El otro día, cuando estábamos en Fromista, nos detuvimos un instante en las antiguas exclusas del canal de Castilla, cuyos restos ofrecen un lugar de descanso pintoresco a los peregrinos. Parece que en España está muy arraigada la costumbre de hacer las cosas tarde y mal. La idea de construir un medio de comunicación "fluvial" surgió a mediados del siglo XVIII, pero sólo se pudo completar el proyecto cien años después: a mediados del siglo XIX la Compañía del Canal de Castilla comenzó la explotación del canal, justo cuando en Europa (¿debería decir "en el resto de Europa"?) se estaban construyendo masivamente líneas de ferrocarril. Y el Canal de Castilla, que ofreció beneficios a unas pocas empresas bien relacionadas con el poder político, acabó convirtiéndose en lo que hoy es, según los adalides del pensamiento ortodoxo: "Un recurso de grandes posibilidades ecológicas y turísticas" o, con la retórica grandilocuente al uso, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugares de Interés Comunitario (LIC). Cuando en la gestión política no existen otros objetivos que el beneficio a corto plazo de unos cuantos suceden estas cosas...
Y como hoy no existen perspectivas de beneficio inmediato y claro, da pena recorrer el canal y observar cómo va degradándose año a año sin otras intervenciones que algunas actuaciones puntuales sin continuidad: parques municipales que no se conservan, Molinos y almacenes ruinosos o a punto de desaparecer, sendas absorbidas por el entorno, exclusas abandonadas, edificios auxiliares destruidos, etc. El canal de Castilla se ha convertido, de hecho, en un monumento al anacronismo, con posibilidades turísticas y ecológicas disminuidas, apenas circunscritas a Medina de Rioseco, que sólo mantiene cierta funcionalidad relevante como red de riego.
Algo parecido está sucediendo con ARCO: casi medio año después de que se destaparan los problemas de esta institución, ajena a los condicionantes del mercado del arte español, con las consabidas interferencias de los mandarines de la Comunidad Autónoma, Lourdes Fernández ha presentado la dimisión . "IFEMA respeta la decisión adoptada por Lourdes Fernández, a quien agradece su aportación a ARCOmadrid, y reitera su deseo de seguir trabajando con el sector para definir el mejor modelo de feria para afrontar los retos futuros". Lo dicho: vivimos en el país más divertido del mundo. Y me pregunto en qué funcionalidad específica estarán pensando los dirigentes de IFEMA: Como en el siglo XIX, que algunos ganen dinero; eso está claro, pero... ¿Con qué actividad? ¿Inventando términos grandilocuentes? ARCO nació con la voluntad de dar fluidez al mercado de arte contemporáneo y de homologarlo con las corrientes internacionales, sin embargo... Seguimos transportando las mercancías mediante canales raquíticos mientras en Europa (¿en el resto de Europa?) usan el ferrocarril con media docena de vías por línea...
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