El museo de Calatayud nació para conservar los restos de Bibilis, despoblado que fue población de cierta importancia en tiempos prerromanos y romanos, y que ha proporcionado restos de cierta entidad. Ocupa el espacio del antiguo convento de las Carmelitas Descalzas (siglo XVIII), al que se ha unido una edificación nueva, inaugurada en 2007, según un proyecto de Gonzalo Urbizu. El museo tiene mejores cualidades desde el interior que desde el exterior, aunque es difícil valorar la instalación museística porque cuando lo visitamos, tenían apagada la iluminación y ello mermaba las posibilidades perceptivas en las salas con menor claridad natural. Teniendo en cuenta esa salvedad, el museo ofrece un aspecto bastante agradable.
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Desde los intereses de este blog, destacan unos cuantos capiteles, de los cuales, tres son de orden jónico: incrementan el repertorio hispánico, aún muy limitado, de este tipo de piezas, que tantas dificultades proyectan para construir un modelo evolutivo claro y convincente. Proceden del templo del Barranco de los Sillares y según la cartela del museo, corresponden a la segunda mitad del siglo I a. C. Dos de ellos están cortados en el entronque con el fuste mientras que el tercero fue tallado solidariamente con parte de él. Los tres poseen ábaco con cuadrado de apoyo recrecido un par de centímetros, en sección de tronco de pirámide, que informa sobre sus respectivas funcionalidades tectónicas. El ornato es el convencional en este tipo de piezas, matizadas en términos de elevada torpeza en la talla.
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Los capiteles corintios pertenecen a la misma variedad tipológica, con leves pero interesantísimas variaciones, que puede ayudar a enfocar ciertos problemas de clasificación. Estructuralmente cuentan con una única corona de hojas de acantos de perfil casi trapezoidal y folíolos afilados y cortos, que permiten situarlos en los años próximos al cambio de era. El cuerpo superior contiene un ornato que funde las fórmulas del orden corintio con los motivos liriformes de los capiteles corintizantes. Contiene caulículos, cáliz, volutas exteriores y conjunto axial con espata, pedúnculo y florón, que no se conserva en ninguno de los casos; por fortuna, las vitrinas conservan unos cuantos florones sueltos, que seguramente pertenecieron a capiteles afines a los de las salas. El motivo liriforme arranca de los caulículos y culmina en flor de cuatro pétalos, muy habitual en las referencias mencionadas de la misma época. Aunque por la naturaleza de la piedra, todos los capiteles están muy fragmentados y quebrados en lajas, parece que tuvieron ábacos moldurados y concavidad propia del Alto Imperio.
Las diferencias relevantes se manifiestan en que algunos de ellos probablemente fueron tallados con astrágalos de molduras sencillas y, aún en bloque con un pequeño fragmento de fuste. Esa irregularidad garantiza que la existencia de fragmentos de fuste unidos al capitel no es circunstancia muy relevante a la hora de establecer su cronología.
La “anomalía estructural”, de fundir la tradición del orden corintio con las variaciones corintizantes hace pensar en un momento cultural especialmente creativo y, por consiguiente en las fórmulas acreditadas en Roma en lugares como el templo de los Dióscuros (reconstrucción de Tiberio antes de ser nombrado emperador) o en los palacios de la época de Nerón. En suma, entiendo que la clasificación propuesta por el museo (época Julio-Claudia, primera mitad del siglo I) es correcta.
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Bueno el comentario sobre la película Lawrence de Arabia, me encantó.
ResponderEliminarGracias