domingo, 8 de diciembre de 2013

Protesta contra la “nefasta política cultural”

Por RMG

El pasado 29 de noviembre podíamos leer publicado en el Plural cómo el compositor Josep Soler rechazaba, mediante un burofax al ministro Wert,  la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en 2012. La razón con la que el afamado compositor justifica su actitud es que “aceptar el reconocimiento sería aceptar la autoridad del Gobierno español, y yo no quiero saber nada del ministro (José Ignacio) Wert ni del gobierno de Rajoy, porque a ellos no les interesa en absoluto ni la cultura ni la educación”. Mi decisión no es fruto de un enfado pasajero, sino la reacción a un momento especialmente grave”, afirma Soleren al periódico el País.
Como catalán tampoco se siente capaz de poder aceptar este reconocimiento y señala sin pudor que en el debate soberanista “todos lo están haciendo muy mal”.



Afirma haber sufrido en primera persona la “desastrosa gestión y los continuos engaños de estos señores que gobiernan España” por su trabajo como profesor en el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona y actualmente en el Conservatorio Profesional de Música de Badalona. Por lo tanto nos deja claro que sabe perfectamente de lo que habla y que no nos ofrece palabras vacías.
Como bien anuncia el periódico esta medalla “distingue a personas e identidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural o hayan prestado “notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico”.
Según el periódico el Mundo, la devolución física de dicha medalla se realizara durante el mes de diciembre en un acto protocolario, a la vez que se hagan públicos los galardonados en el año 2013.
Quizá si otros galardonados siguieran el ejemplo de Soler y demostraran que realmente les importa la cultura y luchan por su fomento y crecimiento, las cosas serían de otra manera. Pero está claro que es más fácil sumar una medalla a la vitrina del salón y alardear de la misma,  que analizar realmente lo que representa y luchar por ello.

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