En la Academia de San Fernando podemos ver uno de los acontecimientos culturales de mayor aceptación social, si atendemos a las cifras de visitantes y dejamos al margen los eventos de los grandes museos madrileños: "Floridablanca. La utopía reformadora, 1728-1808" (23 de diciembre de 2008 a 22 de febrero de 2009). si no he entendido mal el objetivo de la exposición, el comisario, Cristóbal Belda Navarro, nos ofrece una panorámica del movimiento ilustrador en torno a la figura del conde Floridablanca, que fue Fiscal del Consejo de Castilla y Primer Ministro, hasta la llegada de Godoy al poder, cuando fue destituido acusado de corrupción; recuperó cierto protagonismo político al final de su vida, en plena "Guerra de la Independencia" y murió en 1808. Lo más meritorio de su actividad política, por supuesto, además de su incansable labor cotidiana: la firma del Breve Dominius ac Redemptor noster, que suponía la supresión de la Compañía de Jesús (1773), según mi punto de vista insuficientemente explicado en el "nivel divulgativo".
Se han recogido alrededor de 170 obras de naturaleza variable, entre las que destacan unas pocas obras de Goya y algunas otras de diferentes autores menos valorados por la ciudadanía...
Me han sorprendido dos cosas en este evento... La primera, el escaso "interés objetivo" de la exposición (seguramente el catálogo solventará las carencias en ese sentido y en otros detalles, como el da la supresión de los jesuitas), según mi particular juicio, que obviamente no se corresponde con el de otras muchas personas. Entiendo que centrar el estudio de la historia en las biografía de los "grandes prohombres" no es, precisamente, la más adecuada. Interpretar la Ilustración como un fenómeno supeditado a la voluntad de tres o cuatro "espíritus refinados" es, cuando menos, tendencioso, incluso, sabiendo que se habla de "Despotismo Ilustrado". En ese sentido, esta exposición parece anexo pobre a la que se realizó en el Palacio Real: Ilustración y Liberalismo, 1788-1814.
La segunda: en el montaje se ha empleado un sistema de iluminación propio de un oratorio, que dificulta considerablemente la visión de las pinturas y hasta la lectura de las cartelas. Es sabido que la luz estropea las pinturas, pero si se hace una "exposición" es obvio que los visitantes deben poder contemplar lo que se exhibe... Imagino que los señores académicos habrán pensado en mostrar el alma de las obras y dejar la imagen para cuando llegen los técnicos de Google...
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