Desde hace unos días, la Facultad de Bellas Artes de Madrid se ha transformado en fotocopia de la corte vaticana en tiempos de "fumatas". El pasado 20 se celebraron elecciones para Junta de Facultad con una participación excepcionalmente elevada del profesorado. Al menos en una de las mesas, los votantes superaron el 90 % del censo... Seguramente vemos apuntar en el horizonte matices apocalípticos y pretendemos eludir la suerte de Vicent Vega.
Del resultado de las votaciones pueden deducirse varias circunstancias que condicionarán decisivamente el gobierno de la facultad durante los próximos años; de todas ellas me gustaría enfatizar las siguientes:
1. El electorado ha dado la espalda a algunos profesores próximos a la jubilación, que conformaron la médula espinal del centro durante los últimos años. Es obvio que también aquí los jóvenes vienen empujando aunque no esté clara la dirección del esfuerzo.
2. Se advirtieron tres o, tal vez, cuatro líneas perfectamente definidas con pretensiones de controlar el decanato o tal vez de cerrar el paso a alguna otra propuesta menos consensuada. Parecen reflejo del juego de influencias determinados por los diferentes departamentos... Ahora sólo resta repartir los papeles del drama: aunque estén lejos los idus de marzo, unos deben morir para que otros triunfen. Y, por supuesto, Marco Antonio recitará la elegía.
3. La composición de la Junta de Facultad presenta un panorama que, a mi juicio y como de costumbre, forzará alianzas entre diferentes grupos (por supuesto, de profesores). Mientras algunos hablan de bloquear a tal o cual candidato, otros se expresan de modo más constructivo: un personaje de gran proyección no se cansaba de predicar el otro día la conveniencia de un pacto que supusiera la participación de todos los departamentos en los órganos de gobierno... Cada cual con "su trocito" de tarta y todos contentos. ¿Cuántas veces habré oído la misma cantinela? Esencia democrática.
4. Como de costumbre, en esa tesitura, jugarán un papel decisivo —aunque sea de modo efímero— algunos estamentos habitualmente marginados: los alumnos, los profesores con contratos "especiales" y los miembros del PAS. Y conociendo las entretelas de la cocina, es muy probable que sean ellos quienes definan el fielato.
Este año quienes se presenten a ocupar el cargo "desinteresadamente, porque se lo han pedido muchos compañeros", deberán redactar un programa... o prometer verbalmente el oro y el moro, aunque sabiendo cómo se las gasta doña Esperanza Fuencisla, no haya ni oro ni, muchísimo menos, moros. ¡Faltaría más!
El hall de la facultad, dominado por la Victoria, en este caso, HUELE A... REVOLUCIÓN, como diría el Coronel Kilgore; esperemos que no sea cangrejera.
Se me abren la carnes imaginando que, ahora, con el plan Bolonia en marcha, la facultad de Bellas Artes, en apariencia, condenada a ser "fábrica de artesanos mileuristas", diera un golpe de timón de orientación progresista... ¡E la nave va!
Lo dicho, para mearse de risa.
Tendríamos que hacer todo tipo de apuestas para añadir más tensión...
ResponderEliminarEstoy seguro que si pudieran más de uno que apostaba sus créditos de libre configuración.
¿luz de cambio al final del tunel de esta facultad? espero que no sea una simple linterna