Hoy se ha celebrado en Madrid un referéndum extraoficial para que la ciudadanía expresara "su opinión" sobre la venta parcial del Canal de Isabel II... ¿Cómo se puede vender algo de manifiesta utilidad pública?
Los resultados de la consulta no tendrán ninguna repercusión porque en este país progresivamente retrasado y empobrecido, la autoridad competente lo tiene claro; lo primordial para sus representantes es incrementar "los niveles" de negocio porque, según criterios surrealistas, en ello está el fundamento de la libertad, el desarrollo económico, y el crecimiento del empleo.
Asumiendo los dictados del sistema democrático, tal y como éste se entiende en España, desde este foro constreñido entre lo crítico, lo irónico y el sentido común (ya, ya sé que es el menos común de todos los sentidos), me atrevo a proponer que, puestos a vender, se empiece por "privatizar" el arte, porque, a pesar de mis circunstancias profesionales y personales, es infinitamente más necesario y vital el "líquido elemento". Es más fácil subsistir sin arte que sin agua.
Si doña Esperanza persiste en reducir el déficit, movilizar negocios privados y generar comisiones opacas, comience con el arte. Puede dirigirse a don Mariano —¡qué perspicacia la de Forges!— para que le traspase la titularidad del Museo del Prado. Cuestión de unos cuantos párrafos en el BOE. A continuación todo sería sencillo: ofrecer las obras de Velázquez, una por una, al mejor postor; luego podría seguir con Goya... O vender todo junto a una fundación —por supuesto, sin ánimo de lucro—, incluyendo el edificio Villanueva, la ampliación de Moneo, el claustro de los Jerónimos y hasta el Casón. Y don Mariano podría presentarse ante Angela Merkel con los bolsillos repletos, la conciencia tranquila, los deberes cumplidos...
Y hasta se me ocurre una fórmula para que ganemos "todos" aún más: exigir en el pliego de condiciones de la venta global que tengan acceso gratuito los niños, los profesionales del arte, los parados, ¡también los jubilados!, los miembros del ICOM... y, por supuesto, los políticos (en ejercicio o no) con derecho a tratamiento VIP, que incluiría sala de reposo especial con paredes de rojo pompeyano.
Para que el museo fuera un buen negocio sus nuevos gestores deberían multiplicar por 4 o por 5 el precio de la entrada, como los museos norteamericanos; como la mayoría de los visitantes no son madrileños, "todos" saldríamos ganando.
A tenor de los precedentes conocidos, de la gran capacidad que tienen los bancos, las empresas privadas y las fundaciones sin ánimo de lucro para gestionar el asunto estético, seguramente se encontrarían fórmulas para incrementar el número de obras expuestas al público y para solventar otras carencias sonoras... Lo dicho, todos saldríamos ganando... hasta los presuntos inocentes. Y ello no supondría grandes quebrantos para las personas especialmente interesadas en el arte, porque como dijera el coronel von Waldheim, el oficial nazi, en El tren, de John Frankenheimer, el arte pertenece a quienes saben apreciarlo.
Ahora que lo pienso... A lo mejor por ello doña Esperanza Aguirre no ha pensado en el arte... de momento, y ha empezado por privatizar la sanidad pública y la gestión del agua.
Está claro. Los profesionales del arte podemos estar tranquilos: el Museo del Prado será lo último que vendan... Antes se ofrecería "la honra" de los ciudadanos "del común", por supuesto, si lo exigiera Europa.
Es lo de siempre, ¿no?: privatizar los beneficios y socializar las perdidas, lo que va bien se lo regalan los políticos a sus amigos ( a cambio de comisiones) y lo que va mal lo pagamos los ciudadanos con sobrecarga impositiva y con perdida de derechos sanitarios, educativos, et,. ¿cómo el Estado va a reducir el déficit público si vende los activos más rentables?
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