Olga me envía la referencia a una noticia aparecida en los medios de comunicación hace unos días: un grupo no muy numeroso de "activistas estéticos" se han manifestado ante el Museo de Bellas Artes de Boston con carteles del tipo: "Renoir es una mierda", "Dios odia a Renoir" y cosas por el estilo. La movida fue amplificada en Instagram, de donde saltó a los medios más serios y sesudos. Al parecer, el líder del grupo es un tal Max Geller, que con ello, ha obtenido su minuto de gloria y, tal vez, algo más...
Aunque es notorio que las últimas pinturas de Renoir no ofrecen excepcional calidad y que la mayoría de sus obras concretan una parte muy relevante del gusto estético "popular", también es obvio que iniciativas como ésta suelen encerrar intenciones difíciles de calibrar en todos sus extremos; tiempo habrá para saber si se trata de una "performace" más o menos controlada, de una broma entre amiguetes o de algo con mayor enjundia. Si se tratara de lo primero, me apunto a "denunciar" la "opinión", mil veces oída, de que Renoir tuvo la milagrosa capacidad de concretar en sus pinceles los colores de la belleza en su esencia más pura. Basta contemplar la pintura adjunta para comprenderlo.
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