La Mezquita contiene un importante grupo de capiteles corintizantes, que no siempre se han valorado adecuadamente en su naturaleza estructural.
Para el desarrollo de esta entrada, me ha parecido oportuno emplear un criterio de clasificación híbrido, para enfatizar el desarrollo evolutivo de los diferentes modelos a lo largo del tiempo. Es posible que la exposición resulte algo caótica, pero confío en que la licencia sirva para ofrecer una imagen clara de cómo se materializó dicho proceso.
British Museum, Capitel placa procedente del Panteón (Roma) ha. 120. Foto BM. |
Corintizantes de doble S
El CM0001 es un capitel situado en el actual acceso de turistas, fuera de la matriz referencial, que remite a fórmulas ornamentales tempranas a pesar de que no ostenta excesiva carnosidad en el relieve. En ese sentido empuja la configuración estructural, perfectamente definida, con el labio del kalathos en listel rectangular.
A destacar la fórmula empleada en la corona de hojas, mediante agrupaciones de palmetas que hacen pensar en las palmas griegas. También es digna de mención la modalidad del "acanto" que corre por las volutas angulares, mediante series de dos ápices redondeados con trepanación en el arranque.
Así mismo, merece un breve comentario la configuración de la zona central bajo los florones, según modelo similar al empleado en los capiteles liriformes.
Lo más destacable aparece en uno de los florones, convertido en cabeza de león estilizada, según fórmula no muy extraña en el repertorio iconográfico imperial. En el blog hemos visto varios ejemplos comparables, no tan estilizados.
El tipo de acanto, recogido en las "volutas vegetales" lo sitúa en la segunda mitad del siglo I.
Soporta un cimacio de perfil escalonado y moldurado, que muy probablemente procede de un bloque romano recortado.
CM0001 |
CM0001 |
Sobre él se aprecia un bloque moldurado, seguramente de filiación romana.
Presenta una estructura muy relacionada con el anterior, pero con fórmulas ornamentales distintas y con un tratamiento menos cuidadoso. Las cuatro palmas del CM0001 aquí son hojas de acanto tipo encina, pero con folíolos más redondeados de lo que es habitual en el siglo I. En éste las palmas se han convertido en la base de conjunto axial, sobre las que descansa el motivo de doble S, y en elemento avenerado de, al menos, uno de los florones. Como está adosado, no se puede ver uno de ellos y otro queda en la parte interior de la capilla; el motivo apreciable del otro elemento que marca el centro del ábaco es una flor de cinco pétalos.
Frente al anterior (CM0001) destaca el tratamiento de la parte superior del kalathos, sumamente irregular y de concepción volumétrica muy alejada de la idea del tronco de cono.
Es el nº 877 de M. A. Gutiérrez Behemerid, que lo situó en el siglo II.
Segunda mitad del siglo II.
CM0101B
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Consta de dos coronas de hojas de tratamiento individualizado, según fórmula común entre lo romano de los siglos I y II que le relaciona con el MAN12 (ver en esta misma serie la entrada dedicada a los capiteles del mihrab), según advirtió en su día Gómez-Moreno. Sin embargo, no creo que esa coincidencia sea determinante porque es fácil encontrar fórmulas similares con ojales de concepción afín entre los repertorios romanos de cualquier enclave relevante.
Otro tanto sugiere la concepción de las "volutas vegetales", que culminan en discos de hechura irregular, pero de concepción bastante “plástica”.
Según lo poco que se puede apreciar de él, dada su situación en la Mezquita Mayor, parece que las caras cuentan con diferente tipo de ornato en la zona axial: la que se puede contemplar completa el juego de “volutas vegetales en S” con una composición simétrica de gran hoja y tallo que culmina en flor de cuatro pétalos. En las otras dos caras, de las que sólo se puede percibir la mitad, parece que se eligió otra fórmula, mediante tres folíolos según modalidad que triunfarán entre lo bizantino y lo califal.
CM0713
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Asimismo es digna de mención la escasa concavidad del ábaco, moldurado mediante gruesa acanaladura central y baquetas superior e inferior, de talla irregular. Esa fórmula lo pone en relación con los cuatro capiteles del mihrab. Supongo que sería un detalle importante para quienes los situaron en el siglo IX
Como de costumbre, a la hora de valorar el conjunto nos encontramos con unos elementos que tiran hacia adelante y otros que sugieren retrasar su cronología. En este caso, como en tantos otros de la propia mezquita, el pragmatismo más elemental conduce a situarlo en el siglo II como hizo M. A. M. A. Gutiérrez Behemerid (nº 878).
Me parece importante tener en cuenta que estamos ante una pieza difícil de relacionar con otras del Imperio Romano, que podría estar hablándonos de la existencia de talleres locales que, como en otros puntos del Imperio, empezaban a trabajar con cierta autonomía a partir, precisamente, del siglo II y tal vez, incluso un poco antes.
Siglo II.
Mención aparte merece el cimacio al que está asociado, troncopiramidal, según fórmula comentada muchas veces, con ornato geométrico, de marcado carácter cristiano, que no fue borrada.
Panteón de Agripa. Época de Adriano |
CM0208 |
Compararlo con uno del mismo tipo del Panteón puede ayudarnos a conocer las diferencias entre una iniciativa de gran proyección en la capital del Imperio y las "empresas provinciales". En todo caso, también tiene interés para situar en el tiempo las fórmulas "creativas" documentadas en la Mezquita (CM0707, ver más adelante; y una de las series del mihrab).
Es el nº 805 de M. A. Gutiérrez Behemerid, que clasificó en la segunda mitad del siglo I.
CM0610A |
A destacar la concavidad del ábaco y la naturaleza de las volutas vegetales, asimismo de acantos-encina y el reducido tamaño de los discos angulares
Todo ello anima a clasificarlo durante la segunda mitad del siglo I (es el nº 810 de M. A. Gutiérrez Behemerid).
En este caso tiene interés excepcional el cimacio, que presenta la acostumbrada forma troncopiramidal con moldura superior lisa, pero que acredita un desajuste manifiesto con el ábaco del capitel y esta circunstancia no es frecuente en la Mezquita Mayor. Las tres caras que es posible ver están decoradas con relieves de poca profundidad pero perfectamente diseñados y ejecutados, según el repertorio helenístico.
CM0417
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Ciertamente pertenece a una modalidad muy repetida con cualidades que no creo necesario reiterar.
Siglo II.
A destacar: el grueso recrecido colocado sobre el ábaco.
Capitel de Mérida
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CM0710C |
CM0101A |
Proporciona sustento a un cimacio moldurado escalonado de época romana.
Se distingue por contener en el cuero inferior una corona de hojas, con alternancia de palmas y hojas de acanto-encina sensiblemente simplificadas.
El cuerpo superior sigue la fórmula liriforme con leves variaciones de detalle si no prestamos atención a la configuración volumétrica: compárese la manera de marcar el labio del kalathos en éste con el del CM0417 y los afines.
En consecuencia, asumida la hipótesis de la evolución lineal, deberíamos adelantar la realización de este capitel en los alrededores del año 200.
Soporta un ábaco moldurado y escalonado de época romana.
CM0309 |
El capitel es similar al anterior.
Hacia el año 200.
??????
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Hacia el año 200.
Soporta un “cimacio” reaprovechado de época romana, articulado según dos molduras lisas separadas por otra más estrecha de baquetón y un caveto inferior.
CM0710A |
Hacia el año 200.
CM0117 |
El CM0117 es un ejemplo delirante de hasta qué punto pervive la tradición de pintar los capiteles con colores llamativos, es especial, si quien tomas las decisiones está más cerca de las "normas" derivadas del Concilio de Trento que de las "costumbres" asumidas por quienes deben velar por la conservación del Patrimonio Histórico Español. Y reconozco mi perplejidad porque "el artista" o quien le animaba no se decidiera a colorear todo...
M. A. Gutiérrez Behemerid se animó a analizarlo y clasificarlo (nº 809) en la segunda mitad del siglo I. Sea.
CM0911 |
El CM0911 presenta un estado de conservación lamentable, entre pinturas y erosiones. De todas formas es relativamente fácil imaginar su estado inicial. La corona inferior alterna acantos casi rectangulares con hojas de agua, según fórmula de los siglos I y II.
Sin embargo, también se aprecian ciertas anomalías: en primer lugar, en la talla poco afortunada. Pero también en la concepción general: las caras no son iguales porque en una de ellas las flores del motivo liriforme han sido sustituidas por “flores de perfil” de tres ápices. Ello nos obligaría a considerar este capitel como “con variaciones del motivo liriforme”. Esta circunstancia, que un capitel corintizante ofrezca fórmulas diversas en sus caras no es muy frecuente pero tampoco especialmente anómala.
En la corona inferior contamos con hojas de acanto cuyo aspecto nos hace pensar en fórmulas del siglo I. Algo parecido sucede con la concepción volumétrica general, perfectamente definida en la parte superior del cesto, con labio abocelado, como en las mejores piezas del siglo II (ver CM0417 y siguientes). Sin embargo, el ábaco tiene poca curvatura y el diseño de los discos angulares es demasiado sumario…
Aunque M. A. Gutiérrez Behemerid, lo situó en el siglo II, si tenemos en cuenta los juicios de V. Scrinari, sobre los fenómenos que se manifestaron en el Imperio Romano durante el siglo III y la vuelta que en él se procuró hacia fórmulas del siglo I, acaso debiéramos replantear esa clasificación. En todo caso, la pérdida de calidad en la talla, como de costumbre, nos sitúa ante la disyuntiva de los talleres “marginales” o de los talleres tardíos…
En este caso, me inclino por la segunda opción, por supuesto, sin llegar a los momentos de las graves crisis.
Hacia el año 200 o un poco después.
Sobre él hay un cimacio moldurado y escalonado de época romana.
Corintizantes de cáliz central
La Mezquita Mayor de Córdoba cuenta con una numerosa colección de capiteles corintizantes de cáliz central, que tradicionalmente se han considerado “de época visigoda”.
En este punto acaso merezca la pena recordar al lector que, para esa época, lo que conocemos nos anima a sintetizar pocas opciones para el uso de capiteles: recurrir a las reutilizaciones, emplear piezas talladas por artífices más o menos sujetos al influjo bizantino o recurrir a fórmulas sumarias. Si no estoy muy equivocado, la serie de capiteles corintizantes de hojas lisas de la Mezquita Aljama de Córdoba manifiesta una capacidad de comprensión de las fórmulas romanas ajena a los parámetros indicados y, en consecuencia, “deben” situarse en el contexto de una cultura romana aún “fresca”, pero sensiblemente alejada a la sofisticación formal de los siglos I y II. Y de nuevo deberíamos enfrentarnos al dilema de optar por una promoción aquilatada o marginal o por un taller relativamente tardío. En este caso me parece más probable la segunda opción, por supuesto, sin que ello suponga llegar a los siglos VI o VII.
Son capiteles que estructuralmente repiten la fórmula del siglo I para esta variedad: una corona de ocho hojas, kalathos perfectamente marcado cáliz central, en ocasiones con buen diseño volumétrico —en algunos casos, prácticamente perfecto—, volutas vegetales más o menos estilizadas, ábaco de escasa concavidad y cartelas desvinculadas del motivo axial.
Si atendemos al tipo de talla y lo comparamos con lo que está documentado en época cristiana, por ejemplo, mediante los cimacios de cruces borradas, la conclusión es demoledora. Estos capiteles, especialmente, los CM0501A y CM0601C, ofrecen un diseño estilizado y sencillo, pero la técnica de talla es impecable.
Estos dos capiteles se organizan según una estructura perfectamente regularizada.
Fueron decorados mediante un relieve de escasa carnosidad, casi a dos planos, especialmente adecuado para recurrir a fórmulas esquemáticas.
Me parece relevante el ábaco moldurado, de brazos curvos y cierta concavidad y las cartelas con ornato geométrico, que descansan sobre la parte superior del kalathos. También tiene interés la naturaleza del cesto en la parte superior, con labio de moldura lisa, perfectamente definido.
Las volutas vegetales y la corona de “acantos” fueron resueltos sin distanciarse esencialmente de las tradiciones del siglo I, pero apostando una estilización radical: los folíolos rectos, “los plegados” y hasta los ojales bien marcados en las hojas de las volutas impiden considerar a sus tallistas como personas ajenas a dichas corrientes.
El uso de espirales en lugar de los resaltos helicoidales, lo alejan de los siglos I y II.
Los cimacios deben ser catalogados a partir del siglo IV (volveremos a ellos en otra entrada); los dos capiteles, antes del año 380.
Las circunstancias cambian al contemplar a los restantes de la misma serie. Enseguida se advierte una pérdida relevante de "calidad" en el oficio escultórico, particularmente sensible en la concepción volumétrica general y en el detalle ornamental, más simple que en los dos anteriores. Sin embargo, no creo que la realización de todos ellos pueda separarse mucho de la de los anteriores.
El CM0403 es de los más simples del grupo. Apenas destacan las incisiones las de las hojas angulares que generan las volutas, con algún ojal de trépano, que podría hacer pensar en fórmula derivadas de “lo bizantino”. En este caso, la pervivencia de la estructura corintizante me parece que anula esa posibilidad.
Importante: se advierte con claridad en la forma del labio del kalathos, aunque no está clara la regularización volumétrica.
Siglos III-IV.
El cimacio es un bloque romano reutilizado.
El CM0501B es similar al anterior (CM0403); destaca la altura de la corona de hojas.
Cuenta con cimacio cristiano de cruces borradas.
El CM0601B es similar al anterior y parece haber sido suplementado en la parte inferior.
También soporta un cimacio cristiano similar al anterior.
El CM0321 es similar a los anteriores.
Siglos III-IV.
El CM0701 permite ver algo que la situación de los anteriores impedía apreciar con claridad: los brazos rectos del ábaco, que separa a este grupo del interior de los dos que dan al patio de la mezquita.
Siglos III-IV.
El cimacio es un bloque romano de perfil moldurado y levemente escalonado.
Otras variedades
Sobre él hay un cimacio moldurado y escalonado de época romana.
Corintizantes de cáliz central
La Mezquita Mayor de Córdoba cuenta con una numerosa colección de capiteles corintizantes de cáliz central, que tradicionalmente se han considerado “de época visigoda”.
En este punto acaso merezca la pena recordar al lector que, para esa época, lo que conocemos nos anima a sintetizar pocas opciones para el uso de capiteles: recurrir a las reutilizaciones, emplear piezas talladas por artífices más o menos sujetos al influjo bizantino o recurrir a fórmulas sumarias. Si no estoy muy equivocado, la serie de capiteles corintizantes de hojas lisas de la Mezquita Aljama de Córdoba manifiesta una capacidad de comprensión de las fórmulas romanas ajena a los parámetros indicados y, en consecuencia, “deben” situarse en el contexto de una cultura romana aún “fresca”, pero sensiblemente alejada a la sofisticación formal de los siglos I y II. Y de nuevo deberíamos enfrentarnos al dilema de optar por una promoción aquilatada o marginal o por un taller relativamente tardío. En este caso me parece más probable la segunda opción, por supuesto, sin que ello suponga llegar a los siglos VI o VII.
Son capiteles que estructuralmente repiten la fórmula del siglo I para esta variedad: una corona de ocho hojas, kalathos perfectamente marcado cáliz central, en ocasiones con buen diseño volumétrico —en algunos casos, prácticamente perfecto—, volutas vegetales más o menos estilizadas, ábaco de escasa concavidad y cartelas desvinculadas del motivo axial.
Si atendemos al tipo de talla y lo comparamos con lo que está documentado en época cristiana, por ejemplo, mediante los cimacios de cruces borradas, la conclusión es demoledora. Estos capiteles, especialmente, los CM0501A y CM0601C, ofrecen un diseño estilizado y sencillo, pero la técnica de talla es impecable.
CM0501A |
Fueron decorados mediante un relieve de escasa carnosidad, casi a dos planos, especialmente adecuado para recurrir a fórmulas esquemáticas.
Me parece relevante el ábaco moldurado, de brazos curvos y cierta concavidad y las cartelas con ornato geométrico, que descansan sobre la parte superior del kalathos. También tiene interés la naturaleza del cesto en la parte superior, con labio de moldura lisa, perfectamente definido.
Las volutas vegetales y la corona de “acantos” fueron resueltos sin distanciarse esencialmente de las tradiciones del siglo I, pero apostando una estilización radical: los folíolos rectos, “los plegados” y hasta los ojales bien marcados en las hojas de las volutas impiden considerar a sus tallistas como personas ajenas a dichas corrientes.
El uso de espirales en lugar de los resaltos helicoidales, lo alejan de los siglos I y II.
Los cimacios deben ser catalogados a partir del siglo IV (volveremos a ellos en otra entrada); los dos capiteles, antes del año 380.
CM0601C |
CM0403 |
Importante: se advierte con claridad en la forma del labio del kalathos, aunque no está clara la regularización volumétrica.
Siglos III-IV.
El cimacio es un bloque romano reutilizado.
CM0501B |
Cuenta con cimacio cristiano de cruces borradas.
CM0601B |
También soporta un cimacio cristiano similar al anterior.
CM0321 |
Siglos III-IV.
CM0701 |
Siglos III-IV.
El cimacio es un bloque romano de perfil moldurado y levemente escalonado.
Otras variedades
CM1006 |
El CM1006 ha perdido los cuatro discos angulares pero no es difícil valorar los elementos que recubren su superficie, afines a los otros capiteles corintizantes. A destacar el motivo de palma con los aditamentos normalmente asociado en los frisos a ese elemento ornamental.
Gutiérrez Behemeriz (nº 851) lo situó en el siglo II.
Casi con carácter marginal, me gustaría hacer notar la falta de sentido de los “apliques” que se han empleado para sustituir a los florones y, tal vez, reforzar su vinculación estructural al cimacio.
CM1008 |
Entre lo conocido, merecen ser destacados uno de pilastra del Museo Arqueológico de Aquileia (Scrinari, nº 57), otro de San Lorenzo de Fiumicello, que V. Scrinari (Capitelli di Aquileia, nº 47) relacionaba con capiteles augústeos de Rimini, Rávena, Aosta y Susa; otro más de Cherchel (Pensabene, 1982, º 66), sobre estructura de capitel corintio y, por supuesto el corintizante del Museo del Foro Palatino. A ellos acaso debiéramos unir los dos capiteles del mihrab (CMH01 y CMH03) que participan de una idea ornamental comparable aunque el juego de entrelazos lo protagonizan unos “caulículos” —mejor, tallos— extremadamente desarrollados.
Este capitel tiene interés por otra circunstancia que se aprecia en la fotografía adjunta y que le emparenta con el CM0420: el juego de superposición entre los acantos de las hojas angulares de la corona baja con el arranque de las “volutas vegetales”. Para que se manifieste ese juego de superposiciones tiene que darse una circunstancia que no es común entre los capiteles corintizantes: que las hojas de la corona inferior no tengan demasiado “cuerpo” y eso sólo ocurre en capiteles de concepción muy elaborada, de talla casi de encaje. Si las hojas son espesas la posibilidad de que se manifieste la superposición, desaparece.
CM0707
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A destacar la “peculiar” concepción de las “volutas” angulares, más cerca de los tallos de los capiteles de Padua o de la manera de interpretar ese elemento en uno del Lázaro Galdiano (MLG06), más condicionado por las fórmulas asiáticas, que del ornato habitual en los corintios. Éste, del que desconocemos su origen, debería ser catalogado a partir del siglo IV.
En el Museo Arqueológico de Córdoba hay otro capitel de cualidades comparables, que la cartela sitúa con posterioridad al siglo II (“Romano. Posterior al siglo II”). Francamente es un poco “extraño”, pero no tanto si tomamos en consideración el juego de virtuosismo que empleó el tallista.
El tipo de acanto, difícil de apreciar dada la erosión superficial, con folíolos alargados, hace pensar en los influjos orientales que se materializarán en los corintios asiáticos. En la misma dirección "tardía" apuntan la irregular concepción del kalathos y la escasa concavidad de los brazos del ábaco.
Capitel del Museo Arqueológico de Córdoba |
Bilibilis, CAB01, |
Importante: el CM0707 soporta un cimacio con perfil de listel vertical plano, ángulo, paño en S y listel corto vertical que seguramente fue realizado en tiempos romanos.
MLG06 |
A estas alturas, comprenderá el lector que no dedique ni un renglón para refutar su valoración como “visigodo” o, incluso, “de época visigoda”, que seguramente deriva de su valoración global como “capitel anómalo” y es sabido que “todo lo anómalo” “debe ser de época visigoda”…
CM0420 |
Cabría detenerse un instante para valorar lo componentes bizantinos que le vinieron bien a Gómez-Moreno para proporcionar substancia a los talleres del siglo IX (también lo situó en el siglo IX Torres Balbás); pero lo cierto es que este capitel no cuenta con otros elementos bizantinos que una vaga relación con los postulados estéticos —implícitos— de aquella época, materializados en la valoración del claro-obscuro y en el uso abusivo del trépano. Pero sabemos que ese juego efectista apareció mucho antes de que se divulgaran los modelos del Imperio Romano de Oriente. De hecho, en varias entradas ya hemos tenido ocasión de ver lo que sucedió en tiempos de Adriano, cuando comenzaron a difundirse masivamente “fórmulas orientales”. Por ofrecer una referencia “fresca” en el desarrollo de este blog, remito al lector al capitel dórico “tardoimperial” de Aquileia, que nos estaría documentando la temprana aparición de fórmulas ornamentales netamente “protobizantinas”, sin otra connotación que la inexistencia, en este caso, de matices irónicos en el uso del término. En consecuencia, carecería de fundamento asociarlo a los fenómenos “paralelos” a la aplicación de la estética bizantina en aquellos lugares que no se integraron en la dinámica militar del Imperio Romano de Oriente, como Friuli, Benevento e, incluso, la diócesis de Astorga. Los únicos capiteles que podrían vincularse con ese fenómeno tienen cualidades diferentes. Véanse los aparecidos en Sevilla y otros lugares peninsulares.
CM0420. Detalle del conjunto axial |
El cuerpo inferior responde a lo habitual en los capiteles corintios: cesto sensiblemente cilíndrico, con dos coronas de hojas contrapeadas de alturas similares y sin abocelamiento inferior. Se conoce algún capitel de los siglos I y II con dos coronas de hojas (Pensabene, Ostia, 554)
El cuerpo superior se aproxima a lo habitual entre los capiteles corintizantes, con una circunstancia relevante: su reducida escala, forzada por la desmesurada altura de la parte inferior. Por lo demás…
Las volutas vegetales nacen de unos caulículos de diseño sumamente original, que podría interpretarse como recipiente de boca doblemente estrangulada. De ellos brotan las formaciones vegetales que ascienden hacia los discos angulares, donde rematan en una flor desacostumbradamene compleja, que recuerda lo que veremos muchos años después en el universo de los capiteles compuestos califales.
El conjunto axial, por su parte, brota de las hojas centrales para ofrecer una configuración de cierta complejidad que hace pensar en la "estructura liriforme”, aunque el florón sea una flor de siete pétalos o más (en una cara se cuentan siete; en otra, ocho…)
En la parte superior, el ábaco de no mucha concavidad, está ornado con una cenefa de espiguilla, común en el universo ornamental romano.
CM0420. Detalle de las coronas de "acanto". |
Pero lo más destacable en la concepción estructural del capitel es la manera de tallar la parte superior del kalathos, según formato troncocónico, con el borde perfectamente definido y de concepción volumétrica “comparable” a la de los modelos del siglo I.
Desde lo indicado hasta aquí, sería muy complicado alejarlo de tiempos hispanorromanos…
Naturalmente, no se me ha olvidado mencionar el tipo de ornato superficial o, si se prefiere, del acanto que cubre prácticamente toda la superficie y que, tal vez, ha sido interpretado como alusión a los “acantos de dentellones” de época bizantina. Es indudable que el efecto general puede proporcionar una sensación comparable, pero la relación acaba ahí, porque lo que cubre el cesto es otra cosa. En este capitel el tallista jugó sobre todo con superponer elementos “vegetales” estilizados de folíolos cortos hasta conseguir un efecto de “encaje” alejado de lo que presentan los capiteles teodosianos, por ejemplo, pero muy volcado a la valoración del claro-oscuro, mediante un uso desaforado del trépano.
A destacar la peculiar manera de resolver las zonas angulares del ábaco mediante flores de, al menos, seis pétalos y el modo de ornar el frente de los discos, mediante sogueados de anchura variable según la separación de las superficies ornamentadas.
Como el lector imaginará, el asunto se complica a la hora de atinar con la clasificación, dado que, hasta la fecha, no conozco nada que permita ofrecer una valoración comparada. Tengo registrado un capitel de Génova que se da cierto aire y otro sirio, pero confieso que la proximidad con ambos está tomada por los pelos.
Y es posible que esa insularidad sea un dato relevante para recuperar un problema mil veces citado en este blog: el de los talleres locales ajenos a la etiqueta imperial, que se manifiesta en muchas partes del Imperio, en ocasiones, desde muy pronto. Como no tengo apremio alguno, no ha de removérseme la conciencia si lo resuelvo con “prudencia” pensando en los años comprendidos entre los siglos III y IV.
CM0420. Detalle del conjunto axial y de uno de los discos angulares. |
Acotaciones
El número de capiteles corintizantes que contiene la Mezquita Mayor de Córdoba es proporcionalmente alto en relación a lo que sucede en los yacimientos más relevantes de la península Ibérica, donde prevalecen con amplitud los capiteles corintios y los derivados de esa concepción ornamental.
El panorama que ofrecen proporciona una imagen de cierta amplitud que no sé si es posible interpretar en clave evolutiva o como reflejo de una cierta diversidad en la interpretación de las diferentes variedades de esta fórmula genérica.
De acuerdo con ello y frente a lo que sucede con los capiteles corintios y sus derivaciones, con una variedad tipológica que culmina en fórmulas ajenas a lo más específico del Pleno Imperio, los corintizantes definen un proceso más contenido, con pocas variedades estructurales heterodoxas; los rasgos de evolución se van a manifestar, sobre todo, en la aparición de fórmulas ornamentales estilizadas.
Me parece relevante que la serie "corintizante de cáliz central" esté asociada, en proporción significativa, con los capiteles cristianos. Se me ocurre que, tal vez, los alarifes de la primera mezquita intentaron mantener unidas piezas que estuvieron unidas. De ello no deberíamos deducir que los cimacios y os capiteles se tallaron en la misma época, por las razones ya expuestas en otras ocasiones.
Para finalizar, es importante destacar que la Mezquita cuenta con cuatro capiteles corintizantes (o de variedades afines) de excepcional interés: los CM0420, CM0707 y dos del mihrab, que comentaremos en la última entrada, por razones de estrategia expositiva. Todos ellos son heterodoxos y, una vez más, ponen sobre la mesa la estrechez de las tipologías al uso o, si se prefiere contemplar el asunto desde el otro lado del espejo, la capacidad creadora de los talleres romanos, incluso cuando, según parece, estaban sometidos a patrones rígidos.
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