Los españoles nos hemos manifestado... sorprendentemente, si tenemos la ingenuidad de los niños de corta edad. El bloqueo ha funcionado magistralmente: el señor Inda y sus "compis" apoyados "científicamente" por tantos "expertos" en comunicación —sociólogos, politólogos, analistas y otros mercenarios de la pluma—, han conseguido el objetivo propuesto con tanto éxito que la situación deviene diabólica: el PP, supuestamente flagelado por los ecos de la corrupción, ha ganado unos cuantos escaños; el PSOE se ha quedado casi como estaba, que no es poco; la fusión entre Podemos e IU ha propiciado una suma aparentemente ilógica (3+1 = 3); el señor Rivera ha perdido opciones para encabezar un gobierno "de renovación", que acabe con la corrupción y la ineptitud de los viejos conservadores.
Lo que ahora parecen exigir las urnas es continuar por la senda definida por la praxis del señor Rajoy, que seguramente es una bellísima persona pero ha convertido España en un lodazal. Eso o encaminarnos a unas terceras elecciones.
Algunos líderes de Unidos Podemos se han preguntado en qué han fallado. No sé si con demasiada premura, en el blog del señor Monedero, que la publicidad agresiva ha convertido en un lugar hostil, aparecía un comentario con título propio de escuela para ejecutivos de empresas norteamericanas: “A la primera no va la vencida”. Y ofrecía varias consideraciones de fuste afín al que nos tiene acostumbrados: buena música y letra discutible.
Decía el señor Monedero que “Podemos ha sido rehén del infantilismo y se ha creído las encuestas”, como si el error hubiera sido no conseguir las cifras enunciadas para asustar a quienes estuvieran dispuestos a creer que la victoria de Unidos Podemos convertiría España en un país latinoamericano.
Decía el señor Monedero: “No es que Unidos Podemos se haya equivocado. Es que hay un país real que sigue rehén del pasado y deprime. Si algo permanece de la idea de las dos Españas es que hay una que vive en el miedo y el egoísmo. Pero como tienen hijos y nietos que sufren las políticas de ajuste, irán dándose cuenta. Falta que vean la alternativa (…)“ La música suena bien, pero la letra no puede ser más inconsistente, como la de los argumentos maniqueos de las historias malas. ¿Miedosos y egoístas? ¡Qué chorrada, qué inmensa chorrada!
¿Qué decía el señor Monedero sobre la “desaparición” de 1,5 millones de votos “de izquierda”? Nada.
A mi juicio Unidos Podemos ha fracasado porque no ha conseguido mantener los votos que las dos formaciones ahora unidas habían obtenido por separado seis meses antes. Y ese era un objetivo estratégico esencial.
¿En qué se han equivocado concretamente quienes han diseñado la estrategia electoral? A mi juicio, cuando menos, en diez circunstancias casi obvias:
La primera, en entender las posibilidades políticas españolas con un optimismo exagerado. Conseguir la "anuencia general" no es un problema de “buenos” y “malos” ni de “tontos” y de “listos”, sino de diferentes concepciones culturales y, sobre todo, de inercia histórica, con lo que ello implica de complejidad. Contemplar los resultados en un mapa es elocuente por demás. Un amigo me comentaba el otro día que cuando, en ciertas zonas de España, comentas la actual penuria de las infraestructuras escolares y sanitarias, las gentes se encogen de hombros y responden:
—¿Y qué le vamos a hacer? Siempre ha sido así.
La segunda, en no haber encontrado recursos para compensar las maniobras de bloqueo del voto aplicadas por quienes se han propuesto cerrar el paso a un partido con planteamientos inconvenientes para sus intereses. Es incomprensible que no hayan sido capaces de rectificar una cagada monumental (la "formación de gobierno progresista") y explicar con claridad y contundencia al electorado "de izquierdas" por qué no aceptaron apoyar al PSOE para sacar del gobierno a Mariano Rajoy.
La tercera, en no entender que entrar en un proceso democrático “a la europea” supone tener en cuenta los factores no racionales (automáticos y de conducta profunda) que movilizan a amplios sectores de votantes. Algo han aprendido los líderes de Podemos desde las elecciones anteriores, pero aún queda un trabajo inmenso que hacer en ese sentido.
La cuarta, en no acertar con la manera de explicar o plantear un giro “de adaptación moderada”, desentendiéndose de una parte importante de quienes tradicionalmente apoyaban a IU y apoyaron la apuesta inicial de Podemos. .
La quinta, en dejarse arrastrar por la dinámica de debates nebulosos y olvidar los problemas concretos. Seguramente, hemos sido muchos quienes hemos pensado que también los de Unidos Podemos se acercaban demasiado a las “formas tradicionales” de hacer política.
La sexta, en ofrecer una gestión que no satisface a todos los votantes allí donde triunfaron en las elecciones municipales. Supongo que en el País Vasco y en Cataluña la situación es diferente, pero en el resto de España, son legión quienes, tras entregarles el voto, se han enfadado con la manera de hacer política municipal. Y no estoy pensando, precisamente, en los “argumentos” esgrimidos por los partidos “de la casta”.
La séptima, en ofrecer mensajes ideológicos contradictorios y, por ende, desconcertantes. Cuando se suponía que las etiquetas estaban fuera de lugar, aparece la socialdemocracia… ¿para captar votos entre quienes tradicionalmente han apostado por el PSOE? Ignoro cuántos votantes históricos del PSOE habrán cambiado la chaqueta, pero creo que oír la palabra “socialdemócrata” habrá sonado a cuerno quemado a muchos de quienes votaron en diciembre.
La octava, en gestionar el fondo electoral del mismo modo que lo hacen los partidos tradicionales, mediante fórmulas de bloqueo. Tengo la sensación de que los líderes de Unidos Podemos aún no se han enterado de cómo es el perfil medio de quienes más fuertemente habían apostado por apoyar su ascenso electoral; y con ello no me refiero al perfil medio de sus votantes. Esas personas no “funcionan” como las minorías silenciosas que respaldan al PP y al PSOE, a las que es relativamente sencillo manipular.
La novena, en no haber encontrado una fórmula de participación, adhesión y colaboración más operativa y que no cierre el paso a grupos sociales relativamente ajenos a los empleados hasta ahora.
La décima, en ofrecer al votante activo una forma de análisis político “profundo”, según postulados implícitos y explícitos ajenos a las circunstancias culturales del presente. Las explicaciones de los líderes de Podemos son sensatas y se entienden perfectamente; los ”argumentos” del señor Monedero polarizan a los posibles votantes ente quienes se adhieren a ellos “visceralmente” y quienes salen de su blog pensando que sus premisas son buenas para la Italia de principios del siglo XX.
Decía el señor Monedero que “la nave” (la fusión entre Podemos e IU) va en la dirección correcta. Y culminaba indicando que Felipe González llegó a la Moncloa después de fracasar en dos elecciones, que Aznar perdió en 1993; y Rajoy, en 2004 y 2008. Y que por fin, “aparecerá Unidos Podemos como la única fuerza que puede representar los intereses de la mayoría. Sólo falta que haga un ejercicio de madurez y, pasadas las elecciones, pase a hacer política en serio. A partir de ahora lo que le toca es crecer”. Suena como las canciones de Labordeta, pero…
Me temo que, de no mediar milagro ni cambio de rumbo significativo, fuera del País Vasco y Cataluña, los actuales líderes de Unidos Podemos se van a llevar una sorpresa muy desagradable en las próximas elecciones, ya sean generales o municipales.
Lo que ahora parecen exigir las urnas es continuar por la senda definida por la praxis del señor Rajoy, que seguramente es una bellísima persona pero ha convertido España en un lodazal. Eso o encaminarnos a unas terceras elecciones.
Foto tomada de El Confidencial, Álvaro García Fuentes |
Decía el señor Monedero que “Podemos ha sido rehén del infantilismo y se ha creído las encuestas”, como si el error hubiera sido no conseguir las cifras enunciadas para asustar a quienes estuvieran dispuestos a creer que la victoria de Unidos Podemos convertiría España en un país latinoamericano.
Decía el señor Monedero: “No es que Unidos Podemos se haya equivocado. Es que hay un país real que sigue rehén del pasado y deprime. Si algo permanece de la idea de las dos Españas es que hay una que vive en el miedo y el egoísmo. Pero como tienen hijos y nietos que sufren las políticas de ajuste, irán dándose cuenta. Falta que vean la alternativa (…)“ La música suena bien, pero la letra no puede ser más inconsistente, como la de los argumentos maniqueos de las historias malas. ¿Miedosos y egoístas? ¡Qué chorrada, qué inmensa chorrada!
¿Qué decía el señor Monedero sobre la “desaparición” de 1,5 millones de votos “de izquierda”? Nada.
A mi juicio Unidos Podemos ha fracasado porque no ha conseguido mantener los votos que las dos formaciones ahora unidas habían obtenido por separado seis meses antes. Y ese era un objetivo estratégico esencial.
¿En qué se han equivocado concretamente quienes han diseñado la estrategia electoral? A mi juicio, cuando menos, en diez circunstancias casi obvias:
La primera, en entender las posibilidades políticas españolas con un optimismo exagerado. Conseguir la "anuencia general" no es un problema de “buenos” y “malos” ni de “tontos” y de “listos”, sino de diferentes concepciones culturales y, sobre todo, de inercia histórica, con lo que ello implica de complejidad. Contemplar los resultados en un mapa es elocuente por demás. Un amigo me comentaba el otro día que cuando, en ciertas zonas de España, comentas la actual penuria de las infraestructuras escolares y sanitarias, las gentes se encogen de hombros y responden:
—¿Y qué le vamos a hacer? Siempre ha sido así.
La segunda, en no haber encontrado recursos para compensar las maniobras de bloqueo del voto aplicadas por quienes se han propuesto cerrar el paso a un partido con planteamientos inconvenientes para sus intereses. Es incomprensible que no hayan sido capaces de rectificar una cagada monumental (la "formación de gobierno progresista") y explicar con claridad y contundencia al electorado "de izquierdas" por qué no aceptaron apoyar al PSOE para sacar del gobierno a Mariano Rajoy.
La tercera, en no entender que entrar en un proceso democrático “a la europea” supone tener en cuenta los factores no racionales (automáticos y de conducta profunda) que movilizan a amplios sectores de votantes. Algo han aprendido los líderes de Podemos desde las elecciones anteriores, pero aún queda un trabajo inmenso que hacer en ese sentido.
La cuarta, en no acertar con la manera de explicar o plantear un giro “de adaptación moderada”, desentendiéndose de una parte importante de quienes tradicionalmente apoyaban a IU y apoyaron la apuesta inicial de Podemos. .
La quinta, en dejarse arrastrar por la dinámica de debates nebulosos y olvidar los problemas concretos. Seguramente, hemos sido muchos quienes hemos pensado que también los de Unidos Podemos se acercaban demasiado a las “formas tradicionales” de hacer política.
La sexta, en ofrecer una gestión que no satisface a todos los votantes allí donde triunfaron en las elecciones municipales. Supongo que en el País Vasco y en Cataluña la situación es diferente, pero en el resto de España, son legión quienes, tras entregarles el voto, se han enfadado con la manera de hacer política municipal. Y no estoy pensando, precisamente, en los “argumentos” esgrimidos por los partidos “de la casta”.
La séptima, en ofrecer mensajes ideológicos contradictorios y, por ende, desconcertantes. Cuando se suponía que las etiquetas estaban fuera de lugar, aparece la socialdemocracia… ¿para captar votos entre quienes tradicionalmente han apostado por el PSOE? Ignoro cuántos votantes históricos del PSOE habrán cambiado la chaqueta, pero creo que oír la palabra “socialdemócrata” habrá sonado a cuerno quemado a muchos de quienes votaron en diciembre.
La octava, en gestionar el fondo electoral del mismo modo que lo hacen los partidos tradicionales, mediante fórmulas de bloqueo. Tengo la sensación de que los líderes de Unidos Podemos aún no se han enterado de cómo es el perfil medio de quienes más fuertemente habían apostado por apoyar su ascenso electoral; y con ello no me refiero al perfil medio de sus votantes. Esas personas no “funcionan” como las minorías silenciosas que respaldan al PP y al PSOE, a las que es relativamente sencillo manipular.
La novena, en no haber encontrado una fórmula de participación, adhesión y colaboración más operativa y que no cierre el paso a grupos sociales relativamente ajenos a los empleados hasta ahora.
La décima, en ofrecer al votante activo una forma de análisis político “profundo”, según postulados implícitos y explícitos ajenos a las circunstancias culturales del presente. Las explicaciones de los líderes de Podemos son sensatas y se entienden perfectamente; los ”argumentos” del señor Monedero polarizan a los posibles votantes ente quienes se adhieren a ellos “visceralmente” y quienes salen de su blog pensando que sus premisas son buenas para la Italia de principios del siglo XX.
Decía el señor Monedero que “la nave” (la fusión entre Podemos e IU) va en la dirección correcta. Y culminaba indicando que Felipe González llegó a la Moncloa después de fracasar en dos elecciones, que Aznar perdió en 1993; y Rajoy, en 2004 y 2008. Y que por fin, “aparecerá Unidos Podemos como la única fuerza que puede representar los intereses de la mayoría. Sólo falta que haga un ejercicio de madurez y, pasadas las elecciones, pase a hacer política en serio. A partir de ahora lo que le toca es crecer”. Suena como las canciones de Labordeta, pero…
Me temo que, de no mediar milagro ni cambio de rumbo significativo, fuera del País Vasco y Cataluña, los actuales líderes de Unidos Podemos se van a llevar una sorpresa muy desagradable en las próximas elecciones, ya sean generales o municipales.
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