sábado, 14 de diciembre de 2013

PARA MATARNOS, EL MATADERO

Por Saca

Legazpi, seis de la tarde, entro en el antiguo matadero de Madrid:
La última vez que pisé este lugar fue para venir a la famosa feria de arte Estampa el pasado año, desde entonces nada llamó especialmente mi curiosidad. Todo sigue igual, ni me imagino el dinero que se gastarían en reformar el lugar, aun así está bien tratado y a excepción del gigantesco patio los interiores son acogedores.
Paso del edificio de audiovisuales y entro en el de diseño y propuestas artísticas; la zona de diseño está cercada, al parecer no hay nada expuesto, asique entro en la expo de pintura que se encuentra en la otra sala. Mientras deleito mis sentidos ante dicha exposición, me entretengo haciendo fotografías del ambiente:



Mi compañero, alguna señora y yo, nadie más entra, al cabo de media hora salgo y decido ir a ver el resto de naves. Algunas cerradas, en la biblioteca hay una cantidad de gente que podría contar con los dedos de las manos, entro en la última que veo; vacía, José María Sicilia es el encargado de rellenar una de las naves más grandes de Matadero, diversas banderas hablan de la pasada catástrofe de Fukushima en Japón:


Acabo mi visita, no llegan a ser las ocho y de camino a la salida de Matadero veo una muchedumbre que asoma de la cineteca, al acercarme descubro que allí también se encuentra la cafetería y no puedo evitar soltar una ligera e irónica sonrisa. Saco mi foto y marcho.


Ya en el metro me planteo la situación; he visitado en un día de diario un centro público enfocado a la cultura (arte contemporáneo) con un horario habitual de 16 a 21 horas al que llego en plena tarde y me lo encuentro casi desierto. Las únicas zonas habitadas minoritariamente son las dedicadas al estudio y creación, que lógicamente lo están ya que es gente relacionada directamente en ese ámbito, y al salir me encuentro con que la gente “normal” (la que no se dedica profesionalmente a la creación) se dedica a hacer uso de una de las tradiciones españolas por excelencia, el bar.
Estoy en un centro público que fomenta la cultura, se ha invertido dinero del Estado en él… la “gente”, cuando sale a la calle a manifestarse, solicita que se invierta dinero en este tipo de sitios…
 Seré un pesimista de mierda pero las imágenes dicen mucho y no somos tontos, el interés de la masa en este tipo de cosas es mínimo y su formación sobre ello también; este tipo de estructuras son más bien el resultado de la maniobra política de turno para popular su mandato, que al final quedan en manos de empresas, que las rescatan y utilizan, y son utilizadas por minorías (las personas dedicadas al ámbito de la creación y el estudio) que las aprovechan.
Si estamos como estamos, es porque nos lo merecemos.

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