Para completar la visita a Turquía, convenía acudir a Berlín... y acercarse al Museo de Pérgamo. Cosas de la rapiña imperialista y de la torpeza de la marginalidad. En todo caso, aunque el problema de los restos "adquiridos" en los países requiera una solución más acorde con la situación sociocultural actual, no se puede negar la importante aportación de las legaciones arqueológicas alemanas en la zona mediterránea... incluida la península Ibérica.Y me ha sorprendido muy positivamente contemplar cómo se están "aclimatando" los museos alemanes (al menos, los que he visitado) a las circunstancias actuales. Aunque los precios son algo caros, existen fórmulas que los hacen asequibles y algunas tardes son gratuitos. Los vigilantes permiten tomar fotografías y, salvo en situaciones muy concretas, la iluminación es adecuada para obtener imágenes aceptables. Aunque parezca sorprendente, no se organizan tumultos de turistas enloquecidos con cámaras en las manos. Y lo más importante: las autoridades culturales mantienen la vocación educativa de estas instituciones... acaso porque aún está muy arraigada la idea de que la formación cultural es un factor de poder muy importante.
Aunque sea odioso comparar la tortilla de patatas con las salchichas de Frankfurt, merece la pena viajar a Berlín sólo para dar un paseo por la Isla de los Museos, incluso contando con la retirada de Nefertiti, descansando hasta que abra las puertas el nuevo edificio dedicado a la colección egipcia.
Argumentaba Wenceslao Fernández Flórez que los pecados capitales eran motor y sustrato del desarrollo cultural... Si la arquitectura madrileña es fruto del maridaje entre la codicia de los especuladores y la ambición de los faraones, en Berlín todo nace, en primer lugar de la ira (la ciudad fue aniquilada durante la Segunda Guerra Mundial) y de la combinación los otros pecados, en proporción diferente de la madrileña, bajo el imperio de una "lógica" extraña al sur de los Pirineos.
Si hasta hace unos días creía difícil encontrar un lugar con mayor expansión arquitectónica que Madrid, ahora debo manifestar arrepentimiento solemne por tanta petulancia provinciana. Tomen nota Albertosis I, el seguramente fallido faraón olímpico, Esperanza-Fuencisla, el alcalde de Segovia (empeñado en obtener la capitalidad cultural) y las autoridades culturales españolas en general, siempre proclives al "milongueo" cosmético, porque España no está haciendo lo necesario para ofrecer una oferta cultural mínimamente comparable a la de otros países europeos. Y, en el aspecto arquitectónico, la hegemonía de Berlín va para largo por múltiples razones. La primera: una gestión ejemplar dentro de las posibilidades del sistema liberal. La segunda: una sensibilidad social mucho más receptiva al "hecho cultural", arraigada durante el siglo XIX. La tercera: para no caer en el caos urbanístico, preconizado por los más pesimistas, la ciudad está obligada a asumir un proceso expansivo jamás visto a lo largo de la Historia.
Aunque sea odioso comparar la tortilla de patatas con las salchichas de Frankfurt, merece la pena viajar a Berlín sólo para dar un paseo por la Isla de los Museos, incluso contando con la retirada de Nefertiti, descansando hasta que abra las puertas el nuevo edificio dedicado a la colección egipcia.
Argumentaba Wenceslao Fernández Flórez que los pecados capitales eran motor y sustrato del desarrollo cultural... Si la arquitectura madrileña es fruto del maridaje entre la codicia de los especuladores y la ambición de los faraones, en Berlín todo nace, en primer lugar de la ira (la ciudad fue aniquilada durante la Segunda Guerra Mundial) y de la combinación los otros pecados, en proporción diferente de la madrileña, bajo el imperio de una "lógica" extraña al sur de los Pirineos.
Si hasta hace unos días creía difícil encontrar un lugar con mayor expansión arquitectónica que Madrid, ahora debo manifestar arrepentimiento solemne por tanta petulancia provinciana. Tomen nota Albertosis I, el seguramente fallido faraón olímpico, Esperanza-Fuencisla, el alcalde de Segovia (empeñado en obtener la capitalidad cultural) y las autoridades culturales españolas en general, siempre proclives al "milongueo" cosmético, porque España no está haciendo lo necesario para ofrecer una oferta cultural mínimamente comparable a la de otros países europeos. Y, en el aspecto arquitectónico, la hegemonía de Berlín va para largo por múltiples razones. La primera: una gestión ejemplar dentro de las posibilidades del sistema liberal. La segunda: una sensibilidad social mucho más receptiva al "hecho cultural", arraigada durante el siglo XIX. La tercera: para no caer en el caos urbanístico, preconizado por los más pesimistas, la ciudad está obligada a asumir un proceso expansivo jamás visto a lo largo de la Historia.
Desde 1945 Berlín fue laboratorio donde compitieron los modelos socialista y capitalista, respectivamente respaldados por el dinero americano y la propaganda soviética, para conformar una dualidad extraña, engendrada por una especia de espejo anti-simétrico, de dos áreas metropolitanas fuertemente caracterizadas en sus cualidades respectivas... La visité allá por los 70... La zona occidental me pareció vital pero espantosa, como algunos cuentos "infantiles"; la oriental, apabullante y siniestra.
La caída del muro ha obligado a reunificar la ciudad de "las dos almas negras" y el resultado ha supuesto una metamorfosis extraordinaria. Para ello ha sido necesario afrontar una empresa titánica, encauzada tanto en el aspecto urbanístico (infraestructuras, viales, transportes, etc.) como en el edilicio. Y en este último, en dos vertientes diferentes: la construcción de edificios nuevos y la rehabilitación de los antiguos, que presuponen la revitalización de los duendecillos especulativos y de sus nefastas consecuencias.
El resultado: con múltiples debilidades, Berlín se ha convertido en un colosal museo, donde podríamos repasar la historia de la arquitectura europea desde el año 1945, pero donde brillan con especial fuerza los proyectos posteriores al 9 de noviembre de 1989.
La fase más activa (1989-2009) se abre con un edificio singular y, según quien lo contemple, polémico, el Museo Judío de Daniel Libeskind. ¿Lo más destacable del conjunto global? Desde mi punto de vista, condicionada por las limitaciones de quien se asombra con cualquier cosa, en primer lugar muy destacado debe colocarse la reconstrucción del Reichstag, según proyecto de Sir Norman Foster , obligado a incluir una cúpula. Olvidada la polémica con Calatrava, se ha convertido en uno de los puntos de atracción turística más importantes de la capital alemana. Y, francamente, merece la pena hacer cola y soportar el exhaustivo control de seguridad para recorrerla sobre una pasarela de sustentación milagrosa, que, a su vez, nos proporciona una panorámica espléndida de las inmediaciones.
Según mi apreciación, el segundo gran jalón está en la Postdamer Plaz, donde se celebra la Berlinale; allí se acometió una ambiciosa reforma urbanística, donde destaca el Sony Center (Peter Walker), de concepción escenográfica, tal vez, demasiado espectacular por la noche, pero, en todo caso, muy vistoso.
Existen obras de Gehry (DZ Bank), Calatrava (puente Kroprinzen), Nouvel (Galleries Lafayette), I. M. Pei (Museo Alemán de Historia), Zaha Hadid... Importantes remodelaciones (Isla de los Museos), reconstrucciones (Palacio Real), etc. Todos ellos, cuando menos, estéticamente interesantes. Me ha gustado la interpretación formal que Jean Nouvel hizo del edificio parisino, aunque sean tan obvias las debilidades funcionales. El banco DZ, construido en las inmediaciones de la puerta de Brandeburgo, es un curioso ejemplo de síntesis entre lo "racional" y lo "visceral", entre lo geométrico y lo orgánico, como es habitual en el arquitecto canadiense, pero donde lo más específico de su manera de entender la arquitectura está en el interior, en un curioso "patio" cubierto con una forma de fuertes reminiscencias marinas... o vaginales. ¿No es lo mismo?
Se dice que Berlín ha desplazado a Madrid como capital de "la movida". ¡Chorradas! Al margen de la arquitectura, la movida estética berlinesa es tan cutre como la madrileña o la de cualquier otra gran ciudad europea y, por lo tanto, sería presuntuoso poner una ciudad delante de otra en ese sentido. El movimiento "okupa" languidece entre ratas; los "graffiteros" están mucho más controlados que en Madrid; los muralistas urbanos se han convertido en simples medios de la infraestructura turística con máxima expresión en los restos del muro y en las vallas que ocultan las obras. Los artistas conceptuales ofrecen los repertorios habituales, sin que destaque nada especial... acaso porque ya van demasiados años reiterando provocaciones cada vez menos provocadoras.
Las razones para visitar Berlín son otras, algunas sumamente ejemplarizantes para algunos mandarines del solar patrio: la política de gestión energética, la convivencia pacífica entre las bicicletas y los automóviles, el precio de los restaurantes, la actitud respetuosa ante el hecho cultural y los restos del pasado (aunque sean de la DDR) y, por supuesto, el repertorio arquitectónico.
Tengo una amiga que estudió en "la casa" y que prolongó el Erasmus... Me dijo el otro día que no volvía a España porque aquí no podría vivir. Lo de la ayuda social debe ser una realidad (que te puede gustar más o menos) allí en Alemania, no una mierda pinchada en un palo que parece fabricada a posta para que la derecha se cebe como es aquí en España... aunque tiempo al tiempo. A saber :-)
ResponderEliminarMola la isla, pero el Pergamo a mí no me gustó nada. Por mucho que quieras sentir Babilonia o Mesopotamia o ya no me acuerdo... no pega ni con cola. Bueno sí... está tan pegado a esas paredes fabricadas en el siglo XX que no hay forma de admirarlo o sentirlo. No sé. No me gustó nada. Si tienes una colección es mejor que se muestre como la de los capitolinos de Roma, a lo bruto. El Pergamo tiene todo tan colocadito que el robo canta por todas partes y lo visto carece de sentido. Dificil de explicar.
Debe ser un trauma cambiar de "pueblo"... A causa de mi tendencia "hipersintética" (ya sabes ;)) me ha faltado mencionar, por ejemplo, la existencia de un mercado artístico inimaginable aquí; si tienes en cuenta el precio de los alquileres, la "racionalidad" de la cultura alemana (no es tópico según mi punto de vista)y algunas otras cosas más... Con ventipocos años, yo tampco volvería. Además, los alemanes y, sobre todo, las alemanas son preciosos y preciosas.
ResponderEliminarLo que dices de los museos... Me he centrado en las cosas que ahora me obsesionan. Lo demás... El intento de "reconstrucción ambiental" acaso estuviera bien cuando se hizo, pero ahora...
Con el recuerdo de Pérgamo en la cabeza, llegas al museo y se te caen todos los sombrajos del mundo. Me sentí ante un montaje surrealista, donde dominaban la actitud de unas cuantas personas sentadas en la escalinata practicando rituales extraños delante de unos restos que parecían decorados para un estudio cinematográfico... Y lo mismo con los restos de Massata y con todas las grandes "reconstrucciones".
Acaso una de las razones más poderosas para restituir las piezas sea que de este modo nadie se puede hacer una idea de la función ritual o estética que tuvieron, porque las endencias ritualizadoras actuales son demasiado fuertes; en Pérgamo, tampoco, lo reconozco, pero gracias al poder del factor geográfico, el resultado no sería tan dantesco (en el más esricto sentido del término). Hoy se puede afrontar el problema de la reconstrucción ambiental en condiciones mucho más favorables gracias a la realidad virtual...
Es posible que en pocos años, devuelvan las piezas a cambio de que coloquen placas enormes en Pérgamo, Massta, etc. elogiado la buena voluntad del Estado Alemán y lo maravillosos que son los museos de Berlín.
El resto de las instalaciones... Las del Bode me parecen pelín desfasadas, comparables a las antiguas del Museo Arqueológico Nacional; las del Altes, un poco mejores. La Galería Nacional acaso sea la más lograda.
Será interesante ver que están haciendo (que han hecho) con la colección egipcia... cuando abran las puertas. Seguro que nos sorprenden positivamente, porque, teniendo en cuenta algunas flaquezas (nadie es perfecto), las autoridades culturales alemanas parecen haber encontrado la fórmula magistral para sintonizar "razón pura" (según tú la entiendes)con "sentido común" (según lo entiendo yo).
Cuando vuelva... que espero volver, intentaré por segunda vez visitar el museo Dahlem (arte indio). Nunca olvidaré las diapositivas de las clases de Carmen García-Ormaechea, porque uno recibía cierta sensación de ubicación que permitía un sentido a todo aquello. Posteriormente nos comentaba que gran parte de las piezas, por no decir todas, se encontraban en Dahlem y allí fui yo, pero no conseguí ver nada porque el museo estaba en obras.
ResponderEliminarComo no, visitaré de nuevo la Gemaldengalerie (o como se diga) para volver a sorprenderme con la luz de Vermeer y volver a mirar esa virgen con niño dormido de Mantegna... La colección es espectacular.
Y también volver a ver todo aquello que andaba en obras cerca de Postdamer Platz (creo recordar) y que ahora será un macrocentro de recreo (algunas de las fotos que has colgado son de esa zona, creo).
Y la Bauhaus en la isla... y las cositas de Moholy Nagy.
Supongo que llevaré andador cuando vuelva, pero volveré, ja, ja... porque afortunadamente hay mucho sentido ritual todavía... Nada que ver con el real sino con el adquirido durante la adolescencia (o post adolescencia en mi caso). Las lecturas y vivencias mientras uno asiste a clases o mira fotos mitifican esas piezas igualmente. Pero el choque del Pergano es demasiado "surrealista" como dices, un auténtico decorado cinematográfico. Algunos museos permiten ya no una recreación sino un diálogo con las piezas... otros ni de coña. Me pasó lo mismo en Florencia con los oficios, eso de ver cuadros colocados en tres filas y solo una de ellas a la altura de los ojos pudo conmigo :-)
Nosotros íbamos con las ideas muy claras y cumplimos los objetivos, pero lo cierto es que Berlín se ha transformado (habíamos estado hace treinta años) en una ciudad inabarcable. Nosotros también tenemos claro que volveremos lo antes posible.
ResponderEliminarLo que dices de Uffizi no se aprecia en los museos berlineses que hemos visitado (Bode, Pérgamo, Altes, Galería Nacional, Judío y algún otro más de menor entidad), aunque ofrecen ciertos rasgos interesantes, que acaso afronte en otra entrada... En los de la Isla predomina la pretendida intención "objetiva", con resultados dudosos, pero con ciertas ventajas museísticas: las piezas se ven muy bien, la información escrita es abundnte (alemán e inglés). En algún caso existen salas concebidas con pretensiones escenográficas más discutibles (sala de arte hispanomusulmán).
En esa línea, el museo Judío, por ejemplo, es pura escenografía conceptual... casi "un museo" conceptual.
Postdamer Plaz se ha convertido en el segundo "foco" de la zona occidental (junto con la Iglesia de la Memoria), pero es que el carácter de "centro" se expande en todas las direcciones de esa misma zona.
Sí, creo que es buena idea lo del andador, porque algo no ha cambiado en el Berlín de mis viejos recuerdos: las distancias no son de escala humana. Hasta los transbordos del metro están pensados para combatir el colesterol.