Món Sant Benet porque, a mi juicio, no está tan clara la relación con los prototipos califales. Se aproxima a ellos por la concepción cúbica, pero se distancian por el resto de los elementos que definen su estructura, con un cesto de gran tamaño relativo bajo el cuerpo superior de escaso desarrollo, que hace pensar en fórmulas de la Aljafería.
En todo caso, los dos siguen las tradiciones del orden corintio con leves diferencias que los distanciasn de los prototipos cordobeses más repetidos. Poseen caulículos torsionados con remate liso de donde brotan formaciones vegetales estilizadas, a medio camino entre las "volutas vegetales", frecuentes en Córdoba, y las fórmulas de cálices hiperdesarrollados de algunas variedades tardorromanas (corintizantes). Ese elemento se desarrolla imitando la concepción de las volutas geométricas con diferencias significativas: en el lugar de las volutas exteriores las formaciones vegetales se enrollan sobre sí mismas hasta conformar palmetas muy repetidas en la decoración bizantina. Por su parte, las palmetas interiores, puestas de perfil, se agrupan con las adyacentes para componer una abierta entera con surco axial a modo de nervadura. Esa composición es frecuente entre lo bizantino y similar a las de los capiteles de una de las series de San Miguel de Escalada (siglo VI) y al del lapidario de Narbona, que recogía en una entrada anterior y que, a mi juicio, fue realizado en los alrededores del año 400.
Puede ser significativo detenerse un instante en comparar los de Cornellá con los capiteles de Escalada y el de Narbona. La falta de moldura en el ábaco de los catalanes los aleja de las fórmulas del Pleno Imperio y los aproxima a usos habituales en lo tardorromano y entre lo califal. Los de Cornellá cuentan con ábacos de espesor y articulación diferentes: uno de ellos (el COR02) es grueso y se aproxima a las fórmulas califales; el del otro (COR01), sumamente sutil, está más cerca de los modelos tadorromanos.
En todo caso, los dos siguen las tradiciones del orden corintio con leves diferencias que los distanciasn de los prototipos cordobeses más repetidos. Poseen caulículos torsionados con remate liso de donde brotan formaciones vegetales estilizadas, a medio camino entre las "volutas vegetales", frecuentes en Córdoba, y las fórmulas de cálices hiperdesarrollados de algunas variedades tardorromanas (corintizantes). Ese elemento se desarrolla imitando la concepción de las volutas geométricas con diferencias significativas: en el lugar de las volutas exteriores las formaciones vegetales se enrollan sobre sí mismas hasta conformar palmetas muy repetidas en la decoración bizantina. Por su parte, las palmetas interiores, puestas de perfil, se agrupan con las adyacentes para componer una abierta entera con surco axial a modo de nervadura. Esa composición es frecuente entre lo bizantino y similar a las de los capiteles de una de las series de San Miguel de Escalada (siglo VI) y al del lapidario de Narbona, que recogía en una entrada anterior y que, a mi juicio, fue realizado en los alrededores del año 400.
LME29, pórtico de Escalada |
La carencia de collarino, que sí existe en la serie de Escalada, los emparenta con la tradición romana anterior a los grandes influjos orientales pero también con la ornamentación arquitectónica califal, diseñada a principios del siglo X con la voluntad de emular los usos romanos.
Pero lo más elocuente de la comparación deriva del planteamiento diverso que tienen las tres modalidades en la intepretación del conjunto caulículos-cáliz-volutas. En los de Escalada, existen caulículos, rematados mediante una incisión y dos puntos de trépano, y volutas de diseño casi tradicional con cáliz atrofiado, apenas acreditado por tres hojas diminutas. Por su parte, el de Narbona, aunque la talla es de cierta torpeza, conserva el conjunto con cualidades propias del Pleno Imperio; sólo le "descubre" en su evolución la manera de interpretar el conjunto axial, sustituido por una hoja pequeña bajo las volutas y palmas completas en el lugar de los florones. Los de Cornellá carecen de toda alusión al conjunto axial, de modo que, en ese sentido, van más allá de lo que hicieron los artífices califales (ver capitel CMA61 en la imagen adjunta).
De todas formas, es importante indicar que entre los capiteles de la Aljafería es frecuente que el desarrollo del aparato vegetal cumpla la "función" de las volutas (es decir, que no existan volutas geométricas) y que se empleen elementos ornamentales de concepción relativamente paralela a los de los capiteles de Cornellá. Obviamente, el ornato virtuoso de los aragoneses se inclina en la dirección geometrizante, propia de las corrientes islámicas y que culminan durante el siglo XIV, mientras que los catalanes mantienen un sentido más sencillo y, al mismo tiempo, más "naturalista", si es oportuno emplear palabra tan inadecuada en ese momento.
Las diferencias entre los dos capiteles de Cornellá también se advierten en el tratamiento del kálathos, perfectamente marcado en el COR02 y mal interpretado en el COR01; en este último el cuerpo superior, que se inclina (en cierto modo) a la concepción del equino, está más cerca del tronco de pirámide que del tronco de cono propio de los capiteles corintios romanos y califales. No obstante, es importante tener en cuenta que, tanto entre los hispanorromanos como entre los califales, son relativamente frecuentes los capiteles con esas irregularidades.
También son heterogéneos la técnica de talla y el ornato de las dos coronas de hojas. Frente a la talla efectista de dos planos habitual en los atauriques califales, cuentan con relieves de cierta modelación, resuelto con escaso uso del trépano salvo en zonas muy concretas, según usos comunes en los alrededores del año 300.
Así mismo es significativo que uno de los capiteles (el COR02) esté parcialmente cubierto de talla fina, de forma ajena a lo habitual en los "capiteles entregos": existen zonas talladas y zonas lisas en áreas no relacionadas con la situación natural de un capitel oculto parcialmente por su acoplamiento a un muro. Ello abre la posibilidad de que estos capiteles fueran labrados según motivaciones ajenas a las imposiciones constructivas o arquitectónica y (o) en dos fases separadas en el tiempo.
También merece ser destacado que en uno de los capiteles (COR02) se empleen fórmulas diversas para las hojas, todas ellas del repertorio bizantino, que se recuperará en el ornato de los claustros románicos, pero con un tratamiento sumamente original tratándose de un capitel de estructura tan dependiente de las tradiciones helenísticas. Esa circunstancia es relativamente frecuente en los capiteles califales.
Pero lo más elocuente de la comparación deriva del planteamiento diverso que tienen las tres modalidades en la intepretación del conjunto caulículos-cáliz-volutas. En los de Escalada, existen caulículos, rematados mediante una incisión y dos puntos de trépano, y volutas de diseño casi tradicional con cáliz atrofiado, apenas acreditado por tres hojas diminutas. Por su parte, el de Narbona, aunque la talla es de cierta torpeza, conserva el conjunto con cualidades propias del Pleno Imperio; sólo le "descubre" en su evolución la manera de interpretar el conjunto axial, sustituido por una hoja pequeña bajo las volutas y palmas completas en el lugar de los florones. Los de Cornellá carecen de toda alusión al conjunto axial, de modo que, en ese sentido, van más allá de lo que hicieron los artífices califales (ver capitel CMA61 en la imagen adjunta).
NBL37, lapidario de Narbona |
CMA61, capitel califal del Museo Arqueológico de Córdoba
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Capiteles de la Aljafería. Siglo XI |
También son heterogéneos la técnica de talla y el ornato de las dos coronas de hojas. Frente a la talla efectista de dos planos habitual en los atauriques califales, cuentan con relieves de cierta modelación, resuelto con escaso uso del trépano salvo en zonas muy concretas, según usos comunes en los alrededores del año 300.
Así mismo es significativo que uno de los capiteles (el COR02) esté parcialmente cubierto de talla fina, de forma ajena a lo habitual en los "capiteles entregos": existen zonas talladas y zonas lisas en áreas no relacionadas con la situación natural de un capitel oculto parcialmente por su acoplamiento a un muro. Ello abre la posibilidad de que estos capiteles fueran labrados según motivaciones ajenas a las imposiciones constructivas o arquitectónica y (o) en dos fases separadas en el tiempo.
COR02 |
COR02 |
Por último, es fundamental tener en cuenta que el planteamiento de estos capiteles guarda relación con los pocos originales conservados en el Monasterio de Ripoll. Desde esa relación, tiene cierto sentido la hipótesis de que también los de Cornellá fueran capiteles mozárabes en el sentido estricto del término. Sin embargo...
Conclusión
No creo que en este caso se pueda descartar, en principio, la posibilidad de que estos capiteles fueran creados para un edificio islámico y reutilizados luego en una iglesia cristiana.
La concepción estructural de los capiteles de Cornellá apunta en la dirección del influjo cordobés pero ya reinterpretado durante el siglo XI en la Aljafería. No sucede lo mismo con el ornato, que se acerca a usos orientales documentados a parir del siglo V, que se reactivaron tanto en Oriente como en Occidente a partir del siglo X.
Teniendo en cuenta que son numerosos los capiteles de concepción estructural califal con hojas lisas aparecidos en Cataluña, la anómala distribución de hojas sin talla fina y trabajadas sugiere la posibilidad de que tanto estos capiteles como los afines de Ripoll fueran trabajados en dos "momentos": en el primero se realizarían como capiteles de hojas lisas, según fórmula islámica; en el segundo, un taller de calidad estimable y referencias bizantinas vinculadas al Románico, realizaría el ornato fino.
Por supuesto, cabe la posibilidad de que esos dos "momentos" fueran coincidentes y que los capiteles sinteticen la situación cultural de Cataluña durante aquellos años, de acuerdo con su ubicación geográfica, condicionada por los influjos islámicos del sur y franceses del norte.
De todas formas, aunque tiene sentido adjudicarlos a una horquilla cronológica definida entre la segunda mitad del siglo X y el siglo XI, a mi juicio, lo más probable es que los capiteles de Cornellá sean de la segunda mitad del siglo XI.
Conclusión
No creo que en este caso se pueda descartar, en principio, la posibilidad de que estos capiteles fueran creados para un edificio islámico y reutilizados luego en una iglesia cristiana.
La concepción estructural de los capiteles de Cornellá apunta en la dirección del influjo cordobés pero ya reinterpretado durante el siglo XI en la Aljafería. No sucede lo mismo con el ornato, que se acerca a usos orientales documentados a parir del siglo V, que se reactivaron tanto en Oriente como en Occidente a partir del siglo X.
Teniendo en cuenta que son numerosos los capiteles de concepción estructural califal con hojas lisas aparecidos en Cataluña, la anómala distribución de hojas sin talla fina y trabajadas sugiere la posibilidad de que tanto estos capiteles como los afines de Ripoll fueran trabajados en dos "momentos": en el primero se realizarían como capiteles de hojas lisas, según fórmula islámica; en el segundo, un taller de calidad estimable y referencias bizantinas vinculadas al Románico, realizaría el ornato fino.
Por supuesto, cabe la posibilidad de que esos dos "momentos" fueran coincidentes y que los capiteles sinteticen la situación cultural de Cataluña durante aquellos años, de acuerdo con su ubicación geográfica, condicionada por los influjos islámicos del sur y franceses del norte.
De todas formas, aunque tiene sentido adjudicarlos a una horquilla cronológica definida entre la segunda mitad del siglo X y el siglo XI, a mi juicio, lo más probable es que los capiteles de Cornellá sean de la segunda mitad del siglo XI.
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