Acotación previa
Por razones desgranadas de vez en cuando en este blog, la colección de capiteles de la Mezquita Aljama de Córdoba componen uno de los conjuntos más interesantes para estudiar este apartado de la ornamentación arquitectónica de época romana en el universo mediterráneo. Obviamente, lo más relevante aún se conserva en las "zonas" de Aderramán I y Abderramán II, que, con ciertas prevenciones, pueden considerarse "depósitos cerrados" respectivamente en los años 788 y 855. Las prevenciones derivan de que el edificio ha sufrido importantes alteraciones, sobre todo, a partir del siglo XIII. Fruto de las acciones más obvias y de otras menos perceptibles, se retiraron algunos capiteles y seguramente, se cambiaron de posición otros.
Pero en todo caso, las piezas que hoy podemos contemplar poseen un deslumbrante caudal documental que informa de aspectos muy diversos.
Pero antes de seguir adelante me parece necesario hacer unas breves indicaciones con carácter de pequeña confesión pública sin acto de contrición. Confieso que, en realidad, este trabajo empezó hace más de cuarenta años y estuvo en el origen de un cambio radical en mis actividades personales y profesionales. Fue entonces cuando, por indicación de cierto reputado arabista — cuyo nombre prefiero silenciar por no irritar a nadie, que pudiera encontrar en la cita una asociación forzada—, la observación de ciertos detalles sirvieron para orientar una parte de mi actividad como historiador. Eran tiempos de fotografías en blanco y negro y de medios escasos que, por ventura, pude ampliar gracias a la ayuda de unos y otros… y sobre todo, de las circunstancias. Desde ellas, debo reconocer que la Mezquita Aljama de Córdoba se convirtió para mí en un lugar cargado de trascendencia simbólica que no explicaré por escrito, sencillamente, porque no me da la gana.
Cerrado el paréntesis de los sentimientos profundos, también debo reconocer que con el paso de los años, cambiaron muchas cosas en mi vida y entre ellas, los objetivos profesionales y también los “métodos de trabajo", cada vez menos condicionados por la disciplina académica y por lo políticamente correcto. Por suerte o por desgracia —entiéndase la coletilla en términos extremadamente precisos—, esos cambios llegaron al extremo de que, en la actualidad, gozo del maravilloso privilegio de no tener necesidad de buscar la “aprobación” de nadie. Y confieso que ahora mismo, no sé si ese detalle es positivo o negativo para el desarrollo y los resultados de un trabajo de investigación (sin comillas) que me ha ocupado "algunos" años y que ha culminado en apreciaciones más propias de diletantes que de "investigadores profesionales".
Sin embargo, tengo la impresión de que a algunos se les ha ido la mano y se han puesto “de moda” formas de trabajo que, según mi manera de ver estos asuntos, rayan con lo surrealista. Cada vez que caen en mis manos trabajos de la última década, con sus desbordadas descripciones analíticas que dedican media docena de páginas para describir las cualidades de un capitel y a la postre, no incluyen énfasis alguno sobre lo más significativo, me pregunto si no habremos perdido todos los puntos cardinales. Porque cuando la capacidad para realizar fotografías de cierta calidad ha llegado a un grado de trivialidad como el actual, parece que algunos han olvidado que una imagen vale más que mil palabras y que, mediante la palabra, es imposible competir en fidelidad descriptiva con las posibilidades de una cámara común de nuestros días. Sí, ya sé que la descripción verbal fuerza el análisis de los que “se ve” y ello es fundamental para escapar de las cárceles del automatismo perceptivo, pero todo tiene su medida, y en piezas tan sujetas a pautas repetitivas como los capiteles, en muchos casos, las descripciones extremadamente minuciosas, incluso las mesuradas de hace cincuenta años, acaban pareciendo letanías absurdas. Obviamente, ello no implica que debamos prescindir del recurso verbal, pero desde estas humildes páginas apuesto a que se haga sin perder de vista que el análisis verbal debe ser, ante todo, un indicador de cualidades relevantes.
Por otra parte, reconozco que estudiar "a fondo" los capiteles de la Mezquita Aljama de Córdoba requeriría un trabajo descomunal que debería atender a muchos aspectos aquí descartados... forzosamente; entre ellos, destacan las dimensiones y, por supuesto, el tipo de material sobre el que fueron tallados. Reconozco que no dispongo de posibilidades para escapar del punto de vista generalista.
Desde estas observaciones acaso pueda entenderse el planteamiento de este blog, que parte de la voluntad expresa de no competir con la capacidad descriptiva de las imágenes… Por fortuna, la tecnología ha cambiado cambiado radicalmente y hoy es posible ofrecer por este medio imágenes que dejan en mal lugar las viejas reproducciones en blanco y negro de las “publicaciones científicas rigurosas” de bajo y alto presupuesto. Y creo que sólo por ello, puede tener “interés social” —con plazo de utilidad tasado— ofrecer un trabajo como éste, del que, tal vez, lo único que merezca la pena para el curioso que, por casualidad, caiga en estas páginas, sean las fotografías. Me alegraré por ello; y si es útil lo demás para alguien, mejor: me alegraré aún más.
Aspectos preliminares
Supongo que para quienes tengan la mala costumbre de leer los comentarios vertidos en este blog, será una obviedad el uso de material reaprovechado en edificios de grandes pretensiones construidos a partir de la caída del Imperio Romano. Desde los siglos posteriores a la implantación del cristianismo, esa fórmula constructiva fue común en buena parte del mundo mediterráneo, al menos hasta el siglo X (en algunos lugares hasta mucho después). Hemos tenido oportunidad de ver lo que sucedió en todas las regiones italianas, en el norte de África, en la Península… Buena parte de los edificios de "época visigoda" —por no decir casi todos— que han llegado a nuestros días, fueron construidos mediante capiteles procedentes de los edificios romanos…
Desde esa observación de carácter general, se comprenderán las dudas que a muchos eruditos indujo el problema de la antigua iglesia de San Vicente, al que aludí en su día. Desde lo que hoy sabemos, desde lo documentado en este blog, acaso el problema se abra a una nueva dimensión: una estructura que, como indicaran Torres Balbás y sus colegas, derivaba de fórmulas romanas, construida con material de acarreo, muy bien pudiera haber sido realizada antes de la llegada de los primeros musulmanes. Porque es muy posible que, de acuerdo con lo que indican las fuentes antiguas, en Córdoba, marginal a las aportaciones materiales bizantinas, sucediera algo parecido a lo que sucedió en Grado y sus alrededores durante los siglos VI, VII y VIII, incluso aunque se mantuvieran buenas relaciones con el Imperio Romano de Oriente tanto en el plano religioso como en lo político. Dicho de otro modo: es muy posible que en Córdoba se construyeran iglesias entre los siglos V y VIII afines a las de Grado.
Obviamente, si quienes necesitaban construir una mezquita estaban obligados a recurrir a las fórmulas y usos arraigados in situ, no habrían tenido demasiadas alternativas. Ya sé que algunos estudiosos insistieron y aún insisten, en argumentar que El Emigrado llegó a las tierras béticas acompañado por una legión de arquitectos y artífices de todas las especialidades imaginables; y que ello "explicaría" tanto la fórmulas estructural elegida, que derivaría de modelos orientales, como las formales. No emplearé ni un renglón en discutirlo porque me parece inapropiado hacerlo en un texto que, a pesar de las calculadas "limitaciones metodológicas" (alguien dirá “aberraciones”), pretende ser, ante todo, serio.
"Particularmente" no tengo la menor duda de que todos los elementos ornamentales de la mezquita anterior al siglo X se pueden relacionar con "lo oriental", como toda la ornamentación romana posterior al siglo I. Desde esa observación "elemental", parece más razonable buscar referencias para elementos como la Puerta de San Esteban entre "lo romano", relativamente tardío, que entre lo damasceno de tiempos omeyas. Quizá vuelva algún día a este asunto aunque no sé si merece la pena entrar en un debate que de antemano se prefigura estéril…
Desde mi punto de vista —tenga en cuenta el lector que podría estar profundamente equivocado—, es obvio que, en aquellos tiempos, la realización de cualquier edificio de grandes pretensiones estaba condenada a asumir los usos y costumbres arraigados en la zona. Sir Keppel Archibald Cameron Creswell lo dejó dicho con especial contundencia al tratar sobre la arquitectura omeya. Desde ese punto de vista, las cualidades de la primera Mezquita Aljama de Córdoba podrían valorarse, con todo el recochineo que el lector desee, como un "edificio visigodo", si quien se expresa cree que tiene sentido mantener esa categoría. Con otra visión menos divertida, cabría decir que el citado edificio se construyó según las pautas arquitectónicas arraigadas en la zona que, sin duda, se habían mantenido en "tiempos visigodos", seguramente porque no había alternativa y porque las circunstancias se imponían en esa dirección; exactamente como sucedió en Roma, en Qairuán, en Rávena, en Aquileia, en Grado, en… Quienes entendemos la Historia del Arte como Historia de la Cultura Material lo teneos claro.
Esas circunstancias implicarían:
1. Un grandioso repertorio de fórmulas arquitectónicas documentado en multitud de edificios más o menos erosionados por el tiempo, entre los que debió haber aquellas que aún contemplamos en Roma, Damasco y Estambul entre otras muchas ciudades. En este sentido, es curioso lo poco que, al tratar sobre la Mezquita, los estudios han enfatizado que los arcos construidos combinando piedra y ladrillo responden a una modalidad especialmente arraigada en tiempos bizantinos, pero de marcado origen en el acervo helenístico: no es más que una variante del opus mixtum. Desde los escasos restos que han llegado a nuestros días, es difícil hacerse una idea de lo difundida que pudo estar esa forma de construir, pero no creo que sea fantasear demasiado, deducir que las únicas "fuentes" empleadas por los constructores musulmanes fueron edificios situados en Mérida… ¿No existirían en Córdoba edificios construidos mediante la fórmulas afines?
2. Los constructores de la primera mezquita y, por lo que documentan las propias piezas, los de la ampliación del siglo IX, optaron por la mencionada fórmula consuetudinaria que se completó con piezas de acarreo. Como tantas veces se ha dicho, la caída de Roma y la consiguiente diáspora hacia el universo rural, debió suponer la pérdida de casi todos los oficios y especialidades que habían contribuido a materializar la espectacular cultura romana. En consecuencia, fueron numerosos los edificios que, aún en tiempos no medievales, recurrieron a la reutilización de elementos romanos. Y aún en tiempos bizantinos, cuando durante unos años se manifestó una voluntad clara por recuperar fórmulas anteriores, se siguió empleando esa opción, que se combinó con la realización de ornatos específicamente bizantinos, que prevalecieron sobre aquellos La voluntad de Justiniano por reconstruir el Imperio Romano se materializó en Oriente, en buena parte del norte de África, y en el Sur y Norte de Italia, donde son abundantísimos los restos netamente bizantinos; no así en la antigua Bética, donde el flujo bizantino fue, ante todo y si me permiten la broma ciertos estudiosos, un "protoimpulso"... En ese sentido es elocuente que en la Mezquita Aljama de Córdoba y frente a lo que sucede en la de Damasco o en la de Cairuán, no exista ni un solo capitel estrictamente bizantino y sólo unos pocos acaso pudieran acreditar influjos de ese origen (lo veremos en su momento). Para burla de escépticos y desazón de dogmáticos, las cosas cambiaron diametralmente durante el siglo X: la ampliación de Alhakam podría valorarse como "edificio bizantino", por supuesto, de un "bizantinismo" fuertemente caracterizado por unos planteamientos estéticos radicalmente locales. Aunque me consta que muchos estudiosos, gracias a las posibilidades que proporciona la lupa analítica, se empeñan en ver elementos bizantinos en todas las excavaciones de la antigua capital del Califato, lo cierto es que tuvieron que ser las autoridades islámicas las que difundieron la cultura del Imperio Romano de Oriente en Córdoba. ¿No es para morirse de risa?
El caso del convento de Santa Clara, de Córdoba, es significativo. Según P. Marfil bajo la mezquita había una “iglesia bizantina”, así acreditada por las cualidades de un mosaico con temática helenística… Tal y como recordó L. Caballero ni la orientación ni la iconografía concuerdan con la mencionada valoración. Desde el punto de vista de este blog, deberíamos tener en cuenta la posible existencia de algún material específicamente bizantino. Lo más curioso es que en el Convento de Santa Clara hay, que yo sepa, ocho capiteles reaprovechados. De ellos, dos son compuestos califales —uno, con labor de ataurique y otro, sin ella—; tres o cuatro, hispanorromanos (uno pudiera ser corintio califal), otro podría ser de época cristiana y otro más de un grupo de filiación cultural dudosa… Pero sólo en uno hay grandes influencias bizantinas: el compuesto califal con labores de ataurique.
3. Es muy posible que estas circunstancias estuvieran adobadas con un componente que, según recordaron tantos estudiosos, subsistió como elemento muy relevante hasta, cuando menos, la estética califal: la voluntad de que los edificios islámicos se presentaran ante quienes los contemplaran como obras en continuidad con las grandes promociones del Imperio Romano. Y es muy probable que quienes dirigieron la construcción de la Mezquita Aljama se esforzaran no sólo en la recuperación de materiales sino también en la “importación” de fórmulas arquitectónicas y estructurales. Si esta idea fuera acertada, el viejo problema de la iglesia de San Vicente quedaría resuelto o, cuando menos, matizado de otra forma: ¿sería muy forzado imaginar que la primera mezquita no fue sino desarrollo de la estructura de la iglesia de San Vicente? Sí, ya sé que, hoy por hoy, el "estado actual de los conocimientos" va por otro lado, pero, contando con lo que han desvelado las excavaciones, ¿no es posible que las naves de la iglesia de San Vicente o de alguna otra de las proximidades, estuvieran organizadas mediante muros y alineación de columnas con arcos de arriostramiento longitudinal, similares a los de la Mezquita? Las excavaciones no han desvelado edificios de gran entidad, pero ¿qué sabemos de lo que había por encima de los cimientos?
En este blog ya he recogido bastantes casos que permiten extraer la conclusión de que la primera arquitectura hispano-cristiana fue una arquitectura de acarreo. Desde esa circunstancia, la primera mezquita cordobesa ofrecería otra importante cualidad de continuidad cultural. O expresado de otra manera, desde "la lógica conmutativa", el carácter de la primera Mezquita Aljama pudiera interpretarse como un dato más sobre el carácter de la primera arquitectura cristiana cordobesa. Con independencia de que la "leyenda mítica" de la iglesia de San Vicente fuera más o menos cierta, estaría aludiendo a un fenómeno de continuidad cultural que a este humilde amanuense le parece obvio. Algo parecido a la "fábula” de Rómulo y Remo, que parece mítica pura y, sin embargo, nos está explicando cómo funcionan determinados mecanismos psíquicos...
En definitiva, la actual Mezquita Aljama de Córdoba y, muy especialmente, lo que resta de la edificación del siglo IX, me parece un testimonio muy relevante no sólo sobre la arquitectura hispanorromana sino también sobre "lo que debió ser" la primera arquitectura cristiana.
Los capiteles
Desde el punto de vista constructivo, teniendo en cuenta que el sistema elegido debía armonizar el uso de basas (en algún caso), fustes, capiteles y cimacios, ello imponía recurrir a restos ornamentales de una entidad tal que no crearan problemas de adaptación. Es decir, no servían todos los capiteles que contuvieran los restos arquitectónicos de los alrededores, sino únicamente los que tuvieran cierta entidad. Aún así, entre los capiteles reaprovechados, los hay que fueron cercenados, generalmente, en la parte inferior y los hay que fueron suplementados, unas veces, por la parte inferior y otras sobre el ábaco. Pero, en general, la inmensa mayoría de los capiteles reaprovechados lo fueron en su magnitud original, imponiendo indirectamente una modulación que necesariamente se remitía a patrones de época romana. Mucho se ha escrito sobre los diferentes patrones de longitud que se emplearon en Hispania y en Al-Ándalus y no tengo el menor interés en seguir por un camino que transité durante algún tiempo, pero fuera como fuese y por el uso de estos elementos ornamentales, sus constructores estuvieron obligados por la modulación que ellos imponían y que ha descrito recientemente F.J. Roldán-Medina. Me remito a ello pero no sin indicar que, desde la materialidad del propio edificio, el estudioso debe tener en cuenta que tampoco en este sentido ha de ser muy productivo emplear la hipótesis de que los alarifes cordobeses fueron especialmente rigurosos. Ese rigor sería más propio de momentos con mayores exigencias estructurales y con mayores posibilidades tecnológicas, porque el uso de materiales de acarreo impone un pragmatismo funcional difícil de imaginar por quien no se ha puesto en su vida a construir con sus propias manos de esa manera; echar un vistazo a las “anomalías” —un arquitecto diría “tropelías”— constructivas de las que informan las excavaciones puede ayudar a entender lo que intento expresar.
Los capiteles reutilizados de la Mezquita Aljama de Córdoba han generado múltiples estudios de entidad heterogénea; entre ellos es obligado mencionar por el influjo ejercido en los años posteriores, los de Gómez-Moreno y Torres Balbás, que definieron pautas aún vigentes. Más tarde y con objetivos diversos fueron estudiados por Díaz Martos, Ch. Ewert, P. Cressier y, obviamente, por M. A. G. Behemerid... Se de algunos estudios recientes demasiado sesgados por un análisis excesivamente minucioso que, sin embargo, me parecen, de momento, poco relevantes para “colaborar” en la construcción del rompecabezas que estoy intentando bosquejar a brocha gruesa en este blog.
En Córdoba han aparecido pocos capiteles perfectamente contextualizado y, entre ellos y muy especialmente, los pertenecientes al Templo, realizados en la segunda mitad del siglo I. En todo caso, como es frecuente durante el siglo I, éstos no presentan peculiaridades que pudieran justificar hablar de un modelo local. Sus cualidades se ajustan bien a los paradigmas empleados en otros puntos del Imperio. Su monumentalizad y la entidad de otras piezas aparecidas en Córdoba, como el capitel de la calle La Palmera, que en el Museo han catalogado en la primera mitad del siglo I, hacen pensar en la existencia de una gran actividad constructiva, cuando menos, a partir de la época de Augusto.
En esta ocasión me ha parecido relevante tener en cuenta la ubicación específica de cada pieza. Frente a lo que suelo hacer en otros casos, cuando nombro a las piezas según fórmulas más o menos aleatorias, en este caso he nombrado las piezas en orden matricial matizado, teniendo en cuenta que la "zona" que inicialmente correspondía a una única columna ha sido cambiada por soluciones constructivas que pueden llegar a integrar tres capiteles; de ahí que en algunos casos la notación aparezca con las letras A, B y C, que se han asignado según el movimiento de las agujas del reloj.
Las dos primeras cifras responden a las "columnas" (matriciales) según orden norte-sur; las dos segundas definen las hileras, según orden oeste-este.
De acuerdo con la situación actual de la mezquita, los capiteles reutilizados se circunscriben a diez columnas y 22 hileras, teniendo en cuenta que una de estas, concretamente, la número 13 corresponde a un intercolumnio "teórico", que se corresponde con los tímpanos de arriostramiento que marcan la separación entre las dos primeras naves, y que no contiene columna alguna. Los alarifes de Almanzor se vieron obligados a falsear la alineación de las columnas de su ampliación, precisamente, debido a esa circunstancia.
Desde las circunstancias actuales de la catedral, que contempla intervenciones en diferentes lugares, donde se modificaron las partes iniciales, podemos deducir que en la mezquita debieron existir en las naves alrededor de 200 capiteles reutilizados, de los que hoy se conserva una proporción muy relevante, que unida a los que han llegado sueltos, acaso se acerquen con bastante aproximación a la colección que albergó la mezquita completa de tiempos de Almanzor.
En todo caso, con esta notación será sencillo saber si un capitel concreto está en la zona de Abderramán I o de Abderramán II, dado que los de ésta responden a la fórmula CMXX15, CMXX16... hasta CMXX22 y los de la primera mezquita a la notación CMXX01 hasta CMXX12.
Por último es importante advertir que he procurado ajustar esa nomenclatura las "anomalías" más o menos claras, como las impuestas por las capillas de la zona norte o por la existencia de la puerta de acceso turístico actual, donde conviven piezas de diferente naturaleza; por fortuna, uno de los que podríamos considerar en situación anómala, dada su posición insular en las proximidades del nave central de la catedral, el CM1110 permite aplicar el criterio general. Sobre el asunto de las puertas, el lector puede consultar la tesis de P. Marfil, sumamente interesante para acercarse a múltiples circunstancias de la Mezquita.
Tipológicamente, el grupo más numeroso de la Mezquita Aljama de Córdoba, es el de los capiteles corintios de estructura y configuración ortodoxas. Parece claro que el "almacén" más relevante del que sacaron restos ornamentales lo definían construcciones promovidas por las autoridades romanas, probablemente de la propia Córdoba y de los alrededores. Desde los paralelos conocidos, se diría que se transportaron piezas desde Mérida y desde Sevilla-Itálica, pero no se deben descartar otras posibilidades para determinar el destino original de ciertas piezas con réplicas en la Lusitania. Como veremos enseguida, "de la sensación" de que son numerosas las piezas de concepción similar, que hacen pensar en "escuelas locales" de cierta entidad, que trabajaron durante la segunda mitad del I, todo el siglo II y, al menos, el siglo III y que pudieron estar establecidas en las proximidades de cualquier núcleo urbano relevante. Volveré a ello al tratar sobre los capiteles heterodoxos.
Frente a lo que suele ser frecuente en el estudio de capiteles, en este caso no me parece oportuno forzar una ordenación tipológica afinada, porque tengo claras mis limitaciones en esos asuntos y además ya se han ofrecido sistematizaciones más o menos operativas. Me ha parecido más oportuno agruparlos en grandes bloques "culturales", asumiendo una cierta imprecisión cronológica, aunque ello suponga pasar por alto detalles que a estudiosos con planteamientos más "depurados", pudiera parecerles un dislate. Estoy seguro de que ahora mismo existen muchos especialistas que, con mejores recursos de todo tipo y con más voluntad, ya habrán hecho o estarán haciendo esos estudios y aún continuarán hasta que esté a disposición de cualquiera la Gran Enciclopedia de los Capiteles Romanos, perfectamente ordenada, por supuesto, según criterios ortodoxos.
Primer bloque: capiteles corintios del siglo I
En la Mezquita Aljama de Córdoba existen tres capiteles de la misma configuración, que acaso se cuenten entre los más antiguos. Sobre una estructura convencional, perfectamente definida en todos sus elementos, se caracterizan por contar con una corona de hojas de canto en la parte inferior del cesto y otra superior de palmas. Esta combinación no es común entre los capiteles corintios; es más propia de los corintizantes; en ellos es frecuente esta combinación ornamental, que no veremos en capiteles evolucionados. En ese sentido, estos capiteles estarían documentando una circunstancia que se manifiesta en otras piezas de la propia mezquita y que tuvimos ocasión de mencionar al enfrentarnos a los capiteles de Bibilis: la fusión o comunicación eventual entre las fórmulas ornamentales de los capiteles corintios y los corintizantes. Volveremos a ello a propósito de otro capitel de la propia Mezquita y, por supuesto, de una de las parejas del mihrab.
Completa la fórmula un ábaco de cierta concavidad con el frente moldurado con lengüetas en la parte inferior y ovas con dardos en la superior.
El modelo de acanto que forran las volutas y decoran la parte inferior del cesto, responde a la modalidad definida por algunos estudiosos como "de hojas de encina" (o "acanthus mollis"), caracterizada según indica la imagen.
Son detalles relevantes, que apuntan hacia un edificio especialmente cuidado, la manera de labrar las volutas exteriores y el mencionado ornato del ábaco.
Todo ello apunta hacia fórmulas propias del siglo I.
Sobre él hay un bloque reutilizado, que originalmente ofrecía una molduración escalonada, transformado en dos de sus caras en perfil de tronco piramidal con pequeña plataforma prismática en la parte superior.
El CM0201A reincide en la voluntad tapizante comentada en muchas ocasiones que, al parecer, no fue exclusiva de la Bética. En este caso resulta curioso apreciar como el desarrollo del cáliz casi devalúa por completo el efecto plástico de las volutas en el remate helicoidal.
Con un tratamiento de cierta plasticidad, destaca el tipo de acanto, que repite fórmulas del siglo I.
Entre lo más significativo, el tipo de espata, hiperdesarrollada hasta el extremo de cubrir todo el espacio comprendido entre los cálices anexos.
A juzgar por sus paralelos, probablemente, fue realizado en época Julio-Claudia, en los alrededores del año 50.
Sobre el capitel hay un "cimacio" de perfil escalonado y moldurado con reborde superior prismático, que ajusta mal con el ábaco del capitel. A destacar que el arco arranca en ménsula acusada, definida por dicho desajuste.
El CM0801 está dorado irregularmente, acaso por efecto de una iniciativa "antigua", que no se compadece con las piezas de los alrededores.
Se aprecia cierto desplazamiento entre el eje vertical del capitel y el del fuste, tal vez forzado porque ni el capitel ni el fuste fueron concebidos para estar adosados a muro.
Superficialmente está algo erosionado, pero frente a lo que suele ser norma, conserva las volutas de la zona no empotrada. Gracias a ello, es fácil observar que las volutas poseen sección con canaladura, como es común entre las piezas más antiguas.
La naturaleza del cesto, perfectamente definido, el carácter de los acantos, con vénulas paralelas y ojales poco alargados, nos sitúan en momento relativamente tempranos. Sin embargo, la escasa curvatura del ábaco obliga a adelantar su cronología.
Es el nº 429, de M.A. Gutiérrez Behemerid, que lo clasificó a comienzos del siglo II. Sin embargo, el buen diseño del kalathos y la entidad del cáliz central aconsejan situarle en la segunda mitad del siglo I.
Tiene especial interés el cimacio, confeccionado a partir de un bloque de tronco de pirámide de escasa pendiente y con estrecho reborde prismático, que, al menos, se recortó en uno de los laterales; estuvo decorado mediante serie de motivos geométricos que recuerdan la doble hacha minoica, motivo común en lo grecorromano que subsistió en tiempos cristianos.
El capitel CM0116 es similar al anterior (CM0801) y es otro de los repintados según criterios difíciles de calificar que, además, está sumamente erosionado y ha perdido las volutas exteriores.
Tiene especial interés el cimacio dispuesto sobre él, obtenido retallando una pieza de ornamentación arquitectónica difícil de evaluar dada su alteración: es muy posible que fueran "borradas" las imágenes representadas en el interior de los medallones sogueados. En este caso, pudieran ser motivos cristianos o animados; ambos habrían creado problemas a la ortodoxia islámica.
No creo que, en este caso, se pueda hablar de una pieza de "época visigoda", dada la calidad de la talla, que permiten intuir los restos no mutilados. Y acaso defina una referencia relevante para conocer los primeros modelos empleados por los “escultores” que trabajaron para el nuevo credo. Recuerde el lector que el ornato "asturiano", se suele relacionar, sobre todo, con objetos muebles. Aquí y, tal vez, también en lo asturiano, debiéramos incluir también las referencias directas tomadas de los abundantes restos romanos y tardorromanos que, muy probablemente, menudearían por las tierras peninsulares.
El CM0201B ofrece varios detalles interesantes que escapan de la naturaleza específica de los capiteles. El más relevante, su unión a un cimacio de manifiesto sentido cristiano, al que se borraron las cruces que, con toda probabilidad, ocupan los centros de las caras. El segundo, la existencia de cuñas cerámicas que, con toda seguridad, se emplearon para retacar el suplemento de mortero dispuesto para nivelar la base del cimacio.
Lo más destacable del capitel acaso sea su concepción general, muy similar a la del grupo "menos creativo" del mihrab. Frente a lo más repetido entre los capiteles de la Mezquita Aljama, en éste se valoran especialmente las volutas de un espesor sobresaliente, confeccionadas mediante el desarrollo una sección acanalada, tal y como es común durante el siglo I.
Otro tanto sucede con el remate del cáliz en su unión a las volutas interiores, en su aproximación al conjunto axial, del que la vuelta de hoja, bien marcada, se separa unos milímetros. Este detalle nos obliga a relacionarlo con un grupo de capiteles de hojas lisa ("de tacos") que, sin embargo, no permiten demasiada precisión, dado que esa manera de interpretar esa zona está documentada durante los siglos I y II.
Los acantos, con folíolos no muy largos y escasamente apuntados, junto a ojales no muy alargados y triple vénula central, apuntan hacia fórmulas comunes en la segunda mitad del siglo I y principios del II.
Merece ser destacada la manera de interpretar el arranque del conjunto axial, mediante pequeña hoja que proporciona soporte al pedúnculo.
Segunda mitad del siglo I.
El CM1002, que ha sufrido mutilaciones en la superficie en los vuelos angulares, presenta una estructura perfectamente bien definida y rasgos de talla de cierta depuración (volutas caladas y caulículos de diseño curvo), que nos sitúa en un contexto similar al del capitel anterior (CM0201B).
Sobre él existe un "cimacio" reaprovechado casi prismático, de perfil moldurado y escalonado, similar otros ya mencionados.
Segundo bloque: capiteles realizados en los alrededores del año 100
El CM0210 ha sido "reparado" en las volutas exteriores y retacado con mortero sobre el ábaco. Sin embargo se aprecia bien lo más relevante de su ornato, estructurado según fórmulas anteriores a la aparición del corintio asiático. Es similar al CM0201B. Se distingue de él en la manera de de rematar los caulículos, con un collar de "pétalos", que no aparece en aquel.
En todo caso, es relevante señalar que en estos capiteles se explica por qué cierta serie de hojas lisas ofrecen un "taco" bajo las volutas interiores, que debería servir para tallar el remate interior del cáliz.
Alrededores del año 100.
De nuevo los peculiares métodos que emplea la Iglesia para "conservar" el patrimonio histórico-artístico: no quiero imaginar que el alambre colocado entre las volutas del capitel CM0607 tenga función de tirante...
A destacar en este capitel su magnífico estado de conservación, si exceptuamos la mutilación de uno de los ángulos, la delicadeza naturalista en la talla de todos los elementos y muy especialmente de los de la parte superior entre los que destacan los florones, de diseño diverso y las molduras del borde del ábaco.
Hacia el año 100.
El capitel CM0822 ofrece varios detalles de especial relevancia para su catalogación: el perfil de las hojas de acanto, trapezoidales; los ojales poco alargados, la valoración del espacio interior entre las volutas, la entidad de los conjuntos axiales, el ornato del ábaco, con lengüetas y moldura de ovas y dardos. Únicamente el diseño de los florones, con flores de cuatro pétalos apunta hacia momentos "adelantados", pero todo lo demás, orienta a situarlo durante el siglo I, aunque M.A. Gutiérrez Behemerid lo catalogó (nº 485) en el siglo II.
Veremos el cimacio en una entrada específica.
El CM0205, comparable al anterior (CM0822), destaca por el enriquecimiento de los frentes del ábaco, de perfil peculiar, mediante seriación de lengüetas e incisiones a 45 grados.
Los acantos con hojas largas lanceoladas así como la factura de escasa carnosidad, imponen adelantar su cronología; sin embargo, aunque la modalidad de los florones nos remite a fórmulas tempranas, el carácter de las espatas, imponen adelantarlo, cuando menos, hasta la segunda mitad del siglo I.
Como en otros muchos casos, el CM0205 soporta un "cimacio" obtenido mediante el recorte de una pieza hispanorromana de molduración escalonada de cierta regularidad, que originalmente acaso fuera un dintel o algo parecido, dado que uno de sus frentes esta retallado con perfil de leve concavidad.
El CM0216, de concepción similar a los dos anteriores, nos permite enfatizar la concepción estructural, que muestra un cesto casi cilíndrico, que "se abre" al tronco de cono en la parte superior. Las dos coronas de hojas ofrecen un tipo de acanto de cierto desarrollo, con ojales alargados y folíolos que ya hacen pensar en el corintio asiático. Concretamente, las hojas de la corona superior de este capitel ofrecen un perfil que, unido a las consideraciones impuestas por otra serie que veremos más adelante abre la posibilidad de que nos encontremos ante un capitel realizado en pleno siglo II.
Lo más destacable se encuentra en el conjunto axial, resuelto mediante espatas triangulares, que veremos en otras piezas de la sala de oración y, obviamente, en el ornato del frente del ábaco, con dos molduras seriadas, respectivamente, con lengüetas y ovas y dardos.
Es el más evolucionado de la serie definida con los CM0205 y CM0822, aunque no creo que se les pueda separar en el decurso cronológico: lo "normal" es que pertenecieran al mismo edificio, que probablemente se construiría en los alrededores del año 100.
Sostiene un cimacio asimismo reutilizado con molduras escalonadas sin otros elementos de significación cultural que los alusivos a "lo romano".
Hacia el año 100.
Asimismo, merece ser destacado que nos encontramos ante otra columna con "cimacio" romano de molduras simples y envolvente prismático.
El CM0511 es similar al anterior (CM0509). También está asociado a cimacio de perfil escalonado. Hacia el año 100.
El CM0110 es un capitel anómalo, encarcelado entre las rejas de las "nuevas" capillas laterales de la zona oeste se conserva en buen estado, aunque se advierten restos de pintura de diferentes épocas.
Presenta estructura de orden corintio pero con una única corona de hojas. A destacar la naturaleza del conjunto axial, mediante espata, pedúnculo y florón y la naturaleza de los acantos, que orientan su catalogación hacia el año 100.
Tercer bloque: capiteles del siglo II
El CM0912, actualmente dispuesto en la zona de influencia de la nave central de la catedral, es un capitel que podemos relacionar con los años centrales del siglo II, de acuerdo con su estructura y con el tipo de ornamentación de los acantos, con palmas de hojas escasamente apuntadas y con ojales poco alargados. Entre lo más significativo: el conjunto axial, con pedúnculo "roscado", según fórmula común durante los años de Adrriano, Antonino Pío y Septimio Severo. En dirección comparable señala el ahuecamiento de las volutas exteriores que se concreta en el correspondiente canalillo y en la separación entre las de diferente cara.
A destacar el abultamiento de la unión entre el ornato vegetal bajo las volutas interiores y el conjunto axial, que ya hemos visto en otros capiteles.
Como ilustra la imagen, en la actualidad está dorado como los de las inmediaciones y soporta un cimacio que fue tallado a partir de un bloque moldurado y escalonado con borde superior prismático.
M.A. Gutiérrez Behemerid lo situó (nº 482) en el siglo II.
El CM0819, colocado en la zona más alterada de la Mezquita Mayor, pudiera confundir su valoración puesto que sólo conserva una corona de hojas. Sin embargo, por sus proporciones actuales, es muy posible que se trate de una pieza "reajustada" en la parte inferior para que "encajara" en el lugar elegido.
El tipo de acanto, con ojales recercados, la configuración del conjunto axial y el florón
hace pensar en los alrededores del año 100. sin embargo, la irregular volumetría del kalathos nos obliga a adelantar un poco su cronología: primera mitad del siglo II.
Es el nº 488 de M. A. Gutiérez Behenerid, que situó en el siglo II.
El capitel CM1003, dispuesto cerca del extremo noreste la primera mezquita y colocado entre uno de los fustes más espectaculares y un cimacio asimismo reaprovechado, se cuenta entre las "últimas" obras de gran refinamiento técnico de los talleres romanos. Destaca e él, además de una talla de cierta delicadeza (por supuesto, no llega a los refinamientos palatinos del siglo I o "barrocos" de los tiempos de Adriano o Marco Aurelio) y la concepción troncocónica del cesto, que le proporciona un aspecto singular.
Frente a ello, posee cualidades que lo sitúan en los ámbitos estéticos del siglo II: sobre todo, la concepción del cuerpo superior, con un ábaco de reducida concavidad, y volutas exteriores sin ahuecar.
El ornato vegetal, con acanto de folíolos algo apuntados y ojales alargados, señala en la misma dirección; y otro tanto sucede con el recubrimiento de las volutas, de escaso desarrollo helicoidal, y poco valoradas plásticamente, que hacen pensar en los primeros modelos del corintio asiático.
Los conjuntos axiales y el diseño geométrico del cesto, bien definido, documentan la pervivencia de las fórmulas del siglo I.
Mediados del siglo II.
El CM0502 destaca por las "regularizaciones" de mortero de cemento que se le han añadido, incluso para restituir un extremo del ábaco y por la existencia de un "cimacio" de molduras escalonadas.
Siglo II.
El CM1001 se parece bastante al CM0819, sin embargo, le alejan de él varios detalles: la inexistencia de ojales recercados unas volutas más propias de los corintios asiáticos que de las modalidades del siglo I.
Hacia el año 200.
A destacar el “cimacio” de perfil moldurado y escalonado.
El CM0104 se ve muy erosionado y con "restauraciones" que lo desfiguran parcialmente, aunque ello no impide que sean apreciables sus rasgos más significativos. Fue tallado mediante un relieve de escasa entidad pero ofrece una estructura acorde con las fórmulas de los siglos I y II. Está bien marcado el borde del kalathos, que delimita el consabido tronco de cono, y también están bien definidos los conjuntos axiales. Entre los rasgos que denotan "evolución" destaca la escasa curvatura del ábaco, las cartelas y los foliolos de los acantos, que podríamos relacionar con las fórmulas "orientalizantes" del siglo II
Hacia el año 200.
El CM0121, que alterna cartelas de palmas con flores de cinco pétalos en los ejes de los ábacos, conserva las cualidades mencionadas muchas veces en capiteles de la Bética, con kalathos perfectamente marcado, conjunto axial completo, cáliz hiperdesarrollado y volutas de escaso volumen, sin apenas resalte helicoidal.
Lo más destacable, en este caso, pudiera ser el tipo de acanto, de folíolos lanceolados, que sugieren las fórmulas de la segunda mitad del siglo II.
A destacar, la escasa curvatura de los brazos del ábaco y el recrecido dispuesto entre el capitel y el cimacio, en forma de cuña, para compensar la "irregular" ejecución del capitel. Sabiendo que lo usual es que los capiteles de época romana tengan la base del cesto y la superficie del ábaco paralelos, pudiera ser que esa irregularidad se justificara por las circunstancias específicas del lugar para el que fue concebido originalmente.
Segunda mitad del siglo II.
El CM0107 permanece en estado de conservación aceptable, de manera que también en este caso es fácil apreciar sus rasgos de ubicación cultural.
A destacar el mantenimiento de la estructura completa del orden corintio, si excusamos la naturaleza de las cartelas, con formato de palmas, aún muy dependientes de las fórmulas de los siglos I y II. La modalidad del acanto, con series de cuatro vénulas verticales y paralelas nos hace pensar en modelos del siglo II anteriores a la eclosión de los modelos orientales.
Es muy interesante el carácter del conjunto axial, definido mediante una especie de yema cerrada de dos brácteas de diseño curvo por el exterior y recto en el eje central.
También merece ser enfatizada la escasa concavidad de los brazos del ábaco y el "sobreábaco" de gran espesor que, muy probablemente, responde más a los ajustes constructivos que a la propia naturaleza del capitel.
Siglo II.
El CM0318 es similar al CM0121, aunque sus hojas de acanto presentan cuatro vénulas. Se aprecia con claridad la reducción de la concavidad del ábaco y la irregularidad en el diseño del labio del kalathos.
El CM0604 acredita un tipo de acanto algo diferente de, por ejemplo, el anterior, pero permanece dentro de la misma concepción estética.
Segunda mitad del siglo II.
El CM0119 está bastante dañado y además ha sido "repasado" con purpurina dorada.
El cimacio cuenta con un relieve suave de líneas verticales y aspas.
A destacar en el CM0513 el motivo axial, que hace pensar en fórmulas del siglo I, y su mal estado de conservación. No obstante, los ojales definen fórmula próxima a la serie que veremos enseguida, caracterizada por su alargamiento.
Segunda mitad del siglo II.
También el CM0808 soporta un cimacio moldurado y escalonado, seguramente de época romana.
El capitel cuenta con detalles que hacen pensar en momentos de cierta evolución: el tratamiento del acanto ofrece poca "carnosidad"; la estructura no está regularizada, los caulículos apenas tienen entidad y su tratamiento es muy esquemático; y, por fin, la concavidad del ábaco es escasa. Aunque en el tratamiento de las volutas el tallista recurrió a molduras, las hélices son casi planas.
Segunda mitad del siglo II.
Cuarto bloque: capiteles realizados en los alrededores del año 200
El capitel CM1007 ha llegado a nuestros días fuertemente erosionado, de manera que ha sido necesario rellenar con argamasa el cuerpo superior en la zona de una de las esquinas. Pero además, también fue retallado en la parte inferior, de manera que, si no fuera por algunas protuberancias perfectamente marcadas, podría tomársele por capitel de una única corona de hojas.
El CM0504 es similar a los anteriores.
Hacia el año 200.
El CM0705 es similar a los anteriores aunque se aprecia un cierto alargamiento de los ojales.
Alrededores del año 200.
Gracias a la pérdida del florón, el CM0410 nos permite contemplar con claridad la configuración del ábaco.
El grado de evolución del "ornato vegetal" nos empuja a situarlo entre los capiteles anteriores y los que veremos a continuación.
Alrededores del año 200.
En la mezquita de Córdoba existe un conjunto numeroso de capiteles corintios que no se distinguen mucho de los anteriores. Estructuralmente cumplen todos los requisitos del "orden" pero ofrecen una serie de cualidades que permitirían agruparlos y hablar de "rasgos regionales" o, incluso, "locales" (con ciertos matices). Todos ellos se caracterizan por un tipo de talla de escaso volumen, estructura menos airosa de lo usual entre los capiteles del siglo I; en la parte inferior (en la zona de la primera corona de hojas) el cesto es sensiblemente cilíndrico; ese cilindro se abre con claridad en el segundo orden para definir un tronco de cono, teóricamente delimitado por el labio del kalathos; y lo expreso así, porque, en realidad, el tronco de cono condiciona zonas "teóricamente" ajenas al cesto, como las volutas exteriores que, por lo general, no se ahuecan para dejar "pasar" el borde del cesto de un lado a otro. Esta circunstancia impone que el labio del kalathos, siempre enfatizado, sea sensiblemente irregular. Por fin, destaca un ábaco de trazado irregular, con moldura sencilla, y menor concavidad que la de los capiteles del siglo I.
Cuentan con caulículos de tiras alargadas, similares a las de los capiteles del siglo I (sin revirar) con remate sogueado, volutas no molduradas y con remate que escasamente enfatiza la forma helicoidal de los modelos del siglo I, y cáliz muy ceñido. Esa manera de devaluar la entidad plástica de las volutas nos acerca a lo que será común con los capiteles corintios asiáticos y es posible que ello nos esté hablando de una proximidad no casual.
En estos capiteles no existe un único modelo de ornamentación vegetal y no todos los conjuntos axiales ofrecen la misma fórmula: de hecho, el grado de variabilidad es comparable al que registran los capiteles anteriores.
En todo caso, en buena parte de los capiteles de este grupo aparecen fórmulas que, sin ser transposición directa de lo que podríamos encontrar en otros puntos del imperio, recogen detalles que nos ayudan a catalogarlos sin, a mi juicio, demasiado margen de imprecisión.
Concretamente, los acantos, de envolvente casi rectangular en las coronas del cesto, que se emplean para decorar las hojas y el forro de las volutas, se basan en una concepción del acanto que "parece" derivada de fórmulas imperiales del siglo II, con foliolos no muy aguzados y ojales sumamente triangulares muy agudos y alargados con diseño de "pequeño cuerno" o "coma larga". Casi siempre, las hojas del cesto cuentan con tres vénulas centrales conectadas con los folíolos de perfil diverso, pero, por lo general, con las anulaciones (ojales) mencionadas de pico y coma (o de pico y cuerno, si lo prefiere el lector).
Paralelos: es relativamente sencillo establecer ciertas relaciones con capiteles evolucionados de cualquier parte del universo romano; y si hacemos caso a ese paralelismo debiéramos situarlos durante el siglo III, sin embargo...
A la hora de emitir un juicio que aproxime estos capiteles a su contexto cultural, parece tentador pensar en un momento que podríamos valorar como "la segunda oleada constructiva". La primera habría correspondido a los años de implantación de los modelos imperiales y estará representada por los capiteles mencionados hasta ahora, que he situado entre los siglos I y II. En consecuencia, los que siguen deberían corresponder a los años finales del siglo II y principios del III. Al tratar de cada pieza intentaré ser un poco más preciso...
El CM0619 podría personalizar la transición de las fórmulas anteriores a las que acabo de describir. Está asociado a un cimacio con ornato comparable al del CM0201B.
Segunda mitad del siglo II.
El CM0207es un capitel que ha sido "restaurado" de mala manera, que asimismo define un punto de inflexión entre los usos del conjunto del siglo I y los recogido a continuación. Con los elementos indicados, en este capitel se advierte un tratamiento plástico más ambicioso, que ahueca las zonas próximas a los discos angulares.
También merece ser destacado el "cimacio", obtenido a partir de una pieza romana de perfil escalonado.
El CM0611 es otro de los capiteles de esta serie con mayores concomitancias con las fórmulas del siglo I, aunque participa de las cualidades genéricas mencionadas, con algún matiz relevante: no se aprecia ningún "pico" claro, aunque esta circunstancia acaso pudiera explicarse por la erosión superficial, que ha modificado substancialmente la apariencia de los ojales de la corona baja.
Aunque ha perdido dos de las zonas angulares, reconstruidas de modo tosco, se distingue por tener una de sus caras sin labra fina, de manera que fue concebido para estar adosado a muro. Desde esa circunstancia, se convierte en pieza relevante por lo que puede ayudar a valorar capiteles de hojas lisas pero también para aproximarnos a los procedimientos constructivos de los edificios para los que fueron concebidos. Es interesante detenerse en analizar la cara no tallada, donde se aprecia que conviven el tratamiento liso fino con la talla previa a esta situación. De ello se puede deducir que, al menos en este caso, se manifiesta la falta de un proceso sistemático que se aplicara en todos los casos para definir el tipo de talla que correspondía a un capitel concreto. En este caso parece que se aplicaban criterios con cierto "margen de maniobra" para la realización de la talla fina: es posible que los tallistas no se preocuparan excesivamente de labrar lo estrictamente necesario.
Más allá de esas circunstancias, nos encontramos ante un capitel perfectamente configurado en lo estructural, con todos los elementos del orden y con un tipo de ornato que recuerda las fórmulas del siglo I; no obstante, el tipo de acanto, con ojales alargados y desarrollo curvo nos impone vincularlo con el grupo mencionado.
A destacar la fórmula empleada en los florones, relativamente frecuente en la época mencionada, y las yemas de donde brotan; y también la profundidad del hueco entre los discos de las volutas exteriores, que de nuevo nos remite a fórmulas del siglo anterior. Si asumiéramos que los capiteles evolucionaron de forma lineal, éste debería ser de los más antiguos del conjunto.
También es destacable que el capitel soporta un cimacio sin retalla aparente, de diseño escalonado y moldurado, con tratamiento tosco y borde superior prismático de escaso grosor. De nuevo hemos de tomar en consideración de que en la Bética hubieran arraigado fórmulas constructivas con el sistema basa-fuste-capitel-cimacio en época relativamente temprana. Este cimacio documenta que no sólo se recurría a sobreelevar el apoyo de los elementos arquitrabados, según fórmula similares a las documentadas en el templo de Trajano en Timgad, en el templo de Baco en Baalbeck, en la Biblioteca de Adriano de Atenas e incluso, en el Arco de Constantino de Roma, que ayudarían a explicar el gran número de "cimacios " retallados en una de sus caras que hay en la Mezquita Aljama de Córdoba. El cimacio de este capitel permite plantear la hipótesis de que pudieron en Córdoba (en la Bética) existir edificios equiparables al Mausoleo de Santa Constanza, en los que, desde época relativamente temprana se emplearan cimacios para enfatizar la elevación de las arquerías.
El CM0421 es similar al anterior. Hacia el año 200.
CM0901, ídem anterior.
Aunque la pintura “decorativa” impida valorarlo adecuadamente, el CM1010B, dispuesto en la zona de la catedral, no se aleja de lo ya mencionado.
Hacia el año 200.
También en el caso del capitel CM0405 resulta más interesante el cimacio que el capitel mismo, que forma parte del grupo "andaluz" mencionado: se trata de un bloque de piedra que inicialmente debió ser imposta o dintel de perfil escalonado y que fue fracturado para ajustarlo a su nueva función estructural.
Capitel de los alrededores del año 200.
Con el capitel CM0406 sucede algo parecido a lo que hemos visto con el CM0405. También aquí nos encontramos ante una pieza reutilizada dos veces, con relieves similares, con una importante diferencia: el cimacio del CM0406 seguramente estuvo adosado (no empotrado), puesto que el relieve ocupa por completo las tres caras. También en este caso, de acuerdo con el perfil de las molduras de una de las caras, se aprecia que el bloque había cumplido función ornamental y estructural en un edificio de época romana, de cualidades no tan refinadas como las que encontraríamos en la capital del Imperio.
Por su parte, el capitel, que parece haber sido rebajado unos centímetros en la parte inferior, ofrece un modelo estructural de cierta irregularidad en el tratamiento del kalathos y un tipo de ornato con hojas de acanto bastante anchas y ojales alargados, que nos sitúa, nuevamente, en los alrededores del año 200.
El CM0407 es similar al anterior (CM0406) salvo en lo referente al cimacio, aquí casi troncopiramidal pero de aristas algo más cóncavas.
Alrededores del año 200
El CM0408 es similar a los anteriores (CM0406 y CM0407). El cimacio sigue la pauta más común en la Mezquita Aljama de Córdoba, con ronco de pirámide remate superior prismático, diferenciado mediante entrecalle de angulo recto.
Hacia el año 200.
Otra vez debemos mirar por encima del capitel para advertir lo más relevante de la columna CM0409, aún en la zona del primer omeya. Hay un cimacio cristiano que, según parece, se ha conservado prácticamente intacto desde el momento de su realización. Y en este caso se trata de un bloque de concepción volumétrica diferente de lo más común en este edificio: es un tronco de pirámide con borde superior prismático, como es frecuente entre los cimacios de la Mezquita Mayor, pero de inclinación sensiblemente inferior a la del resto de las columnas. Además, las caras cuentan con ornato asimismo distinto de lo que es más común. Son realizaron relieves muy someros de concepción geométrica, según fórmulas a destacar: en dos de las caras el diseño está definido mediante circunferencias secantes que definen "flores" de cuatro pétalos; en las otras dos el diseño se consigue mediante arcos entrecruzados, que podrían aportar un dato al origen de ciertas fórmulas islámicas. El borde superior prismático está ornado mediante una interpretación tosca del doble sogueado continuo. A destacar los elementos que rellenan las áreas angulares, que en unos casos son líneas que sugieren formas vegetales y en otros, simples trazos en zigzag.
El capitel sigue las pautas de los ejemplares ya mencionados en la segunda mitad del siglo II, alrededores del año 200.
El CM0401C es similar al anterior, con algunas diferencias de escasa relevancia a la hora de clasificarlo.
Alrededores del año 200.
A destacar el cimacio, con relieves diferentes según las caras.
CM0411 ha. 200
El CM0118 es otro de los capiteles "decorado" según criterios esperpénticos, mediante dorados y policromía verbenera.
CM0320 similar a los anteriores y soporta cimacio troncopiramidal de caras lisas, que no me atrevería a situar en un contexto cultural claro, aunque como el lector supondrá, es probable que fuera realizado durante el siglo IX.
El CM0317 es similar a los anteriores, pero se distingue de ellos en que está asociado a un "cimacio" peculiar del que nos ocuparemos en otra entrada.
El CM0301B ofrece una modalidad, con variaciones mínimas sobre la fórmula documentada por los capiteles anteriores. Lo más relevante: el tipo específico de acanto con tres vénulas centrales y folíolos menos afilados que en otros casos. También en éste se perciben "restos" del "taco" de la unión entre volutas interiores y cáliz.
La falta de volumen en la talla, la escasa concavidad del ábaco y la irregular concepción estructural nos obligan a situarlo en los alrededores del año 200.
Sobre él también apreciamos la existencia de un "cimacio" perfilado mediante molduras sencillas escalonadas, con las implicaciones ya mencionadas.
Acotación: no sería mala idea que retiraran el clavo oxidado, que tal vez cumpliera importantes funciones en el pasado...
El CM0122 es similar al anterior (CM0121) con la diferencia impuesta por un tipo de acanto menos evolucionado. Sin embargo, la concepción general es prácticamente la misma: también en este capitel se contraponen en los frentes del ábaco flores y palmetas y también en éste fue necesario suplementar el ábaco aunque no se aprecia falta de paralelismo entre la base del cesto y la superficie del ábaco.
Sostiene un "cimacio", que más parece imposta moldurada según fórmulas de época romana
Hacia el año 200.
El capitel CM0706 es similar a los anteriores. A destacar el cimacio que pudiera ser romano.
Nada de particular sobre el capitel CM0709.
Hacia el año 200.
CM0711, nada de particular.
Hacia el año 200.
CM0712 nada de particular.
CM0804.
Nada de particular.
Existe un capitel de hechura comparable, que fue posible contemplar en el Museo Arqueológico de Córdoba, atribuido al siglo II.
CM0806. A destacar el fuste de estrías helicoidales y el cimacio, de perfil moldurado según fórmula romana.
CM0809 capitel sobre fuste estriado.
CM0811. Nada de particular.
El capitel CM0812, que seguramente ha perdido una parte importante del cesto y ha sido retacado con mortero de forma exagerada, apenas se distingue de lo que ya hemos visto en los ejemplares anteriores. En él merecen ser destacadas las dos formulas empleadas para el conjunto axial: en un caso, aparecen los triángulos afilados mientras que para definir el otro, el tallista eligió un tallo con dos hojitas a cada lado.
Alrededores del año 200.
La columna CM0812 está asociada a un cimacio que probablemente fue empleado por segunda vez en un edificio cristiano. Al menos, eso es lo que implica que esté decorado sólo en tres de sus caras elementos geométricos de ejecución y concepción simples, tanto en la zona piramidal como en la prismática. En ésta discurre una línea sinusoidal rematada en espirales, mientras que en la zona piramidal, sumamente corta, se emplearon arquillos con tachuelas en las albanegas.
La inexistencia de elementos de clara significación cristiana, a mi juicio, no puede interpretarse de modo taxativo.
El CM0211 se distingue por la casi inexistencia de conjunto axial, por la escasa concavidad del ábaco, por la irregular concepción del kalathos, y por la gran separación que media entre el borde del kalathos, con labio muy tosco, y las volutas interiores, dispuestas de modo comparable a los usos del corintio asiático.
Todo ello nos obliga a considerarlo "capitel evolucionado", aunque, como tuvimos oportunidad de ver a propósito de algunos de Mulva, no creo que su realización pueda alejarse mucho del año 200.
El CM0310 está decorado con acantos de tres vénulas y un triángulo axial, ya desconectado de las palmas que ocupan el lugar de los florones.
Aunque también el diseño de las volutas hace pensar en fórmulas relacionadas con el corintio asiático, la buena concepción volumétrica del kalathos impide adelantar mucho su cronología.
Hacia el año 200.
Soporta otro "cimacio" de molduración escalonada.
A destacar en el CM0411 la manera de ornar los florones, según fórmulas diversas y alguna de ellas particularmente heterodoxas, como la tulipa en círculo de una de las caras.
Aunque solo cuenta con un única corona de hojas de acanto, el escaso volumen de las volutas, la geometrización del conjunto axial, la escasa concavidad del ábaco y la naturaleza de los acantos, con folíolos lanceolados, nos impone situar el CM0202 en el mismo momento cultural que los anteriores.
Quinto bloque: capiteles del siglo III
Se comprenderá que he incluido en este grupo los capiteles que me parecen más evolucionados de cuantos siguen las pautas del "orden corintio". Sin embargo, enseguida veremos que las variaciones entre los anteriores y éstos no son muy relevantes y que esa falta de rasgos decididamente evolucionados está en el origen del ordenamiento según "fases" solapadas. Estoy seguro de que si volviera a ordenar todos los capiteles corintios de la Mezquita Aljama, muy probablemente, algunos cambiarían de posición. Animo al lector a hacer su propia valoración evolutiva...
El CM0510B, por ejemplo, que cuenta con cimacio con molduras escalonadas de época romana, apenas se distingue de los anteriores por un tratamiento escultórico particularmente pobre; colocarlo más allá del año 200 y no antes es fruto de una decisión que tiene mucho de intuición forzada por el objetivo de ofrecer un juicio lo más concreto posible. Sin embargo, me parece bastante claro que casi todos los "colocados" en el siglo II como éstos fueron realizados en un momento cultural difícil de acotar con precisión, al menos, desde mis conocimientos.
Ese "momento" estaría caracterizado por el mantenimiento de las fórmulas imperiales sin otras modificaciones que cierta tendencia a simplificar el proceso de realización mediante una manera de tallar que prescindía del virtuosismo que reflejan los capiteles realizados antes de la muerte de Adriano (138). En consecuencia, esa pérdida de interés por la talla de cualidades sofisticadas debió imponer que se perdieran habilidades que no se recuperarían hasta muchos años después.
El CMP001, que en la actualidad está en el patio, es similar al anterior.
Otro tanto sucede con el CMCNSA02.
El CM0609 cuenta con una corona inferior de hojas de diseño sumario que nos hace pensar en un momento más avanzado en el proceso de disolución de las tradiciones imperiales. Por lo demás, conserva todos los elementos del orden y muestra un kalathos en la parte superior con labio perfectamente marcado.
Está asociado a un cimacio que documenta una pieza de doble reaprovechamiento. Sobre el bloque perfil moldurado se dibujó una retícula geométrica de cruces de época cristiana.
El capitel podría ser del siglo III.
El CMP005, que como el anterior, está en el patio, combina elementos de los siglos I y II con otros más evolucionados: entre los primeros, la manera de ahuecar las volutas angulares y un tipo de acanto escasamente evolucionado. Entre los segundo, la concepción volúmetrica general, muy irregular, y la inexistencia de conjunto axial.
Siglo III.
Reconsideración
Los capiteles de este epígrafe componen, con mucho, el conjunto más numeroso de la Mezquita. Gracias a ellos posemos hacernos una idea de cómo debieron ser los edificios de los que formaron parte y, por supuesto, de en qué momentos se manifestó la capacidad promotora imperial. Da la sensación de que en el siglo II se manifestó con mayor fuerza la retórica imperial. Y asimismo da la sensación de que esa voluntad se fue apagando a medida que pasaban los años.
Nota
Los cambios de color de los objetos recogidos en las imágenes no sólo responden a la calidad de la piedra sino, sobre todo, al tipo de iluminación empleado para obtenerlas. El flash directo ofrece imágenes "comprimidas" y frías (blanquecinas); la luz rebotada acentúa los matices cálidos y, con frecuencia, los añade..
Por razones desgranadas de vez en cuando en este blog, la colección de capiteles de la Mezquita Aljama de Córdoba componen uno de los conjuntos más interesantes para estudiar este apartado de la ornamentación arquitectónica de época romana en el universo mediterráneo. Obviamente, lo más relevante aún se conserva en las "zonas" de Aderramán I y Abderramán II, que, con ciertas prevenciones, pueden considerarse "depósitos cerrados" respectivamente en los años 788 y 855. Las prevenciones derivan de que el edificio ha sufrido importantes alteraciones, sobre todo, a partir del siglo XIII. Fruto de las acciones más obvias y de otras menos perceptibles, se retiraron algunos capiteles y seguramente, se cambiaron de posición otros.
Pero en todo caso, las piezas que hoy podemos contemplar poseen un deslumbrante caudal documental que informa de aspectos muy diversos.
Pero antes de seguir adelante me parece necesario hacer unas breves indicaciones con carácter de pequeña confesión pública sin acto de contrición. Confieso que, en realidad, este trabajo empezó hace más de cuarenta años y estuvo en el origen de un cambio radical en mis actividades personales y profesionales. Fue entonces cuando, por indicación de cierto reputado arabista — cuyo nombre prefiero silenciar por no irritar a nadie, que pudiera encontrar en la cita una asociación forzada—, la observación de ciertos detalles sirvieron para orientar una parte de mi actividad como historiador. Eran tiempos de fotografías en blanco y negro y de medios escasos que, por ventura, pude ampliar gracias a la ayuda de unos y otros… y sobre todo, de las circunstancias. Desde ellas, debo reconocer que la Mezquita Aljama de Córdoba se convirtió para mí en un lugar cargado de trascendencia simbólica que no explicaré por escrito, sencillamente, porque no me da la gana.
Cerrado el paréntesis de los sentimientos profundos, también debo reconocer que con el paso de los años, cambiaron muchas cosas en mi vida y entre ellas, los objetivos profesionales y también los “métodos de trabajo", cada vez menos condicionados por la disciplina académica y por lo políticamente correcto. Por suerte o por desgracia —entiéndase la coletilla en términos extremadamente precisos—, esos cambios llegaron al extremo de que, en la actualidad, gozo del maravilloso privilegio de no tener necesidad de buscar la “aprobación” de nadie. Y confieso que ahora mismo, no sé si ese detalle es positivo o negativo para el desarrollo y los resultados de un trabajo de investigación (sin comillas) que me ha ocupado "algunos" años y que ha culminado en apreciaciones más propias de diletantes que de "investigadores profesionales".
Mezquita Aljama de Córdoba. Zona del "museo". |
Por otra parte, reconozco que estudiar "a fondo" los capiteles de la Mezquita Aljama de Córdoba requeriría un trabajo descomunal que debería atender a muchos aspectos aquí descartados... forzosamente; entre ellos, destacan las dimensiones y, por supuesto, el tipo de material sobre el que fueron tallados. Reconozco que no dispongo de posibilidades para escapar del punto de vista generalista.
Puerta de San Esteban. Detalle |
Supongo que para quienes tengan la mala costumbre de leer los comentarios vertidos en este blog, será una obviedad el uso de material reaprovechado en edificios de grandes pretensiones construidos a partir de la caída del Imperio Romano. Desde los siglos posteriores a la implantación del cristianismo, esa fórmula constructiva fue común en buena parte del mundo mediterráneo, al menos hasta el siglo X (en algunos lugares hasta mucho después). Hemos tenido oportunidad de ver lo que sucedió en todas las regiones italianas, en el norte de África, en la Península… Buena parte de los edificios de "época visigoda" —por no decir casi todos— que han llegado a nuestros días, fueron construidos mediante capiteles procedentes de los edificios romanos…
Desde esa observación de carácter general, se comprenderán las dudas que a muchos eruditos indujo el problema de la antigua iglesia de San Vicente, al que aludí en su día. Desde lo que hoy sabemos, desde lo documentado en este blog, acaso el problema se abra a una nueva dimensión: una estructura que, como indicaran Torres Balbás y sus colegas, derivaba de fórmulas romanas, construida con material de acarreo, muy bien pudiera haber sido realizada antes de la llegada de los primeros musulmanes. Porque es muy posible que, de acuerdo con lo que indican las fuentes antiguas, en Córdoba, marginal a las aportaciones materiales bizantinas, sucediera algo parecido a lo que sucedió en Grado y sus alrededores durante los siglos VI, VII y VIII, incluso aunque se mantuvieran buenas relaciones con el Imperio Romano de Oriente tanto en el plano religioso como en lo político. Dicho de otro modo: es muy posible que en Córdoba se construyeran iglesias entre los siglos V y VIII afines a las de Grado.
Obviamente, si quienes necesitaban construir una mezquita estaban obligados a recurrir a las fórmulas y usos arraigados in situ, no habrían tenido demasiadas alternativas. Ya sé que algunos estudiosos insistieron y aún insisten, en argumentar que El Emigrado llegó a las tierras béticas acompañado por una legión de arquitectos y artífices de todas las especialidades imaginables; y que ello "explicaría" tanto la fórmulas estructural elegida, que derivaría de modelos orientales, como las formales. No emplearé ni un renglón en discutirlo porque me parece inapropiado hacerlo en un texto que, a pesar de las calculadas "limitaciones metodológicas" (alguien dirá “aberraciones”), pretende ser, ante todo, serio.
ESTAI03, capitel de Santa Irene (Estambul), capitel "de volutas en V" reutilizado como basa en la iglesia del siglo VI, restaurada en tiempos de Constantino V (siglo VIII). |
Desde mi punto de vista —tenga en cuenta el lector que podría estar profundamente equivocado—, es obvio que, en aquellos tiempos, la realización de cualquier edificio de grandes pretensiones estaba condenada a asumir los usos y costumbres arraigados en la zona. Sir Keppel Archibald Cameron Creswell lo dejó dicho con especial contundencia al tratar sobre la arquitectura omeya. Desde ese punto de vista, las cualidades de la primera Mezquita Aljama de Córdoba podrían valorarse, con todo el recochineo que el lector desee, como un "edificio visigodo", si quien se expresa cree que tiene sentido mantener esa categoría. Con otra visión menos divertida, cabría decir que el citado edificio se construyó según las pautas arquitectónicas arraigadas en la zona que, sin duda, se habían mantenido en "tiempos visigodos", seguramente porque no había alternativa y porque las circunstancias se imponían en esa dirección; exactamente como sucedió en Roma, en Qairuán, en Rávena, en Aquileia, en Grado, en… Quienes entendemos la Historia del Arte como Historia de la Cultura Material lo teneos claro.
Esas circunstancias implicarían:
1. Un grandioso repertorio de fórmulas arquitectónicas documentado en multitud de edificios más o menos erosionados por el tiempo, entre los que debió haber aquellas que aún contemplamos en Roma, Damasco y Estambul entre otras muchas ciudades. En este sentido, es curioso lo poco que, al tratar sobre la Mezquita, los estudios han enfatizado que los arcos construidos combinando piedra y ladrillo responden a una modalidad especialmente arraigada en tiempos bizantinos, pero de marcado origen en el acervo helenístico: no es más que una variante del opus mixtum. Desde los escasos restos que han llegado a nuestros días, es difícil hacerse una idea de lo difundida que pudo estar esa forma de construir, pero no creo que sea fantasear demasiado, deducir que las únicas "fuentes" empleadas por los constructores musulmanes fueron edificios situados en Mérida… ¿No existirían en Córdoba edificios construidos mediante la fórmulas afines?
2. Los constructores de la primera mezquita y, por lo que documentan las propias piezas, los de la ampliación del siglo IX, optaron por la mencionada fórmula consuetudinaria que se completó con piezas de acarreo. Como tantas veces se ha dicho, la caída de Roma y la consiguiente diáspora hacia el universo rural, debió suponer la pérdida de casi todos los oficios y especialidades que habían contribuido a materializar la espectacular cultura romana. En consecuencia, fueron numerosos los edificios que, aún en tiempos no medievales, recurrieron a la reutilización de elementos romanos. Y aún en tiempos bizantinos, cuando durante unos años se manifestó una voluntad clara por recuperar fórmulas anteriores, se siguió empleando esa opción, que se combinó con la realización de ornatos específicamente bizantinos, que prevalecieron sobre aquellos La voluntad de Justiniano por reconstruir el Imperio Romano se materializó en Oriente, en buena parte del norte de África, y en el Sur y Norte de Italia, donde son abundantísimos los restos netamente bizantinos; no así en la antigua Bética, donde el flujo bizantino fue, ante todo y si me permiten la broma ciertos estudiosos, un "protoimpulso"... En ese sentido es elocuente que en la Mezquita Aljama de Córdoba y frente a lo que sucede en la de Damasco o en la de Cairuán, no exista ni un solo capitel estrictamente bizantino y sólo unos pocos acaso pudieran acreditar influjos de ese origen (lo veremos en su momento). Para burla de escépticos y desazón de dogmáticos, las cosas cambiaron diametralmente durante el siglo X: la ampliación de Alhakam podría valorarse como "edificio bizantino", por supuesto, de un "bizantinismo" fuertemente caracterizado por unos planteamientos estéticos radicalmente locales. Aunque me consta que muchos estudiosos, gracias a las posibilidades que proporciona la lupa analítica, se empeñan en ver elementos bizantinos en todas las excavaciones de la antigua capital del Califato, lo cierto es que tuvieron que ser las autoridades islámicas las que difundieron la cultura del Imperio Romano de Oriente en Córdoba. ¿No es para morirse de risa?
CCSC08. Foto tomada de Caballero, 2007 |
3. Es muy posible que estas circunstancias estuvieran adobadas con un componente que, según recordaron tantos estudiosos, subsistió como elemento muy relevante hasta, cuando menos, la estética califal: la voluntad de que los edificios islámicos se presentaran ante quienes los contemplaran como obras en continuidad con las grandes promociones del Imperio Romano. Y es muy probable que quienes dirigieron la construcción de la Mezquita Aljama se esforzaran no sólo en la recuperación de materiales sino también en la “importación” de fórmulas arquitectónicas y estructurales. Si esta idea fuera acertada, el viejo problema de la iglesia de San Vicente quedaría resuelto o, cuando menos, matizado de otra forma: ¿sería muy forzado imaginar que la primera mezquita no fue sino desarrollo de la estructura de la iglesia de San Vicente? Sí, ya sé que, hoy por hoy, el "estado actual de los conocimientos" va por otro lado, pero, contando con lo que han desvelado las excavaciones, ¿no es posible que las naves de la iglesia de San Vicente o de alguna otra de las proximidades, estuvieran organizadas mediante muros y alineación de columnas con arcos de arriostramiento longitudinal, similares a los de la Mezquita? Las excavaciones no han desvelado edificios de gran entidad, pero ¿qué sabemos de lo que había por encima de los cimientos?
En este blog ya he recogido bastantes casos que permiten extraer la conclusión de que la primera arquitectura hispano-cristiana fue una arquitectura de acarreo. Desde esa circunstancia, la primera mezquita cordobesa ofrecería otra importante cualidad de continuidad cultural. O expresado de otra manera, desde "la lógica conmutativa", el carácter de la primera Mezquita Aljama pudiera interpretarse como un dato más sobre el carácter de la primera arquitectura cristiana cordobesa. Con independencia de que la "leyenda mítica" de la iglesia de San Vicente fuera más o menos cierta, estaría aludiendo a un fenómeno de continuidad cultural que a este humilde amanuense le parece obvio. Algo parecido a la "fábula” de Rómulo y Remo, que parece mítica pura y, sin embargo, nos está explicando cómo funcionan determinados mecanismos psíquicos...
En definitiva, la actual Mezquita Aljama de Córdoba y, muy especialmente, lo que resta de la edificación del siglo IX, me parece un testimonio muy relevante no sólo sobre la arquitectura hispanorromana sino también sobre "lo que debió ser" la primera arquitectura cristiana.
Los capiteles
Desde el punto de vista constructivo, teniendo en cuenta que el sistema elegido debía armonizar el uso de basas (en algún caso), fustes, capiteles y cimacios, ello imponía recurrir a restos ornamentales de una entidad tal que no crearan problemas de adaptación. Es decir, no servían todos los capiteles que contuvieran los restos arquitectónicos de los alrededores, sino únicamente los que tuvieran cierta entidad. Aún así, entre los capiteles reaprovechados, los hay que fueron cercenados, generalmente, en la parte inferior y los hay que fueron suplementados, unas veces, por la parte inferior y otras sobre el ábaco. Pero, en general, la inmensa mayoría de los capiteles reaprovechados lo fueron en su magnitud original, imponiendo indirectamente una modulación que necesariamente se remitía a patrones de época romana. Mucho se ha escrito sobre los diferentes patrones de longitud que se emplearon en Hispania y en Al-Ándalus y no tengo el menor interés en seguir por un camino que transité durante algún tiempo, pero fuera como fuese y por el uso de estos elementos ornamentales, sus constructores estuvieron obligados por la modulación que ellos imponían y que ha descrito recientemente F.J. Roldán-Medina. Me remito a ello pero no sin indicar que, desde la materialidad del propio edificio, el estudioso debe tener en cuenta que tampoco en este sentido ha de ser muy productivo emplear la hipótesis de que los alarifes cordobeses fueron especialmente rigurosos. Ese rigor sería más propio de momentos con mayores exigencias estructurales y con mayores posibilidades tecnológicas, porque el uso de materiales de acarreo impone un pragmatismo funcional difícil de imaginar por quien no se ha puesto en su vida a construir con sus propias manos de esa manera; echar un vistazo a las “anomalías” —un arquitecto diría “tropelías”— constructivas de las que informan las excavaciones puede ayudar a entender lo que intento expresar.
CTEMR003, capitel del Templo Romano de Córdoba. Segunda mitad del siglo I |
En Córdoba han aparecido pocos capiteles perfectamente contextualizado y, entre ellos y muy especialmente, los pertenecientes al Templo, realizados en la segunda mitad del siglo I. En todo caso, como es frecuente durante el siglo I, éstos no presentan peculiaridades que pudieran justificar hablar de un modelo local. Sus cualidades se ajustan bien a los paradigmas empleados en otros puntos del Imperio. Su monumentalizad y la entidad de otras piezas aparecidas en Córdoba, como el capitel de la calle La Palmera, que en el Museo han catalogado en la primera mitad del siglo I, hacen pensar en la existencia de una gran actividad constructiva, cuando menos, a partir de la época de Augusto.
CMARQ017 , Córdoba, Museo Arqueológico. Capitel procedente de la calle de La Palma. Primera mitad del siglo I. |
Las dos primeras cifras responden a las "columnas" (matriciales) según orden norte-sur; las dos segundas definen las hileras, según orden oeste-este.
De acuerdo con la situación actual de la mezquita, los capiteles reutilizados se circunscriben a diez columnas y 22 hileras, teniendo en cuenta que una de estas, concretamente, la número 13 corresponde a un intercolumnio "teórico", que se corresponde con los tímpanos de arriostramiento que marcan la separación entre las dos primeras naves, y que no contiene columna alguna. Los alarifes de Almanzor se vieron obligados a falsear la alineación de las columnas de su ampliación, precisamente, debido a esa circunstancia.
Ampliación de Almazor. Zona donde se aprecia el falseo que rompe la regularidad de las hileras de columnas de la mezquita de los tiempos de Alhakam II |
En todo caso, con esta notación será sencillo saber si un capitel concreto está en la zona de Abderramán I o de Abderramán II, dado que los de ésta responden a la fórmula CMXX15, CMXX16... hasta CMXX22 y los de la primera mezquita a la notación CMXX01 hasta CMXX12.
Por último es importante advertir que he procurado ajustar esa nomenclatura las "anomalías" más o menos claras, como las impuestas por las capillas de la zona norte o por la existencia de la puerta de acceso turístico actual, donde conviven piezas de diferente naturaleza; por fortuna, uno de los que podríamos considerar en situación anómala, dada su posición insular en las proximidades del nave central de la catedral, el CM1110 permite aplicar el criterio general. Sobre el asunto de las puertas, el lector puede consultar la tesis de P. Marfil, sumamente interesante para acercarse a múltiples circunstancias de la Mezquita.
Tipológicamente, el grupo más numeroso de la Mezquita Aljama de Córdoba, es el de los capiteles corintios de estructura y configuración ortodoxas. Parece claro que el "almacén" más relevante del que sacaron restos ornamentales lo definían construcciones promovidas por las autoridades romanas, probablemente de la propia Córdoba y de los alrededores. Desde los paralelos conocidos, se diría que se transportaron piezas desde Mérida y desde Sevilla-Itálica, pero no se deben descartar otras posibilidades para determinar el destino original de ciertas piezas con réplicas en la Lusitania. Como veremos enseguida, "de la sensación" de que son numerosas las piezas de concepción similar, que hacen pensar en "escuelas locales" de cierta entidad, que trabajaron durante la segunda mitad del I, todo el siglo II y, al menos, el siglo III y que pudieron estar establecidas en las proximidades de cualquier núcleo urbano relevante. Volveré a ello al tratar sobre los capiteles heterodoxos.
Frente a lo que suele ser frecuente en el estudio de capiteles, en este caso no me parece oportuno forzar una ordenación tipológica afinada, porque tengo claras mis limitaciones en esos asuntos y además ya se han ofrecido sistematizaciones más o menos operativas. Me ha parecido más oportuno agruparlos en grandes bloques "culturales", asumiendo una cierta imprecisión cronológica, aunque ello suponga pasar por alto detalles que a estudiosos con planteamientos más "depurados", pudiera parecerles un dislate. Estoy seguro de que ahora mismo existen muchos especialistas que, con mejores recursos de todo tipo y con más voluntad, ya habrán hecho o estarán haciendo esos estudios y aún continuarán hasta que esté a disposición de cualquiera la Gran Enciclopedia de los Capiteles Romanos, perfectamente ordenada, por supuesto, según criterios ortodoxos.
CM0720 |
En la Mezquita Aljama de Córdoba existen tres capiteles de la misma configuración, que acaso se cuenten entre los más antiguos. Sobre una estructura convencional, perfectamente definida en todos sus elementos, se caracterizan por contar con una corona de hojas de canto en la parte inferior del cesto y otra superior de palmas. Esta combinación no es común entre los capiteles corintios; es más propia de los corintizantes; en ellos es frecuente esta combinación ornamental, que no veremos en capiteles evolucionados. En ese sentido, estos capiteles estarían documentando una circunstancia que se manifiesta en otras piezas de la propia mezquita y que tuvimos ocasión de mencionar al enfrentarnos a los capiteles de Bibilis: la fusión o comunicación eventual entre las fórmulas ornamentales de los capiteles corintios y los corintizantes. Volveremos a ello a propósito de otro capitel de la propia Mezquita y, por supuesto, de una de las parejas del mihrab.
Completa la fórmula un ábaco de cierta concavidad con el frente moldurado con lengüetas en la parte inferior y ovas con dardos en la superior.
El modelo de acanto que forran las volutas y decoran la parte inferior del cesto, responde a la modalidad definida por algunos estudiosos como "de hojas de encina" (o "acanthus mollis"), caracterizada según indica la imagen.
Son detalles relevantes, que apuntan hacia un edificio especialmente cuidado, la manera de labrar las volutas exteriores y el mencionado ornato del ábaco.
Todo ello apunta hacia fórmulas propias del siglo I.
Sobre él hay un bloque reutilizado, que originalmente ofrecía una molduración escalonada, transformado en dos de sus caras en perfil de tronco piramidal con pequeña plataforma prismática en la parte superior.
El CM0201A reincide en la voluntad tapizante comentada en muchas ocasiones que, al parecer, no fue exclusiva de la Bética. En este caso resulta curioso apreciar como el desarrollo del cáliz casi devalúa por completo el efecto plástico de las volutas en el remate helicoidal.
Con un tratamiento de cierta plasticidad, destaca el tipo de acanto, que repite fórmulas del siglo I.
Entre lo más significativo, el tipo de espata, hiperdesarrollada hasta el extremo de cubrir todo el espacio comprendido entre los cálices anexos.
A juzgar por sus paralelos, probablemente, fue realizado en época Julio-Claudia, en los alrededores del año 50.
Sobre el capitel hay un "cimacio" de perfil escalonado y moldurado con reborde superior prismático, que ajusta mal con el ábaco del capitel. A destacar que el arco arranca en ménsula acusada, definida por dicho desajuste.
CM0201A |
Se aprecia cierto desplazamiento entre el eje vertical del capitel y el del fuste, tal vez forzado porque ni el capitel ni el fuste fueron concebidos para estar adosados a muro.
Superficialmente está algo erosionado, pero frente a lo que suele ser norma, conserva las volutas de la zona no empotrada. Gracias a ello, es fácil observar que las volutas poseen sección con canaladura, como es común entre las piezas más antiguas.
La naturaleza del cesto, perfectamente definido, el carácter de los acantos, con vénulas paralelas y ojales poco alargados, nos sitúan en momento relativamente tempranos. Sin embargo, la escasa curvatura del ábaco obliga a adelantar su cronología.
Es el nº 429, de M.A. Gutiérrez Behemerid, que lo clasificó a comienzos del siglo II. Sin embargo, el buen diseño del kalathos y la entidad del cáliz central aconsejan situarle en la segunda mitad del siglo I.
CM0801 |
El capitel CM0116 es similar al anterior (CM0801) y es otro de los repintados según criterios difíciles de calificar que, además, está sumamente erosionado y ha perdido las volutas exteriores.
Tiene especial interés el cimacio dispuesto sobre él, obtenido retallando una pieza de ornamentación arquitectónica difícil de evaluar dada su alteración: es muy posible que fueran "borradas" las imágenes representadas en el interior de los medallones sogueados. En este caso, pudieran ser motivos cristianos o animados; ambos habrían creado problemas a la ortodoxia islámica.
No creo que, en este caso, se pueda hablar de una pieza de "época visigoda", dada la calidad de la talla, que permiten intuir los restos no mutilados. Y acaso defina una referencia relevante para conocer los primeros modelos empleados por los “escultores” que trabajaron para el nuevo credo. Recuerde el lector que el ornato "asturiano", se suele relacionar, sobre todo, con objetos muebles. Aquí y, tal vez, también en lo asturiano, debiéramos incluir también las referencias directas tomadas de los abundantes restos romanos y tardorromanos que, muy probablemente, menudearían por las tierras peninsulares.
CM0116 |
CM0116 |
Lo más destacable del capitel acaso sea su concepción general, muy similar a la del grupo "menos creativo" del mihrab. Frente a lo más repetido entre los capiteles de la Mezquita Aljama, en éste se valoran especialmente las volutas de un espesor sobresaliente, confeccionadas mediante el desarrollo una sección acanalada, tal y como es común durante el siglo I.
CM0201B |
Los acantos, con folíolos no muy largos y escasamente apuntados, junto a ojales no muy alargados y triple vénula central, apuntan hacia fórmulas comunes en la segunda mitad del siglo I y principios del II.
Merece ser destacada la manera de interpretar el arranque del conjunto axial, mediante pequeña hoja que proporciona soporte al pedúnculo.
Segunda mitad del siglo I.
CM0201B, detalle del cimacio |
CM1002 |
Sobre él existe un "cimacio" reaprovechado casi prismático, de perfil moldurado y escalonado, similar otros ya mencionados.
CM0210 |
El CM0210 ha sido "reparado" en las volutas exteriores y retacado con mortero sobre el ábaco. Sin embargo se aprecia bien lo más relevante de su ornato, estructurado según fórmulas anteriores a la aparición del corintio asiático. Es similar al CM0201B. Se distingue de él en la manera de de rematar los caulículos, con un collar de "pétalos", que no aparece en aquel.
En todo caso, es relevante señalar que en estos capiteles se explica por qué cierta serie de hojas lisas ofrecen un "taco" bajo las volutas interiores, que debería servir para tallar el remate interior del cáliz.
Alrededores del año 100.
CM0607 |
A destacar en este capitel su magnífico estado de conservación, si exceptuamos la mutilación de uno de los ángulos, la delicadeza naturalista en la talla de todos los elementos y muy especialmente de los de la parte superior entre los que destacan los florones, de diseño diverso y las molduras del borde del ábaco.
Hacia el año 100.
El capitel CM0822 ofrece varios detalles de especial relevancia para su catalogación: el perfil de las hojas de acanto, trapezoidales; los ojales poco alargados, la valoración del espacio interior entre las volutas, la entidad de los conjuntos axiales, el ornato del ábaco, con lengüetas y moldura de ovas y dardos. Únicamente el diseño de los florones, con flores de cuatro pétalos apunta hacia momentos "adelantados", pero todo lo demás, orienta a situarlo durante el siglo I, aunque M.A. Gutiérrez Behemerid lo catalogó (nº 485) en el siglo II.
Veremos el cimacio en una entrada específica.
CM0822 |
CM0205 |
Los acantos con hojas largas lanceoladas así como la factura de escasa carnosidad, imponen adelantar su cronología; sin embargo, aunque la modalidad de los florones nos remite a fórmulas tempranas, el carácter de las espatas, imponen adelantarlo, cuando menos, hasta la segunda mitad del siglo I.
Como en otros muchos casos, el CM0205 soporta un "cimacio" obtenido mediante el recorte de una pieza hispanorromana de molduración escalonada de cierta regularidad, que originalmente acaso fuera un dintel o algo parecido, dado que uno de sus frentes esta retallado con perfil de leve concavidad.
CM0216 |
Lo más destacable se encuentra en el conjunto axial, resuelto mediante espatas triangulares, que veremos en otras piezas de la sala de oración y, obviamente, en el ornato del frente del ábaco, con dos molduras seriadas, respectivamente, con lengüetas y ovas y dardos.
Es el más evolucionado de la serie definida con los CM0205 y CM0822, aunque no creo que se les pueda separar en el decurso cronológico: lo "normal" es que pertenecieran al mismo edificio, que probablemente se construiría en los alrededores del año 100.
Sostiene un cimacio asimismo reutilizado con molduras escalonadas sin otros elementos de significación cultural que los alusivos a "lo romano".
A destacar en el CM0509 la sutileza de las vénulas de los acantos, de folíolos cortos, el diseño del ornato vegetal que envuelve a las volutas, con remate que recuerda la fórmula de "los tacos" indicada en los de hojas lisas y el carácter de las volutas interiores, discretamente separadas del labio del cesto.
Sus cualidades pueden servir para concretar la "transición" entre las fórmulas del siglo I y las del II, con independencia de que, en estricta "realidad" —por supuesto, siempre desde mi punto de vista— debemos tener en cuenta los márgenes de imprecisión que implican los modelos formalistas.Hacia el año 100.
Asimismo, merece ser destacado que nos encontramos ante otra columna con "cimacio" romano de molduras simples y envolvente prismático.
CM0509 |
CM0511 |
El CM0110 es un capitel anómalo, encarcelado entre las rejas de las "nuevas" capillas laterales de la zona oeste se conserva en buen estado, aunque se advierten restos de pintura de diferentes épocas.
Presenta estructura de orden corintio pero con una única corona de hojas. A destacar la naturaleza del conjunto axial, mediante espata, pedúnculo y florón y la naturaleza de los acantos, que orientan su catalogación hacia el año 100.
CM0110 |
Tercer bloque: capiteles del siglo II
CM0912 |
A destacar el abultamiento de la unión entre el ornato vegetal bajo las volutas interiores y el conjunto axial, que ya hemos visto en otros capiteles.
Como ilustra la imagen, en la actualidad está dorado como los de las inmediaciones y soporta un cimacio que fue tallado a partir de un bloque moldurado y escalonado con borde superior prismático.
M.A. Gutiérrez Behemerid lo situó (nº 482) en el siglo II.
CM0819 |
El tipo de acanto, con ojales recercados, la configuración del conjunto axial y el florón
hace pensar en los alrededores del año 100. sin embargo, la irregular volumetría del kalathos nos obliga a adelantar un poco su cronología: primera mitad del siglo II.
Es el nº 488 de M. A. Gutiérez Behenerid, que situó en el siglo II.
CM1003 |
Frente a ello, posee cualidades que lo sitúan en los ámbitos estéticos del siglo II: sobre todo, la concepción del cuerpo superior, con un ábaco de reducida concavidad, y volutas exteriores sin ahuecar.
El ornato vegetal, con acanto de folíolos algo apuntados y ojales alargados, señala en la misma dirección; y otro tanto sucede con el recubrimiento de las volutas, de escaso desarrollo helicoidal, y poco valoradas plásticamente, que hacen pensar en los primeros modelos del corintio asiático.
Los conjuntos axiales y el diseño geométrico del cesto, bien definido, documentan la pervivencia de las fórmulas del siglo I.
Mediados del siglo II.
CMI03 |
En el CMI03, que se muestra con los peculiares criterios expositivos de la "Mezquita-Catedral", destaca la pervivencia de una voluntad modeladora que se materializa en el tratamiento de los elementos vegetales. La escasa esbeltez de las volutas, el tratamiento torpe del labio del kalathos, el espesor del ábaco y el aspecto tosco de los caulículos adelantan su clasificación hasta mediados del siglo II.
Desde la naturaleza de los acantos, cabe plantear la hipótesis de que se trate de un capitel realizado durante el siglo I, por obra de un taller de escasa sofisticación.
El fragmento CMI07, que se ofrece en el "espacio museístico" de la mezquita, puede ser útil para, comparándolo con la pieza anterior ( CMI03), acotar diferencias entre diversas maneras de interpretar el orden. En este caso, se advierte menor "voluntad" por representar la "carnosidad" de los elementos vegetales: los folíolos extendidos así como los que definen ojal, casi son formas planas; también apunta en la misma dirección el diseño del ábaco, de perfil irregular. La "voluntad" simplificadora (o "degenerada") se aprecia en el diseño de las volutas. Sin embargo, el labio del kalathos está perfectamente definido.
Dado que no existen ojales de gran desarrollo longitudinal, parece apropiado situarlo a mediados del siglo II.
Desde la naturaleza de los acantos, cabe plantear la hipótesis de que se trate de un capitel realizado durante el siglo I, por obra de un taller de escasa sofisticación.
El fragmento CMI07, que se ofrece en el "espacio museístico" de la mezquita, puede ser útil para, comparándolo con la pieza anterior ( CMI03), acotar diferencias entre diversas maneras de interpretar el orden. En este caso, se advierte menor "voluntad" por representar la "carnosidad" de los elementos vegetales: los folíolos extendidos así como los que definen ojal, casi son formas planas; también apunta en la misma dirección el diseño del ábaco, de perfil irregular. La "voluntad" simplificadora (o "degenerada") se aprecia en el diseño de las volutas. Sin embargo, el labio del kalathos está perfectamente definido.
Dado que no existen ojales de gran desarrollo longitudinal, parece apropiado situarlo a mediados del siglo II.
CMI07 |
El CM0502 destaca por las "regularizaciones" de mortero de cemento que se le han añadido, incluso para restituir un extremo del ábaco y por la existencia de un "cimacio" de molduras escalonadas.
Siglo II.CM0502 |
Siglo II.
CM1001 |
Hacia el año 200.
A destacar el “cimacio” de perfil moldurado y escalonado.
El CM0104 se ve muy erosionado y con "restauraciones" que lo desfiguran parcialmente, aunque ello no impide que sean apreciables sus rasgos más significativos. Fue tallado mediante un relieve de escasa entidad pero ofrece una estructura acorde con las fórmulas de los siglos I y II. Está bien marcado el borde del kalathos, que delimita el consabido tronco de cono, y también están bien definidos los conjuntos axiales. Entre los rasgos que denotan "evolución" destaca la escasa curvatura del ábaco, las cartelas y los foliolos de los acantos, que podríamos relacionar con las fórmulas "orientalizantes" del siglo II
Hacia el año 200.
CM0104 |
Lo más destacable, en este caso, pudiera ser el tipo de acanto, de folíolos lanceolados, que sugieren las fórmulas de la segunda mitad del siglo II.
A destacar, la escasa curvatura de los brazos del ábaco y el recrecido dispuesto entre el capitel y el cimacio, en forma de cuña, para compensar la "irregular" ejecución del capitel. Sabiendo que lo usual es que los capiteles de época romana tengan la base del cesto y la superficie del ábaco paralelos, pudiera ser que esa irregularidad se justificara por las circunstancias específicas del lugar para el que fue concebido originalmente.
Segunda mitad del siglo II.
CM0121 |
A destacar el mantenimiento de la estructura completa del orden corintio, si excusamos la naturaleza de las cartelas, con formato de palmas, aún muy dependientes de las fórmulas de los siglos I y II. La modalidad del acanto, con series de cuatro vénulas verticales y paralelas nos hace pensar en modelos del siglo II anteriores a la eclosión de los modelos orientales.
Es muy interesante el carácter del conjunto axial, definido mediante una especie de yema cerrada de dos brácteas de diseño curvo por el exterior y recto en el eje central.
También merece ser enfatizada la escasa concavidad de los brazos del ábaco y el "sobreábaco" de gran espesor que, muy probablemente, responde más a los ajustes constructivos que a la propia naturaleza del capitel.
Siglo II.
El CM0318 es similar al CM0121, aunque sus hojas de acanto presentan cuatro vénulas. Se aprecia con claridad la reducción de la concavidad del ábaco y la irregularidad en el diseño del labio del kalathos.
CM0318 |
CM0910A |
La pintura que recubre al CM0910A puede condicionar su percepción: es posible que oculte los elementos del conjunto axial. El resto de los elementos y, sobre todo, el tipo de acanto orientan su clasificación hacia mediados del siglo II.
CM0604 |
Segunda mitad del siglo II.
CM0119 |
El cimacio cuenta con un relieve suave de líneas verticales y aspas.
A destacar en el CM0513 el motivo axial, que hace pensar en fórmulas del siglo I, y su mal estado de conservación. No obstante, los ojales definen fórmula próxima a la serie que veremos enseguida, caracterizada por su alargamiento.
Segunda mitad del siglo II.
CM0513
|
CM0808 |
El capitel cuenta con detalles que hacen pensar en momentos de cierta evolución: el tratamiento del acanto ofrece poca "carnosidad"; la estructura no está regularizada, los caulículos apenas tienen entidad y su tratamiento es muy esquemático; y, por fin, la concavidad del ábaco es escasa. Aunque en el tratamiento de las volutas el tallista recurrió a molduras, las hélices son casi planas.
Segunda mitad del siglo II.
Cuarto bloque: capiteles realizados en los alrededores del año 200
El capitel CM1007 ha llegado a nuestros días fuertemente erosionado, de manera que ha sido necesario rellenar con argamasa el cuerpo superior en la zona de una de las esquinas. Pero además, también fue retallado en la parte inferior, de manera que, si no fuera por algunas protuberancias perfectamente marcadas, podría tomársele por capitel de una única corona de hojas.
A efectos de su catalogación, destacan los ojales alargados con forma de triángulo y las volutas, que hacen pensar en fórmulas habituales entre los corintios asiáticos. La poca carnosidad de la talla y la irregularidad del borde del kalatos hacen pensar en los alrededores del año 200.
Seguramente el capitel CM0307 fue recortado por la parte inferior para ajustarlo a su emplazamiento entre fuste y cimacio. Gracias a la posición de la cámara, se advierte la irregularidad del kalathos: el labio no determina un círculo, como es común en las piezas menos depuradas del siglo II.
Como el CM0216, también se distingue el modo de resolver la conexión del cáliz con las volutas interiores, que nos remite a "los dados" que poseen las piezas de hojas lisas y concepción similar.
A destacar el tipo de hoja con dos vénulas, folíolos casi planos y el triángulo que define el conjunto axial, convertido en un elemento geométrico aún conectado con el florón.
El carácter de las volutas, también casi planas, nos hace pensar en el corintio asiático y nos ayuda a situar este capitel en los alrededores del año 200.
Como el CM0216, también se distingue el modo de resolver la conexión del cáliz con las volutas interiores, que nos remite a "los dados" que poseen las piezas de hojas lisas y concepción similar.
A destacar el tipo de hoja con dos vénulas, folíolos casi planos y el triángulo que define el conjunto axial, convertido en un elemento geométrico aún conectado con el florón.
El carácter de las volutas, también casi planas, nos hace pensar en el corintio asiático y nos ayuda a situar este capitel en los alrededores del año 200.
CM0307 |
CM0504 |
Hacia el año 200.
CM0705 |
Alrededores del año 200.
CM0410 |
El grado de evolución del "ornato vegetal" nos empuja a situarlo entre los capiteles anteriores y los que veremos a continuación.
Alrededores del año 200.
En la mezquita de Córdoba existe un conjunto numeroso de capiteles corintios que no se distinguen mucho de los anteriores. Estructuralmente cumplen todos los requisitos del "orden" pero ofrecen una serie de cualidades que permitirían agruparlos y hablar de "rasgos regionales" o, incluso, "locales" (con ciertos matices). Todos ellos se caracterizan por un tipo de talla de escaso volumen, estructura menos airosa de lo usual entre los capiteles del siglo I; en la parte inferior (en la zona de la primera corona de hojas) el cesto es sensiblemente cilíndrico; ese cilindro se abre con claridad en el segundo orden para definir un tronco de cono, teóricamente delimitado por el labio del kalathos; y lo expreso así, porque, en realidad, el tronco de cono condiciona zonas "teóricamente" ajenas al cesto, como las volutas exteriores que, por lo general, no se ahuecan para dejar "pasar" el borde del cesto de un lado a otro. Esta circunstancia impone que el labio del kalathos, siempre enfatizado, sea sensiblemente irregular. Por fin, destaca un ábaco de trazado irregular, con moldura sencilla, y menor concavidad que la de los capiteles del siglo I.
Cuentan con caulículos de tiras alargadas, similares a las de los capiteles del siglo I (sin revirar) con remate sogueado, volutas no molduradas y con remate que escasamente enfatiza la forma helicoidal de los modelos del siglo I, y cáliz muy ceñido. Esa manera de devaluar la entidad plástica de las volutas nos acerca a lo que será común con los capiteles corintios asiáticos y es posible que ello nos esté hablando de una proximidad no casual.
En estos capiteles no existe un único modelo de ornamentación vegetal y no todos los conjuntos axiales ofrecen la misma fórmula: de hecho, el grado de variabilidad es comparable al que registran los capiteles anteriores.
En todo caso, en buena parte de los capiteles de este grupo aparecen fórmulas que, sin ser transposición directa de lo que podríamos encontrar en otros puntos del imperio, recogen detalles que nos ayudan a catalogarlos sin, a mi juicio, demasiado margen de imprecisión.
Concretamente, los acantos, de envolvente casi rectangular en las coronas del cesto, que se emplean para decorar las hojas y el forro de las volutas, se basan en una concepción del acanto que "parece" derivada de fórmulas imperiales del siglo II, con foliolos no muy aguzados y ojales sumamente triangulares muy agudos y alargados con diseño de "pequeño cuerno" o "coma larga". Casi siempre, las hojas del cesto cuentan con tres vénulas centrales conectadas con los folíolos de perfil diverso, pero, por lo general, con las anulaciones (ojales) mencionadas de pico y coma (o de pico y cuerno, si lo prefiere el lector).
Paralelos: es relativamente sencillo establecer ciertas relaciones con capiteles evolucionados de cualquier parte del universo romano; y si hacemos caso a ese paralelismo debiéramos situarlos durante el siglo III, sin embargo...
A la hora de emitir un juicio que aproxime estos capiteles a su contexto cultural, parece tentador pensar en un momento que podríamos valorar como "la segunda oleada constructiva". La primera habría correspondido a los años de implantación de los modelos imperiales y estará representada por los capiteles mencionados hasta ahora, que he situado entre los siglos I y II. En consecuencia, los que siguen deberían corresponder a los años finales del siglo II y principios del III. Al tratar de cada pieza intentaré ser un poco más preciso...
CM0619 |
Segunda mitad del siglo II.
El CM0207es un capitel que ha sido "restaurado" de mala manera, que asimismo define un punto de inflexión entre los usos del conjunto del siglo I y los recogido a continuación. Con los elementos indicados, en este capitel se advierte un tratamiento plástico más ambicioso, que ahueca las zonas próximas a los discos angulares.
También merece ser destacado el "cimacio", obtenido a partir de una pieza romana de perfil escalonado.
CM0207
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CM0611 |
Aunque ha perdido dos de las zonas angulares, reconstruidas de modo tosco, se distingue por tener una de sus caras sin labra fina, de manera que fue concebido para estar adosado a muro. Desde esa circunstancia, se convierte en pieza relevante por lo que puede ayudar a valorar capiteles de hojas lisas pero también para aproximarnos a los procedimientos constructivos de los edificios para los que fueron concebidos. Es interesante detenerse en analizar la cara no tallada, donde se aprecia que conviven el tratamiento liso fino con la talla previa a esta situación. De ello se puede deducir que, al menos en este caso, se manifiesta la falta de un proceso sistemático que se aplicara en todos los casos para definir el tipo de talla que correspondía a un capitel concreto. En este caso parece que se aplicaban criterios con cierto "margen de maniobra" para la realización de la talla fina: es posible que los tallistas no se preocuparan excesivamente de labrar lo estrictamente necesario.
Más allá de esas circunstancias, nos encontramos ante un capitel perfectamente configurado en lo estructural, con todos los elementos del orden y con un tipo de ornato que recuerda las fórmulas del siglo I; no obstante, el tipo de acanto, con ojales alargados y desarrollo curvo nos impone vincularlo con el grupo mencionado.
A destacar la fórmula empleada en los florones, relativamente frecuente en la época mencionada, y las yemas de donde brotan; y también la profundidad del hueco entre los discos de las volutas exteriores, que de nuevo nos remite a fórmulas del siglo anterior. Si asumiéramos que los capiteles evolucionaron de forma lineal, éste debería ser de los más antiguos del conjunto.
CM0611 |
CM0421 |
CM0710B |
El CM0710B es comparable al anterior. A destacar el ahuecado de las volutas angulares, que impide adelantar su cronología.
Hacia el año 200.
CM0901 |
CM1010B |
Hacia el año 200.
CM0405 |
Capitel de los alrededores del año 200.
CM0405 |
Por su parte, el capitel, que parece haber sido rebajado unos centímetros en la parte inferior, ofrece un modelo estructural de cierta irregularidad en el tratamiento del kalathos y un tipo de ornato con hojas de acanto bastante anchas y ojales alargados, que nos sitúa, nuevamente, en los alrededores del año 200.
CM0406 |
Alrededores del año 200
CM0407 |
Hacia el año 200.
CM0408 |
El capitel sigue las pautas de los ejemplares ya mencionados en la segunda mitad del siglo II, alrededores del año 200.
CM0409 |
CM0401C |
Alrededores del año 200.
A destacar el cimacio, con relieves diferentes según las caras.
CM0411 |
El CM0118 es otro de los capiteles "decorado" según criterios esperpénticos, mediante dorados y policromía verbenera.
CM0118 |
CM0320 |
CM0317 |
CM0301B |
La falta de volumen en la talla, la escasa concavidad del ábaco y la irregular concepción estructural nos obligan a situarlo en los alrededores del año 200.
Sobre él también apreciamos la existencia de un "cimacio" perfilado mediante molduras sencillas escalonadas, con las implicaciones ya mencionadas.
Acotación: no sería mala idea que retiraran el clavo oxidado, que tal vez cumpliera importantes funciones en el pasado...
CM0122 |
Sostiene un "cimacio", que más parece imposta moldurada según fórmulas de época romana
Hacia el año 200.
CM0107 |
CM0706 |
CM0706 |
CM0709 |
Hacia el año 200.
CM0711 |
Hacia el año 200.
CM0712 |
CM0804 |
Nada de particular.
Existe un capitel de hechura comparable, que fue posible contemplar en el Museo Arqueológico de Córdoba, atribuido al siglo II.
Museo Arqueológico de Córdoba |
CM0806 |
CM0809 |
CM0811 |
CM0812 |
Alrededores del año 200.
La columna CM0812 está asociada a un cimacio que probablemente fue empleado por segunda vez en un edificio cristiano. Al menos, eso es lo que implica que esté decorado sólo en tres de sus caras elementos geométricos de ejecución y concepción simples, tanto en la zona piramidal como en la prismática. En ésta discurre una línea sinusoidal rematada en espirales, mientras que en la zona piramidal, sumamente corta, se emplearon arquillos con tachuelas en las albanegas.
La inexistencia de elementos de clara significación cristiana, a mi juicio, no puede interpretarse de modo taxativo.
CM0211 |
Todo ello nos obliga a considerarlo "capitel evolucionado", aunque, como tuvimos oportunidad de ver a propósito de algunos de Mulva, no creo que su realización pueda alejarse mucho del año 200.
El capitel CM0115 se distingue por un cesto troncocónico que culmina en labio perfectamente marcado pero de concepción volumétrica irregular y por poseer la totalidad de los elementos del orden: a destacar la clara definición del tallo que culmina en el florón perdido en la cara que ofrece la imagen.
El relieve es de escasa entidad al igual que la curvatura del ábaco. Ello, la naturaleza de los acantos y el ornato del cáliz, muy ceñido a unas volutas de escasa entidad plástica, nos empuja a situarlo en los alrededores del año 200, pero hacia el siglo III.
El CM0902 repite fórmula vista varias veces, con hojas de tres vénulas centrales acantos que, en algunos casos y de modo tangencial, permiten pensar en las fórmulas del corintio asiático.
Hacia el año 200.
El CM0903, cuyos acantos son de dos vénulas centrales con folíolos bastante planos y de perfil lanceolado, sostiene un “cimacio” de perfil moldurado y escalonado. Como otros muchos de la misma serie, Ilustra muy bien el paso de los florones a las cartelas: en éste los motivos del centro del ábaco conectan con el conjunto axial “por encima” del labio del kalathos.
Hacia el año 200.
El CM1004 es un capitel que no recibió talla fina en toda su superficie y que sirve magníficamente para relacionar unas variedades con otras y, muy especialmente, los capiteles de hojas lisas "de tacos" con la variedad más repetida en la Mezquita Aljama.
Sobre él existe un cimacio de estructura híbrida (tronco de pirámide y filete prismático) retallado en una cara mediante corte liso y en otras dos con relieve somero de cruces en aspa. También en este caso, podríamos estar ante una pieza que perteneció a una de las primeras iglesias cordobesas.
El capitel CM1009 está en el "interior" del espacio afectado por la configuración de la catedral y aparece asociado a un fuste excepcional y a un "cimacio" moldurado, de envolvente prismático y gran espesor. De nuevo hemos de enfrentarnos con la reutilización de elementos arquitectónicos romanos, en esta ocasión, en tiempos tardíos.
El capitel, por su parte, ofrece fórmulas que no creo necesario reiterar.
CM0902 |
Hacia el año 200.
CM0903 |
Hacia el año 200.
Sobre él existe un cimacio de estructura híbrida (tronco de pirámide y filete prismático) retallado en una cara mediante corte liso y en otras dos con relieve somero de cruces en aspa. También en este caso, podríamos estar ante una pieza que perteneció a una de las primeras iglesias cordobesas.
CM1004 |
El CM0906 es similar al anterior.
CM0906 |
CM1009 |
El capitel, por su parte, ofrece fórmulas que no creo necesario reiterar.
CM0310 |
Aunque también el diseño de las volutas hace pensar en fórmulas relacionadas con el corintio asiático, la buena concepción volumétrica del kalathos impide adelantar mucho su cronología.
Hacia el año 200.
Soporta otro "cimacio" de molduración escalonada.
A destacar en el CM0411 la manera de ornar los florones, según fórmulas diversas y alguna de ellas particularmente heterodoxas, como la tulipa en círculo de una de las caras.
CM0412 |
CM0202 |
Quinto bloque: capiteles del siglo III
Se comprenderá que he incluido en este grupo los capiteles que me parecen más evolucionados de cuantos siguen las pautas del "orden corintio". Sin embargo, enseguida veremos que las variaciones entre los anteriores y éstos no son muy relevantes y que esa falta de rasgos decididamente evolucionados está en el origen del ordenamiento según "fases" solapadas. Estoy seguro de que si volviera a ordenar todos los capiteles corintios de la Mezquita Aljama, muy probablemente, algunos cambiarían de posición. Animo al lector a hacer su propia valoración evolutiva...
El CM0510B, por ejemplo, que cuenta con cimacio con molduras escalonadas de época romana, apenas se distingue de los anteriores por un tratamiento escultórico particularmente pobre; colocarlo más allá del año 200 y no antes es fruto de una decisión que tiene mucho de intuición forzada por el objetivo de ofrecer un juicio lo más concreto posible. Sin embargo, me parece bastante claro que casi todos los "colocados" en el siglo II como éstos fueron realizados en un momento cultural difícil de acotar con precisión, al menos, desde mis conocimientos.
Ese "momento" estaría caracterizado por el mantenimiento de las fórmulas imperiales sin otras modificaciones que cierta tendencia a simplificar el proceso de realización mediante una manera de tallar que prescindía del virtuosismo que reflejan los capiteles realizados antes de la muerte de Adriano (138). En consecuencia, esa pérdida de interés por la talla de cualidades sofisticadas debió imponer que se perdieran habilidades que no se recuperarían hasta muchos años después.
CM0510B |
CMCNSA02
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CM0609 |
Está asociado a un cimacio que documenta una pieza de doble reaprovechamiento. Sobre el bloque perfil moldurado se dibujó una retícula geométrica de cruces de época cristiana.
El capitel podría ser del siglo III.
En el CM0209 cabe ser enfatizada la concepción del conjunto axial y la interpretación del ornato vegetal, ya muy evolucionada.
También aquí encontramos importantes circunstancias en su imbricación estructural: ha sido recalzado con un espeso suplemento en la unión al fuste.
Soporta un “cimacio” moldurado romano con una inscripción latina parcialmente borrada.
Siglo III.
El CMP003, destaca por un relieve de escasa entidad. Sin embargo, mantiene un labio de kalathos muy marcado.
Siglo III.
Siglo III.
CMP003 |
CMP005 |
Siglo III.
Reconsideración
Los capiteles de este epígrafe componen, con mucho, el conjunto más numeroso de la Mezquita. Gracias a ellos posemos hacernos una idea de cómo debieron ser los edificios de los que formaron parte y, por supuesto, de en qué momentos se manifestó la capacidad promotora imperial. Da la sensación de que en el siglo II se manifestó con mayor fuerza la retórica imperial. Y asimismo da la sensación de que esa voluntad se fue apagando a medida que pasaban los años.
Nota
Los cambios de color de los objetos recogidos en las imágenes no sólo responden a la calidad de la piedra sino, sobre todo, al tipo de iluminación empleado para obtenerlas. El flash directo ofrece imágenes "comprimidas" y frías (blanquecinas); la luz rebotada acentúa los matices cálidos y, con frecuencia, los añade..