domingo, 26 de marzo de 2017

Ramón Casas. La modernidad anhelada

Durante estos días y hasta mediados de junio podemos ver en Madrid una exposición centrada en la obra de Ramón Casas (1866-1932), uno de los pintores más interesantes de cuantos ejercieron su profesión en Cataluña durante los años de las grandes transformaciones estéticas. Dada su vinculación a las corrientes más atentas a dichos cambios, sus obras se mantuvieron en sintonía con las tradiciones académicas, para incomodidad de quienes preferirían que el yermo cultural hispano no hubiera contaminado las tierras catalanas.



Como de costumbre, únicamente destacaré de la exposición algunas circunstancias que me han sorprendido y, entre ellas, casi todos los "paneles pedagógicos o divulgativos" repartidos por la salas que agrupan los diferentes bloques temáticos, que a mi juicio reflejan un lamento soterrado porque Ramón Casas no entrara con más decisión en las propuestas vanguardistas, tal y como hiciera Picasso, 15 años más joven que él. Creo que el panel más explícito en ese sentido es el titulado "La paradoja del artista moderno":

"No deja de resultar paradójico que un pintor cosmopolita y receptivo a las corrientes pictóricas internacionales se sintiera atraído por el cultivo de la temática popular. La destacada presencia de los motivos pintorescos en su producción, con una especial predilección por la representación de escenas taurinas o tipologías de majas y toreros, muy en sintonía con la más tradicional veta brava española, deja patente la permeabilidad de Casas a la hora de incorporar un repertorio lleno de referencias locales, muy apreciado por una clientela muy identificada con estos elementos simbólicos. Después de todo, su obra evidenciaba un modelo híbrido en el cual el pintor moderno tendía a nutrir su imaginario con todos aquellos elementos que pudieran enriquecerlo, superando la tradicional diferencia que separaba la alta cultura de la baja. El circo, la tauromaquia, los espectáculos populares permitían la conexión con unas formas de recreo muy arraigadas en el imaginario popular y que desvelaron el interés de las nuevas generaciones de artistas. Sin embargo, la sobreinterpretación abusiva del tema produjo un efecto contrario, dado que Casas también tuvo la tendencia de fijar una imagen tópica y estereotipada, sin pretender revisar la visión folclórica hegemónica." 

Sucedió lo mismo con Picasso. ¿Por qué paradójico? Responda el lector a una pregunta de voluntad provocadora que destaca, sobre todo, los "problemas" implícitos no en la obra de Casas sino en el texto de quien lo ha redactado. Ramón Casas viajó a París pero prefirió establecerse en Cataluña, donde gozó de las posibilidades que le proporcionaba la muy desahogada hacienda familiar...

Casas, Desnudo femenino, 1894
También me ha hecho gracia el texto que ilustra una de las salas dedicadas a la iconografía femenina:

"La representación del desnudo femenino es uno de los temas más visitados por los artistas de finales del siglo XIX. Ya desde mediados del siglo XVIII, la academia, entendida en términos literales como estudio del cuerpo humano y su conversión en formas artísticas, forma parte del entramado del aprendizaje institucional de la época. Sin embargo, la práctica formativa, basada en la repetición del gesto y en la que la copia de modelos vivos constituye uno de sus principios fundamentales, dará paso a un modelo menos rígido, más abierto a la transgresión y a la superación de las limitaciones académicas. Entre otras causas, la irrupción de la fotografía supone una alteración del método clásico de acercarse al motivo, pues la técnica fotográfica abre la puerta al descubrimiento de nuevas posibilidades formales y estéticas. En este sentido, la difusión de las revistas fotográficas se convierte en un instrumento eficaz de irradiación de un proyecto visual muy útil para los pintores"

¿El desnudo de la imagen adjunta, que tanto recuerda a La Venus del espejo de Velázquez, es un reflejo del mencionado intento de convertir el erotismo femenino en formas artísticas puras? A mi me parece, simplemente, un estudio de las posibilidades del cuerpo femenino para facilitar composiciones de contemplación grata, por razones que van mucho más allá —o acá— del sustrtato "espiritual"  —de elevada sofisticación "intelectual"— que se supone al goce estético. Desde la "objetualización" que ello implica y que se aprecia en casi todos los desnudos de la época, se "comprende" la reacción de Mary Richardson, cuando se abalanzó sobre la obra de Velázquez; muchos años después Mary Richardson confesó que no le gustaba cómo los hombres contemplaban boquiabiertos The Toilet of Venus...

Casas, Retrato de Julia Peraire, 1905
Es curioso comparar esos desnudos con los retratos de Julia Peraire, que también están documentados en la exposición y que, según mi humilde criterio, sí ofrecen una visión más actual de la mujer.
En todo caso, sería absurdo discutir la relevancia adquirida por el desnudo femenino en Europa desde mediados del siglo XVIII. Tampoco descubriría el Mediterráneo si indicara que ese tema inocográfico se extendió, muy especialmente, por las zonas de mayor desarrollo cultural; o si se prefiere, allí donde cedió el influjo católico gracias a las transformaciones asociadas al período de las revoluciones. Y es particularmente obvio también que la Cataluña del Modernismo y del Noucentisme fue una de las regiones donde arraigó con mayor fuerza esa corriente que "moralmente" se justificó mediante argumentos que hoy hacen sonreír y que aparecen aludidos en el texto mencionado.
En este caso es de agradecer que la exposición contenga fotografías que relacionan las obras de Casas con la fotografía, para expresar una situación similar a la definida entre Nadar y los pintores impresionistas. La difusión de la fotografía fue un factor fundamental en la activación del mecanismo que desembocó en las Vanguardias y, por supuesto, en la consolidación de un repertorio publicitario que también fue enriquecido gracias al talento de Ramón Casas. Sin embargo, no sé si es oportuno asociar la difusión de las imágenes de l'Etude Academique y publicaciones similares con las fórmulas compositivas elegidas por Casas.

Aunque faltan muchas de sus obras más interesantes y aunque los paneles divulgativos sean manifiestamente mejorables, a mi juicio, la exposición tiene un interés excepcional.

La versión de Antonio Álamo de El pintor de Batallas de A. Pérez Reverte

En la web "oficial" de Pérez Reverte, se resume el contenido de la novela acaso con síntesis forzada y exceso de voluntad promocional:

"En una torre junto al Mediterráneo, en busca de la foto que nunca pudo hacer, un antiguo fotógrafo pinta un gran fresco circular en la pared: el paisaje intemporal de una batalla. Lo acompañan en la tarea un rostro que regresa del pasado para cobrar una deuda mortal, y la sombra de una mujer desaparecida diez años atrás. En torno a esos tres personajes, Arturo Pérez-Reverte ha escrito la más intensa y turbadora historia de su larga carrera de novelista. Deslumbrante de principio a fin, El pintor de batallas arrastra al lector, subyugado, a través de la compleja geometría del caos del siglo XXI: el arte, la ciencia, la guerra, el amor, la lucidez y la soledad, se combinan en el vasto mural de un mundo que agoniza."

En efecto, la novela habla del arte; en mucha menor medida, de la ciencia, del amor, de la lucidez, de la soledad; pero también, de la violencia y de la guerra. La versión de Antonio del Álamo sacrifica radicalmente la parte estética, a mi juicio, con buen sentido, y mantienen la mayor parte de los elementos asociados al resto de los factores, para colocar el acento sobre todo lo relacionado con la vertiente personal, que se convierte en elemento medular del desarrollo dramático. Dos hombres, Andrés Faulques e Ivo Markovic, contrapondrán ante el público otras tantas historias personales, en apariencia ajenas entre sí. El primero ofrecerá, en principio, una reflexión casi de estricto análisis formal, mientras el segundo expondrá, de modo prosaico, el sustrato dramático de la realidad aludida por la forma y las consecuencias activadas por su captación y difusión pública. A la postre resultará que en la situación bélica que enmarcó la relación efímera entre ambos y que movilizó "un efecto mariposa" de consecuencias dramáticas para Ivo, también existió un importante factor personal que condicionó decisivamente la vida de Faulques. Y hasta aquí puedo decir sin hacer spoiler.

Foto Emilia Yagüe Producciones
Alguien ha dicho que la obra parece una autobiografía del periodismo (de guerra); si así fuera, sería una autobiografía profundamente tendenciosa. La novela de Pérez Reverte bascula entre los tres factores mencionados: las peripecias personales de Ivo, tras la foto de Andrés que consiguió gran difusión; las reflexiones formales y existenciales de éste en el ambiente bélico y en su posterior reelaboración en su "nueva" faceta de pintor; y las acotaciones del "tercer personaje". Aunque se ha dicho que la versión teatral sigue la novela al pie de la letra, lo cierto es que aquella ofrece diferencias significativas; entre ellas el tratamiento dispensado a al mencionado "tercer personaje", deshuesado casi por completo para dejar lo que, en términos de desarrollo teatral, era más conveniente: la mujer cuyas vicisitudes explican de algún modo la soledad del pintor y su necesidad de redimirse o justificarse.
Dicho de otro modo: Antonio Álamo ha prescindido de todo lo que alterara el ritmo narrativo de un montaje teatral, sin eliminar por completo las digresiones que proporcionan categoría a la novela y podían enriquecer la función. En consecuencia, no se pueden reprochar a Antonio Álamo las, a mi juicio, posibles debilidades de un texto que, tal vez, pudiera haber enfrentado con mayor contundencia los mecanismos que desencadenan los conflictos bélicos y, muy especialmente, los que actuaron en el caso de la antigua Yugoslavia... Obviamente, Pérez Reverte, con su desenfado habitual, podría responder que sus intenciones eran escribir lo que escribió y tomar en consideración expresamente lo recogido en el texto. Naturalmente.
También desde mi punto de vista, hubiera enriquecido el análisis aproximarse  a las "razones" que explicaran el mecanismo activado por el disparo de una cámara o mejor por la selección realizada por las agencias, aquellas de las que se sirvió profesionalmente el propio Pérez Reverte en su condición de corresponsal de guerra. En ese fenómenos están, a mi juicio, las "razones" que explican la propia función del corresponsal gráfico de guerra y, por supuesto, el interés que tienen los profesionales por conseguir imágenes de fuerte dramatismo e incluso de gran potencial morboso. Obviamente esas mecanismos forman parte de los empleados por el propio Pérez Reverte para construir el ritmo narrativo de la novela y, por supuesto, de la versión teatral. Si a "la gente" —a una parte numéricamente muy relevante de la gente— no le "gustara" contemplar los resultados de la violencia extrema, los reporteros gráficos deberían replantear su trabajo. Del mismo modo, sería menos "atractivo" un espectáculo que no explicara a los espectadores lo que unos soldados embrutecidos pueden hacer a las mujeres y a los niños... Acaso por ese camino tenebroso pudiéramos encontrar "explicaciones" que siempre serían incómodas.

Foto Emilia Yagüe Producciones
Por lo de más... El montaje me ha parecido bueno; acaso pudiera reprochar a Curt Allen Wilmer la vestimenta de Ivo, exagerada incluso para un friki croata; pero la idea de seccionar el cilindro del torreón es un hallazgo muy bien utilizado.
La ambientación pictórica, que firma Ángel Haro, también me ha parecido oportuna, incluso en sus debilidades plásticas, enfatizadas con exageración; es buena idea dejar claras las limitaciones pictóricas de Andrés Faulques.
La interpretación merece una acotación que también remite a las, a mi juicio, debilidades del texto original: la contraposición de dos estilos tan diferentes de interpretar acrecienta la substancia psicológica individual a los dos personajes, acaso insuficientemente definida en la novela. Desde esta circunstancia, confieso que no me gusta el "estilo" interpretativo de Alberto Jiménez, aunque soy consciente de que este juicio no resta un ápice a la calidad objetiva de su trabajo. Jordi Rebellón está francamente bien.

A la vista de cómo recibió la función el público, creo que el espectáculo ofrecido por los Teatros del Canal va a continuar siendo un éxito de crítica y público...

Foto Emilia Yagüe Producciones
Y si no expreso una acotación casi marginal —para el desarrollo de la trama— y dos más relevantes, reviento. La casi marginal: no sé si está históricamente justificado el énfasis que han puesto ciertos escritores en la figura de Goya, como pintor de los elementos más esenciales de la guerra. Pérez Reverte lo asume aunque hace tiempo reputados estudiosos expusieron que se debieran revisar ciertas hagiografías...
Las más relevantes desde el punto de vista argumental aluden a las reflexiones plásticas y estéticas ofrecidas por Pérez Reverte tanto en la novela como en el "resumen" de Antonio Álamo, y requerirían un comentario más amplio de lo que me apetece escribir hoy. Por descargar la presión de mis mecanismos reactivos, sólo ofreceré al lector dos puntualizaciones discretas. La primera: es más fácil explicar el "orden compositivo" desde la teoría del caos, implícitamente mencionada al describir el factor que activa el drama de Ivo —desde la lógica difusa—, que desde un supuesto "orden geométrico". La segunda: en cuestiones fotográficas, por encima de cualquier consideración de orden geométrico, que indefectiblemente nos remitirá a Platón y a lo que su cosmovisión supone, es importante recordar las recomendaciones de Robert Capa, de quien no parece ser fiel devoto Pérez Reverte: lo importante es estar cerca, suficientemente cerca; incluso aunque el fotógrafo cuente con con un teleobjetivo magnífico y con unas dotes compositivas excepcionales.

viernes, 24 de marzo de 2017

¿La movilidad del futuro?

Hace casi cien años, muchos pensaban que en poco tiempo, los automóviles serían sustituidos por pequeños aviones... Basta contemplar Metropolis, F. Lang en Metrópolis para documentar un modelo urbanístico utópico que, en la actualidad, parece casi ridículo. Sin embargo, ideas como la ofrecida por Airbus en el vídeo adjunto, acaso estén advirtiendo de que, tal vez, debiéramos replantear también nuestras actuales previsiones de desarrollo urbanístico...





F. Lang, Metropolis, 1927



La gestión cultural del Ayuntamiento de Madrid: desnudar a un santo para vestir a otro

Se veía venir. En este blog me ha manifestado varias veces en la misma dirección y confieso con amargura que me he autocensurado varias veces por no exponer análisis que colaboraran una micra en una dirección política aberrante. Pero estaba claro desde el primer minuto, que ofrecer una "política cultural" desde las hipótesis "fácticas" empleadas por quienes dirigían (y dirigen) Podemos y por quienes caminaban por senderos paralelos o próximos, era una ingenuidad. Las "buenas ideas" cargadas del utopismo más o menos radical de personajes como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o, incluso, Rita Maestre, Guillermo Zapata y Celia Mayer —por mencionar sólo a los más “visibles”—, respaldadas por un voluntarismo cultural manifiestamente ingenuo, se acomodan mal a un universo demasiado complejo y exageradamente condicionado por intereses de naturaleza diversa.
Ha saltado la chispa con el cambio de dedicación de las naves de Matadero, pero podría haber hecho antes de no ser porque gran parte de los "actores culturales", condicionados por la penuria secular, están demasiado atomizados y acostumbrados a poner el esfínter innoble en la dirección del empuje definido por los vientos "del poder".
La idea del Centro Internacional de Artes Vivas no era —no es—, en términos objetivos y "abstractos", mala. Existen instituciones similares en las grandes ciudades europeas; recientemente, la Tate Modern ha propuesto dedicar una parte de sus instalaciones a las mismas actividades que propone Mateo Feijóo. Es obvio que si pretendemos que Madrid sea un referente cultural de vanguardia, "necesitamos" un centro de esa naturaleza y algunos más de entidad comparable: se debe dar respuesta positiva a la pléyade de personas que trabajan en la danza contemporánea, en las perfomances, en la breakdance, etc. Así lo ha entendido el colectivo que se ha manifestado apoyándolo, al que no me importaría unirme, con matices que prefiero silenciar en esta entrada.
Pero la política es el arte de establecer prioridades, por supuesto, armónicas con el cuerpo social; y hacer "otra política" pasa necesariamente por priorizar las acciones en función de cómo los diferentes grupos sociales se ordenen de acuerdo a su entidad numérica. Ese es el fundamento de uno de los principios más sagrados del orden democrático y hasta del definido por la Rerum Novarum, que sacralizó el principio de la justicia distributiva junto con el derecho a la propiedad privada. Obrar de otro modo, además de ser antidemocrático —y, en principio, supuestamente anticristiano—, conduce a esperpentos propios de cuando se concebía la política cultural como mero instrumento "auxiliar" de la concentración de capital o como una forma de repartir prebendas en contexto endogámico.
Obviamente, desde esa premisa, para definir una política cultural es fundamental tener una idea realista de la situación social y, por supuesto, de la entidad de los diferentes grupos que se mueven en las distintas líneas de acción creativa; y desde ese conocimiento, arbitrar fórmulas que den respuesta tanto a los creativos como a los diletantes...



Pero esas medidas no pueden tomarse como se ha hecho en esta ocasión, seguramente con nobles intenciones pero con un desconocimiento notorio de la "realidad cultural" madrileña, construyendo un Centro de Artes Vivas, sacrificando uno de los pocos espacios teatrales de titularidad pública de una capital donde conviven muchos ciudadanos con la "extraña" voluntad de dedicarse profesionalmente a las artes escénicas convencionales, en un ambiente general enrarecido por las políticas culturales conservadoras (IVA exagerado, escasas aportaciones públicas, etc.).
Y la manera de "venderlo" no pudo ser más torpe. La señora Mayer argumentó que las nuevas actividades serían gratuitas... pasando por alto que ello sólo es posible mediante un agravio comparativo que dolió como un latigazo a las gentes del teatro, especialmente sensibles ante la praxis aplicada por los gestores del nuevo Ayuntamiento, de quienes con notoria ingenuidad, se esperaba otra cosa. Para montar una función, las compañías debían trabajar a porcentaje en taquilla, con lo que ellos siempre implica de riesgo, mientras que las futuras actividades del Centro de Artes Vivas serán organizadas mediante caché pero con acceso libre del público. Es difícil imaginar cuántos madrileños estarían dispuestos a pagar 15 € por asistir a una sesión de breakdance o a una instalación sonora...
Más allá de la rectificación en el cambio de nombre de las salas y de la destitución de Celia Mayer, no creo que en este caso se resuelva el mal ambiente, que hace pensar en tiempos pretéritos, diciendo que si se argumenta es posible rectificar, como indicaba la señora Maestre, al hilo de los acontecimientos...
Porque el conflicto entre la nueva gestión municipal y dicho colectivo viene de lejos: y experimentó un importante punto de inflexión con la destitución de Carlos Pérez de la Fuente de su puesto al frente del Teatro Español (la gestión incluía "las Naves" en Matadero) (Carlos Pérez de la Fuente, de ideología conservadora, acredita una sólida carrera profesional). Y es que aunque en tiempos de posverdad parezca increíble, no es demasiado extraordinario que personas de ideas conservadoras sean grandes profesionales de "la cosa cultural". En ese sentido, por no hablar de von Karajan, sugiero al lector interesado echar un vistazo al blog "La Liga de las Artes", porque aunque sea el órgano de expresión de un sector concreto de dicho colectivo, contiene datos en abundancia para conocer las fórmulas empleadas por el Ayuntamiento de Madrid para gestionar estos asuntos.
Sobre ello, casi es un detalle insignificante que se haya desnudado al santo del teatro para vestir al de las "nuevas formas de expresión escénica", como si el Ayuntamiento de Madrid careciera de lugares donde ofrecer actividades de un tipo y otro; el propio Matadero aún tiene grandes posibilidades, por no hablar de la Nave Boetticher —los de Villaverde también tienen derecho a que se de utilidad a unas instalaciones espléndidas pero marginales—, del CentroCentro —asimismo infrautilizado— y de muchos más lugares repartidos por la geografía de la capital.
A mi juicio, una parte muy substanciosa del "problema" deriva de un lastre "heredado" del Ayuntamiento anterior, que no se ha querido o podido disolver: la naturaleza peculiar de Madrid Destino, la entidad que centraliza la gestión cultural unificando orgánicamente "lo cultural", "lo turístico" y  los "espacios destinados a la celebración de congresos, ferias, reuniones, espectáculos, eventos deportivos y encuentros empresariales". Es obvio que el turismo y los "eventos" tiene relación con "lo cultural", pero mantener la funcionalidad de ese "ente", incluso, desde una concepción gramsciana o "posmoderna relacional" de "la cultura" (consumo cultural) —y "la Cultura" (creación cultural)—es para morir de risa. Continuar con un instrumento concebido para facilitar la acumulación de capital es absurdo, incluso aunque medien "razones estratégicas".
Si combinamos ese ente con los planteamientos concebidos para estimular la participación ciudadana, en armonía con los principios ideológicos del actual Ayuntamiento, a su vez, condicionado por las limitaciones presupuestarias impuestas desde la Administración Central, seguramente obtendremos en el matraz una precipitación de esperpentos, que va a colocar a los sectores mayoritarios del "universo cultural" (tanto los profesionales como los consumidores o simples aficionados) en actitud beligerante similar a la de los tiempos de la señora de las peras y las manzanas.
Construir una política cultural, inclinada hacia el fomento de la participación ciudadana y en sintonía con las grandes corrientes de vanguardia, no puede implicar la eliminación de lo que, hasta ahora, estaba funcionando satisfactoriamente. Da la sensación de que, en el territorio de las artes escénicas, se pretende crear una situación "nueva" que pasaría por sustituir parte de los planteamientos profesionales "tradicionales" por propuestas innovadoras y por completar —¿compensar?— la oferta con eventos ofrecidos desde la iniciativa popular, siempre menos costosos. Por desgracia, en esas condiciones, sería aún más difícil montar espectáculos como El cartógrafo, porque sus promotores deberán competir más duramente con otros, dado que contarán con menos salas donde ofrecerlos bajo el amparo de las instituciones públicas.
¿He dicho "amparo institucional"? Sospecho que los "nuevos" magnates de la cultura aún no se han enterado de que, desde que se aplicaron los "ajustes económicos", contando incluso con los salarios de miseria que se pagan en este "negocio", es imposible rentabilizar cualquier espectáculo de pretensiones homologables con la naturaleza específica del hecho teatral "tradicional".
¿Hemos votado ayuntamientos del cambio para eso? El estado de perplejidad lo expuso Sergio Peris Mencheta, según recogen los medios, en los siguientes términos:

"Sé lo que cuesta llevar público a Legazpi y temo que finalmente, lo que se quería evitar con la derecha en el ayuntamiento (que era el desmantelamiento paulatino de este espacio y su subasta posterior al mejor postor), se vaya a conseguir en tiempo récord con un gobierno de izquierdas" .

Aunque Gramsci dijera lo contrario, en nuestros días, es otra obviedad que los asuntos culturales no son relativamente relevantes desde el punto de vista político, por supuesto, si no se convierten en espectáculos de gran difusión mediática, por ejemplo, mediante la acción "periodística". "La gente" está mucho más preocupada por los asuntos de deportivos, que también son "cultura"...  Pero era de esperar que los partidos del cambio interpretaran la situación de otra manera.
Como indicara la señora Carmena hace poco, cuando asumió las competencias la señora Mayer, la gestión cultural es compleja; a mi juicio, demasiado compleja para dejarla en manos de aficionados. Es magnífica la idea estimular las iniciativas ciudadanas y prestar atención a las propuestas de vanguardia; pero las ansias por ofrecer imagen "progresista" no debería hacernos perder de vista que existe un universo profesionalizado, al que debiera prestar atención muy especial un Ayuntamiento, vocacionalmente ajeno a los principios liberales. Y en ese sentido, las nuevas autoridades deberían entender que, desde el punto de vista de los colectivos dedicados a las artes escénicas, es vital una implicación mucho mayor de los poderes públicos, que mediante este conducto podrían dar respuesta a una necesidad humana obvia y, al mismo tiempo, ofrecer fórmulas de redistribución de rentas, que permitieran salir de la precariedad a tantas personas como mueve el hecho teatral "tradicional".

¿Desnudar a un santo para vestir a otro? Me temo que, en asuntos culturales ya hay demasiados santos y santas en pelotas...

miércoles, 22 de marzo de 2017

Los "científicos exiliados" cumplen una importante función diplomática !!!!

Durante estos días ha causado furor una polémica que me ha recordado los "diálogos para besugos" de mi años infantiles, cuando ciertas publicaciones infantiles, en sintonía con Tip y Coll explotaban las posibilidades del surrealismo para hacer reír. Ahora se recuperan los mismos principios pero para ponerlos al servicio de cualquier majadería lúbrica, que se procura hacer pasar por reflexión sesuda; por supuesto, "sesuda" con "s" y no con "x", aunque acaso mereciera cambiar las letras teniendo en cuenta el "cerebro glande" del que parece derivar la "lógica" prostituida de nuestros días.
La charada comenzó cuando Ana Elorza Moreno, Lorenzo Melchor, Guillermo Gil-Orts, Cristina Gracia, Izaskun Lacunza, Borja Izquierdo y José Ignacio Fernández-Vera firmaron un artículo publicado en Science & Diplomacy, bajo el título "Spanish Science Diplomacy: A Global and Collaborative Bottom-Up Approach", en el que ofrecían una peculiar forma de interpretar las "posibilidades" de la diáspora científica. Y lo hacían en términos acordes con los principios de la globalización, que exponían a partir de una frase lapidaria:

"La ciencia se ha convertido en una empresa global y en un esfuerzo de equipo"...

¡Aleluya!
Como es natural, fueron legión quienes saltaron a  la palestra encendidos de santa ira... Encontrar ventajas diplomáticas a una situación esperpéntica que garantiza el retraso científico, económico y social de la sociedad española per secula seculorum es para emular al "loco" de Tarkovski (Nostalghia, 1983) y quemarse a lo bonzo en la plaza pública, so sé si ante Marco Aurelio en el Campidoglio o en la Royal Mile de Edimburgo, junto a David Hume, que se pasó la vida combatiendo excentricidades "lógicas" como las del "equipo de investigadores" en cuestión, para terminar dando suerte a quienes le toquen la punta del pie. ¡Parajódico destino el suyo!


Al hilo de tan geniales elucubraciones, hasta se podría decir que nuestros muy nobles magnates podridos de corrupción están consolidando la "marca España" por la parte que conviene a esa picaresca que, al menos desde los tiempos de Rinconete y Cortadillo, se enseñorea por la médula de "las esencias patrias". Y desde ahí hasta el infinito y más allá: la creatividad del lector encontrará numerosas metáforas en la misma línea.
Como se me hace duro y antiguo hablar de retórica untuosa o de sofismas, debo deducir que asuntos como éste han de ser esencia de la "moderna"(¿posmoderna?) posverdad. Seguro.