Hace unos días un medio de comunicación ofrecía como "noticia", los resultados de una investigación de interesantes implicaciones. Al indagar sobre las fuentes, resultó que la "noticia" no era tan fresca... Un grupo de investigadores encabezados nominalmente por Matthew E. Sachs publicó hace un año en Oxford Academic (Social Cognive and Affective Neuroscience, vol 11, 2016, p. 884-891) un estudio que relaciona la estructura de funcionamiento cerebral de las personas con la capacidad para experimentar la "sensación" de "ponérsele a uno la piel de gallina" ante la audición de una pieza musical.
Según el estudio, anunciado hace diez meses en Neuroscience, "las personas que experimentan escalofríos por la música en realidad tienen diferencias estructurales en el cerebro. Tienen un mayor volumen de fibras que conectan su corteza auditiva a las áreas asociadas con el procesamiento emocional, lo que significa que estas áreas se comunican mejor" (...) "Que existan más fibras y una mayor eficiencia entre dos regiones cerebrales significa que tiene un procesamiento más eficiente entre ellos".
A continuación, el resumen publicado por los propios investigadores:
"Humans uniquely appreciate aesthetics, experiencing pleasurable responses to complex stimuli that confer no clear intrinsic value for survival. However, substantial variability exists in the frequency and specificity of aesthetic responses. While pleasure from aesthetics is attributed to the neural circuitry for reward, what accounts for individual differences in aesthetic reward sensitivity remains unclear. Using a combination of survey data, behavioral and psychophysiological measures and diffusion tensor imaging, we found that white matter connectivity between sensory processing areas in the superior temporal gyrus and emotional and social processing areas in the insula and medial prefrontal cortex explains individual differences in reward sensitivity to music. Our findings provide the first evidence for a neural basis of individual differences in sensory access to the reward system, and suggest that social–emotional communication through the auditory channel may offer an evolutionary basis for music making as an aesthetically rewarding function in humans."
Así, pues, la sensibilidad musical depende de que hayamos nacido con más o menos fibras de interconexión entre determinadas áreas cerebrales... ¡Qué cosas!
Según el estudio, anunciado hace diez meses en Neuroscience, "las personas que experimentan escalofríos por la música en realidad tienen diferencias estructurales en el cerebro. Tienen un mayor volumen de fibras que conectan su corteza auditiva a las áreas asociadas con el procesamiento emocional, lo que significa que estas áreas se comunican mejor" (...) "Que existan más fibras y una mayor eficiencia entre dos regiones cerebrales significa que tiene un procesamiento más eficiente entre ellos".
A continuación, el resumen publicado por los propios investigadores:
"Humans uniquely appreciate aesthetics, experiencing pleasurable responses to complex stimuli that confer no clear intrinsic value for survival. However, substantial variability exists in the frequency and specificity of aesthetic responses. While pleasure from aesthetics is attributed to the neural circuitry for reward, what accounts for individual differences in aesthetic reward sensitivity remains unclear. Using a combination of survey data, behavioral and psychophysiological measures and diffusion tensor imaging, we found that white matter connectivity between sensory processing areas in the superior temporal gyrus and emotional and social processing areas in the insula and medial prefrontal cortex explains individual differences in reward sensitivity to music. Our findings provide the first evidence for a neural basis of individual differences in sensory access to the reward system, and suggest that social–emotional communication through the auditory channel may offer an evolutionary basis for music making as an aesthetically rewarding function in humans."
Así, pues, la sensibilidad musical depende de que hayamos nacido con más o menos fibras de interconexión entre determinadas áreas cerebrales... ¡Qué cosas!
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