Ayer por la mañana dimos una vuelta por CaixaForum... y en mi mente se hizo la luz. Como Saulo caí de la chopper y llegué a una conclusión aparentemente absurda: la conveniencia de privatizar la gestión de los grandes museos o, incluso, llegar más allá. En tiempos de crisis y puesto que nuestras autoridades se ven incapaces de resolver problemas añejos, ante la penuria de los museos no emblemáticos y la racanería en la gestión de los emblemáticos, ¿por qué no venderlos? Con el dinero obtenido por los fondos podríamos financiar las pensiones...
¿Me he vuelto loco? No, creo que es la "conclusión razonable" del proceso que vivimos desde que desembarcó en la península Ibérica Thomas Krens y un puñado de políticos advirtieron las posibilidades del arte para funcionar como un importante activador financiero. Además, tal y como se desarrollan los acontecimientos, en pocos años, los bancos habrán absorbido las funciones de las entidades públicas o las habrán dejado sin sentido.
Si comparamos las actividades de CaixaForum y del Reina Sofía —las comparaciones son odiosas—, si recordamos que hasta el Prado necesita recurrir a los bancos... se me ocurre una duda perversa: ¿qué necesidad tienen las entidades financieras de contar con las administraciones públicas para desarrollar las actividades culturales? ¿Por qué asumir ese papel secundario? ¿Para que el Estado les proporcione fórmulas de compensación fiscal? Las entidades financieras podrían imponer un "pacto de estado" y hacerse cargo de las funciones del Ministerio y las Conserjerías por una módica "comisión"...
Más tarde podríamos privatizar los Ayuntamientos y, por último, el Estado.
Y hablando de circos... El circo de las ilusiones es una exposición que trata la figura y la obra de Fellini en unos términos discutibles en algunos aspectos (me ha sorprendido la escasa relevancia de películas como 8 y medio o Giulieta de los espíritus), pero tiene la virtud de ofrecer al público una visión integradora del cine entre el resto de las artes plásticas, especialmente grata y que quisiera ver también en centros dependientes del Ministerio de Cultura. Y además, los organizadores han programado un ciclo de conferencias que completan bastante bien la aproximación al director italiano.
"Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes" es una muestra "recurrente" (se han hecho mil sobre el mismo tema) que, en este caso, proporciona un caudal de datos gráficos e información estética suficientes para calificarla con notable alto y para recomendarla, muy especialmente, para aproximarse a lo que sucedía en España y en el resto de Europa durante los años veinte y treinta.
"Infancia, fotografías de Isabel Muñoz", combina las imágenes con un montaje espectacular de Manuel Blanco. Muy recomendable aunque, también en este caso, sea de temática recurrente y la fotografía de niños sea excesivamente "fácil", por los mecanismos de preprogramación genética que nos predisponen positivamente ante los rasgos infantiles. Lástima que los gestores de CaixaForum insistan en la manía antifotográfica...
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