Preámblo. Cuestión de medios
¡La que tiene montada Leo Bassi! Ayer, día de los Santos Inocentes, había organizado un "acto" de reivindicación patológica y atea en la plaza de Lavapiés, crisol de casticismo añejo y multiculturalidad nueva. Leo Bassi lo había convocado a través de Internet.
En esta ocasión, la legalidad pija que mueve los brazos de Robocop no se manifestó ni en los medios con las letanías pedagógico-eucarísticas que le caracterizan. Hubiera sido una torpeza, contando, incluso con la manifiesta ilegalidad del acto, por la repercusión que ello habría tenido. Se diría que, poco a poco, la legalidad práctica va aprendiendo...
Código Penal, Artículo 525 .
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
El acto de Bassi tenía grandes porciones teatrales, componentes críticos y de bufonada ritual, aderezos estéticos... Imitación burlesca de ritos católicos, que me hicieron pensar en Fellini (Roma). Bassi es una extraña amalgama entre Joseph Beuys mediterráneo y Pasquino. Teatro popular en estado puro.
No pude seguir todo el acto porque teníamos entradas para la representación de Cyrano de Bergerac que, coincidiendo con el evento de Bassi, tendría lugar al otro lado de la plaza, en uno de los teatros del Centro Dramático Nacional... Teatro de siempre con medios de hoy... o de mañana.
Por si el espectador viniera de Marte y aún no se hubiera enterado de cómo están las cosas, un escenario de concepción demasiado sencilla, le ponía en situación... Estamos en crisis: ¿Se puede hacer buen teatro con pocos medios? Naturalmente. Pero si el espectador debe pagar 20 € de vellón, acaso estemos jugando con fuego o, lo que es peor, quizás estemos bordeando límites irreversibles para el deseado progreso cultural, ese que debería homologarnos con Europa, al menos, en lo aparente. Y para remate, a la precariedad se une la penúltima coz en forma de látigo impositivo.
Por imposición de la legalidad pija, en lugar de prescindir de lo accesorio, nos estamos despojando de lo más positivo, de lo más esencial y ello conduce al abismo irremediablemente: estamos construyendo el edificio del futuro con ladrillos de mierda pintados con barniz dorado. Por este camino y en muy poco tiempo, las gentes del teatro acabarán retrocediendo a los tiempos de Zampanò y Gelsomina; algunos, como Leo Bassi, ya han llegado.
Como si se tratara de una representación callejera, un juego de cortinas (en lugar de tapices), algunos enseres y un fondo para proyección se ofrecen para concretar las diferentes situaciones elegidas por Edmond Rostand (teatro del siglo XVI, hostería, barrio de Marais, campamento y convento parisino). Completa el panorama austero el díptico ofrecido por los acomodadores, que informa de "irregularidades asumibles"... ¿Qué sentido tiene depurar el "estilo" de un texto si las editoriales de relumbrón no lo hacen con las novelas más vendidas?
Cuesta trabajo imaginar el complejo escenario concebido para el primer acto. La "fórmula" de convertir al público en los borgoñones asistentes a la representación es demasiado obvia pero tiene el inconveniente de disolver algunos componentes de crítica social —herencia de Scaramouche— que tiene la obra, sobre todo, durante esa parte.
La representación
La historia no sólo me recuerda las referencias cinematográficas obvias, manifiestamente desiguales, sino sobre todo y muy especialmente, El cartero (y Pablo Neruda), la película dirigida por Michael Radford, a partir de la novela Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta. La coincidencia en el uso de los recursos de seducción ajenos y el paso de la comedia al drama, impone estructuras narrativas comparables o paralelas.
La historia de Edmon Rostad es tan sugerente que alcanza por sí para mantener en activo la atención del espectador; basta con que la representación no la destroce. En este caso, han recurrido a una traducción de Xavier Bru de Sala, que no sé si hace honor al original o lo ha transformado "demasiado" (mis conocimientos el francés no dan para tanto)... ¡Los problemas habituales de las traducciones! Tal vez, en esta obra hubiera sido menos arriesgado ofrecer una traducción "limpia", olvidando las veleidades del verso; pero reconozco que ello hubiera supuesto merma inaceptable en el juego de Rostad... En este caso, declaro humildemente mis limitaciones para emitir un juicio claro, aunque pesen en mi conciencia ciertas versiones rimadas de originales ingleses...
Los actores están, en general, bastante bien, contando, incluso, con algún "tropiezo" mal disimulado. No es frecuente encontrar en los locales del CDN interpretaciones bien entonadas, sin carencias graves y ello impone reconocimiento a la labor de los actores y, por supuesto, a la del director. En un contexto dominado por la pulcritud, destaca el trabajo de Pere Arquillué, a mi juicio, impecable; hasta los dejes catalanes quedan bien. Magníficas posibilidades declamatorias, magnífico trabajo.
Me ha parecido percibir algunos guiños a obras cinematográficas, que hacen honor al periplo reciente de la obra. Acaso me engañaran mis vicios cuando percibí una alusión al Viaje a la Luna de Méliès...
Lo que menos me ha gustado: los "elementos musicales"...
Al final de la representación, el público, que no había llenado el aforo, aplaudió con fervor... como de costumbre, aunque en esta ocasión no había indicios de star system: no reconocí a ningún actor famoso.
Sería una pena que Pere Arquillué y sus compañeros tuvieran que representar Cyrano de Bergerac por las calles, contando con la pasividad aparente de Robocop, que al día siguiente y siguiendo las indicaciones de quien represente a la legalidad pija, pondría en marcha todo el peso de la ley en forma de "expedientes administrativos" con resultado del expolio que llaman multas, para sablear a los actores y, por supuesto, a los espectadores. ¡Negocio redondo!
¡La que tiene montada Leo Bassi! Ayer, día de los Santos Inocentes, había organizado un "acto" de reivindicación patológica y atea en la plaza de Lavapiés, crisol de casticismo añejo y multiculturalidad nueva. Leo Bassi lo había convocado a través de Internet.
En esta ocasión, la legalidad pija que mueve los brazos de Robocop no se manifestó ni en los medios con las letanías pedagógico-eucarísticas que le caracterizan. Hubiera sido una torpeza, contando, incluso con la manifiesta ilegalidad del acto, por la repercusión que ello habría tenido. Se diría que, poco a poco, la legalidad práctica va aprendiendo...
Código Penal, Artículo 525 .
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
El acto de Bassi tenía grandes porciones teatrales, componentes críticos y de bufonada ritual, aderezos estéticos... Imitación burlesca de ritos católicos, que me hicieron pensar en Fellini (Roma). Bassi es una extraña amalgama entre Joseph Beuys mediterráneo y Pasquino. Teatro popular en estado puro.
No pude seguir todo el acto porque teníamos entradas para la representación de Cyrano de Bergerac que, coincidiendo con el evento de Bassi, tendría lugar al otro lado de la plaza, en uno de los teatros del Centro Dramático Nacional... Teatro de siempre con medios de hoy... o de mañana.
Por si el espectador viniera de Marte y aún no se hubiera enterado de cómo están las cosas, un escenario de concepción demasiado sencilla, le ponía en situación... Estamos en crisis: ¿Se puede hacer buen teatro con pocos medios? Naturalmente. Pero si el espectador debe pagar 20 € de vellón, acaso estemos jugando con fuego o, lo que es peor, quizás estemos bordeando límites irreversibles para el deseado progreso cultural, ese que debería homologarnos con Europa, al menos, en lo aparente. Y para remate, a la precariedad se une la penúltima coz en forma de látigo impositivo.
Por imposición de la legalidad pija, en lugar de prescindir de lo accesorio, nos estamos despojando de lo más positivo, de lo más esencial y ello conduce al abismo irremediablemente: estamos construyendo el edificio del futuro con ladrillos de mierda pintados con barniz dorado. Por este camino y en muy poco tiempo, las gentes del teatro acabarán retrocediendo a los tiempos de Zampanò y Gelsomina; algunos, como Leo Bassi, ya han llegado.
Como si se tratara de una representación callejera, un juego de cortinas (en lugar de tapices), algunos enseres y un fondo para proyección se ofrecen para concretar las diferentes situaciones elegidas por Edmond Rostand (teatro del siglo XVI, hostería, barrio de Marais, campamento y convento parisino). Completa el panorama austero el díptico ofrecido por los acomodadores, que informa de "irregularidades asumibles"... ¿Qué sentido tiene depurar el "estilo" de un texto si las editoriales de relumbrón no lo hacen con las novelas más vendidas?
Cuesta trabajo imaginar el complejo escenario concebido para el primer acto. La "fórmula" de convertir al público en los borgoñones asistentes a la representación es demasiado obvia pero tiene el inconveniente de disolver algunos componentes de crítica social —herencia de Scaramouche— que tiene la obra, sobre todo, durante esa parte.
La representación
La historia no sólo me recuerda las referencias cinematográficas obvias, manifiestamente desiguales, sino sobre todo y muy especialmente, El cartero (y Pablo Neruda), la película dirigida por Michael Radford, a partir de la novela Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta. La coincidencia en el uso de los recursos de seducción ajenos y el paso de la comedia al drama, impone estructuras narrativas comparables o paralelas.
La historia de Edmon Rostad es tan sugerente que alcanza por sí para mantener en activo la atención del espectador; basta con que la representación no la destroce. En este caso, han recurrido a una traducción de Xavier Bru de Sala, que no sé si hace honor al original o lo ha transformado "demasiado" (mis conocimientos el francés no dan para tanto)... ¡Los problemas habituales de las traducciones! Tal vez, en esta obra hubiera sido menos arriesgado ofrecer una traducción "limpia", olvidando las veleidades del verso; pero reconozco que ello hubiera supuesto merma inaceptable en el juego de Rostad... En este caso, declaro humildemente mis limitaciones para emitir un juicio claro, aunque pesen en mi conciencia ciertas versiones rimadas de originales ingleses...
Los actores están, en general, bastante bien, contando, incluso, con algún "tropiezo" mal disimulado. No es frecuente encontrar en los locales del CDN interpretaciones bien entonadas, sin carencias graves y ello impone reconocimiento a la labor de los actores y, por supuesto, a la del director. En un contexto dominado por la pulcritud, destaca el trabajo de Pere Arquillué, a mi juicio, impecable; hasta los dejes catalanes quedan bien. Magníficas posibilidades declamatorias, magnífico trabajo.
Me ha parecido percibir algunos guiños a obras cinematográficas, que hacen honor al periplo reciente de la obra. Acaso me engañaran mis vicios cuando percibí una alusión al Viaje a la Luna de Méliès...
Lo que menos me ha gustado: los "elementos musicales"...
Al final de la representación, el público, que no había llenado el aforo, aplaudió con fervor... como de costumbre, aunque en esta ocasión no había indicios de star system: no reconocí a ningún actor famoso.
Sería una pena que Pere Arquillué y sus compañeros tuvieran que representar Cyrano de Bergerac por las calles, contando con la pasividad aparente de Robocop, que al día siguiente y siguiendo las indicaciones de quien represente a la legalidad pija, pondría en marcha todo el peso de la ley en forma de "expedientes administrativos" con resultado del expolio que llaman multas, para sablear a los actores y, por supuesto, a los espectadores. ¡Negocio redondo!
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