Hasta ese momento, las obras más cotizadas del arte contemporáneo español eran: “Biblioteca con Poe”, de Miquel Barceló, 1,2 millones de euros (2006); “ Azul. Nº LXIX”, de Antoni Tàpies, 945.988 euros (2007); “Mujer durmiendo (El sueño)”, de Antonio López, 684.000 euros (2005).Permítanme una sonora carcajada
… Pero, ¡atención! nadie confunda valor con precio… ¿O sí? Desde hace tiempo me asalta una pregunta que no acierto a responder satisfactoriamente: Si el mercado consagra una “tasación”, ¿no está certificando un cierto “valor mensurable”? ¿En nuestra sociedad, cuando tratamos sobre objetos, existe algo más “importante” que el “precio”?
Hace años, en el fragor de la polémica inducida por la exposición que le hizo el Reina Sofía (los expertos “oficiales” seguían diciendo sottovoce que era un artesano), cuando aún no se conocías los manejos políticos próximos a la Carnegie, un alumno irreverente me preguntó si yo también creía que Antonio López no pasaría a la historia del arte español del siglo XX junto a personajes más reconocidos por los “expertos” como Saura, Millares y Tàpies. No recuerdo cómo salí del atolladero… Seguramente con alguna estupidez políticamente correcta... que no fuera interpretada como defensa directa o indirecta de los componentes "artesanales" del arte.
Acaso deba pronunciarme hoy con menos recato: según mi criterio, en los próximos años, la tasación de A. López subirá más deprisa que la de artistas como A. Tàpies, Saura y Milalres.
Supongo, me pregunto e imagino… (sin ningún apoyo, mera sospecha) que la tasación en alza actual y futura de A. López casa en líneas generales con las cifras que apellidan últimamente la obra de Lucian Freud, vista la atención habitual dada.
ResponderEliminarNo se si en nuestra sociedad se contemplará en el precio aquella frase de: pagaría lo que fuera con tal de tener… que tasaba el valor SIMBÓLICO individual correspondiente a apreciaciones “sinceras”, sino habiéndose sustituido por apreciaciones “convenientes” convirtiéndose en valor ADECUADO o contextuado.
Imagino que en este aspecto el valor simbólico, y a la vista de las cantidades monetarias, ni tan siquiera se contempla. O quizá sí, y de ahí el cambio de corrientes artísticas…
Por seguir con la sabiduría popular, añadir el dicho: las obras de arte tienen a los ricos por esposos y a los pobres por amantes.
Y ya, acabando con A.López, mencionar que ya se han instalado en Atocha las esculturas encargadas por el Ministerio de Fomento: dos enormes cabezas (bustos… sin cuello) en bronce que representan un bebe, una con ojos abiertos y otra con ojos cerrados (es la nieta del artista con seis meses) y cuya experiencia para con el viandante buscada por el autor es “una sensación de amabilidad y armonía”, según dijo entre autógrafo y autógrafo…
Personalmente y vistas en foto (las publicadas por el País) dan … miedillo, me recuerdan a las marionetas de los hermanos Quay. Si bien es cierto que siempre he tenido una cierta aprensión por querubines varios generalmente dorados y el recuerdo de los monstruosos bebes de Durero.
Estoy deseando darme un paseo por Atocha y juzgar in situ, aunque sospecho que no causaran indiferencia a nadie, aunque nada más sea por su tamaño monumental.
Por ahora, y a la espera de ello, veo difícil que la escultura supere la parte pictórica de su obra, (para mí de indudable valor por muchos adornos monárquicos que quieran acompañarla) y no le hagan perder reconocimiento en su complejo como artista.