El actual museo es un edificio híbrido que comprende parte de un antiguo convento (de San Francisco) y un edificio de mediados del siglo XX con aires de pazo, que se amplió en 1997, según proyecto de González Trigo. El resultado es un lugar con las virtudes y los inconvenientes derivados de su historia y de fundir concepciones espaciales diferentes. La parte arqueológica, por ejemplo, está repartida entre el claustro del antiguo convento, con un criterio expositivo que nos traslada a mediados del siglo XX o, incluso, a épocas anteriores; las salas de la última ampliación son más homologables con los actuales criterios museísticos. El resultado global es un museo fuertemente compartimentado, con zonas de tratamiento muy heterogéneo, a mi juicio, escasamente integradas.
No aprecié anomalías dignas de mención salvo un soporte para cámara de vídeo con los cables colgando y la prohibición de hacer fotografías en las “salas interiores”; al entrar nos advirtieron de que sólo se podían hacer fotografías en el claustro, la zona de los mosaicos y la cocina…
El museo es muy interesante para documentar hasta dónde llegó el proceso de romanización en Galicia. Los escasos restos documentados son estéticamente poco relevantes, de ejecución tosca, y propios de zonas escasamente embebidas en las fórmulas más características del Pleno Imperio.
Ofrecen una
página web algo cicatera.
Tiene varios capiteles interesantes, algunos demasiado erosionados para realizar una valoración sin estudiarlos con mayor detenimiento. Pero hay cuatro cuyas cualidades se aprecian con cierta claridad. Uno, procedente (“probablemente”) de la catedral de Lugo, está clasificado entre los siglos VIII y IX. Aunque está muy erosionado, es fácil percibir la estructura completa de los capiteles corintios y, en consecuencia, podría ser una derivación local más antigua. En Valdedios hay uno muy parecido, que conserva collarino, y debió ser reutilizado. Creo que debieran situarse mucho antes, en relación a la más que probable romanización tardía del noroeste de la península Ibérica, hacia el siglo IV,
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Capitel procedente "probablemente" de la catedral de Lugo |
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Capitel reutilizado en Valdediós |
A la misma época (siglo VIII-IX) atribuyen otros dos, procedentes de Guntin de Pallares, con la parte superior más evolucionada y con hojas de pencas de talla muy sumaria; la escasa ornamentación que presentan es estilización alejada ya de las fórmulas del pleno imperio; el escaso espesor del ábaco y su articulación apuntan hacia tiempos de influencia oriental; y lo mismo sucede con el collarino que, al parecer, fue suprimido de forma tosca en las dos piezas. Por todo ello, podrían ser obras algo anterior a lo expresado en la cartela. A mi juicio, se debería ampliar el segmento temporal hasta el siglo VI, aunque la época más probable de realización acaso sea la comprendía entre los siglos VI y VII.
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Capitel de Guntin de Pallares |
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Capitel de Guntin de Pallares |
Otro procede de San Xoán do Campo (el que se relaciona con los de Santa Eulalia de Bóveda), es clasificado de forma sorprendente entre los siglos IV y X (600 años son demasiados como "margen de error"). Ha de ser el más antiguo del grupo, porque aunque la superficie sea lisa, mantiene la estructura del “orden” corintio con fidelidad, el ábaco está bastante articulado mediante brazos curvos, su espesor es el habitual en los modelos romanos anteriores a la aparición de los influjos orientales masivos. También es importante advertir que carece de collarino. No creo que fuera realizado después del siglo IV y acaso sea de los más antiguos de cuantos conozco en el noroeste de la península Ibérica. Aunque creo que responde a una concepción diferente del Santa Eulalia de Bóveda, le aproxima a él el espesor del ábaco y ello nos asegura una cronología relativamente temprana, pero probablemente el de Bóveda sea posterior a éste de San Xoán do Campo.
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Capitel de San Xoán do Campo |
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