Por Andrea López Montero.
El libro Homo Videns fue escrito por Sartori en 1997. Teniendo en cuenta esto y la entonación del autor propongo entender el texto como una distopía: otra señal de alarma ante el desarrollo de la cultura visual (impulsada por intereses económicos), las posibles consecuencias que puede tener sobre el desarrollo cognitivo de las nuevas generaciones y no entenderlo, en cambio, como una descripción de la actualidad.
La televisión es una fuente de información, pero no la única; y como ya se ha comentando las vivencias del propio individuo y su contexto conllevan actitudes diferentes frente a la recepción excesiva de imágenes.
Inicialmente se asoció la televisión con un poder “mágico” de manipulación, que volcaba todo su mensaje sobre la masa y ésta era completamente dominada por imágenes de” verdad” (explicación fundamentada en el contexto que dejaba tras de sí los totalitarismos)
Actualmente, en cambio, se dirige hacia lo llamado audiencia activa, capaz de oponer su propia experiencia frente a la “realidad” que la televisión le propone, dudar y contradecir lo dicho.
El peligro está en que la capacidad crítica es cada vez menor, pues la televisión parece ofrecer mayor veracidad que el resto de los medios de comunicación, dado que es un medio inmediato capaz de lanzar relatos e imágenes a un tiempo como una verdad directa, e indudable.
Queda claro que un niño no recibe estímulos únicamente de la televisión, tiene además su propia experiencia y la educación dada desde la familia. Pero, actualmente y según la estructura familiar reinante, el tiempo que pasa frente a la televisión va en aumento y es sustituto de una interacción social real. Los programas vistos se convierten entonces en un conocimiento para identificarse dentro de un grupo social, coartando otras relaciones derivadas del juego o de la conversación.
Es indudable que una imagen fomenta la imaginación, y por tanto no es contraria a la posibilidad de abstracción asociada al pensamiento propio. En cambio, el disparo exacerbado de las mismas impide que haya un tiempo para desarrollar ese pensamiento imaginativo, para abstraerse de lo que se ve.
La televisión conlleva una homogeneización de gustos e ideologías y coarta la posibilidad de error, que se elimina de la actualidad y solo se reconoce cuando la mentira ha dejado de estar activa. Gesta el pensamiento único, genera la “verdad” derivada de la aceptación literal del texto y la imagen: el ver para creer.
No por ello hay que negar la posibilidad que tiene el formato televisivo para llevar a la abstracción, a la reflexión: compresión que genere un entendimiento propio y un avance en el individuo, con una intensidad que hace percibir a un tiempo multitud de sugerencias de forma directa.
Pero dicha utilización resulta anecdótica frente al uso masivo y diario como objeto de simplificación del individuo.
Por todo ello se genera una actitud pasiva que se mantiene ya frente al medio en sí mismo, por lo que imágenes que generarían un progreso (cine, fotografía) se reciben desde esa pasividad, provocando una falta de atención sobre aquello no resuelto de antemano.
La ley del mínimo esfuerzo.
Es precisamente esa actitud pasiva frente a las imágenes cargadas de veracidad la que sustentan la afirmación de cómo lo visible nos aprisiona en lo visible…
Como describía M.Ende en “La Historia Interminable” las ilusiones, la imaginación y la fantasía se convierten en mentira, el juego en pérdida de tiempo y no hay sueños para salvar la homogeneización del pensamiento. Se elimina la posibilidad de abstracción y avanza La Nada.
“ […]nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de ideas. Y éstas se pueden dirigir. Ese poder es el único que cuenta. […]En cuanto te llegue el turno de saltar a la Nada, serás también un servidor del poder, desfigurado y sin voluntad.[…]”
En defensa de la “verdad” , en búsqueda de esa seguridad que nos salve de la duda , que nos unifique en torno a un pensamiento único ,se niega todo aquello que difiere de lo aceptado, de lo argumentado, de lo visible: porque lo que no se ve, no existe.
Y entonces la imaginación muere y con ella la creatividad y la posibilidad de cambio, dejando el camino a la nada. Ya no hay pensamiento utópico. Reina la indiferencia.
Indiferencia que surge precisamente ante esa única verdad de los medios cargada de Absurdo, del “sin sentido”… sustentándose desde la emoción y lo visceral… un eco irrisorio de los sucesos, un chiste, un espectáculo.
Como plantea Sartori y recalca David, una información disparada a las emociones, una política dirigida hacia la pulsión y no hacia el entendimiento, que logra opiniones que se enmarcan dentro de una posición social, televisiva, prefigurada … quizá valiéndose de ese “miedo a la libertad”, a la individualidad .
Una lucha por la audiencia masiva que supedita la calidad a la cantidad, donde el lenguaje va siendo progresivamente limitado (con la escusa de adaptarse al gusto popular), siendo sus conceptos cada vez más parcos, más simples… La Neolengua de Orwell: la simplificación del pensamiento que conlleva una finitud de perspectivas… eliminan los verbos, los adjetivos. No hay acción, no hay opinión, ni deseo. Se reduce la precisión mermando la reflexión.
Frente a la lectura: donde se determina el tiempo de reflexión, de parón, de recuadre con la posibilidad de añadir notas que hagan de la página un mapa de ideas recibidas y comprendidas (plasmando el entendimiento)… la televisión, en cambio, te paraliza con el bombardeo de imágenes y velocidad que evitan un análisis de lo recibido, fabricando impresiones y no argumentos. Creando modelos de conducta estereotipos, valores e ideales.
Una indiferencia que se sustenta también desde el elitismo intelectual: desde Baudrillard que niega directamente una posible realidad, una cierta cordura que nos salve del simulacro y propone una oscuridad de términos que le sitúa en un enclave superior para con el lector, que evita que éste saque algún tipo de entendimiento o reflexión más allá del nihilismo absoluto. Un filósofo que fabrica “sin sentidos”. Que no dice nada, donde la propia existencia del otro es capricho de la ilusión.
Indiferencia que va también promovida desde la estructura educativa liberal, donde el conocimiento específico y la nulidad del conocimiento relacionado conllevan una apatía común ante la falta el desconocimiento de temas que afectan directamente al individuo y cuya falta de opinión propia deriva en una repetición del mensaje, o un escepticismo generalizado.
Sin embargo para contradecirse a la pasividad televisiva hoy contamos con Internet: herramienta que posibilita una activación ante la información, un control y una elección de las imágenes y una posibilidad de contrastación mayor, donde la libertad de creación e interacción no tiene límites, y donde los formatos son opcionales y participativos.
El llamado periodismo ciudadano, donde son los individuos quienes hacen libre uso de la tecnología sin estar manipulados involuntariamente por la misma.
El uso dado a YouTube, el acceso cada vez más extendido a obras claves de la cultura, y la producción altruista de la misma, divergen de ese vacío cultural. Esto unido a una educación frente a los medios televisivos hace que lo propuesto por Sartori no tenga previsión de futuro.
Estimada Andrea,
ResponderEliminarTu entrada más allá del concepto de alienación, planteado también por otros autores como Guy Debord, me hace reflexionar sobre los factores de socialización real o virtual y las formas de aceptación, comparación o reflexión comunitaria que se crea a partir del consumo de la información.
La televisión y el cine, en sus comienzos, además de un medio de transmisión de la información, resultaba un agente de socialización. (Puesto que no era accesible, todos se reunían frente al televisor, todavía no era una propiedad familiar o [PERSONAL]). Hoy en día, prácticamente todo el mundo dispone de televisión, hay casas que tienen más de una TV dependiendo del número de habitaciones, (La gente prácicamente solo se reúne para ver un partido de fútbol o "Eurovisión").Últimamente, algunos programas plantéan el envío de SMS para interaccionar directamente con la televisión.
Internet, efectivamente, se presenta como un medio que posibilita una activación e intercambio de información,donde se crea un intersticio entre personas y comunidades que de otra forma no podría realizarse, donde la concepción espacio-tiempo se convierte en fantasía. Pero no hay que olvidar que los agentes participativos se desarrollan de una forma virtual, creando un mundo paralelo, que resulta cómodo y seguro, donde la socialización no es presencial y directa y la riqueza de la comunicación no verbal debe ser sustituida por los emoticonos. :-)
Planteo reflexionar sobre el valor de los medios de comunicación de masas como formas de consumo informativo [INDIVIDUAL] o agentes de socialización y contrastación [COLECTIVOS].
Pienso que hay conceptos de Sartori, que, a pesar de estar en un contexto obsoleto para nosotros (no tan lejano cronológiacente como en el cambio agigantado del mundo de la televisión en tan poco tiempo) sigue latente para mucha gente. Sartori decía que para comunicarse con la imagen sólo hace falta ver (ver, nada más y nada menos); habla de la televisión como la conscuencia de un nuevo tipo de ser humano, cuando creo que en realidad la televisión puede crear distintos tipos sociológicos de una manera más o menos directa (críticos hacia la televisión, seguidores, dependientes,trabajadores del medio) y que la imagen también puede ofrecer un lenguaje, pero no de una manera aislada, una imagen sola puede resultar una bomba de relojería. No basta ver.
ResponderEliminarHabla de la televisión (y de ello aún se sigue hablando) como una "nueva cultura visual", transformándose en SUBCULTURA. ¿Por qué cómo subcultura? "La producción de imágenes anula los conceptos, atrofia la capacidad de abstracción y con ella nuestra capacidad de entendimiento". Pero es que el problema surge en el fin de la televisión, no en el medio. El medio televisivo pienso que podría (y, utópicamente,debería) ser más productivo, cambiando su fin,dándole otros enfoques y saliendo de su estancamiento, siendo parte de la cultura visual y no de la "subcultura"; aunque a día de hoy ni a eso parece que llega.