Por Dem
De visita la semana pasada en CentroCentro, antiguo Correos, en la Plaza de Cibeles, tuve ocasión de ver la exposición El Arte del Presente, de Helga de Alvear. Localizada en la Planta 1, muestra 103 obras correspondientes a 76 artistas de una de las colecciones de arte contemporáneo más completas de España, actualmente ubicada en el Centro de Artes Visuales de Cáceres que rige la fundación Helga de Alvear.
Fui informada de que el precio de la entrada eran 5 euros pero que, para mi fortuna y la de algunos visitantes más, las dos últimas semanas se accedia gratis. Añadieron que la idea de la coleccionista era que la gratuidad se hubiera aplicado desde un principio pero que “había que hacer frente a los costes”, (al bajar y leer en la entrada “Comisario, Diseño de Montaje, Construcción, Montaje de Obra, Iluminación, Producción y Registro, Audiovisuales, Transporte y Seguros”, pensé que a ellos se referían). Confirmo en entrevista de Alvear para El Cultural que: “el Ayuntamiento de Madrid me propone hacer una exposición sobre la colección y sólo pido que al frente esté un profesional como María del Corral “(crítico de arte, comisaria independiente, ex-directora del MNCARS), “… me entero después que quieren cobrar entrada y protesto, porque pienso que no es entender las cosas: tenemos que enseñar ésto para que la gente vaya aprendiendo, es una oportunidad y si se cobra llegamos a menos gente.” Así todo, soprende la escasez de espectadores con quien compartí el recorrido, ¿falta de publicidad?.
Creo que sí es una oportunidad acceder a ésta recopilación de obras que comprenden disciplinas del arte actual como fotografía, vídeo, pintura, instalaciones, escultura o dibujo; seleccionados por su calidad o significación, que se muestran por primera vez en Madrid. Artistas nacionales e internacionales nacidos entre 1911 (Louise Burgeois) y 1972 (Ester Partegas) sobre los que Helga de Alvear ha apostado en su búsqueda de obras que “hablen”: “A mi me interesa el arte contemporáneo porque nos habla de nuestro tiempo y de nosotros mismos, porque crea y desarrolla un lenguaje que puede explicarnos, de una manera nueva, el mundo que nos ha tocado vivir y del que a menudo sólo rozamos la superficie”.
María del Corral estructuró la exposición en distintos apartados que abordan temas como la vida en las grandes ciudades, las relaciones que las personas mantienen con su cuerpo y con los demás o los extremos a los que la globalización nos conduce. Con una amplia representación de artistas alemanes como Ruff, Grosse, Knoebel, Sander, Schneider, Hofer, Forg, Hutte, Thiel, Struth, Gursky, Schutte, Lochner, Tillmans o Balkenhol. Españoles Irazabal, de la Cruz, Soto, Sierra, Valdosera, Muñoz, Partegas, Moreno, Uslé y Lucas. Disfruté especialmente las tres imágenes de las gemelas Jane y Louise Wilson, parte de YBA, fruto de su encuentro con los archivos Kubrick sobre el guión de una película que nunca llegó a realizar: Oddments Room II,III y IV, 2008, c-prints; su “senda” entre viejos libros hacia viajes, aventuras, naufragios o captividad. También el fondo movido, indefinido y nostálgico de la fotografía de Jean Marc Bustamante y su inquietante alusión a “aquello que se perdió es a veces más importante que lo que ha quedado”. El tronco de olivo blanco A Day Like This. Made of Nothing an Nothing Else, 2009 de Ugo Rondinone o el territorio caótico, personal y colorista más allá de las fronteras de Jason Rhoades. La luminosidad del color naranja en la obra The Cotton Fabric del portugués Cabrita Reis, Pictures of Color del brasileño Viz Muniz que interroga la condición de la fotografía en una sociedad saturada de imágenes, Road to exile (madera, algodón y botellas de vodka) de Toguo, natural de Camerún, que reflexiona sobre los flujos de seres humanos o la fotografía de Frank Thiel, Stadt 7/03, Berlín 1996, quien describe su obra como una especie de arquitectura de la transición. Muchos otros. Me llamó también la atención descubrir entre la obra de Karen Sander, consistente en pequeñas esculturas cada una en una urna independiente, el retrato de la misma Helga, satisfecha y sonriente. Están realizadas mediante la exploración por rayo láser (con cámara 3 D), cuyos datos se escanean en ordenador y posteriormente se concretan en plástico con acabado de policromía por medios mecánicos. La autora alemana trabaja sobre las relaciones entre el arte, las instituciones,y el público. Muy instructiva la alusión, junto a los datos de la obra, de la idea o ideas que subyacen en la creación de cada artista. Como decía el filósofo y crítico de arte Arthur C. Danto, recientemente fallecido, “ser un artista hoy consiste en filosofar a través de medios visuales”. Se espera del espectador que desentrañe el pensamiento que la obra encierra. O que reaccione frente a lo que ve. En cualquier caso creo que la obra permanecerá en nuestra memoria en la medida en que alcance a emocionarnos, por un camino u otro. Estoy de acuerdo con Bustamante cuando dice que “el arte, si el artista es suficientemente bueno, permite al espectador descubrir cosas en sí mismo que antes ignoraba”. Y es a través de esa expansión personal que conectamos con los que nos rodean, por lejos que estén.
No tuve tiempo más que para dar una vuelta rápida por las demás plantas del edificio, Lo cierto es que, aunque a la carrera, el resto de exposiciones no me despertaron mayor interés. Disfruté más la bajada por esas maravillosas y en una época transitadas escaleras, o al menos es lo que la “huella” de sus gastados peldaños de mármol parecía insinuar.
De visita la semana pasada en CentroCentro, antiguo Correos, en la Plaza de Cibeles, tuve ocasión de ver la exposición El Arte del Presente, de Helga de Alvear. Localizada en la Planta 1, muestra 103 obras correspondientes a 76 artistas de una de las colecciones de arte contemporáneo más completas de España, actualmente ubicada en el Centro de Artes Visuales de Cáceres que rige la fundación Helga de Alvear.
Fui informada de que el precio de la entrada eran 5 euros pero que, para mi fortuna y la de algunos visitantes más, las dos últimas semanas se accedia gratis. Añadieron que la idea de la coleccionista era que la gratuidad se hubiera aplicado desde un principio pero que “había que hacer frente a los costes”, (al bajar y leer en la entrada “Comisario, Diseño de Montaje, Construcción, Montaje de Obra, Iluminación, Producción y Registro, Audiovisuales, Transporte y Seguros”, pensé que a ellos se referían). Confirmo en entrevista de Alvear para El Cultural que: “el Ayuntamiento de Madrid me propone hacer una exposición sobre la colección y sólo pido que al frente esté un profesional como María del Corral “(crítico de arte, comisaria independiente, ex-directora del MNCARS), “… me entero después que quieren cobrar entrada y protesto, porque pienso que no es entender las cosas: tenemos que enseñar ésto para que la gente vaya aprendiendo, es una oportunidad y si se cobra llegamos a menos gente.” Así todo, soprende la escasez de espectadores con quien compartí el recorrido, ¿falta de publicidad?.
Creo que sí es una oportunidad acceder a ésta recopilación de obras que comprenden disciplinas del arte actual como fotografía, vídeo, pintura, instalaciones, escultura o dibujo; seleccionados por su calidad o significación, que se muestran por primera vez en Madrid. Artistas nacionales e internacionales nacidos entre 1911 (Louise Burgeois) y 1972 (Ester Partegas) sobre los que Helga de Alvear ha apostado en su búsqueda de obras que “hablen”: “A mi me interesa el arte contemporáneo porque nos habla de nuestro tiempo y de nosotros mismos, porque crea y desarrolla un lenguaje que puede explicarnos, de una manera nueva, el mundo que nos ha tocado vivir y del que a menudo sólo rozamos la superficie”.
María del Corral estructuró la exposición en distintos apartados que abordan temas como la vida en las grandes ciudades, las relaciones que las personas mantienen con su cuerpo y con los demás o los extremos a los que la globalización nos conduce. Con una amplia representación de artistas alemanes como Ruff, Grosse, Knoebel, Sander, Schneider, Hofer, Forg, Hutte, Thiel, Struth, Gursky, Schutte, Lochner, Tillmans o Balkenhol. Españoles Irazabal, de la Cruz, Soto, Sierra, Valdosera, Muñoz, Partegas, Moreno, Uslé y Lucas. Disfruté especialmente las tres imágenes de las gemelas Jane y Louise Wilson, parte de YBA, fruto de su encuentro con los archivos Kubrick sobre el guión de una película que nunca llegó a realizar: Oddments Room II,III y IV, 2008, c-prints; su “senda” entre viejos libros hacia viajes, aventuras, naufragios o captividad. También el fondo movido, indefinido y nostálgico de la fotografía de Jean Marc Bustamante y su inquietante alusión a “aquello que se perdió es a veces más importante que lo que ha quedado”. El tronco de olivo blanco A Day Like This. Made of Nothing an Nothing Else, 2009 de Ugo Rondinone o el territorio caótico, personal y colorista más allá de las fronteras de Jason Rhoades. La luminosidad del color naranja en la obra The Cotton Fabric del portugués Cabrita Reis, Pictures of Color del brasileño Viz Muniz que interroga la condición de la fotografía en una sociedad saturada de imágenes, Road to exile (madera, algodón y botellas de vodka) de Toguo, natural de Camerún, que reflexiona sobre los flujos de seres humanos o la fotografía de Frank Thiel, Stadt 7/03, Berlín 1996, quien describe su obra como una especie de arquitectura de la transición. Muchos otros. Me llamó también la atención descubrir entre la obra de Karen Sander, consistente en pequeñas esculturas cada una en una urna independiente, el retrato de la misma Helga, satisfecha y sonriente. Están realizadas mediante la exploración por rayo láser (con cámara 3 D), cuyos datos se escanean en ordenador y posteriormente se concretan en plástico con acabado de policromía por medios mecánicos. La autora alemana trabaja sobre las relaciones entre el arte, las instituciones,y el público. Muy instructiva la alusión, junto a los datos de la obra, de la idea o ideas que subyacen en la creación de cada artista. Como decía el filósofo y crítico de arte Arthur C. Danto, recientemente fallecido, “ser un artista hoy consiste en filosofar a través de medios visuales”. Se espera del espectador que desentrañe el pensamiento que la obra encierra. O que reaccione frente a lo que ve. En cualquier caso creo que la obra permanecerá en nuestra memoria en la medida en que alcance a emocionarnos, por un camino u otro. Estoy de acuerdo con Bustamante cuando dice que “el arte, si el artista es suficientemente bueno, permite al espectador descubrir cosas en sí mismo que antes ignoraba”. Y es a través de esa expansión personal que conectamos con los que nos rodean, por lejos que estén.
No tuve tiempo más que para dar una vuelta rápida por las demás plantas del edificio, Lo cierto es que, aunque a la carrera, el resto de exposiciones no me despertaron mayor interés. Disfruté más la bajada por esas maravillosas y en una época transitadas escaleras, o al menos es lo que la “huella” de sus gastados peldaños de mármol parecía insinuar.
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