lunes, 17 de abril de 2017

Los capiteles de la Huerta del Alón

Están guardados en el Museo Histórico Arqueológico de Doña Mencía. En realidad, el museo, que conoció varias sedes desde los años cincuenta del siglo pasado, desde 1988, ocupa una gran sala de la Casa de la Cultura de Doña Mencía, en las condiciones precarias, que parecen ser norma en los museos comparables de la misma región. Por fortuna, en este caso, las debilidades museísticas están compensadas por la amabilidad y dedicación de las personas que atienden a los visitantes.  En todo caso, no estaría de más que afrontaran un proyecto museográfico completo, que mejorara, cuando menos, las condiciones de iluminación y la parte pedagógica y divulgativa, manifiestamente mejorables. Y si de paso enfatizan un poco más la entidad de los restos islámicos, mejor. Aunque, según parece, esa "devaluación" parece ser norma común en muchos museos arqueológicos andaluces, incluso en los de rango provincial.
Ya he mencionado varias veces la confusión que se moviliza al hablar de “lo visigodo” o “lo de época visigoda” y de lo “paleocristiano” refiriéndose a objetos que, en su propia naturaleza, deberían imponer el uso de otros términos. El caso es particularmente “divertido” a propósito de los ladrillos cristianos que, desde el estudio del profesor Blázquez, sabemos que derivan de fórmulas norteafricanas; y sin embargo, es frecuente que en los museos aún hoy aparezcan asociados al término “visigodo”.

MDME01
Desde mis preocupaciones, lo más interesante del museo de Doña Mencía son cuatro capiteles en aceptable estado de conservación, con escasas diferencias entre ellos. Aparecieron en “la Huerta del Alón”, al realizar obras en la carretera A-316, sin que quienes las realizaron tomaran las precauciones oportunas para no destruir el yacimiento que se conocía desde 1978. En consecuencia, se perdió una magnífica oportunidad para estudiarlos en su contexto inicial o, cuando menos, en un ambiente más próximo que el actual. Junto a ellos se encontraron monedas de Probo, Valente, Graciano y Teodosio.
Los cuatro capiteles responden a la misma estructura: cesto troncocónico con una única corona de hojas, que, salvo en un caso (MDME01), descansa sobre una banda lisa que no tiene entidad suficiente para hablar de astrágalo. Las hojas cuentan con folíolos en alineación de peine pero aún con cierto naturalismo que se advierte en la individualización de cada hoja, de borde redondeado. Entre las hojas queda un espacio libre de ornato con forma de cuña que cubre el cuerpo inferior y llega hasta las cartelas, muy peraltadas, de sección vertical en forma de bocel irregular, en configuración similar a las ménsulas comunes. Entre ellas y en un cuerpo que ya no depende del kalathos tradicional, se aprecian "volutas" estilizadas, que pareen arrancar del "cono" situado en la parte inferior del cesto, rematadas en espiral, como suele ser común en los modelos "degradados"; la fórmula recuerda concepciones ornamentales prerromanas de origen oriental.

MDME02

Ábaco del MDME02


MDME03
No está marcado el ábaco en alzado, aunque contemplado en planta, se aprecian unos “brazos” de cierta "concavidad" pero prácticamente rectos, que permiten el resalto de las cartelas. En uno de ellos se perciben perfectamente las trazas, que sirvieron para diseñar la configuración estructural, según modalidad relativamente común entre los capiteles del Pleno Imperio. Se distinguen bien los ejes, las diagonales y las líneas que delimitan el ancho de cartelas. Las diez líneas se combinan con precisión aceptable.
Lo más significativo aparece en las cartelas, grabadas con lo que según la ficha del museo, ha sido identificado como “un tridente o un candelabro de tres brazos”. Sin embargo, cabe al menos otra posibilidad que amplía su adscripción cultural: que el grafismo represente la letra griega Ψ; con ello se abriría un problema sumamente interesante que me siento incapaz de resolver, por no recuperar problemas viejos que, francamente, me parecen demasiado forzados y, sobre todo, porque desborda mis conocimientos y mis intenciones; pero en todo caso, lo planteo porque sería imprudente no hacerlo. En todo caso, la existencia de la letra griega, que se suele relacionar con “la psique”, y la existencia de fustes de sección octogonal (posible alusión a "lo infinito"), debería estimular la generación de hipótesis ajenas a "lo visigodo". La marginalidad de cultos más o menos "marginales" ayudaría e entender la existencia de capiteles de escasa depuración formal, incluso en tiempos tempranos.

MDME02
Para complicar el problema, al menos en una de las cartelas (MDME02) aparecen cruces de incisión leve, inscritas entre los "brazos" de los supuestos candelabros. La no existencia de cruces en todas las caras permite plantear la hipótesis de que sean incisiones hechas en fase cultural diferente a la realización de los capiteles. Sea como fuere, las hipótesis heterodoxas me parecen más plausibles que la ofrecida en la ficha del museo para justificar su adscripción a los fenómenos de época visigoda, siguiendo unas ideas que, cuando fueron formuladas y como se ha recordado recientemente, estaban demasiado condicionadas por unos planteamientos políticos sesgados hacia la búsqueda de afinidades con “lo germánico” (volveré a ello en una entrada próxima).

MDME04
Como es habitual entre las piezas de escaso refinamiento técnico, los capiteles, desde sus propias cualidades, y aunque no permiten establecer un momento concreto de realización, apuntan hacia los alrededores del año 300, coincidiendo con la época definida por las monedas encontradas, aunque confieso que no me sorprendería que el análisis de los restos sedimentados en la zona donde fueron localizados, permitiera retrasar su realización de manera sustantiva, incluso antes de los tiempos de Probo.

MDME05

MDME05
Existe otro capitel pequeño, en peor estado de conservación, procedente de La Serona (MDME05), que sorprendentemente —teniendo en cuenta la clasificación atribuida a los anteriores— en el museo han situado en el siglo V. Aunque apenas se conserva un cuarto de la pieza original, es suficiente para hacerse una idea de su estado original, articulado mediante dos coronas de hojas, sin otros elementos comunes en los órdenes tradicionales.
La ornamentación de las hojas, mediante folíolos casi biselados y estilizados que hacen pensar en fórmulas documentadas en diferentes lugares peninsulares (Mérida, Asturias, etc.) aunque no creo que se pueda establecer relación alguna a partir del paralelismo inducido por la penuria técnica y por las ingenuidades estéticas; a ello, habría que sumar en este caso el tamaño de la pieza, que puede explicar la anómala manera de interpretar todos los elementos. La inexistencia de los elementos del orden superior del capitel corintio de las variedades corintizantes indican alejamiento de las fórmulas del Pleno Imperio o la acción de un taller muy precario.
Tiene especial significación el ábaco, que aquí si se aprecia en alzado, que muy probablemente fue cuadrado, y que fue ornado con seriación de “lengüetas” que, en su relación con las ovas tradicionales, obviamente, hacen pensar en fórmulas propias de los siglos I y II, pero también de las corrientes “orientalizantes” del siglo III.
A mi juicio, este capitel debería entenderse relacionado con un ambiente cultural no muy alejado del que facilitó la realización de los cuatro anteriores, tal vez, condicionado por el influjo oriental, que muy probablemente, llegara a esta zona de Hispania a través del norte de África.
También en este caso el año 300 puede definir una buena referencia de clasificación, aunque como de costumbre, sin cerrar la puerta a la hipótesis de que fuera realizado antes por artífices con herramientas poco sofisticadas.



También tiene interés una especie de nicho tripartito ("trigemino"), que pudo formar parte de un cancel o de algún otro elemento litúrgico cristiano que, a juzgar por su configuración, estuvo concebido para ser contemplado adherido a un muro. Cuenta con ornato dentro de lo que tradicionalmente se considera “visigodo” o “de época visigoda”: recercado mediante banda sogueada, tres arquillos, asimismo con la misma banda, columnillas con plinto, basa, fuste y capitel de diseño peculiar (ver imagen); y todo ello, realizado mediante una técnica de talla prosaica.
Insisto en que me parece más preciso relacionarlo con la primera expansión del cristianismo, aunque a efectos de clasificación cronológica lo más razonable sea fecharlo a partir de finales del siglo IV, es decir, en tiempos de las crisis migratorias.

MDME06
Por último, merece ser destacado un fragmento de columnilla (MDME06) con elementos que lo relacionan con el nicho antes mencionado, sobre todo, en la manera de definir un capitelillo que, según parece, tiene astrágalo sogueado. Los elementos geométricos de la parte inferior amplían el repertorio de motivos ornamentales ofrecido por el nicho. Sería absurdo no relacionarlo con la expansión del cristianismo.

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