Como casi todos los años por estas fechas, los medios de comunicación se hacen eco de una u otra manera de un "debate" forzado por intereses de parte: si el cine español es bueno o malo. Y el "debate" enseguida adquiere tintes de diálogos para besugos. Fulano dice que el cine español es malo. Mengano responde que existen muchas películas españolas buenísimas... Y ya está liada... Como si fueran incompatibles ambos asertor: el cine español, en general, ofrece un nivel bastante bajo y desde esa valoración es razonable derivar el juicio genérico negativo. Obviamente, un juicio genérico no es una valoración de rango absoluto: puede haber "unas cuantas películas" ("muchas") muy buenas sin que la excepción confirme la regla ni la niegue.
¿Qué factores inducen el "debate para besugos"? El primero, que particularmente en España, es difícil encontrar personas con criterios cinematográficos homogéneos y con criterios heterogéneos es difícil establecer comparaciones con un mínimo rango lógico. El segundo, que el ambiente institucional no sólo no ayuda a compensar esa situación sino que, incluso, aún la acentúa. Las ceremonias institucionales (la entrega de los premios Goya) certifican año a año el mismo dislate repartiendo honores de cualquier naturaleza a películas manifiestamente mejorables y a personas de carrera "artística" discutible. Si, como sucede en Hollywood confundimos "calidad cinematográfica" con "intereses de la industria cinematográfica", lo tenemos crudo por una razón fundamental: los estándares del cine norteamericano son infinitamente superiores a los de una "industria" raquítica como la nuestra...
Alex de la Iglesia lo ha expresado con claridad mil veces: en lugar de consumir basura americana, deberíamos ver cine español... Pero por desgracia para los intereses de ese director y de otros profesionales afines, es difícil hacer comulgar al público con ruedas de molino y desde la experiencia personal directa de cada espectador, es lógico que brote el manido, molesto y obvio juicio genérico: el cine español es muy inferior al cine norteamericano; porque para las entendederas del más estúpido aficionado a comer palomitas, la basura americana, cuando menos, cumple ciertos requisitos de calidad cinematográfica, mientras que el cine español...
Si a esas circunstancias añadimos la carencia de producción, el monopolio de los canales de exhibición, la falta de una escuela seria de actores, el escaso "uso" de guionistas profesionales y algunas otras peculiaridades más, completaremos un cuadro desde el que es fácil comprender que pueda llegar a ser director de la Academia alguien como el señor Resines o, incluso, como sus inmediatos predecesores... casi todos ellos profesionales de méritos cinematográficos discutibles. A salvo de unas pocas excepciones, nuestros profesionales se han especializado en hacer "espectáculos cinematográficos" apenas comprensibles para el público local menos exigente y más predispuesto a empatizar con cualquier chorrada ingeniosa adecuada a los programas de televisión para "mayorías amplias".
Hace unos años existía una justificación "razonable" para "entender" el desequilibrio. Hacer buen cine requería la existencia de una infraestructura industrial cara, para la que no existían medios en los países con escasos recursos financieros; por fortuna, las cosas han cambiado para mejor y cada vez es más barato afrontar aventuras creativas de cierta entidad, por supuesto para quienes no estén obsesionados con conseguir pelotazos fáciles y asuman la aventura de invertir con ciertos riesgos. Por desgracia, en la actualidad, dos parecen ser las obsesiones de nuestros magnates cinematográficos (con la excepción de los productores vinculados a las cadenas de televisión): conseguir a cualquier precio —incluso haciendo trampas— subvenciones "automáticas" que justifiquen la inversión y forzar la situación para que las autoridades les "premien" con la gabela de las compensaciones por "piratería". Lo declaraba contundencia pero con escaso rigor el otro día el señor Resines, que, como hace años Sánchez Dragó, presume de no entender las posibilidades de los ordenadores. Nada dijo de las trampas, pero no se cortó ni un pelo en exagerar el asunto de "la piratería": el gran problema del cine español es la piratería, que como todo el mundo sabe, se materializa en miles, millones de copias ilegales... ¿Realmente cree el señor Resines que existen muchas personas interesadas en descargarse "sus" películas?
Mucho me temo que en éste, como en tantos otros casos (política, educación, justicia, etc.) mientras dependamos de la voluntad de personajes como el señor Resines, lo tenemos crudo. El problema del cine español no tiene nada que ver con la "piratería" sino, sobre todo, con la carencia de empresarios acostumbrados a competir, con la casi desaparición de los guionistas, convertidos en profesionales marginales forzados a trabajar para programas de televisión; con la inexistencia de un elenco serio de actores; con la incapacidad para poner coto a "los excesos" de la industria norteamericana (el anterior director de la Academia española lo tenía claro hace años), etc., etc.
El "incidente de los guionistas" en la ceremonia de entrega de los Premios Goya es particularmente elocuente: fueron excluidos de pasar por la alfombra roja, dedicada a las personas "realmente importantes". Es obvio que el tirón comercial de una película raramente depende del guionista; en eso son mucho más efectivos los fenómenos asociados al Star System. Puede que definan la parte más oscura de una película, pero sin un conjunto amplio de guionistas profesionalizados, no hay cine o, cuando menos, cine de cierta calidad. Y seguramente ahí está la piedra de Rosetta para explicar lo antes indicado: una "academia cinematográfica"que no entiende la importancia de los guionistas, sólo puede ser cenáculo de amiguetes, por no emplear otra palabra que pudiera parecer hiriente...
¿El cine debe de ser una cuestión de Estado? Por supuesto, pero... ¿de qué cine estamos hablando?; ¿de un "cine sin guionistas"? ¿Y a "eso" lo llaman "cine"?
¿Qué factores inducen el "debate para besugos"? El primero, que particularmente en España, es difícil encontrar personas con criterios cinematográficos homogéneos y con criterios heterogéneos es difícil establecer comparaciones con un mínimo rango lógico. El segundo, que el ambiente institucional no sólo no ayuda a compensar esa situación sino que, incluso, aún la acentúa. Las ceremonias institucionales (la entrega de los premios Goya) certifican año a año el mismo dislate repartiendo honores de cualquier naturaleza a películas manifiestamente mejorables y a personas de carrera "artística" discutible. Si, como sucede en Hollywood confundimos "calidad cinematográfica" con "intereses de la industria cinematográfica", lo tenemos crudo por una razón fundamental: los estándares del cine norteamericano son infinitamente superiores a los de una "industria" raquítica como la nuestra...
Alex de la Iglesia lo ha expresado con claridad mil veces: en lugar de consumir basura americana, deberíamos ver cine español... Pero por desgracia para los intereses de ese director y de otros profesionales afines, es difícil hacer comulgar al público con ruedas de molino y desde la experiencia personal directa de cada espectador, es lógico que brote el manido, molesto y obvio juicio genérico: el cine español es muy inferior al cine norteamericano; porque para las entendederas del más estúpido aficionado a comer palomitas, la basura americana, cuando menos, cumple ciertos requisitos de calidad cinematográfica, mientras que el cine español...
Si a esas circunstancias añadimos la carencia de producción, el monopolio de los canales de exhibición, la falta de una escuela seria de actores, el escaso "uso" de guionistas profesionales y algunas otras peculiaridades más, completaremos un cuadro desde el que es fácil comprender que pueda llegar a ser director de la Academia alguien como el señor Resines o, incluso, como sus inmediatos predecesores... casi todos ellos profesionales de méritos cinematográficos discutibles. A salvo de unas pocas excepciones, nuestros profesionales se han especializado en hacer "espectáculos cinematográficos" apenas comprensibles para el público local menos exigente y más predispuesto a empatizar con cualquier chorrada ingeniosa adecuada a los programas de televisión para "mayorías amplias".
TVE |
Mucho me temo que en éste, como en tantos otros casos (política, educación, justicia, etc.) mientras dependamos de la voluntad de personajes como el señor Resines, lo tenemos crudo. El problema del cine español no tiene nada que ver con la "piratería" sino, sobre todo, con la carencia de empresarios acostumbrados a competir, con la casi desaparición de los guionistas, convertidos en profesionales marginales forzados a trabajar para programas de televisión; con la inexistencia de un elenco serio de actores; con la incapacidad para poner coto a "los excesos" de la industria norteamericana (el anterior director de la Academia española lo tenía claro hace años), etc., etc.
El "incidente de los guionistas" en la ceremonia de entrega de los Premios Goya es particularmente elocuente: fueron excluidos de pasar por la alfombra roja, dedicada a las personas "realmente importantes". Es obvio que el tirón comercial de una película raramente depende del guionista; en eso son mucho más efectivos los fenómenos asociados al Star System. Puede que definan la parte más oscura de una película, pero sin un conjunto amplio de guionistas profesionalizados, no hay cine o, cuando menos, cine de cierta calidad. Y seguramente ahí está la piedra de Rosetta para explicar lo antes indicado: una "academia cinematográfica"que no entiende la importancia de los guionistas, sólo puede ser cenáculo de amiguetes, por no emplear otra palabra que pudiera parecer hiriente...
¿El cine debe de ser una cuestión de Estado? Por supuesto, pero... ¿de qué cine estamos hablando?; ¿de un "cine sin guionistas"? ¿Y a "eso" lo llaman "cine"?
No hace mucho tuve la oportunidad de estar en una conferencia de uno de los "animadores"(cine de animación)más importantes que ha dado este país, Sergio Pablos. Ha trabajado al más alto nivel en EEUU y explicaba de manera clara las razones por las cuales, nunca le daban el visto bueno para la realización de un largo de animación aquí en España cuando vendía un proyecto:
ResponderEliminar- No teneis experiencia en largos de animación.
- No teneis industria-profesionales para encarar el proyecto.
- No hay ningún tipo de ventaja fiscal para el cine.
Actualmente el próximo proyecto que ha conseguido vender y que presumiblemente, si no falla nada, se estrenará en las Navidades de 2019, será realizado en... CANADA!!!
Parece ser que las ventajas fiscales y ayudas gubernamentales a la industria del cine no son nada despreciables. El gobierno canadiense ha apostado por una empresa que ya cuenta con varios proyectos en fase de pre-producción y que espera emplear a 500 trabajadores!!!.
Nosotros a lo nuestro...