domingo, 26 de octubre de 2008

Matadero

Esta mañana hemos dado un paseo por las instalaciones del antiguo Matadero Municipal, eternamente en obras de remodelación para convertirlo en un espacio cultural de primerísima calidad... Rodeado de los destrozos ocasionados por las obras de la M-30, cada vez tiene más aspecto de solárium estepario de hierro, hormigón y ladrillos. Recordé los viejos tiempos, cuando obsequiaba con un hedor insoportable a quienes nos aventurábamos a cruzar el puente de la Princesa... ¡Y además estaba quel maldito quiosco de gallinejas! Algo hemos ganado, indudablemente. El resultado de “Sing for Me" es sobrecogedor, particularmente sobrecogedor, tal vez, porque no había nadie más que nosotros y la situación aludida (mujeres forzadas a prostituirse en la frontera checo-alemana) resucitaba la siniestra idea del matadero... con matices morales.

También hemos recorrido las salas de Intermediae, que según reza en la web correspondiente, “es una iniciativa del Área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid, que (...) se propone ofrecer a la ciudad de Madrid un espacio para a creación contemporánea mediante el cual el Ayuntamiento se sitúa como catalizador entre los creadores y los ciudadanos, con el fin de buscar y presentar formas alternativas de expresión, de creación y de pensamiento.” En ellas había media docena de personas trajinando frente a varias pantallas de ordenador. Una de ellas, en un castellano con matices extranjeros inclasificables, se ha dirigido a nosotros para preguntarnos si era la primera que pecábamos; al responder que éramos pecadores habituales, se ha despedido amablemente y ha regresado a sus ocupaciones. Hemos dado un paseo fisgando aquí y allá; hemos hecho unas pocas fotografía y nos hemos ido sin cruzarnos con ningún otro curioso penitente... De “catalización” entre los creadores y el público, nada de nada.
Algo deeberá hacer el Ayuntamiento para que el viejo Matadero no se convierta en un cenáculo restringido a los jóvenes "artistas" seleccionados por quienes sean responsable de su gestión...

domingo, 19 de octubre de 2008

Las maravillas del sistema financiero español

Si damos un paseo por Madrid, rápidamente comprenderemos la conveniencia de “inyectar recursos” en el sistema financiero español. Las entidades responsables de que Madrid sea una de las ciudades de mayor actividad cultural del mundo merecen todo nuestro respeto y, desde luego, que entre todos hagamos el esfuerzo económico necesario para evitarles todo tipo de problemas. No sería admisible ni sensato olvidarse de tan grandiosos benefactores en tiempos de “vacas flacas”. No importan los intereses usureros ni las comisiones propias de Al Capone ni las reticencias a la hora de facilitarnos créditos o “descuentos”, porque nada hay en la vida más importante que el alimento espiritual y ellos nos lo suministran en abundancia:

1. El BBVA en su sede del paseo de Recoletos nos ofrece una exposición tipo “cajón de sastre” organizada con una selección de obras pertenecientes al Monasterio de Montserrat (Barcelona), Merece la pena visitarla porque la calidad media de la muestra es bastante elevada. Y por si ello fuera poco, el BBVA también participa en el patrocinio de otra de las exposiciones fundamentales de estos días: Rembrandt. Pintor de historias, que se puede ver en el Museo del Prado.

2. El Banco Santander, además de patrocinar el equipo de Fórmula 1 que, al parecer, ganará este año, ha organizado una exposición sobre Daumier, uno de los artistas más comprometidos con el asunto social de su tiempo, en la sala de exposiciones de su “ciudad”. Imprescindible para conocer a uno de los artífices de la tradición expresionista en la pintura europea.

3. La Caixa, por su parte, nos ofrece una espectacular y magnífica muestra sobre arte y cultura de los etruscos.

4. Caja Madrid colabora con El Museo Thyssen-Bornemisza en una ambiciosa exposición sobre el arte europeo en los momentos de la Primer Guerra Mundial. Es muy interesante para aproximarse a las Vanguardias Históricas.
5. Por su parte, la Fundación Juan March, fiel a sus muy celebrados eventos monográficos, está preparando una exposición que se abrirá al público a comienzos de niviembre; Robert Matherwelll: tres poemas de Octavio Paz.

Ya conocemos la finalidad de los intereses que debemos pagar por las hipotecas... al menos, una parte... Wenceslao Fernández Floreez (en "Las siete columnas", 1926) dijo hace muchos años que los pecados capitales determinaban los cimientos de nuestra civilización... No, francamente, no creo que se trate de una simple maniobra publicitaria o cosmética, los valores espirituales del arte son incompatibles con semejantes mezquindades.

sábado, 18 de octubre de 2008

Huyamos, las vaginas furibundas atacan de nuevo

Pero... tranquilicémonos... la estructura político-administrativa y empresarial que rodea al señor Gallardón, cuida de nuestros intereses económicos, circulatorios y espirituales, y ha decidido (así, en impersonal, porque nadie desea pringarse con estas heces) privarnos de una imagen publicitaria pecaminosa... Y me pregunto qué les habrá molestado más: la imagen o el título de la película... Reconozco que no había oído emplear el término de marras desde la última vez que vi Amarcord y me conmoví con el personaje de la “desequilibrada” Volpina...
A este paso, tendrán que cerrar las tiendas de lencería o pasar al ostracismo pudoroso de las Sex-Shops. Albarda sobre albarda. Como ya está casi todo dicho(el año pasado hubo varias polémicas del mismo tipo que se pueden seguir en este mismo blog), me limitaré a indicar que el incidente apesta a maniobra publicitaria: se prohiben los carteles para que los ciudadanos más crédulos o reprimidos -que deben ser legión- acudan a ver la película. Aquí quien no corre vuela.

Desde mis condicionantes deductivos e inductivos, concluyo que una película titulada 'Diario de una ninfómana' sólo puede ser basura...

Degas y otras dos exposiciones en Mapfre-Recoletos

Tras unos cuantos años de exposiciones ramplonas, la fundación Mapfre aprovecha la apertura de su nuevo centro social y cultural, situado en la calle Recoletos, para ofrecernos tres exposiciones de cualidades muy diferentes, pero, en todo caso, memorables. El remozado edificio es, según mis criterios estéticos, una joyita, por más que sea obligado compararle con el del Marqués de Salamanca, situado en la acera de enfrente, en la actualidad, sede de la Fundación BBVA. Y en esa comparación...
Una verdadera lástima que no se hayan conservado más palacios de una época marcada por el desequilibrio social y por el "buen gusto" de aquellos parásitos engolados.
En el sótano, junto a una sala que contiene algunas de las últimas adquisiciones de la fundación –testigos de la ramplonería del mecenazgo de Mapfre-, podemos ver una serie fotográfica de Nicholas Nixon sobre las hermanas Brown (1975-2007), que me parecen un documento inquietante y trivial sobre el paso del tiempo. No recomendable para depresivos.
En la planta baja, bajo el lema “Degas. El proceso de la creación” se nos permite ver montaje organizado a partir de una colección de esculturas del Museo de Arte de Sao Paulo Assis Chateaubriand acompañadas por varias pinturas y dibujos del Musée d’Orsay. En este caso debo reconocer que se ha roto la tradicional ramplonería: la exposición tiene, a mi juicio, gran interés para ilustrar algunas de las cualidades formales de Degas.
Y, por fin, en la primera planta han reunido una importante colección de pintura española realizada en las proximidades del año 1900, que justifica sobradamente peregrinar para recorrer el palacete remodelado. Lo más interesante: las obras de Sorolla, Casas, Mir, Zuloaga... En suma, el grupo de autores que tradicionalmente se recoge para ofrecer una visión de la evolución estética española en armonía con los procesos vanguardistas de aquellos años. Y reconozco que cada vez me molestan más estas selecciones que, a fuerza de reiteraciones, han conseguido falsificar el pasado y hacernos creer que los pintores españoles, que todos los pintores españoles, estaban perfectamente alineados con las preocupaciones de quienes protagonizaron las vanguardias históricas. Resulta divertido ver la obra de Romero de Torres seleccionada... Siempre echo en falta a los académicos condenados al ostracismo, por lo general, de cualidades pictóricas excepcionales: Benedito, Álvarez de Sotomayor (etc.) y las obras más "etnográficas" de Romero de Torres... Algunos cuadros de estos autores provocan un grado de hilaridad que desde este púlpito deseo reivindicar para la práctica museística...

lunes, 6 de octubre de 2008

Por el error colectivo: La simplificación del arte.

Por Andrea López Montero
Según el artículo publicado el pasado domingo 5 de octubre en El País, parece que Vargas Llosa no puede ir más allá de la acepción del diccionario para el arte: Dedicarse/cultivar el arte: actividad humana dedicada a la creación de cosas bellas. Simplificando el valor del arte en lo meramente estético.
¿Protección excesiva ante lo económico y conceptual?
Si bien es positivo un celo hacia lo conceptual, dado que en él lo artístico es meramente discursivo (“reflexión impuesta por catálogo expositivo”), resulta cobarde, conservador, cómodo y de fácil defensa (pues aboga al respaldo popular, tratado como herramienta o utilitario) caer en la idea parnasiana del arte por el arte, por la belleza como valor único y verdadero del mismo.
Pues pareciera imposible para Vargas Llosa obviar lo económico a la hora de determinar el valor artístico, cayendo en el pozo especulativo que critica, sin distinguir entre el valor y el precio, la calidad artística por la cantidad económica a la hora de enjuiciar/vivir el arte.

Proteger el arte para el pueblo restándole el valor cultural que lo caracteriza, no es sino simplificarlo, maltratarlo, someterlo. Y quizá sea una payasada mayor este trato que el manejar el objeto artístico dentro del organismo de mercado, según el cual se rigen las actividades vitales del sistema.
El objeto artístico (que no es arte sino materialización, producto del mismo) en su calidad de objeto, y dado el contexto actual, es lógico que este sujeto a la especulación del mercado (el arte no puede estar supeditado a intereses económicos, una obra determinada sí).
Propone en defensa de su precio en el mercado, (mercado que él mismo califica como único criterio vigente), un juicio subjetivo del individuo (tenga este o no conocimiento alguno de todo lo que rodea, contextúa y justifica la existencia del arte) sujeto al gusto, que no es sino la apreciación de lo visualmente bello, equilibrado y correcto que satisface a la percepción más elemental. Defiende quizá el mercado de lo exclusivamente estético.
El hecho de que la calidad artística pase solo por el juicio subjetivo de lo estético, (de lo que colgaría en el salón) es irreal, falso, incompleto. Reducir el arte a lo bello(o de destreza artesanal) como verdadero criterio artístico es más hipócrita aun que cuantificar su calidad según el precio alcanzado en el mercado. Pues como decía Ruskin, “El artista joven que solo pinta cosas bellas olvida la mitad del mundo”.
O como dijese también Picasso (indudable genio, creo e imagino tanto para Vargas Llosa como para las instituciones tanto academicistas como contemporáneas), “El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto”, buen gusto reclamado por Vargas Llosa (sobre todo en el artículo “Caca de Elefante”)
Y si bien es cierto que puedes estar a favor o en contra de la obra de Damien Hirst en cuanto a la calidad artística se refiere, no debe calificarse esta según la situación en el mercado, así sea condicionamiento positivo o negativo. Pues resulta igual de verosímil guiarse por un medio comentado en verano y publicado en El País también, “Tanto sale en los libros, tanto vale”, donde el economista David Galenson determina la calidad de la obra de arte por la cantidad de veces que aparece reproducida en los libros especializados (obra que por cierto situaba Las Señoritas de Aviñon como el mejor cuadro, a pesar de alejarse del concepto de buena figura y necesitar previamente asimilar elementos para que sea del gusto oficial).
Ese arte histórico e irreal que menciona, la libertad del arte que sugiere esencial, cuando este en su historia ha estado delimitado por minorías y no por colectivos, con el elogio merecido de haber sabido aprovechar las fisuras de la cárcel en que ha estado confinado el arte según contextos diversos, para dar testimonio de algo más que la confesión de “modelos que ennoblecen con deseos y sueños”. Siendo además las pretensiones de Vargas Llosa obstáculos para nuevos territorios artísticos.
Dado que sus recursos de crítica caen sobre lo económico por lo artesano o establecido. El desprecio hacia la fealdad o lo estéticamente opuesto a lo asimilado por la percepción conlleva una pérdida de experiencias, vivencias, sensaciones estéticas que estas deformaciones formales tienen a bien regalarnos.
En base a qué necesidad establece valores ideales. Qué libertad le queda al arte si se cierran sus posibilidades en un canon ideal para poder determinar su calidad artística. No es sino un retroceso en la conquista de la plástica y la creación reclamar delimitaciones al lenguaje y la forma.
Es convertirlo en mero adoctrinamiento tachado de “espiritualidad” un poder divino para la vida: el nuevo Dios que se rige por las normas del colectivo, convirtiendo a este en poseedor de la verdad universal, siendo los artistas los nuevos sacerdotes que crean para la satisfacción (o idiotización, sumisión) del colectivo.
Valores ideales por el hecho de ser compartidos o confesos de un grupo cuantioso: el desconocimiento masificado establecido como universal, idóneo y correcto. Desconocimiento caracterizado por la realidad actual del colectivo. Colectivo compuesto de individuos ajenos al resto, donde el otro es herramienta para el triunfo personal, única finalidad de acción, guiado solo para un juicio perceptivo-visual desinteresado y estéril de profundizar, pues eso sería caer en el supuesto elitismo artístico que reclama un interés.
Si la experiencia artística se reduce a un mero juicio subjetivo basado en el gusto individual… dónde queda entonces el valor de integración social del arte.
Qué les queda de creativo a los artistas, con la desconfianza que su calidad de artistas deriva, si su creación ha de estar sujeta al juicio subjetivo personal ajeno, sin que para este juicio haya ningún tipo de requerimiento.
Qué sino caer en la simplificación de los valores ideales y externos caracterizados de corrección formal y de significado para ser aceptados por el colectivo. Para qué crear sino se fomenta un conocimiento, un interés, una entrega, una inquietud, una pasión, vida, duda, cuestión, si no se aporta algo propio a la obra y el encuentro directo espectador obra no es por tanto sincero. En estos aspectos el mercado pierde fuerza, y sentido.
Cayendo el arte en manos de los medios ( y siendo Vargas Llosa dictante en los mismos) trasladando por tanto ( se supedita) la opinión del individuo a las consideraciones de dichos medios, pasando la mano ejecutora de los especialista (críticos, galeristas, coleccionistas y marchantes) a los medios de masas, quedando ,a “ingenuidad del público extraviado y sometido” en manos de, en este caso, el juicio personal de Vargas Llosa (juicio simplista y cobarde) que deriva además en incentivar el odio/desprecio hacia el elitismo artístico ( hoy de carácter económico) arrastrando con él la cultura que lo acompaña y que justifica su valor real. Pues pareciese impensable, demasiado costoso y comprometido quizá, que el colectivo se integrase en la cultura y no, en cambio, que la cultura se adaptase al colectivo para ser aceptada, como sucede hoy, subsanándose para lo popular, colectivo adoctrinado, absorbido por contenidos del estilo “gran hermano” acabando así con la función del arte, con la verdadera valía del mismo, lo que lo hace esencialmente necesario y único, y siendo el arte solo decoración, acabando con él.
Pero, como dijo Nietzsche, “Sin arte, la vida sería un error”
Reduciendo Vargas Llosa el arte a la calidad estética, que no artística, (dado que esta incluye características más trascendentales que el canon o la percepción) y la destreza plástica, cualidades que hoy se hayan presentes en los objetos más cotidianos y funcionales, en el diseño y la moda, en la sofisticación de lo cotidiano, mientras que el arte domina a niveles más “espectaculares, adictivos” que lo meramente decorativo( que si bien no espiritual o sustitutivo religioso): es punto de atención para el interés, adicción al conocimiento, búsqueda o cuestión sobre la existencia, al sentir, experimentar, caracterizarnos como humanos, creadores, observadores, espectadores. Sujetos activos o pasivos que encuentran en el arte la energía que activa, y que no es solo entretenimiento estéril, sino auténtico, plagado de placeres y decepciones, sobrepasando a un individuo, una época, un pueblo, sobrepasando pues el sistema financiero y el sistema de poder dominante, atacando directamente, universalmente, atemporalmente.
Nada que ver con el entretenimiento adormecido dirigido a hacernos olvidar, ( que no cuestionar) vaciarnos de la vida diaria disfrutando en la desgracia ajena que es hoy espectáculo de masas, que exalta la necesidad del egoísmo, sin valores, no siendo el arte el veneno más peligroso, sino el sensacionalismo, bandera y arma de la manipulación actual de los medios de comunicación de masas, que satisface la necesidad de expiación de las culpas a través de los personajes ficticios, o no ,del campo televisivo( u otros medios de masas), acabando con los pocos valores realmente importantes, que en cambio incentiva la práctica artística, véase el considerar al otro, ser equipo, el querer al resto ( por cursi que pueda sonar) ,el poder crear, en el darse en lo creado.
En el artículo “Caca de elefante, 1997 El País” que menciona, dijo:” yo advertí que algo andaba podrido en el mundo del arte”, yo he de advertir que algo anda podrido en la cultura o en sus intelectuales, que no se paran a analizar o profundizar en sus propias palabras y el efecto que estas pueden tener.
Curioso que sus personajes literarios si sean libres de las prácticas sexuales más soeces, algo lógico dado que es real y se da, y en cambio todo sean problemas éticos y falta de valores si se traduce al campo artístico plástico. Será porque el poder visual deja a la palabra en una capacidad muy inferior y no mella tan intensamente.
En cualquier caso, resulta que el dinero es hoy el único capaz de inquietar a los individuos, de sacarlos de su rutina. Vargas Llosa habla solo de lo que se vende, sin detenerse o llamar la atención sobre lo que existe al margen del mercado económico, cayendo en su propia trampa.
Por qué triste razón solo se duplican los artículos de contenido ideológico o cultural tras producirse una crisis económica. Es pues la deseada estabilidad económica sinónimo de un vacio cultural, un estancamiento.