sábado, 5 de diciembre de 2009

Maíno y los holandeses en el Prado

“Juan Bautista Maíno es uno de los maestros más desconocidos de la pintura española”, comienza el folleto editado por el Museo del Prado. Ciertamente, Maíno no fue un pintor de primera línea, pero su obra es un magnífico referente para hacer lo que han hecho los gestores del Museo del Prado, aprovecharlo para ofrecer una panorámica de la pintura española durante los primeros años del siglo XVII. Y salvando las anomalías tradicionales de nuestra primera pinacoteca (iluminación muy mejorable, escaso espacio expositivo, etc.), el resultado es bastante bueno. Y no digo magnífico porque, como es habitual en este tipo de eventos, se han disimulado los aspectos que pudieran dañar la imagen crítica de la pintura española... desde una concepción mojigata de la historia del arte.  Los rasgos de la tradición flamenca, tan fuertes durante los primeros años del XVII, apenas se pueden seguir en una de las obras tempranas de Velázquez… Se diría que hacia 1620 los pintores españoles habían hecho suyas las preocupaciones estéticas de los italianos…
En todo caso, los conservadores de El Prado han reunido una colección magnífica, de esas que imponen peregrinar al "edificio Moneo-Villanueva", incluso, aunque conozcamos bien sus fondos.


“Holandeses en el Prado” es, según mi criterio, una a exposición para personas especialmente interesadas en la pintura holandesa del siglo XVII, porque lo más interesante se puede ver habitualmente en las salas del museo… Loor a la Judit-Artemisa de mis amores…


La oferta se completa, por la vertiente nórdica, con La compañía del capitán Reijnier Reael, de Frans Hals y Pieter Codde, réplica “burguesa” a la pintura absolutista de los reinos católicos.
Magnífica oportunidad, en suma, para dar un paseo sosegado por las salas de un museo cuyos fondos merecerían un apoyo institucional más decidido.

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