sábado, 8 de diciembre de 2012

Carta a un señor ministro.


Por Elena Molero Lázaro

El actor y director José Corbacho se dirige al ministro actual de cultura con esta carta llena de recriminaciones y ataques, de una forma irónica, pretende resaltar algunos temas que son importantes a tener en cuenta; hace una clasificación a la cultura con “c” minúscula, mostrando una minoría del mundo del arte muy desconocida para los círculos de poder, artistas que tienen como materia prima la creatividad y el trabajo.

Es esta cultura, quizás minoritaria, la que hace unas semanas salió a dar clases universitarias a la calle. La que anónimamente y muchas veces algo escondida, se dirige al espectador, y nos lanza un poco de esperanza. Estamos en una España que hay que buscar donde no hay, inventarse lo que no existe; la clasificación de cultura con “c” minúscula es lo mejor que le puede pasar a nuestro país, y lo peor para José Ignacio Wert; ministro de educación, Cultura y deporte.

Aquí os dejo algunos fragmentos de la carta.

Querido señor ministro:

Recuerdo la primera vez que visité el Ministerio de Cultura. Fue allá a por el año 1987 (sí, hace más de 25 añitos). En aquella época yo trabajaba en la compañía de teatro La Cubana y eran habituales las visitas a tan ilustre lugar, bien para hablar de giras teatrales, bien para discutir la política de subvenciones o simplemente para formalizar algún papeleo burocrático.

Aquel día Jordi, el director de La Cubana, me dijo la siguiente frase: “Hay que llevarse bien con las secretarias, porque los ministros van cambiando, pero ellas continúan”.
Un servidor ha visitado en más ocasiones ese magno ministerio y efectivamente, tal y como me dijeron, han ido desfilando por el sillón que ahora usted ocupa, bastantes personas.
Pero tengo que reconocerle que a ninguno de sus predecesores o predecesoras en el cargo de titular de la Cultura le he visto las maneras que observo en usted y mire que por ese sillón ha pasado gente tan docta como Esperanza Aguirre, Ángeles González Sinde o, en su momento, el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Pasaré por alto algunos de sus 'hits' personales como, por ejemplo, esas ganas de retocar diversas entradas del 'Dicccionario biográfico español' de la Real Academia de la Historia u otros deslices cuya intención todavía no acierto a comprender.

Como diría su jefe, don Mariano: "Mire usted, señor ministro"...  para empezar, aquí en Catalunya, no tenemos ningún problema con la lengua.

De hecho, la lengua (o las lenguas) solo se convierte en un problema cuando políticos como usted la utilizan a su antojo y conveniencia. Ahí es cuando sí empiezan los problemas. Y sí, además, se procede a entrar como un elefante en una cacharrería, como es su caso, parece que lo único que usted busque sea un afán desmesurado de protagonismo porque si no, de verdad que no lo entiendo.
(….) deje usted también en paz a la Cultura. Que esa es la otra cuestión que no alcanzo a comprender.
Deje de maltratarla, de ningunearla, de menospreciarla... (y no hablaré de no recortarla, porque soy consciente de que corren malos tiempos para todos, lírica incluida y puedo llegar a entender algún tipo de ajustes). Lo que debería hacer usted, como exige su cargo es cuidar de la cultura y protegerla. Porque un país sin cultura es algo que las generaciones que vienen no se merecen. Aunque no sé porque le digo esto, si usted ya lo sabe. Lo que me preocupa, es que aún a sabiendas de ello, su señoría obre de la manera en que lo hace.
Conozco a mucha gente que se dedica (nos dedicamos) a eso que le llaman cultura. Así, con "c" minúscula. Gente del teatro, de la música, del cine, de la pintura, de la literatura... Gente que trabaja (y mucho) y que se acuesta soñando con sus creaciones y se levanta cargada de ilusiones porque, eso sí, nadie, y mucho menos alguien tan gris como usted, nos va a robar un ápice de esas ilusiones y de esos sueños. Esa es la materia prima con la que nosotros trabajamos y que nunca nos faltará.
Porque a pesar de su afán por reescribir la Educación y la Cultura, por subir los impuestos de forma desmesurada aún sabiendo el daño que eso provocará, a pesar de sus ganas de controlar la Historia que se cuenta en los colegios, de controlar la lengua que se hable, lo bueno es que su etapa acabará, como acabaron las de ministros anteriores.
Ya sabe: "Los ministros pasan, las secretarias permanecen".
Y, entonces, su nefasta gestión solo será un recuerdo, un mal recuerdo, eso sí, pero recuerdo al fin y al cabo.
Lo que espero es que a usted no se le recuerde por ser el "ministro toro" que se llevó por delante la Educación y la Cultura de este país.
Que pase el siguiente, pero que pase pronto, por favor.
José Corbacho

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