miércoles, 29 de mayo de 2019

Los capiteles de la Porta Ferrada del Monasterio de Sant Feliu de Guixols

La Porta Ferrada acaso sea parte de un edificio del que únicamente resta el paramento definido mediante una arquería baja simétrica, de cinco arcos de dimensiones desiguales (los extremos son de menor radio que los otros tres); sobre ella se dispuso una segunda arquería definida mediante agrupaciones de tres arcos sobre los tres centrales y otros dos más en los extremos. Por fin, en un tercer orden se talló un friso de arquillos en bajorrelieve, ciegos y soportados por pequeñas ménsulas que recuerdan fórmulas empleadas en los alerones de ladrillos.
No hay acuerdo general en su valoración, Con independencia de las conclusiones de cada cual, en general, los estudiosos establecen el mismo marco de referencias que pasa por: lo carolingio, las fórmulas lombardas y la cultura andalusí, por lo general, anterior al califato de Córdoba.
Ciertos estudiosos entienden que se trata de una obra realizada en dos fases distanciadas en el tiempo...

La Porta Ferrada en la actualidad

La Porta Ferrada en 1931 (imagen del Ajuntament de Sant Feliu de Guixols)
La "fachada" permaneció oculta hasta 1931, cuando gracias a lo trabajos de restauración patrocinados por los Amics de l'Arte Vell, se descubrió y fue consolidada. Más tarde, se realizaron pequeños "reajustes" inducidos por lo que sugerían los restos, hasta llegar a la configuración actual que, a mi juicio, ha respetado cuidadosamente lo que apareció.
Cuando menos, se realizaron reformas importantes (antiguas) en ambos extremos. Al menos, eso parece indicar que los arcos extremos sean de diámetros diferentes, teniendo en cuenta que, al menos en apariencia, el conjunto debió ser concebido según criterios de orden simétrico. Además, el tipo de sillería, ciertamente irregular en ambas zonas, avalaría esa hipótesis. Asimismo también parece obvia  una "reparación" en el extremo norte, que supuso la eliminación de los últimos arquillos.
En todo caso, destaca la configuración definida por los tres arcos centrales de tamaños diferentes, que, por su posición relativa, complican la posibilidad de relacionar el conjunto con un arco romano o con estructuras comparables a las de ciertas puertas antiguas, como la Puerta Negra de Tráveris.
Si atendemos a la sillería y a la manera de organizar los paramentos, se diría que la parte inferior fue realizada con despieces poco cuidadosos, si exceptuamos los bloques que conforman los tres arcos y los que la delimitan en la zona alta. Los bloques de la parte superior definen un aparejo más homogéneo, que se combino con una hilada de ladrillos para marcar la separación entre la zona de ventanas tríforas y el friso de arquillos en sobrerrelieve.
Sin embargo, no creo que, en principio, la anómala disposición de los arcos, de modo que el central es menos amplio que los laterales sirva para descartar tajantemente la existencia de relaciones con lo romano. De hecho, existen detalles que apuntan en esa dirección: el tipo de aparejo, el uso de piezas cerámicas de retaque y la hilera de ladrillos, hacen pensar en fórmulas relacionadas con el opus mixtum. En la misma dirección apunta la "aparente" falta de trabado entre las pilastras del piso superior y el paramento inferior, tal y como es común en construcciones como el Acueducto de Segovia.
Por último y como detalle de cierto interés por lo que pudiera corresponder a su ubicación cultural, es importante tener en cuenta la posibilidad de la parte menos cuidada del aparejo fuera concebida para ser enfoscada y pintada.

Entre lo carolingio y las posibles influencias andalusíes



Desde la supuesta relación con lo carolingio, no se le escapará a nadie la proximidad del conjunto con la Torhalle del Monasterio de Lorsch; desde esa proximidad, sería particularmente sugerente hacerse una idea de cómo pudo ser el edificio del que formó parte, tal vez, una especia de pequeña sala de recepciones o para albergar un grupo no muy amplio de individuos. Pero, insisto, ello siempre estaría condicionado a que nos apoyemos en la mencionada hipótesis, que también pudiera ser matizada si observamos que el paño de Sant Feliu tiene un desarrollo diferente..
Aunque algunos autores sitúan la realización de la Porta Ferrada durante el siglo X y aún más tarde,  desde la "obviedad" de esa relación, tiene sentido fijar su realización durante el siglo VIII,, por supuesto, en tiempos de Carlomagno. Por desgracia, no existen referencias documentales que lo avalen y además, no creo que la relación sea tan obvia, incluso, aunque ciertos detalles que mencionaré más adelante, pudieran afianzarla.
Sobre esta tesis, que parece ser la más aceptada en la actualidad y está recogida en el cartel firmado por el Museu d'Historia de San Feliu de Guixols, se me ocurren varias cuestiones que, con valor contrastante. La primera cuestión derivaría del uso "masivo" del arco de herradura, que aparece en los tres arcos centrales del piso bajo, en todos los arcos del alto, en los arquillos que, muy probablemente, soportaban el voladizo del tejado y una de las series de capiteles de la galería alta. Si la obra se realizó en tiempos de Carlomagno, ¿qué sentido tenía emplear un elemento tan relacionado con las formas culturales del emirato cordobés? Por no ser excesivamente reiterativo, remito al lector a la entrada que puede ayudar a explicar la aparición de arcos de herradura en zona tan "anómala".
Tampoco tiene sentido que, si la comparamos con la Torhalle de Lorsch, advirtamos que con una sillería menos elaborada en Cataluña —lugar "periférico"—, se empleara un sistema constructivo más sofisticado que el de la edificación centro-europea.
Todo ello impone la necesidad de formular otras consideraciones. Entre ellas, una que me parece de relevancia excepcional: la escasa entidad de los restos de época romana aparecidos en los alrededores de Sant Feliú, donde destaca el muy relevante enclave de Ampurias. Ese "detalle" debería imponer cierta prudencia a la hora de explicar la aparición, en secuencia cultural derivada de la cultura romana, de un conjunto, en su modestia escalar, tan espectacular como el que nos ocupa. Y en ese sentido pueden ayudarnos los capiteles, que, junto con el integral arquitectónico, definen rasgos  culturales de especial significación.

Nessebar. Iglesia del Cristo Pantócrator, siglos XIII-XIV
El componente lombardo

En alguna ocasión ya he manifestado mi escepticismo hacia los supuestos componentes lombrados de la arquitectura románica catalana. Francamente, creo que esa valoración, generalmente admitida por "todo el mundo", me parece que choca con el sentido común y, muy especialmente, con lo que sugieren lo que conocemos sobre la arquitectura tardoimperial, bizantina y los restos tardoantiguos de la Península y el sur de la actual Francia. Desde esos datos es fácil explicar la aparente relación entre la arquitectura románica (no sólo catalana) y lo lombardo: ambas habrían bebido de las mismas fuentes, dado que durante la Alta Edad Media seguramente permanecían en pie muchos edificios construidos en ladrillo, con detalles ornamentales similares a lo que hoy consideramos "elementos lombardas". Basta acercarse a algún lugar donde se hayan conservado construcciones de época romana o tardo-romana y bizantinas, como Ostia, Pompeya, Atenas o, incluso, Nesebar, para observar la entidad de los recursos ornamentales asociados a la combinación de la piedra y el ladrillo; y cómo esos repertorios se mantuvieron en las riberas del Mediterráneo y sus proximidades, al menos, hasta el siglo XV. No creo que, por ejemplo, se pueda hablar de influjos lombardos y cordobeses  en la Iglesia del Cristo Pantócrator de Nessebar (costa del mar Negro), construida entre los siglos XIII t XIV (y, por supuesto, restaurada recientemente) aunque cuente con varios "elementos lombardos" y "cordobeses": alternancia entre piedra y ladrillo, arquillos ciegos, arcos entrecruzados, ventanas tríforas, etc., etc.


Los capiteles de la planta baja

Tallados sobre granito, los capiteles de la planta baja están tan erosionados que es difícil imaginar su configuración original. El SFG01 parece derivado de fórmulas sencillas y evolucionadas de las variedades corintizantes. Podría contar con cuatro hojas angulares y una más central, de modo que no se distanciaría mucho de las fórmula de "volutas en V" o, tal vez (ver capitel SFG02), de una variedad derivada del orden compuesto. Entre lo poco que se puede valorar, se aprecia un ábaco sensiblemente cuadrado y de espesor considerable.

SFG01
El SFG02 es similar al anterior pero con varias diferencias relevantes: posee collarino abocelado liso, el cuerpo inferior está muy reducido en altura y el "cuerpo superior" cuadrado define una especie de almohadillado que podría sugerir cierta relación con las variedades de orden compuesto. No obstante, también cabe la posibilidad de que dicho bloque almohadillado sea, en realidad, un ábaco definido con torpeza.

SFG02
El SFG03 es similar al anterior (SFG02) aunque está más erosionado y apenas permite apreciar el astrágalo.

SFG03
Por fin, el SFG04, dentro de una concepción similar, fue tallado como capitel adosado. Su existencia abre una posibilidad que, en cierto modo, hace pensar en fórmulas tardoantiguas, varias veces indicadas en este blog. Por otra parte, la heterogeneidad estructural del conjunto, apunta en la misma dirección: que estos cuatro capiteles fueran piezas reutilizadas.De nuevo nos encontraríamos con la voluntad de conectar con el pasado, probablemente, con...¿intención autolegitimadora?

SFG04
A la hora de establecer paralelos para estos capiteles, es tentador recurrir a las piezas que han aparecido en otros ambientes prerrománicos. Entre lo que conozco, deseo enfatizar un capitel de Sant Pere de Casserres, también muy erosionado, que, sin embargo, mantiene más conexiones con la tradición romana que éstos de Sant Feliu y además, carece de collarino.
El grado de torpeza en la talla garantiza la dificultad de encontrar paralelos, más allá de los que, forzando los términos, podrían establecerse con piezas de ambientes tardoromanos marginales.
¿Podrían ser de época visigoda? Asociados a un aparejo de cierta calidad, tal vez, conseguido empleando sillares de edificios de época romana, con arcos de rosca irregular..... En efecto, podrían ser de época visigoda, pero también de un edificio —religioso o civil— anterior.


Los capiteles de la galería alta

Forman dos familias: la serie más numerosa, con arcos de herradura y los que podríamos interpretar como derivados del orden jónico.
Los capiteles "de herraduras" estructuralmente componen un sólido que se aproxima a la idea del "capital imposta", aunque sus cualidades lo alejan de lo más común en esa modalidad bizantina. Tienen forma de tronco de pirámide irregular, que en la parte inferior se remata en un pequeño tronco de cono y astrágalo abocelado. Por la parte superior, culminan en ábaco rectangular, sin florones ni cartelas, pero que permitiría hablar de un cierto "espesor" si consideramos que el fragmento paralelepipédico de la parte superior debe adjudicarse a esa parte del capitel. Las cuatro caras planas cuentan con arcos de herradura perfectamente definidos.




SFG05
En la zona meridional hay dos capiteles de concepción diferente. La parte inferior es similar a los anteriores: cuentan con astrágalo abocelado grueso y suplemento de tronco de cono. Las divergencias aparecen en la parte superior, con un esquema de dos planos verticales paralelos que limitan lo que parece ser una "peculiar" interpretación (estilización) del orden jónico (o con forma de π), que de nuevo hace pensar en la abadía de Lorsch, donde también se emplearon capitelillos derivados del orden jónico, por supuesto, de originalísima concepción. Obviamente, esa relación no debe ocultar que estamos ante una fórmula sumamente acreditada por los usos de época romana, de donde pudieron tomarla tanto los constructores alemanes como los catalanes.
En todo caso, desde la concepción general de la Porta Ferrada, es sorprendente que se rompiera la simetría con estos dos capiteles y tal vez ello debiera inducirnos a buscar una explicación, siempre forzada. Desde el supuesto de que estemos ante un espacio más civil que religioso, cabría plantear que el conjunto estuviera articulado en dos zonas de funcionalidad social diversa: los capiteles derivados del orden jónico podrían corresponder a un espacio (relativamente reducido) dedicado a las mujeres (al cortejo de una mujer principal). Recordemos que en los años que pudieron albergar la construcción de este paramento, era común que se destinaran espacios para los hombres y "acotaciones" casi marginales para las mujeres.


SFG10
Reconozco que cualquier tesis que se ofrezca para catalogar estos capiteles ha de ser sumamente "inductiva" dada la escasez de paralelos claros. Si los capiteles jónicos suelen inducir problemas de clasificación, éstos imponen, ante todo desconcierto. Por orientar su clasificación, me permito recordar que la idea de los capiteles jónicos comenzó a recuperarse a partir del siglo V, en el contexto cultural bizantino; que en la península Ibérica las concepciones muy evolucionadas son propias de los siglos IX y X; que en el resto del antiguo Imperio Romano, sucede algo parecido...
También me parece importante destacar que, más allá de las mencionadas proximidades "anecdóticas",
Desde la hipótesis manejadas en este blog, no encuentro detalle alguno que permita hablar de influencias cordobesas... Y tenga en cuenta el lector que, desde lo que es propio del estudio de los capiteles, esas influencias están documentadas perfectamente en otros lugares de la propia Cataluña (Sant Benet de Bages, Ripoll, etc.). Sabiendo que las estructuras de los capiteles islámicos estaban perfectamente sistematizadas durante los siglos X y XI, parece muy forzado incluir a éstos de Sant Feliu de Guixols en esa línea de relaciones culturales.
Obviamente, tampoco se puede hablar de relaciones con "lo mozárabe", al menos, con lo más característico del núcleo de la Diócesis de Astorga...
Sería más apropiado relacionarlos con piezas como la de Mansilla de la Sierra o con algunas del Museo de Burgos, de ubicación cultural complicada, pero que se suelen relacionar con "lo mozárabe"... Y en ese sentido y sabiendo que está perfectamente documentada la existencia del monasterio en el siglo X, cuando sufrió vicisitudes de cierta relevancia, no encuentro inconveniente alguno para situar la realización de los capiteles del piso alto durante el siglo X, aunque dentro de un fenómeno cultural dominado por factores locales..


LMLR05. Capitel de Mansilla de la Sierra. Museo de La Rioja)

Si comparamos los capiteles altos con los bajos, es razonable concluir, como admiten buena parte de los estudiosos, que fueron realizados en dos momentos de circunstancias diferentes. Ante la integridad del conjunto arquitectónico, cabría argumentar alguna reserva, pero ello sólo implicaría que en el resultado final del siglo X pudo latir la voluntad de aprovechar lo que había para conformar una fachada orgánicamente (estéticamente) integrada.
Desde lo que han documentado las excavaciones y si, realmente existió un templo tardoantiguo dedicado a San Feliu l'Africà, y sabiendo que muy probablemente, los capiteles bajos fueron reutilizados (recordemos la cualidades del SFG04), parece natural que procedieran de la iglesia primitiva, así como las basas y los fustes  Y en esa línea, aún cabría imaginar que hubieran sido, en origen, concebidos para un edificio anterior a la primera iglesia, por supuesto, de concepción sumaria.  En ese caso estaríamos ante un fenómeno de doble reutilización, como los acreditados por ciertas piezas de Córdoba, Sevilla, etc.

Para finalizar

Reitero que desde lo poco que queda a ambos lados de los Pirineos, es difícil ser taxativo a la hora de valorar un "influjo carolingio". Desde mi punto de vista, aunque existan elementos que permitan relacionar el edificio catalán con el de Lorsch, entiendo que esas relaciones son meramente circunstanciales o, si se prefiere, de "fuente común". Incluso, aunque a la postre, por obra y gracia de algún proceso analítico, llegáramos a la conclusión de que la Porta Ferrada es una obra del siglo VIII.
Tampoco creo que se la pueda relacionar con un influjo cultural derivado de las primeras fases de la Mezquita Mayor de Córdoba. La manera de construir que documenta este paramento hace pensar en fórmulas directamente derivadas de las tradiciones romanas, si se quiere, tardías; y en este sentido, me gustaría llamar la atención del lector sobre un detalle, a mi juicio, muy relevante: la carencia de cimacios, que, en principio, descarta un influjo directo "demasiado tardío" (léase bizantino) y desde luego, también cordobés. Y no olvidemos que Barcelona es el lugar peninsular que conserva mayor cantidad de restos estrictamente bizantinos de la Península y que ese influjo aún se deja notar con particular claridad en lugares como San Pedro de Rodas. Además, han llegado a nuestros días restos del mismo carácter en zonas no muy distantes: Narbona, Toulouse, Arlés...
Pero sea como fuere, la estructura próxima a la de los capiteles imposta, la existencia de collarino y el arco de herradura, nos sitúa, en un contexto que apunta a los tiempos de gran influjo bizantino. Recuerde el lector los restos de placa (o mesa) del Anticuarium de Sevilla, y, por supuesto, la del Metropolitan, que podrían ayudarnos a entender la difusión del arco de herradura en zonas sujetas a la influencia bizantina desde momentos tempranos.

Mesa sigma del Metropolitan, siglos V-VI (foto MET)
No obstante, debo confesar que en este caso la vinculación con lo bizantino debe interpretarse como un "recurso "de oficio" porque es una obviedad que esa referencia marcará decisivamente todo la cultura europea, desde el siglo V hasta, al menos, el siglo XIII.
De todas formas, tampoco está de más recordar que, de momento, no conozco testimonios que permitan suponer que el arco de herradura estuvo implantado en la zona catalana desde época romana. Aunque sí existe algún indicio de que no fue "cosa muy rara" en tiempos altomedievales. Recuerde el lector la arquería prerrománica de Albí.
Desde los pocos restos tardorromanos y altomedievales conocidos, deberíamos concluir que los arcos de herradura de Sant Feliú de Guixols pudieran relacionarse con tradiciones locales más o menos arraigadas y (o) con elementos culturales de "época visigoda" (de "época de gran influjo bizantino"), si es que se puede establecer una diferencia entre ambas categorías.
En este caso, la inexistencia de elementos iconográficos netamente cristianos no debería servir únicamente para considerar el conjunto como "obra civil". También podría ser un indicativo de mayor antigüedad de lo hasta ahora reconocido mayoritariamente...
Si, ante tantos matices puntillosos, que implican alarde público de inseguridad  —ha de ser que relacionar un edificio con los siglos VI-VII y X sobrecarga mis circuitos—, alguien me pusiera una pistola en el pecho para que estableciera una fecha de compromiso y "definitiva" para la Porta Ferrada, reiteraría la ya indicada, que el siglo X es una buena fecha —mejor que el siglo VIII—, y no dudaría en enfatizar que, muy probablemente, sus cualidades responden más a tradiciones de gran significación local que a los influjos tradicionalmente mencionados.



Los especialistas se empeñan en definir para el siglo X un marco de relaciones culturales que debe manifestarse en las relaciones formales. La actividad expansiva que debió suponer el califato cordobés en sus áreas periféricas seguramente estuvo en el origen de ciertos fenómenos económicos, sociales y culturales que se aprecian al norte del río Duero: a partir del siglo X se advierte cierto desarrollo en las actividades relacionadas con la construcción del reino de León. Desde mi punto de vista, es importante tener en cuenta ese fenómeno expansivo que también se aprecia en Cataluña.
Desde ese fenómeno, que podría ayudar a entender la proliferación monástica prerrománica, podríamos contemplar ciertos rasgos del monasterio de Sant Feliu con otros ojos. Concretamente me refiero al sentido práctico la actividad constructiva, perfectamente acreditado en la Mezquita Mayor de Córdoba, donde conviven las primeras fases, realizadas con materiales de acarreo, con las de la segunda mitad del siglo X. Me refiero también al desarrollo de todo lo relacionado con las técnicas constructivas, a la recuperación de la construcción en ladrillo, a la diversificación de las herramientas, que refleja la técnica de talla, etc. Desde ese punto de vista, acaso pudieran establecerse relaciones entre "lo califal" y la Porta Ferrada sin necesidad de enfatizar el papel que pudo tener el arco de herradura como vehículo fundamental de relaciones culturales.
En ese sentido, la Forta Ferrada sería tan mozárabe (o tan "de resistencia") como San Miguel de la Escalada y tan "mozárabe" —en el sentido de Gómez-Moreno— como San Miguel de la Escalada. Ambas edificaciones compartirían, entre otras cosas, un planteamiento arquitectónico esencialmente pragmático, el uso del arco de herradura, la reutilización de elementos de ornamentación arquitectónica procedentes de otros edificios, y documentarían una cierta recuperación tecnológica (herramientas, ladrillos, etc.)...
Para finalizar, aún restaría mencionar una "última" posibilidad "desconcertante": que el arco de herradura aparezca en Sant Feliu de Guixols por irradiación cordobesa directa, es decir, que la Porta Ferrada fuera construida por inspiración cordobesa, en algún momento de estrechas relaciones "políticas" o "administrativas" entre Córdoba y el territorio catalán...

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