situando a todos en el proceso de conformación del orden jónico. En consecuencia, acaso deberíamos llamarlos a todos "protojónicos", pero no sé si los especialistas de ciertas zonas estarían dispuestos a aceptarlo pasivamente. Pero parece claro que esa valoración los situaría en un momento de "ensayos" y "vacilaciones" que, sin mudar demasiado "la esencia" de todos ellos, culminaría en la génesis de los órdenes griegos entre los que, tal vez (duda hipócrita) debiera incluirse alguno más de los definidos por Vitruvio.
Si atendemos al capitel de Trapeza, por ejemplo, advertiremos que tiene una configuración que en gran medida anticipa ciertas variedades de orden jónico y, en especial, aquellas que fueron concebidas incluyendo el sumoscapo (en este blog han aparecido algunos). Sin embargo, también es destacabe el gran desarrollo del ábaco escalonado, que hace pensar en fórmulas ajenas al orden jónico y que anticipan los cimacios de época bizantina.

ATEMA007. Capitel de transición entre los modelos eólicos y el orden jónico. Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Procede de Oropos. Finales del siglo VI. Sirvió como soporte para una esfinge.
Sin embargo, también son numerosos los autores que mantienen la denominación "protoeólicos" para adjudicarla a un conjunto de "coronaciones" y capiteles que, con diferentes configuraciones, funden las fórmulas originales persas con las aportaciones griegas y, en determinadas zonas, con elementos específicamente fenicios. Lógicamente, las piezas de referencia más antiguas han aparecido en los territorios fenicios (actual Líbano) y en sus áreas inmediatas (entre ellas, la actual Palestina). El esquema adjunto, tomado de D.I. Lightbody (2013) es particularmente explícito sobre la naturaleza de estos prototipos y, en especial, de los más antiguos:
 Lightbody, D. I., The hybridising tree of life: a postcolonial archaeology of the Cypriot Iron Age city kingdoms, fig. 76
Recuperando la mencionada dualidad significativa del término "eólico", se comprenderá la perplejidad de quien se acerca al asunto desde un punto de vista demasiado condicionado por las relaciones formales, dada la disparidad entre unas fórmulas y otras. 

Tiene menos dificultad concretar el modelo iconogáfico, que menciona la ficha del museo como instrumento para acotar su ubicación cultural: la fórmula documentada mediante el capitel de La Caleta así como por todos los capiteles de los grupos citados, tanto palmiformes como "protoeólicos", eólicos e, incluso, jónicos, deriva del árbol de la vida de la tradición mesopotámica. David Ian Lightbody presntó una tesis en la Universidad de Glasgow: (The hybridising tree of life: a postcolonial archaeology of the Cypriot Iron Age city kingdoms,  2013) en la que analizaba con profusión el desarrollo de la iconografía del árbol de la vida, prestando especial atención a los aspectos que interesan en esta entrada.
A partir de esa referencia "simbólica" (no sé si el término es adecuado en este caso), se establecen relaciones entre todos los modelos de capitel eólico, sin ninguna exclusión, porque, como el propio investigador indica, en ese proceso de gran difusión cultural, no se debería excluir al universo egipcio, de donde habría derivado fórmulas como la del Tesoro de los Mesalianos.

Capitel chipriota del Museo del Louvre (finales del siglo VII)
En todo caso, es importante destacar que en algunos de ejemplares de este amplio conjunto aparecen elementos que enfatizan muy especialmente la idea del árbol de la vida; ese sería el caso de unos capiteles chipriotas conservados en el Museo del Louvre (ver imagen adjunta), clasificados a finales del siglo VII. Advertirá el lector que los elementos del cuerpo superior documentan el origen de fórmulas ornamentales que volveremos a encontrar en capiteles "evolucionados" del sur de la península Ibérica y del norte de África. Pensabene ya se encargó de enfatizar la relación algunos modelos de  Volubilis con las tradiciones púnicas: ese parece ser el origen de las volutas "invertidas" de algunas modalidades y el de la proliferación de volutas. Probalemente los artífices de Volubilis pretendieran enfatizar el carácter de "remate arbóreo" de los capiteles...

Lightbody, 2013, aparición de diferentes capiteles derivados de la idea del "árbol de la vida" en las zonas eólicas y jónicas, fig. 86
Sin ánimo de agotar un asunto que ofrece perfiles de grandiosa complejidad, parece que a partir del siglo X aparecerían las líneas que protagonizarán los primeros años del primer milenio y que, con el paso de los siglos, culminarán en la polarización que experimentó el Mediterráneo hasta la aparición del Imperio Romano. Durante los primeros años se realizarían capiteles como los de Hazor, Megido, Samaria, Jerusalén, Medeibiyeh, etc., valorados como protoeólicos. En la segunda fase, a partir del siglo VIII, aparecerían los capiteles estrictamente eólicos. En paralelo, surgirían las variaciones jónicas más antiguas...
Todos ellos, tanto los capiteles de Neandria, Larisa, etc como los de Delfos o, incluso, los de Egipto estarían vinculados a la idea mesopotámica el "árbol de la vida", reinterpretada según criterios regionales más o menos "barrocos", hasta configurar un repertorio que, en su diversidad, podría desconcertar a quien busque únicamente relaciones formales sincrónicas.
Desde estas observaciones, que priorizan la fecha de realización sobre los criterios morfológicos, resulta desconcertante emplear el término "protoeólico" para aludir a fórmulas que simplemente acreditan el origen mesopotámico de ciertos elementos que, muy pronto, fueron asimilados en el repertorio formal griego. El caso etrusco sería particularmente elocuente en ese sentido. Enseguida recuperaré esta faceta del problema global...

Lightbody,  fig. 88 (véase en tamaño original)
Dejando a un lado las vertientes simbólica y formal, y para completar la aproximación a estos elementos de ornamentación arquitectónica, aún faltaría refereirse a la función concreta que pudieran tener. Parece claro que la mayoría de los protoeólicos no cumplieron nunca funciones estructurales, al menos, similares a las que cumplieron otros tipos de capiteles. Sabemos que algunos sirvieron como soportes para edículos de escasa entidad; que otros soportaron esfinges u otros elementos de entidad religiosa o emblemática. Únicamente algunas variedades de capiteles "protojónicos" cumplieron funciones estructurales con una cualidad de especial relevancia ya mencionada: el desarrollo horizontal de los capiteles no facilitaba la capacidad para concentrar cargas que encontramos en los "órdenes" dórico y corintio; esa cualidad permanecerá invariablemente asociada a los capiteles jónicos desde el siglo VI (Artemisión de Éfeso).
Desde esa limitación se comprenderá que algunos estudiosos relacionen a ciertos capiteles de esta gran familia con estructuras adinteladas sencillas, que pudieron tener la función enfatizar el acceso a algún templo: algo parecido a los arcos florales que aún se emplean en festejos religiosos mediterráneos.

Capitel jónico del Museo Arqueológico de Éfeso
Y aún quedaría el "factor etrusco". Conclusión.

Sin ánimo de agotar el asunto, desde lo mencionado, enfrentarse con el capitel de Cádiz, impone destacadas las siguientes circunstancias:

1. Desde lo que conocemos sobre la historia antigua de Cádiz, parece lógico enfatizar los elementos de adscripción púnica de cualquier objeto realizado antes de que todo el sur peninsular quedara bajo control romano. Sin embargo, parece muy forzado deducir que como "los textos clásicos señalan la existencia en Cádiz de un templo dedicado a Cronos, concretamente en uno de los promontorios próximos a la ciudad", el capitel de La Caleta debería pertenecer al templo dedicado al dios fenicio Baal.
2. Su aparición descontextualizada impone que cualquier adscripción concreta sea aventurada. Es de suponer que en la zona gaditana existieran multitud de templos, construidos en tiempos diferentes, dedicados a toda suerte de divinidades.
3. El capitel de Cádiz, a pesar de su insularidad tipológica, encaja bien en la "secuencia evolutiva" del "árbol de la vida". En este caso concreto parece relevante que los elementos "griegos" del cuerpo superior, responsables de la estructura cruciforme, sean responsables de enfatizar la idea de "árbol", matizada en términos fálicos, más allá de los que común tanto entre los protoeólicos como entre los "protojónicos" (si se me permite seguir empleando este término). Así, pues, sería absurdo desvincularlo de la secuencia antes mencionada. No obstante, me gustaría hacer notar que el triángulo basal se ha configurado mediante listeles paralelos que pudieran interpretarse relacionados con las hojas de la palma superior y ello impondría valorar cierto desequilibrio entre los influjos mencionados en beneficio de "lo griego".

Capitel procedente de la necrópolis de Ponte Rotto (325-300 a.C.)
Parte superior del capitel procedente de la necrópolis de Ponte Rotto (325-300 a.C.)
4. Se ha enfatizado mucho que su carencia de función tectónica lo aproxima a las fórmulas palestinas y chipriotas.  Sin embargo, con independencia de los indiscutibles orígenes "mesopotámicos", las columnas rematadas con formas vegetales o animadas sin funciones estructurales, también son comunes en el universo griego, al menos desde el siglo VI a.C. de donde pasarán a lo romano con incremento de escala exponencial. Efectivamente, el capitel de Cádiz no pudo cumplir función estructural; asimismo, el hecho de que tuviera la parte superior abombada, elimina la posibilidad de que pudiera servir como soporte de una esfinge o de cualquier otro elemento. Pero aún quedaría la posibilidad de que, como sucede con frecuencia en el universo grecolatino, se tratara de una pieza que definiera hito, de coronación; bien de un fuste, bien de un edículo o incluso de un monumento de cualquier naturaleza. En las imágenes adjuntas he recogido las fotografías de un "capitel" del Museo de Villa Giulia (procedente de Ponte Rotto), de escasas relaciones formales con el gaditano pero que puede ayudar a enfocar el misroscopio desde otro punto de vista. El etrusco seguramente estuvo concebido para soportar un remate perdido (adviértase el carácter del "ábaco").
En definitiva, aunque no discutiré los paralelismos que se han propuesto en este sentido Marín Ceballos y Jiménez Flores, y que he recogido en los primeros renglones, me parece relevante el planteamiento tridimensional del capitel de La Caleta, que le aleja de las fórmulas protoeólicas y, sin embargo, lo aproxima a las tradiciones griegas y sus allegadas.

Detalle del Sarcófago de los Esposos del Museo de Villa Giulia. Siglo VI.
5. Aunque el microscopio nos obliga a relacionar el capitel de La Caleta con los protoeólicos de Smirna, Larisa y algún otro más, existen circunstancias que deben ponernos en guardia. Entre ellas destacan el astrágalo tórico, las volutas helicoidales y el fragmento de fuste, que hacen pensar en fórmulas que es fácil documentar en la Península en "tiempos ibéricos" tardíos, es decir, cuando la Península entró en la dinámica cultural asociada a la formación el Imperio Romano. Si recordamos las reminiscencias púnicas de, por ejemplo, los capiteles de Volubilis y las relaciones que pervivieron a lo largo de los siglos entre el la Bética y el norte de África, hasta podría ser un capitel más tardío de lo que han supuesto los estudiosos más "pesimistas". Francamente, no creo que, en el estado actual de "los conocimientos", se pueda sostener una cronología muy tardía, pero si puede ayudarnos a contemplar fenómenos que podrían se más o menos coetáneos en el entorno cultural próximo. En ese sentido, es curiosa la relación de nuestro capitel con ciertos elementos etruscos. En la imagen adjunta he recogido un detalle de mobiliario representado (cama funeraria) en el Sarcófago de los Esposos del Museo Etrusco de Villa Giulia (siglo VI a. C.); en el Museo del Louvre existe uno comparable con un detalle afín prácticamente idéntico.  A ellos aún podríamos unir otro elemento similar, de la tumba de Pydna (Museo del Louvre), fechada a finales del siglo IV. Todos ellos cuentan con volutas "desproporcionadas", afines a las del capitel de Cádiz aunque carecen de los "triángulos basales" propios del ornato fenicio. Es posible que estas representaciones estén documentando la difusión de elementos muebles que pudieron circular por el Mediterráneo como mercancías de lujo, para consolidar la difusión de repertorios formales que habían nacido mucho antes en el Egeo y sus alrededores.

Detalle de la cama funeraria de la tumba de Pydna, túmulo de Kourino, Macedonia, fin del siglo IV a.C. (Museo del Louvre)
Y puestos ofrecer referencias etruscas, aún podríamos mencionar el Ara Gulielmi del Museo Nazionale Etrusco de Vila Giulia, para reiterar lo expuesto. Sin perder de vista los condicionantes que imponen estas "representaciones", parece claro que, entre los siglos VI y IV, ciertos elementos de la estética griega se estaban utilizando en amplias zonas del Mediterráneo.

Ara Gulielmi (Vulci). Cipo en forma de Edículo funerario. Primeros decenios del siglo III a.C.

Detalle del Ara Guglielmi.
6. Desde estas observaciones que definen un criterio de valoración pendular, es difícil llegar a una conclusión terminante, más allá de que documenta una peculiar síntesis entre "lo griego" y "lo fenicio", entre lo helénico y lo mesopotámico. El microscopio nos permite establecer relaciones con Chipre, con Palestina, con la costa egea de Anatolia. Sin embargo, las conclusiones de ese análisis casi son tan obvias que lo desnaturalizan: no hace falta el microscopio para percibir las aportaciones fenicias o púnicas. Puede que sea muy "espectacular" intentar competir con los datos que proporcionan los yacimientos orientales, pero, francamente, no entiendo que se le aplique al capitel de La Caleta la clasificación "antigua" que proponen algunos estudiosos, porque, contemplado en su integridad, ni tan siquiera está clara su relación con los prototipos protoeólicos conocidos. Algunas de sus cualidades, el formato cruciforme y el sumoscapo con collarino, pueden relacionarse con ciertos elementos del repertorio de la metalistería, pero también hacen pensar en fórmulas muy tardías, incluso posteriores al siglo IV a.C. Hoy por hoy no me atrevería a proponer una cronología concreta para el capitel gaditano, caracterizado en su excepcionalidad estructural, pero estoy seguro de que la catalogación ofrecida por la cartela del museo (siglo VII) es demasiado forzada. Sería más razonable la indicada en la ficha accesible mediante Internet (VI-V), pero tampoco sería descabellado situarlo en época más reciente.
En todo caso, no me parece apropiado continuar nombrándolo "protoeólico"; sería más adecuado, "capitel orientalizante", para vincularlo a un momento cultural dominado por la síntesis de aportaciones orientales de distinto origen; sí, ya sé que el término tiene ciertas "connotaciones", pero me parece la expresión más próxima a lo que la pieza indica. O, incluso, "protojónico", como rezan las fotografías antiguas... si nos atrincheramos en la cronología "antigua".

Otras piezas

También tiene espacial interés el pedestal epigrafiado que debía soportar una estatua de "cien libras de plata" de Alfia Domitia, sacerdotisa de clase senatorial, que se realizó durante el siglo I d.C.


Contiene cuatro pilastras rematadas en otros tantos capiteles, cuyas cualidades merecen ser destacadas, por los prototipos de concepción afín a los que pudieran aludir. No creo que merezca la pena discutir la relación que este tipo de representaciones, como las de los monumentos funerarios, debieron tener con la ornamentación de templos y otras edificaciones de "escala real".
Obviamente, el uso de una única corona de hojas en el cesto podría explicarse por la reducción de escala impuesta por estas representaciones. Los llamados "sarcófagos paleocristianos" manifiestan fenómenos similares.
Sin embargo, son curiosas las hojas empleadas, que recuerdan palmas griegas como la aludida en el capitel anterior. La configuración medante folíolos alargados y paralelos que encontramos en capiteles evolucionados podrían derivar de esta manera de entender el orden, prescindiendo de los acantos más usuales. En el cuerpo superior destacan el cáliz ceñido a las volutas, la carencia de conjunto axial y la escasa alusión el kalathos en la zona unida al ábaco, de poca curvatura pero moldurado en los frentes.


Quede constancia de la relevancia que seguramente tuvieron estas representaciones para explicar la difusión temprana de fórmulas evolucionadas...

La instalación museográfica apenas enfatiza la escasa ornamentación arquitectónica ofrecida al público, entre la que destaca un supuesto "fragmento de capitel corintio de pilastra, en mármol bardiglio de Luni", que según el museo, perteneció al teatro romano de Cádiz. Según el cartel:

"Gades tuvo el teatro construido en piedra más antiguo y de mayores dimensiones de Hispania, sólo superado posteriormente, entre los hasta ahora conocidos, por el Corduba, capital de la provincia Baetica. Se levantó por iniciativa del gaditano Lucio Cornelio Balbo el Menor, personaje que perteneció a una familia muy influyente en Roma durante la transición de la República al Imperio (...)
Las excavaciones arqueológicas han sacado a la una parte del edificio, correspondiente casi en su totalidad a la cavea, pero diversos hallazgos permiten conocer que la decoración del frente escénico se realizó con ricos mármoles, utilizándose también alabastro en algunas columnas. El mármol era por entonces un material casi desconocido en la Península y puede suponerse que llegaría labrado para su posterior acabado final "in situ" ante la falta de experimentados artesanos"

CADM03
Sin embargo, la pieza en cuestión (CADM03) no puede corresponder a la época de Lucio Cornelio Balbo el Mayor, puesto que sigue las pautas de los capiteles corintios asiáticos. Paradójicamente, la diferentes campañas arqueológicas que se han aplicado a su estudio, han concluido situando su construcción en el siglo I. a.C y su abandono a finales del siglo II.
Juan de Dios Borrego de la Paz, en su tesis doctoral (La génesis del modelo arquitectónico teatral en la Bética. El teatro romano de Cádiz, 2013), le aplicaba el microscopio para analizarlo en términos exageradamente detallados, para llegar a una conclusión sorprendente. A continuación recogeré únicamente el comienzo del análisis y el final (p.157-159):

"La pieza apareció en octubre de 2009 durante la intervención arqueológica dirigida por F. Alarcón en la C/ Mesón, 13, solar destinado a la apertura del futuro centro de interpretación del teatro romano de Cádiz. Se encontró al interior de un sondeo circular abierto ya en el año 2000 por R. Corzo. Por el lugar de hallazgo y al encontrarse directamente sobre la preparación del pavimento de la orchestra –saqueado‐, su adscripción al edificio parece lógica.
(...)
En Hispania este tipo de capiteles se han vinculado tradicionalmente a la Bética (GUTIÉRREZ BEHEMERID, 1992: 152) y especialmente, por el mayor número de hallazgos a Córdoba (MÁRQUEZ 1988‐89; 1993: 206 y s.) e Itálica (RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, 2004). No obstante,
algunos ejemplares ya se han dado a conocer en la provincia Citerior, tanto en la propia capital, Tarraco (GIMENO 1992; DIAZ ET ALII, 2004: 452 y s. Fig. 6), como en las localidades de Los
Alcázares y Los Torrejones en Murcia (MARTÍNEZ RODRÍGUEZ 1986; 1988).
En numerosas ocasiones se ha puesto de relieve la dificultad de poder precisar la cronología de esta tipología debido a su escasa variación a lo largo del tiempo y especialmente por la tendencia a eliminar cualquier rasgo naturalismo, pero según la plasticidad o carnosidad que aún presenta la hoja de la ima folia, su cierto relieve respecto al kalathos, la profundidad del trepano, y la pervivencia orgánica del cáliz con la flor del ábaco, encuadramos este capitel en la segunda mitad del siglo II. Quizás un de los paralelo cercano sean los capiteles del templo de Roma y Augusto en Leptis Magna en su fase antonina (PENSABENE 2001: 68. Fig. 17).
La atribución de este capitel de pilastra al teatro podría llevar a plantear una reforma del edifico escénico a finales del s. II d. C. o a inicios del III. No obstante recientes excavaciones emprendidas en el monumento han demostrado que el interior del vomitorio nº 1 ya se encontraba amortizado en la segunda mitad del s. II d. C. Aunque este hecho no se puede extender a todo el edificio, debe de tomarse con cautela la idea de una posible renovación de la decoración de la escena (BERNAL ET ALII, 2013)."

Ciertamente, tal y como indicaba en otras entradas, los capiteles corintios asiáticos se empiezan a realizar durante la segunda mitad del siglo II, pero modelos como el de Cádiz, caracterizados por la escasa entidad de las volutas, suelen fecharse a partir del siglo III.
En todo caso, teniendo en cuenta la escasa entidad de los restos de ornamentación arquitectónica aparecidos en las excavaciones del teatro de Cádiz y desde la especial entidad de este fragmento, da la sensación de que tal vez debieran revisarse las conclusiones de los trabajos arqueológicos o, cuando menos, su carácter genérico. No tiene sentido que se afrontara una reforma para embellecerlo durante la primera mitad del siglo III o algo después, si ya se había abandonado. A ello aún habría que añadir una circunstancia derivada de las indicaciones que hacía al comienzo de esta entrada sobre la evaluación arqueológica de los restos de ornamentación arquitectónica: la aparición de un fragmento del siglo III puede estar indicándonos que su uso se extendió más allá del siglo III.


El museo ofrece unos cuantos fragmentos de cronología cristiana clara entre los que deseo enfatizar: un relieve con veneras, un fragmento de sarcófago con iconografía animada y una lápida funeraria.
El fragmento de sarcófago contiene un asunto tomado de Daniel 3.21, alusivo a la salvación milagrosa de tres hermanos hebreos que fueron introducidos en un horno en tiempos de Nabucodonor, motivo "prefigurador" que no es raro en la iconografía de los primeros sarcófagos cristianos. Su realización se sitúa durante la segunda mitad del siglo IV, en relación a posibles influjos africanos.

Fragmento de cancel procedente de Los Castillejos (Arcos de la Frontera)
El fragmento de cancel procedente de Arcos de a Frontera, de acuerdo con la tradición, se relaciona con los siglos VI o VII. Obviamente, podría ser anterior.
También tiene interés la lápida de Cattosa, procedente de Zahara de la Sierra, realizada en el siglo VI y que guarda relación con otras muchas similares aparecidas en el sur peninsular y en el resto dle Mediterráneo.

Lápida de Cattosa, procedente de Zahara de la Sierra. Siglo VI
Por último, queda mencionar un capitel califal derivado del orden compuesto, en mal estado de conservación (ha perdido casi íntegramente la primera corona de hojas). Apareció en las excavaciones del teatro romano entre niveles del siglo XVIII. En la ficha reconocen que ese detalle impide relacionarlo con algún edificio islámico gaditano... Obviamente, se trata de un capitel cordobés realizado,en la segunda mitad del siglo X, tal y como indican en dicho documento.

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