domingo, 9 de diciembre de 2012

La rebelión de los "expertos". Algunos no quieren ser cortesanos serviles, asesores de yuppies ni maestros de ceremonias.

Aunque el asunto no es nuevo, los días anteriores a la inauguración Art Basel Miami contemplaron una situación de malestar en el mundo del arte que llegó a los medios generalistas y, por supuesto, a los especializados.  Algunos sitúan el origen de la crisis en el cambio de actitud de uno de los personajes norteamericanos más acreditados: Dave Hickey, de brillante pasado como crítico heterodoxo pero integrado. A él se debe una frase de interesantes connotaciones para quienes estamos interesados en los fenómenos de conducta promovidos por el arte: "The art world is divided into those people who look at Raphael as if it's graffiti, and those who look at graffiti as if it's Raphael, and I prefer the latter."
Según su propio testimonio, recogido por The Guardian el 28 de octubre pasado, Dave Hickey cambió radicalmente de actitud cuando, para participar en una mesa redonda en el Museo Guggenheim de Manhattan, le hicieron firmar un contrato de 10 páginas...
¿Se dio cuenta en ese momento de las circunstancias económicas que desencadena el arte en un sistema capitalista? ¿De qué planeta viene el señor Hickey? Julian Stallabrass indicó que el propio Hickey, con sus prácticas profesionales, había colaborado decisivamente a generar la situación actual, que tampoco es muy novedosa. En este mismo blog nos hacíamos eco del affaire Degas, como culminación y reflejo de un escenario perfectamente delimitado, incluso, entre personajes tan acreditados y ajenos a la ideología liberal como G.C. Argan (1909-1992). Por no hablar de las circunstancias que acompañaron el alumbramiento del MOMA y de tantas entidades cultivadas a su imagen y semejanza...
“I miss being an elitist and not having to talk to idiots,”  La frase de Hickey se podría haber pronunciado hace muchos años, por ejemplo, cuando fueron legión los críticos que entraron en éxtasis al contemplar las obras ofrecidas por Tracey Emin en Sensation y pontificaron sobre las cualidades de las "nuevas" corrientes estéticas que, amparadas bajo la idea del "lovemark", tenían la virtud de movilizar el interés de amplias mayorías... Alguno llegó a  hablar de la quintaesencia del sistema democrático. Las obras de los Chapman, de T. Emin, de Marc Quinn o de Chris Ofily supusieron un revulsivo que, en apariencia, rompió la tendencia elitista que, hasta entonces, había parecido rasgo específico del arte contemporáneo. Naturalmente, la "nueva" estrategia tenía ciertos inconvenientes: para interesar a las mayorías es imprescindible sintonizar con ellas...

En línea con esta corriente "reivindicativa", algún "experto" perspicaz se ha preguntado públicamente si los museos de arte contemporáneo se han convertido en instituciones concebidas para producir reverencias...  Basta conocer cómo se financian estos centros para percibirlo con claridad, para advertir las contradicciones de entidad progresiva manifestadas en las políticas museísticas de las "grandes instituciones", aquellas que ofrecen modelos a seguir.
Es interesante advertir cómo, desde los tiempos de T. Krens, los gestores de los museos defienden el modelo liberal, remitiéndose, precisamente a  la crisis, que impone restringir el gasto. No hace mucho el director del Reina Sofía se felicitaba por haber llegado a un acuerdo con cierta entidad financiera: de ese modo se compensaba la pérdida de presupuesto derivada del "objetivo de déficit". Las entidades financieras imponen restricciones presupuestarias a las instituciones culturales para, a continuación, desembarcar en ellas... "¿por amor al arte?
Con exceso de ingenuidad, en su edición especial para el día de la inauguración de Art Basel Miami,  The Art Newspaper preguntó si "el mundo del arte se enfrenta a una crisis de valores" debido a la "influencia perniciosa del mercado en el arte."

“I miss being an elitist and not having to talk to idiots,”( Images Getty)
Prácticamente en paralelo se manifestaron varios críticos...
Sarah Thornton redactó un texto de título sumamente explícito: "Las 10 razones más importantes para no escribir sobre el mercado del arte"... Y, de momento, mantiene la decisión.
Will Gompertz, de The Guardian, ofrecía una reflexión para perplejidad de cualquier profesional medianamente informado sobre asuntos culturales. Se mostraba escandalizado por la escasa operatividad de Arts Council England —entidad financiada mediante dinero público— en su objetivo de aproximar las artes al gran público... Apenas el 8 % de la población británica acude a espectáculos musicales "cultos" (conciertos, ópera, ballet) y, por supuesto, la inmensa mayoría de ese porcentaje pertenece a los sectores sociales de mayor capacidad adquisitiva. Y refiriéndose al mundo de las artes plásticas, aún fue más explícito, al indicar que la gran cantidad de dinero acumulado en el universo estético anula cualquier posibilidad de debate público. Y comparó la situación actual con la vivida en los ambientes académicos a finales del siglo XIX...
Pero el protagonista fáctico del debate sigue siendo D. Hickey, cuyos juicios resultan desconcertantemente cercanos a los manifestados por los sectores sociales "no ilustrados" pero interesados por el asunto estético, esos que son sistemáticamente marginados por la práctica institucional y que desde ella son descalificados por excesivamente "conservadores". Y nadie crea que estoy pensando en Vargas Llosa, sino en quienes poseen inquietudes culturales y se acercan a los museos con la voluntad de crecer como personas.

Según The Guardian, Dave Hickey, decano de los críticos norteamericanos, que años atrás se había manifestado partidario de recuperar "la belleza", y paladín de los valores positivos y vitales del arte, se expresó con especial acritud: "Art editors and critics – people like me – have become a courtier class. All we do is wander around the palace and advise very rich people. It's not worth my time." (... )"It's time to start shorting some of this shit."  Y aún con mayor acritud se refirió a personajes como Tracey Emin, Antony Gormely y Marc Quinn, que considera extraordinariamente sobrevalorados. De Tracey Emin llegó a decir que, como consecuencia de las grandes sumas de dinero invertidas en su obra, "siempre hay que defenderla" ("one always has to defend it").

Felis Salmon hacía notar que, al menos, en el aspecto institucional, en la política museística, las quejas de estos personajes llegaban tarde y coincidían sensiblemente con el manifiesto de Occupy Museums!, publicado hace más de un año:


WE OCCUPY MUSEUMS TO RECLAIM SPACE FOR MEANINGFUL CULTURE BY AND FOR THE 99%. WE BELIEVE THAT ART AND CULTURE ARE THE SOUL OF THE COMMONS. ART IS NOT A LUXURY!
On September 17th, 2011, we occupied Wall Street because the wealthiest 1% who control banks and big corporations broke trust with the American people. Motivated by a quest for power they robbed the national treasury, bought off our democracy, and made a mockery of the justice system. They left us little choice but to step out in the streets, find each other, and begin imaging and building a new system.
We saw a direct connection between the corruption of high finance and the corruption of “high culture.” For example, MoMA shares board members with Sotheby’s auction house, where the value of art is synonymous with speculation. Sotheby’s auction house is now locking out unionized art handlers, refusing to pay them health care during a year of record profits. As art workers, we stand in solidarity with this struggle. Our labor will be truly valued only when we kick the addiction to obscene wealth that characterizes the American and international art world today.
So we began to occupy museums in New York City. We danced and chanted at their doors, and held open assemblies on museum steps to free up a space of dialogue and fearlessness for the 99%. More and more people joined us. Museums must be held accountable to the public. They help create our historical narratives and common symbols. They wield enormous power within our culture and over the entire art market. We occupy museums because museums have failed us. Like our government, which no longer represents the people, museums have sold out to the highest bidder.
This struggle will not be easy. We are beginning to unmask a cultural system of inequality and exploitation 
which has ancient roots. But we will not wait for future generations to take up this struggle. We are working together 

to replace the exchange of capital with a creative exchange for and by the 99 %. As we seek horizontal spaces for dialogue and collaboration, we begin to fill the hollowness of the capitalist art market with the warmth of meaning and the conviction that art is a necessity, not a luxury.


Naturalmente, en paralelo a las expresiones críticas, durante los días pasados, han proliferado los "expertos" que inmediatamente se han puesto donde conviene... como cortesanos serviles,  asesores de yuppies o maestros de ceremonias. El arte tiene una indudable capacidad para generar riqueza...

Aunque es inimaginable que el señor Wert aparezca en los medios de comunicación cantando las excelencias de Tracey Emin o de las pinturas "duras" de Taner Ceylan, deduzco que los ecos del debate llegarán a estas tierras más tarde o más temprano, porque aquí se están manifestando con mayor nitidez que en otros lugares las consecuencias del tsunami financiero. El progresivo empobrecimiento de las clases medias y la pérdida de capacidad recaudadora del Estado derivará, inevitablemente, en un panorama estético deprimente, donde cada vez estará más clara la relación entre el arte y el dinero.
Pero como decía el otro día un amigo anónimo en este foro, había que estar muy cegato para no percibir la relación que "siempre" ha tenido el arte con el vértice financiero y, por supuesto, con el poder.


¿Alguien quiere echar una partida de ajedrez... ?

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