Una disquisición necesaria
Casi todos los textos de divulgación enfatizan la "sistematización" que ofreció Vitruvio sobre la arquitectura grecolatina, otorgándole mucha más relevancia de la que, muy probablemente, tuvo en su tiempo. Los datos que hoy conocemos de él parecen indicar que ejerció mucho más como ingeniero militar que como arquitecto; sólo se le atribuye el "diseño" de un edificio: la basílica de Fanum. Además, Vitruvio vivió en tiempos de Julio César y la arquitectura romana continuó desarrollándose durante más de 300 años... en el supuesto de que no consideremos "romana" a la arquitectura de tiempos bizantinos.
Desde los restos conocidos, parece obvio que los "arquitectos" (es problemático emplear ese término durante aquellos tiempos), promotores y escultores o tallistas romanos decoraron los edificios según criterios mucho más amplios de los descritos en "Los diez libros de arquitectura". No obstante, la enfatización divulgativa de Vitruvio (es el único tratado conocido) genera un problema a los eruditos e investigadores a la hora de colocar etiquetas a los elementos arquitectónicos y, muy especialmente a los capiteles. Para la inmensa mayoría de los estudiosos no especializados, sólo existen las modalidades derivadas de los órdenes descritos por él (dórico, jónico y corintio) más las aparecidas posteriormente (compuesto, toscano, etc.). Supongo que esa es la razón por la que aún hoy en muchos museos se colocan cartelas según esa sistematización elemental y, en cierto modo, confusa.
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Capiteles corintios del Arco de Adriano en Atenas, 131-132. |
Con el paso de los años, los constructores griegos primero y los romanos después, materializaron su capacidad creativa en modalidades derivadas de los paradigmas primigenios, si es que podemos hablar de "paradigmas primigenios", porque a medida que ampliamos el repertorio arqueológico, más se diversifican las modalidades de tiempos griegos y también las de tiempos romanos (ver la
"columna de las bailarinas" de Delfos).
Sin entrar en mayores y más complejos detalles, que sitúen la arquitectura grecolatina en el marco de creatividad reflejado por los restos conocidos, es importante tener en cuenta que la evolución de esos elementos conocerá un momento de especial vigor durante los tiempos de la máxima expansión romana (siglos I), pero sobre todo, en los de mayor progreso de la romanización, cuando las fórmulas estandarizadas se mezclaron con aportaciones autóctonas o se construyó sin los recursos técnicos y estéticos de los tiempos de mayor estandarización (época de Augusto).
Desde esa diversidad, los estudiosos especializados ofrecen fórmulas para responder a la gran variedad de los restos arqueológicos, frecuentemente descontextualizados. Entre todas ellas, destaca la sistematización de Pensabene que, en su espléndido estudio sobre los capiteles de Ostia, consagró de hecho el término "corintizante" para nombrar a los que, relacionados de algún modo con el mito de Calímaco, ofrecen soluciones ornamentales diferentes a las recogidas por Vitruvio. A partir de las cuatro modalidades y los de otros momentos (compuesto, eólico, toscano, palmiforme, etc. ), se van añadiendo los "calificativos" necesarios para acotar las variedades derivadas de los conjuntos básicos. Y así, se hablará de corintios asiáticos, corintizantes liriformes, etc.
Las promociones de Adriano en Atenas
Uno de los momentos de mayor riqueza en variedades y calidad plástica fue la época de Adriano (117-138), el emperador "filósofo", probablemente nacido en Itálica, y que se distinguió por movilizar ambiciosas empresas de romanización en todo el Imperio. Fue uno de los que más obras públicas promocionaron en la antigua Grecia. Su voluntad de manifestarse afín a las tradiciones de aquella zona acaso justifique que algún preboste especialmente dócil hiciera grabar dos inscripciones sobre el arco que en Atenas ponía en comunicación las zonas antiguas con las nuevas:
- Esta es Atenas, la antigua ciudad de Teseo
- Esta es la ciudad de Atenas y no la de Teseo.
El arco está fechado en el año 131 o 132 y documenta con precisión sobre cómo estaban evolucionando las fórmulas ornamentales romanas hacia “lo griego”, hacia lo oriental. En los capiteles adjuntos se pone de manifiesto que las formulas más convencionales convivieron con otras más barrocas e imaginativas; en la imagen superior se ven dos capiteles de estructura convencional, donde sólo destaca la modalidad de acanto, algo distinto de los de años anteriores. En cambio, los inferiores ofrecen una configuración que se aproxima a la ornamentación griega que aún podemos ver en algunos templos (Atenas y Delfos, por ejemplo) y que, muy probablemente, fueron empleados como "inspiración" o referencia. En éstos destaca la aproximación al orden jónico (ovas y dardos en la parte inferior) y la peculiar manera de colocar los acantos angulares con parejas de dobles volutas (es más frecuente que en esta época se coloquen volutas simples en los ángulos) y roleos interiores rematados en flor de talla muy carnosa. Es muy peculiar el menos esbelto, cuyo tratamiento se acerca al de los frisos.
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Capitel "corintizante" del Arco de Adriano (Atenas), 131-132. |
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Capitel "corintizante" del Arco de Adriano (Atenas) |
También tienen interés la Biblioteca de Adriano, cuyos restos aún pueden contemplarse cerca de la plaza de Monasteraki; sus capiteles, de la misma época (dos o tres años posteriores) reflejan la existencia en momentos tempranos de un tipo de capitel ("corintio asiático") que se repetirá muchas veces hasta que, en un proceso evolutivo lento, culmine en las modalidades bizantinas. Se caracteriza por conservar todos los elementos de las fórmulas más antiguas (doble corona de hojas, cáliz, volutas, flor central con tallo y flor en el frente del ábaco), pero con un tipo de acanto peculiar, más geometrizado, de hojas cada vez más alargadas y afiladas; es muy frecuente en las zonas asiáticas de la antigua Grecia (Éfeso y Pérgamo).
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Capitel corintio asiático de la Biblioteca de Adriano (Atenas), ha. 134. |
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