Una de las iglesias más antiguas de Madrid —según algunos, la más antigua— se encuentra en Carabanchel Alto, cerca de donde estuvo la cárcel: es la iglesia mudéjar de Santa María de la Antigua, probablemente construida entre los siglos XII y XIII.
Pero según la placa colocada por el ayuntamiento, el edificio no es relevante por su antigüedad ni por ser testimonio de ciertos “componentes” de nuestra cultura, sino porque…
“Aquí estuvo la iglesia de Santa María Magdalena a la que venía a rezar San Isidro cuando trabajaba en estos campos y en ellos tuvo lugar el milagro del lobo” (sic)
Lo más divertido del caso es que tal y como sugiere elípticamente —de modo engañoso, por supuesto— la placa, San Isidro vivió entre 1080 y 1172, es decir, bastante antes de la construcción de la actual ermita del cementerio de Carabanchel…
Los grafiteros de la zona, sumamente sensibles a las recomendaciones fácticas de los magnates, que mantienen la zona en situación urbanística manifiestamente mejorable, se les ha ocurrido compensar la desidia de las autoridades municipales y los efectos inquietantes de los tendidos eléctricos próximos, convirtiéndola en lienzo y soporte material para su creatividad... Y con la actitud que les caracteriza, han "engrandecido" y “decorado” los muros próximos y casi todos los paramentos de la iglesia con sus inimitables inspiraciones, genialidades y, por supuesto, con los inevitables alardes narcisistas que les son propios.
El resultado es sobrecogedor, sublime, de orgasmo espiritual permanente. La vieja ermita, que no debemos recordar como muestra de los componentes islámicos de una ciudad cuyo nombre es de origen árabe, sino por su relación con la mítica cristiana, ha quedado como un San Luis... Será por las cualidades milagrosas del lugar.
Sí, señor, así se protege el patrimonio histórico español. Cada cual de acuerdo con sus posibilidades: los grafiteros ponen "su arte"; los católicos y los magnates "rectifican" la historia; las compañías
eléctricas aportan sus instalaciones; y las autoridades competentes lo enriquece todo con su desidia...
Pero según la placa colocada por el ayuntamiento, el edificio no es relevante por su antigüedad ni por ser testimonio de ciertos “componentes” de nuestra cultura, sino porque…
“Aquí estuvo la iglesia de Santa María Magdalena a la que venía a rezar San Isidro cuando trabajaba en estos campos y en ellos tuvo lugar el milagro del lobo” (sic)
Lo más divertido del caso es que tal y como sugiere elípticamente —de modo engañoso, por supuesto— la placa, San Isidro vivió entre 1080 y 1172, es decir, bastante antes de la construcción de la actual ermita del cementerio de Carabanchel…
Los grafiteros de la zona, sumamente sensibles a las recomendaciones fácticas de los magnates, que mantienen la zona en situación urbanística manifiestamente mejorable, se les ha ocurrido compensar la desidia de las autoridades municipales y los efectos inquietantes de los tendidos eléctricos próximos, convirtiéndola en lienzo y soporte material para su creatividad... Y con la actitud que les caracteriza, han "engrandecido" y “decorado” los muros próximos y casi todos los paramentos de la iglesia con sus inimitables inspiraciones, genialidades y, por supuesto, con los inevitables alardes narcisistas que les son propios.
El resultado es sobrecogedor, sublime, de orgasmo espiritual permanente. La vieja ermita, que no debemos recordar como muestra de los componentes islámicos de una ciudad cuyo nombre es de origen árabe, sino por su relación con la mítica cristiana, ha quedado como un San Luis... Será por las cualidades milagrosas del lugar.
Sí, señor, así se protege el patrimonio histórico español. Cada cual de acuerdo con sus posibilidades: los grafiteros ponen "su arte"; los católicos y los magnates "rectifican" la historia; las compañías
eléctricas aportan sus instalaciones; y las autoridades competentes lo enriquece todo con su desidia...
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