Hoy hemos visitado el Museo ABC. Está gestionado por la Fundación Colección ABC y ocupa el solar de la primera fábrica madrileña de cerveza Mahou: solera ancestral, de connotaciones posmodernas hispanas.
El nuevo edificio, de Aranguren & Gallegos, supone una aportación "innovadora y respetuosa" con el entorno... Esa es, al menos, la valoración crítica de la web oficial... En contraposición a esas apreciaciones, debo manifestar que mi juicio es otro: el edificio es demasiado agresivo con el entorno. Es obvio el interés de sus promotores por ofrecer un proyecto capacitado para activar el interés del público. Frank Gehry dixit.
El nuevo edificio, de Aranguren & Gallegos, supone una aportación "innovadora y respetuosa" con el entorno... Esa es, al menos, la valoración crítica de la web oficial... En contraposición a esas apreciaciones, debo manifestar que mi juicio es otro: el edificio es demasiado agresivo con el entorno. Es obvio el interés de sus promotores por ofrecer un proyecto capacitado para activar el interés del público. Frank Gehry dixit.
En la actualidad ofrecen una exposición de connotaciones cinematográficas: "La mirada del Samurái: los dibujos de Akira Kurosawa", que se pudo ver en Bilbao unos meses antes, bajo el patrocinio de HoriPro Inc., Casa Asia y Japan Foundation. La instalación actual me ha parecido "desconcertante", porque quienes la han diseñado no han sabido establecer una fórmula operativa para ofrecer al público la relación entre los diseños y el resultado cinematográfico. Las pantallas intercaladas, dispuestas en alto, no cumplen su función y, en consecuencia, si no conocemos las películas correspondientes, la exposición bascula hacia lo anecdótico... hacia la capacidad de Kurosawa como pintor o dibujante, Sugerir el carácter cinematográfico de los dibujos mediante "cuadros-fotogramas" me parece una banalidad.
Al contraste entre la contraposición del término "expresivo" en los contextos pictórico o cinematográfico, aún debemos añadir, cuando menos, un matiz inducido por las tradiciones iconográficas japonesas, que matizan con tonalidades nuevas, el carácter funcional de los storyboard: en ellos se aprecia con claridad el peso (formalmente expresivo) de las tradiciones teatrales japonesas. Ese componente nos conducen a realizar otra consideración: el peso casi histriónico de la caracterización de los personajes, que se ofrece al espectador no como un "juicio de situación" sino como una descripción caracterológica del personaje. Este fenómeno se advierte con mucha claridad en Ran. La caracterización dinámica de Hidetora, descrita, por lo general, sin primeros planos, tiene muy poca relación con la tradición soviética (Eisenstein) o con la más atemperada de la industria norteamericana (Ford); pero se comprende bien cuando conocemos las "estilizaciones" del teatro kabuki.
Para complicar aún más la valoración estética del cine de Akira Kurosawa según paradigmas occidentales, aún aparece una cualidad que engendra paradoja de tamaño descomunal: la voluntad implícitamente "expresionista" se traduce en una concepción de la imagen tan "limpia" y depurada, que si pudiéramos hablar de "clasicismo cinematográfico", sería difícil no incluir en esa categoría al acreditado cineasta japonés.
Se dice que Kurosawa admiraba profundamente a J. Ford... Si, realmente, tuvo esa dolencia en algún momento de su vida, se le curó pronto.
"Antes de Kurosawa nos sentíamos todos como amateurs. Conoce a nuestros clásicos —de Paolo Uccello a Ariosto— mejor que nosotros, rueda con una maestría que te corta el aliento: Nunca nos aburrimos con él, Con sus películas se siente el cine realizado en todas sus formas expresivas, de los movimientos más complejos a la cámara lenta (...) Se siente el entusiasmo, la salud del verdadero artista, un vigor, una generosidad narrativa que poco tiene que envidiar a Balzac. Su cine es un auténtico milagro expresivo"
El segundo es del propio Kurosawa:
"Cuando dibujo los storyboards pienso en muchas cosas: el encuadre, la psicología y las emociones, los personajes, sus movimientos, el ángulo de la cámara adecuado para la captura de esos movimientos, la iluminación, el vestuario y los accesorios (...) Si antes no he reflexionado específicamente sobre cada uno de estos elementos no puedo dibujar la escena. Aunque sería más exacto decir que dibujo los storyboards para pensar en esas cosas. De este modo, concibo, materializo, y plasmo la imagen de cada escena de la película antes de verla claramente. Hasta que llega ese momento, no comienzo a rodar"
Lo peor: Akira Kurosawa tiene demasiada categoría para una exposición tan poco ambiciosa. El segundo es del propio Kurosawa:
"Cuando dibujo los storyboards pienso en muchas cosas: el encuadre, la psicología y las emociones, los personajes, sus movimientos, el ángulo de la cámara adecuado para la captura de esos movimientos, la iluminación, el vestuario y los accesorios (...) Si antes no he reflexionado específicamente sobre cada uno de estos elementos no puedo dibujar la escena. Aunque sería más exacto decir que dibujo los storyboards para pensar en esas cosas. De este modo, concibo, materializo, y plasmo la imagen de cada escena de la película antes de verla claramente. Hasta que llega ese momento, no comienzo a rodar"
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