sábado, 2 de junio de 2012

Santa María de Melque


El "complejo arqueológico"

Santa María de Melque en la actualidad

Santa María de Melque antes de la restauración
En España tenemos un patrimonio histórico-artístico excepcional que, en general, apenas somos capaces de apreciar y, desde luego, de "poner en valor": Y si alguien piensa de otro modo, de una vuelta por Santa María de Melque... Es una de las edificaciones más interesantes de cuantas alumbran nuestros siglos obscuros, junto con Santiago de Peñalba, Sant Pere de Rodas, Santullano... Está a poco más de 100 Km de Madrid, el acceso es bueno...
Sin embargo, ofrece cifras irrisorias de visitantes y es testimonio elocuente de la escasa constancia de las autoridades culturales, porque el proyecto arqueológico, nacido hace más de veinte años con objetivos muy ambiciosos, ha quedado en una situación apenas diferente de lo que habría propuesto un mercachifle de antigüedades del siglo XIX o un buscador de tesoros para rentabilizar "la inversión".
Lo positivo: Se restauró y "habilitó" la iglesia; se crearon las infraestructuras para vigilar y cuidar el enclave. Que no es poco.
Lo negativo... El proyecto arqueológico, que debería haberse extendido a todo el recinto cercado, se limitó a la propia iglesia y a los espacios más inmediatos. Y el complejo cultural anexo, que podría ofrecer al visitante refugio y solaz, soporte documental y divulgativo, y tentaciones de mayor alcance, ha quedado en cigarral discreto, "aula de interpretación" cutre, donde solo destacan los aseos, como consejo imperativo frente a las veleidades exhibicionistas y meonas que infunde al viajero el campo abierto. Hubo vídeo explicativo pero por razones no aclaradas, sólo quedan paneles y carteles, alguno con cromatismo de exaltación nacionalista. Los viajeros echan un vistazo y salen espantados de tanta pedagogía...


Parte de las excavaciones antiguas, las que no fueron integradas en la remodelación arquitectónica y las catas, ofrecen el aspecto patético de los miles de yacimientos abandonados que salpican el solar patrio. El conjunto más parece montaje conceptual o yacimiento tercermundista y, sobre todo, recordatorio de un principio arqueológico fundamental: no se debe iniciar una campaña arqueológica sin garantías de protección absoluta del yacimiento; porque sin ellas, la acción excavadora puede derivar en agresión irreversible, incluso, aunque medien intenciones elogiables.


Por el interior destaca el ambiente demasiado luminoso —conseguido mediante lámparas de calidad heterogénea—, que agradece la cámara fotográfica, aunque duele a quien espera encontrar un espacio más apropiado para los rezos antiguos, las reflexiones profundas y las ensoñaciones historicistas. Lo más anacrónico es un suelo de tarima que, como dice un amigo malévolo, parece diseño de arco iris: fino, elegante, pero inadecuado por exceso de ortodoxia arquitectónica. La madera combina bien con la piedra, pero... Acaso fuera más apropiada una fórmula que permitiera contemplar —dentro de lo posible— lo alumbrado por las actividades arqueológicas, como en la Seu d'Egara, aunque el resultado fuera menos charmant.
Por el exterior... Para resolver las irregularidades topográficas ocasionadas por las campañas arqueológicas, en el perímetro externo de la iglesia han colocado una amplia superficie separada de las zonas excavadas por una barandilla metálica que incrementa los matices anacrónicos. También aquí se podrían haber aplicado criterios mejor sintonizados con las cualidades del edificio.


Del carácter "mozárabe" al "visigodo" para acabar en la "recatalogación mozárabe"

Santa María de Melque fue una de las referencias más relevantes del "arte mozárabe", esa trampa histórica que inventó Gómez Moreno para dar respuesta a las demandas de ciertos sectores empeñados en borrar los "ignominiosos" años que la península Ibérica estuvo bajo administración islámica. Y nadie piense sólo en los sectores ultraconservadores, porque también apuntaban en la misma dirección quienes, por entonces, entendían que el componente cristiano de la cultura hispana nos acercaba a Europa y el factor islámico nos alejaba de ella.
La tesis de L. Caballero Zoreda —derivada del análisis arqueológico—, que retrasó la cronología a tiempos visigodos,  fue un aldabonazo, una sacudida brutal al estado de los conocimientos de aquella época, porque sirvió para agitar conciencias y enfatizar todas las contradicciones propias de la "cultura mozárabe". Recuerdo que, hace muchos años,  un investigador poco horneado le dijo en un momento de arrebato: "¡No sabes lo que has hecho". Y L. Caballero sonrió beatíficamente, como si no le molestara la petulancia apasionada e ingenua del joven.
La tesis se apoyaba en la información suministrada por un estudio concienzudo en el que acaso flaqueara levemente por el aspecto metrológico que, a mi juicio, él mismo enfatizó en exceso. Porque lo que allí había, lo que aún vemos es elocuencia explícita. Los paramentos fueron realizados con escasas concesiones a la "racionalidad" constructiva islámica, siempre condicionada por soluciones derivadas del equilibrio entre esfuerzos y resultados. La iglesia de Melque tiene muros realizados por "alguien" a quien interesaba realizar un edificio sólido, duradero, capacitado para ser resistir el fuego... alguien a quien no preocupaba el "gasto" en mano de obra, seguramente porque contaba con herramientas adecuadas y esclavos suficientes. Dicho de otro modo: desde ese punto de vista, el edificio encaja mejor en los albores de la tradición romana que en las proximidades del siglo X.

Santa María de Melque: detalle de una bóveda

Palacio de Diocleciano, Split
No contiene elementos reutilizados ni basas o capiteles convencionales, porque los bloques impostados que separan los fustes de los arcos no pueden ser nombrados como tales, sin menoscabo de  la precisión terminológica. Sin embargo, dejando a un lado este detalle —de connotaciones marginales, "provinciales" o "locales"— el resto de las soluciones constructivas nos hacen pensar en precedentes romanos similares, que encontramos en el Panteón, en los mercados de Trajano, en Tívoli... en Split, unas veces en piedra, otras con ladrillos.
Los muros y las bóvedas contienen sillares regulares, bien labrados según aparejos de la misma ubicación cultural... Algunas bóvedas del sobre-dimensionado palacio de Diocleciano de Split fueron realizadas con ladrillos, pero mediante concepciones afines a las de Melque. Esa carencia de ladrillos en obra toledana es, a mi juicio, dato que reitera en la dirección esclavista mencionada y en un contexto obviamente rural y relativamente marginal, alejado de los tejares.
Si la fábrica de Melque fuera de un muro defensivo o de una mezquita, podría imaginarse voluntad de época islámica, pero tratándose de una edificación pequeña, sería más factible adjudicarla a tradiciones más antiguas. Aún cabría argumentar que se pudo concebir con posibilidades defensivas, pero el muro perimetral del recinto monacal no refuerza, precisamente, esa hipótesis.
Las cornisas molduradas, las impostas taladas del interior y los frisos huelen a defritum... aunque los componentes "marginales" también sean evidentes: además de los falsos capiteles, el más destacado es, a mi juicio, un sobredimensionamiento frecuente en edificios romanos de especial significación.

Santa María de Melque

Villa Adrianea (Tivoli)
Se documentó opus signinum, homologable a los suelos de tradición romana encontrados en zonas próximas; también aparecieron otros objetos de indicación pareja...
En definitiva, todos los elementos culturalmente relevantes de Santa María de Melque apuntaban en dirección contraria a la "esencia" de la cultura mozárabe (por definición, derivada de la cultura andalusí). Y L. Caballero dedujo que la iglesia debió ser construida en tiempos visigodos.
A favor de la "hipótesis" de Gómez Moreno, contarían los arcos de herradura que, por aquellos lejanos años, se acostumbraba a relacionar con Córdoba. Sin embargo, también esta iglesia (junto con San Tirso, Santiago de Peñalba, etc.) debería servir para romper aquella costumbre, porque tal y como aparecen aquí, los arcos de herradura establecen relaciones con fórmulas constructivas romanas existentes en todo el área mediterránea a partir del siglo II: la asociación entre arco de descarga y dintel horizontal, que conforma diseño próximo al arco de herradura. Y el arco de herradura en sentido estricto, que en el estado actual de los conocimientos, parece ser "peculiaridad" de la Península, bien documentado en el siglo VII, plantearía, de nuevo, el problema de su origen: ¿procede de Siria? ¿Se empleó en la Península antes del siglo VII?
En Melque los arcos de herradura ofreces una "racionalidad" constructiva peculiar, sobre todo por el interior, donde "sirven" para justificar la inexistencia de capiteles porque la concentración de cargas estaría canalizada (tangencialmente) directamente hacia los fustes cilíndricos. El vuelo de las impostas es operativo porque las cargas que llegarían a ellas son de escasa entidad.



Panteón
Hace poco, empleando metodologías innovadoras, L. Caballero Zoreda ha propuesto una nueva cronología: los siglos VIII y IX... Conociendo y reconociendo su solvencia profesional, me surgen dudas relacionadas con las metodologías "innovadoras". A lo mejor ya estoy fuera de mi tiempo, pero cuando las metodologías innovadoras recuperan postulados añejos o creencias antiguas, se me disparan alarmas de colores y tonalidades variados; como cuando la posmodernidad postulaba la superación de "la Historia". Y me pregunto si estará reapareciendo un "flujo científico innovador" inclinado hacia la "recuperación" de la cultura mozárabe. ¡Ojalá esté equivocado!

Eppur si muove

Santa María de Melque (lo más substancial) es un edificio que, según lo conocido sobre la historia de la península Ibérica, tiene mucho más sentido en el contexto de la primera institucionalización del cristianismo, que cuando la geografía peninsular estaba controlada desde Córdoba. Tal y como acreditan las actas del Concilio de Elvira, celebrado a principios del siglo IV, por entonces ya había muchos obispos en la Península y, por supuesto, uno en Toledo llamado Melancio. De ello podemos deducir que debiera existir una cierta "infraestructura inmobiliaria" en la ciudad del Tajo y sus alrededores, capacitada para la liturgia y para el cumplimiento de los cánones, que frecuentemente hablan de permitir o no permitir el acceso a las iglesias a quienes aún rendían culto a los dioses antiguos.  A efectos institucionales el paganismo pervivió hasta finales del siglo IV, cuando en tiempos de Teodosio I se dictaron medidas encaminadas a convertir los viejos templos en canteras de los nuevos.
Y con ello no quiero decir que apueste por una cronología excesivamente temprana; sencillamente me parece más razonable ésta que la tardía obtenida mediante argumentos "de matiz". La carencia de testimonios documentales claros complica cualquier atribución terminante, pero tal y como están las cosas, no es fácil imaginar que fuera edificada en tiempos tan "anómalos" como los propuestos ahora por su excavador.
El conocimiento arqueológico es, ante todo, cuestión de probabilidad; al menos eso aprendí en tiempos pretéritos de un conocido y reputado arqueólogo cuyo nombre no mencionaré por pudor propio y, acaso, ajeno

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