En un espacio especialmente angosto se abre el sorprendente Tempietto de Santa Maria in Valle, una de las piezas arquitectónicas de mayor relumbrón para definir lo que "debió ser" la arquitectura longobarda, a la que he dedicado algunos renglones tangenciales en este blog, por lo que tiene en común con la "arquitectura visigoda". Y ante todo, tienen en común unas circunstancias históricas comparables, aunque durante los siglos VI y VIII el ambiente territorial italiano seguramente muy diferente al hispano. Al menos eso se deduce de cómo ciertos historiadores interpretan la existencia de un "Estado longobargo", tal vez, con planteamientos motodológicos demasiado inclinados en la dirección de sus respectivas ideologías. Y en ese sentido, las posturas se han polarizado tanto como en la historiografía española entre quienes los consideraron ( y consideran) un factor disolvente de las grandes aportaciones de la cultura romana y quienes los contemplan como personajes propios de sus tiempos, condicionados por lo que había supuesto la desintegración del Imperio Romano.
Por suerte o por desgracia, los restos materiales que nos han llegado de la "cultura longobarda"son bastante significativos a la hora de construir a partir de ellos una imagen de lo que debió ser la realidad histórica.
Si en España ciertos hitoriadores se preguntaban cómo fue posible que lo más relevante del "arte visigodo" fuera la ermita de San Juan de Baños, en Italia las dudas son otras, seguramente, porque las edificaciones longobardas conocidas insisten en ideas arquitectónicas que refuerzan la visión oscurantista que se tenía de ellos desde, al menos, el siglo XIX. San Eusebio de Pavia, Santa Sofía de Benevento, San Salvador de Brescia, etc., son obras de concepción tosca, matizadas por el recurso de la reutilización... mal avenidas con la idea de un "Estado" en cualquiera de las acepciones que se aplique a ese término. Recuerde el lector que estamos hablando de los tiempos que contemplaron el nacimiento del sistema señorial.
En ese sentido, el Tempietto de Cividale presenta un conjunto que superficialmente sorprende, ante todo por la entidad estética del friso de santos, que rompe las expectativas derivadas de las generalizaciones proporcionadas por el resto de las iglesias longobardas. Por "desgracia", las imágenes fueron talladas en yeso y esa circunstancia implica cuestiones de especial relevancia, sobre todo para quienes sustentan su pensameinto en los postulados idealistas y para quienes, en general, manifiestan que el arte altomedieval es como es porque quienes lo realizaron no se regían por los principios del Humanismo Helenístico sino por las implicaciones del pensamiento de Plotino.
Si cuando desaparecen las dificultades "técnicas" los artífices son capaces de recuperar las fórmulas estéticas "clásicas" —ese parece ser el caso del Tempietto—, es que esa fórmulas aún permanecían asociadas al substrato social. Sin embargo, parece obvio que no es lo mismo trabajar el yeso que el mármol.
Y en este caso no se trata del debate estúpido sobre los materiales pobres y los materiales ricos, sino ante todo, de que en un caso se requiere una infraestructura de gran complejidad que, según parece, desapareció con la caída nominal del Imperio Romano y tal vez, antes. Si colapsan las redes comerciales, cede el suministro de materiales específicos; con ellos, se van perdiendo las herramientas especializadas, etc., etc. Lo he comentado tantas veces, que me inoportuna repetir la cantinela, aunque en este caso sea especialmente apropiado, porque el Tempietto, en sus dos partes (cabecera y "pies") materializa esa cuestión de modo particularmente elocuente. En la cabecera tenemos un repertorio ornamental que ayuda a entender perfectamente lo que acabará siendo el románico italiano, aunque el soporte, por su naturaleza, casi denota "ensayo".
Por su parte, los pies nos informan de fórmulas tan prosaicas como las acreditadas en el resto de las iglesias del mismo ciclo cultural, siempre definidas a partir de la reutilización de elementos arquitectónicos.
Esa reutilización se manifiesta en este caso de modo particularmente singular, porque a pesar de que en los alrededores debía haber multitud de restos procedentes de templos romanos (paganos) aquí se emplearon piezas de datación más tardía, probablemente cristianas. ¿Se trataba de conectar indirectamente con las tradiciones locales inmediatas? Si así fuera, estaríamos ante un fenómeno comparable al acreditado en la Mezquita Mayor de Córdoba y relativamente alejado de otras formas de reutilización de voluntad menos definida o más abierta, al menos, aparentemente. Quien recuerde cómo se concretó el "renacimiento califal" en Alándalus, entenderá perfectamente en qué estoy pensando: mientras en tiempos emirales se emplearon materiales de procedencia diversa (de templos paganos e iglesias cristianas), el impulso califal se apoyó en la recuperación de fórmulas hispanorromanas y en la integración de una estética bizantina centrada en el objetivo de expresar poder y, por supuesto, riqueza.
Volveremos a ello más adelante...
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Volveremos a ello más adelante...
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También tiene interés destacar que el CTL04 presenta ornato mediante incisiones paralelas e inclinadas en la zona que debiera corresponder a la parte superior del kalathos. Desde lo visto, es probable que esas incisiones fueron realizadas a posteriori.
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Se distinguen por tipo de talla de cierto volumen, cuando menos, en el tratamiento de unas volutas de concepción tosca en las que sólo queda indicado el origen helicoidal mediante un cono diminuto.
Como sus compañeros tienen ábaco de brazos con escasa curvatura, bastante estrecho, con incisión lineal perimetral. Aunque ni en el "baptisterio" ni en el Tempietto existe indicativo en ese sentido, pudieron haber sido concebidos para soportar sobreábacos.
La anomalía que orienta su realización tardía, en el camino que conduce al olvido de las fórmulas típicas del orden lo encontramos en las hojas pareadas de perfil triangular que ocupan el lugar dedicado a la floración externa que en el orden corintio acompaña a las volutas. Son hojas que brotan de la parte superior
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También en este caso debo enfatizar que nos encontramos ante un universo que parece fundir las tradiciones romanas, ya en fase de disolución, con las aportaciones bizantinas, para obtener objetos híbridos en los que es relativamente fácil aislar las referencias de ambos orígenes.
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BRMA02, capitel del Museo de Braga |
Merecen ser destacados, en primer lugar, la peculiar disposición de los caulículos, nacidos de la parte inferior del cesto, los frutos representados en la zona axial, como si nacieran de la unión de los cálices anexos. También tiene interés la manera de decorar el frente del ábaco con bocel liso y perlado de tipo 1-1, que recorre todo el frente incluyendo las cartelas. Y, como sucede con las piezas tardías, el acanto tradicional ha dejado su lugar a un ornato estilizado y geometrizado que prefigura fórmulas de los siglos XI y XII; las mismas que se desarrollan en el arco del piso inferior.
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Ménsula reutilizada |
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