"Ercávica" está en los alrededores del pantano de Entrepeñas y Buendía, y se llega a él desde Cañaveruelas, recorriendo un camino de tierra sembrado de baches peligrosos para la integridad del vehículo. Nos recibe un guarda de un empresa de "interposición", que se refugia en una caseta cosntruida con bloques de cemento...
-En verano suele acudir más gente... -nos dice- Es una lástima el estado del camino...
Como es habitual en estos lugares, es necesario dejar el coche en un aparcamiento mal acondicionado, al pié del yacimiento, para desde allí iniciar una peregrinación cuesta arriba, que castiga la curiosidad. Al final del camino nos esperan las cuadrículas irregulares que la intuición de los arqueólogos ha distribuido por el despoblado para ofrecernos restos de la vieja ciudad, entre los que destacan algunas áreas de cierta amplitud (foro, casas) y dos o tres piezas de poca relevancia estética...
Da pena ver como las zonas excavadas hace años van deteriorándose por la acción de las fuerzas naturales...
Valorando con criterio estético, lo que se conserva no es gran cosa, ciertamente. Lo más interesante: la panorámica del pantano con los restos de un pueblo (La Isabela) sacrificado a los kilowatios.
La segunda etapa era "Recópolis", en el término municipal de Zorita de los Canes, población conocida porque también posee una central nuclear...
En este caso, se llega al yacimiento mediante una carretera de buen firme; algo es algo. Es obligado dejar el automóvil en los alrededores de un "Centro de interpretación", compuesto por un pequeño museo, una tienda y dos o tres dependencias más... Nos cobran 4 € por verlo y la persona que nos atiende nos explica que dicha entrada da derecho a visitar el yacimiento... Poco después comprobaríamos que no existe control de acceso alguno...
El museo es como casi todos los arqueológicos modernos, un centro concebido con la pretensión de insuflar sabiduría a los visitantes...
La situación del yacimiento no difiere del anterior, con cualidades derivadas de la entidad de los restos, entre los que destaca una iglesia desmochada y los "recuerdos" de la fortaleza islámica, apenas definida por el arranque de los muros y los pilares.
Coincidimos con media docena de personas de inquietudes comparables a las nuestras... acaso también profesionales de "la cosa cultural".
Y de regreso, recordando el abandono de tantos y tantos yacimientos comparables a éstos, nos preguntamos cuántos años deberán transcurrir hasta que a alguien con capacidad política suficiente se le ocurra que, en momentos de crisis, los yacimientos arqueológicos que pueblan nuestra geografía podrían ser un buen destino inversor para, cuando menos, acrecentar las posibilidades turísticas españolas... Porque poder y conocimiento son entes incompatibles y otros argumentos serían estériles.
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