martes, 28 de enero de 2014

Amsterdam: Rijksmuseum, Stedelijk Museum y Amsterdam Light Festival

Por Tomo

El pasado sábado 28 de diciembre visité dos museos de Amsterdam, el Rijksmuseum y el Stedelijk Museum, con la intención de dejar constancia de las diferencias con los museos españoles.

Rijksmuseum

Llegué al museo hacia las 11 de la mañana. Para entrar al edificio, organizan dos colas en las que separan la gente que ya tiene la entrada del museo de la que no, y la verdad es que avanzan con rapidez. Una vez pasadas las puertas, te encuentras en un gran “hall” donde se encuentran la cafetería/restaurante y los mostradores para comprar las entradas, los cuales no suelen tener colas. Con la entrada en la mano, se atraviesan unos arcos que dan acceso al museo, y es una vez dentro donde se aprecia la cantidad de gente que hay.
Las salas del museo se dividen en las galerías centrales y un conjunto de estancias más pequeñas situadas a los laterales de las galerías. Si bien es cierto que las galerías centrales cuentan con mucho espacio, los cuadros situados en las paredes de estas resultan difíciles de ver cuando hay mucha gente, pero es verdad que esta organización consigue que el flujo de personas se lleve con naturalidad. Algunos de los cuadros están protegidos con cristal y su visualización se hace complicada por los reflejos. Aun así, no hay barandillas que separan al público de los cuadros ni otros obstáculos, por lo que uno puede acercarse más si lo necesita. La iluminación está bien conseguida, de manera que los focos se sitúan en los altos techos de las galerías y no concentran mucho el haz.
En las salas pequeñas el flujo de gente se me hizo más incómodo. En estas salas no solo se encuentran cuadros si no que se exponen otros artículos y objetos, desde muebles y vajillas de una época determinada, hasta pequeñas esculturas y maquetas de barcos. Puede ser interesante esta muestra, pero dada la gran variedad del contenido, da la sensación de que muchas de estas forman parte del “relleno” del museo. Aunque estas salas aparecen en el plano que se otorga al visitante, se hace un poco lioso situarse en él, y aunque esté comunicado con la galería principal, si hay mucha gente puede dar una sensación claustrofóbica. De esta forma, se ha respetado demasiado la estructura del edificio de manera que no resulta muy funcional en algunas zonas. Entiendo que no se quiera modificar, pero en cuanto a su condición de museo creo que no funciona en algunos puntos.


Un aspecto a su favor es que las personas que vigilan y atienden a los visitantes intentan no llamar demasiado la atención. Visten con traje oscuro y llevan un “walkitalki” o un “pinganillo”, junto con una chapita discreta que los presenta, y suelen pasear tranquilamente a lo largo del museo. Tratan de interferir lo menos posible con la visita y tanto es así que incluso pasan por alto  algún niño que se ha entado en el suelo o que esta correteando por la galería. Además me resultó muy agradecido no tener que encontrarme a un vigilante guardando cada estancia del museo.
Aquel día me encontré con un público muy heterogéneo, en el cual el número de turistas era elevado. Pero quiero destacar el gran número de niños que había, de modo que muchos padres comentaban con sus hijos las diferentes obras. El número de personas que prestaban más de un minuto para ver cada cuadro era mínimo, pero lo cierto es que percibí un gran ambiente familiar. Además, las escalinatas que conectaban con los demás pisos estaban divididas en dos por medio de una cinta que permitía a los visitantes una zona en la que pudiesen descansar o incluso comer algo que se hubiesen traído de casa. Hacía las 14:00, las escaleras se encontraban llenas de gente sentada, sin que esto supusiese un colapso en el fluir de la gente que ascendía o descendía. Esto, sumado a la actitud de los vigilantes, me da a entender que el museo propone su visita como una actividad de ocio e intenta acercarla a un público más amplio. En otras palabras, el centro intenta hacer que gente que no está especializada en el mundo del arte encuentre satisfactoria una experiencia en el museo.
Por último, al lado de las salas donde se encuentran los cuadros de Rembrandt, el museo tiene reservada una pared donde encontramos unos cinco cuadros del pintor del siglo XX Frank Auerbach. En un cartel conciso, el museo propone la obra de este pintor, siendo Rembrandt su conexión con el resto de la muestra. No resulta algo excesivamente exagerado, simplemente se propone como algo que intente despertar la curiosidad y que acerque las ideas modernas y contemporáneas desde los valores estéticos tradicionales.

Stedelijk Museum

A las 17:00 llegué al museo y tuve que esperar mucho tiempo hasta poder entrar puesto que no habían muchos mostradores que vendiesen entradas. Con carnet de estudiante conseguí entrada reducida para ver tanto la colección permanente como la temporal, en la que había una exposición de Malevich. La exposición permanente comienza nada más entrar al museo, y al no tener mapa se hace en un principio complicado entender por donde se desarrolla, sobretodo al continuarla en el piso superior. Aún así, la organización de las salas es bastante intuitiva, de modo que al recorrer varias uno se hace una idea.


En el piso inferior, las salas dedicadas a las vanguardias se organizan en las estancias más exteriores al núcleo del edificio, formándolo éste las escaleras, algún mostrador de información y unas salas dedicadas a muestras actuales que entran en discurso con las salas antes mencionadas. De esta forma, el museo propone una visión de las vanguardias (expuesta por paneles informativos no demasiado técnicos) entendidas como movimientos que coexisten durante los mismos años, y que se van sucediendo, ganando mayor importancia unos u otros en momentos determinados. En definitiva, intenta romper la idea de las vanguardias como movimientos que siguen un orden cronológico estricto, y esto se refleja en la organización de las obras. En algunas salas se produce una heterogeneidad contenida, de modo que se conecten artistas que la idea cronológica de las vanguardias puede haber separado. Además, en las salas más próximas al núcleo del edificio se muestra la obra de artistas contemporáneos que han reflexionado sobre las vanguardias, por lo que  se establece un vínculo con nuestro tiempo.
El museo se apoya en su influencia a lo largo del siglo y en sus artistas nacionales, de modo que difunde su imagen de centro de gran interés para el movimiento De Stijl y su tiempo, o para el grupo CoBrA. La mayor parte del museo está enfocado al diseño debido a la evolución que siguió De Stijl, y éste expresa su actitud activa durante esos año como una pieza necesaria. Además, reivindica abiertamente su papel y su criterio actualizado materializado en la compra prematura de obras a artistas que más tarde se les ha considerado figuras muy importantes. En el piso superior, que guarda las obras del Expresionismo Abstracto en adelante, se encuentra una obra de Robert Rauschenberg considerada por el museo como uno de los mayores logros del artista.
Por último, las instalaciones funcionan bien a pesar de haber sido un edificio que se ha adaptado a su práctica de museo. En general está todo bien iluminado y las proyecciones están bien pensadas para atraer al público, pues éste a veces pasa de largo del material que se ofrece en las pantallas.

Amsterdam Light Festival

Para terminar y a modo de conclusión, quiero establecer una conexión entre el criterio de estos museos en lo mencionado anteriormente con otro evento que tiene lugar en esas fechas, el Amsterdam Light Festival. Este festival consiste en un programa de instalaciones (muchas de ellas propuestas por alumnos o artistas jóvenes) dispersas por la ciudad cuyo vínculo de unión es la luz, interactuando con el entorno, la falta de iluminación e incluso la historia de la ciudad. En este recorrido, cada obra está complementada con un breve cartel informativo en dos idiomas que explica en breves palabras en qué consiste aquello que se está observando.


Eran muchas las personas que seguían el recorrido y que se interesaban por lo mostrado. Había gente “entendida”, pero la mayor parte del público no lo era, por lo que realmente conseguía atraer a sectores poco familiarizados con el arte contemporáneo. Los carteles informativos estaban dedicados a un público no especializado, por lo que propone una experiencia diferente a cualquier persona en su entorno urbano.
Amsterdam es una ciudad cuya iluminación es la justa a pesar de tener muchas horas sin sol. Es un acierto utilizar esta característica y proponer una actividad acorde con ella que intente acercar más aspectos de la cultura al público general. Entender este tipo de cosas son la clave para administrar correctamente cualquier institución o evento. En adición, una de las obras que forman el recorrido reflexiona, por medio de una proyección, sobre el papel activo que tuvo un edificio en concreto en la reclusión de muchos judíos durante el período nazi. Esta serie de obras denotan una madura actitud por la ciudad a la hora de aceptar su historia y entender aquello que le caracteriza para su evolución.
En definitiva, son interesantes estas ideas que motivan la administración de una ciudad que tiene unos objetivos a nivel cultural claros y acordes con lo que supone expandir la cultura y llevarla a un público más amplio. Parece existir cierto espíritu común de ser consecuente con aquello por lo que se supone que se trabaja, y una idea de entender la cultura con la importancia que tiene. 

1 comentario:

  1. En mi opinión, uno de los aspectos negativos del Rijksmuseum es el precio de la entrada. Creo recordar que eran 15€, 9 si eres estudiante (parecido a algunos museos de aquí, aunque en otros hagan mayor descuento o incluso sea precio gratuito) y por ejemplo el Museo Van Gogh, también en Amsterdam, ni hacía descuento a estudiantes, 15 para todos. Pero volviendo al Rijksmuseum, la verdad que el museo es enorme, tiene muchísimo que ver y está bien organizado. Aunque los cuadros más famosos como "La ronda de noche" o "La lechera" es imposible verlos bien, las salas de Rembrandt y Vermeer están abarrotadas (si bien es cierto que yo lo visité en septiembre, y el turismo puede ser mayor que en otras épocas del año). Y un punto muy muy positivo del que los museos españoles deberían tomar nota es que no te ponen ningún impedimento a la hora de hacer fotos, siempre que sean sin flash, claro. Es por lo menos curioso ver a japoneses en el museo Van Gogh ir de cuadro en cuadro sacando fotos con sus tablets sin ni si quiera pararse a mirar al cuadro directamente.
    Totalmente de acuerdo con lo que escribes sobre la gestión cultural de Amsterdam, saben explotar su cultura de manera positiva y expandirla a público muy diverso.

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