Por Erc
Horizontes del Arte en España es el título del simposio organizado por el MNCARS en colaboración con una fundación más que predecible. Como comentaba Estrella de Diego, “ya está contando cosas el que estemos aquí sentados patrocinados por el Baco Santander”. El encuentro, atendiendo a su condición de simposio, tenía como misión principal la reflexión, la exposición y el desarrollo de los temas tratados en forma completa y detallada, profundizando en los problemas que afectan al sistema del arte en España y la propuesta de soluciones a desarrollar en un futuro próximo. Pues bien, considero que muchas de las reflexiones, aunque se presuponían breves y sintéticas, fueron excesivamente “light”, pasando por encima de temas candentes con mucho jugo que exprimir. Las conversaciones entre dos miembros de la misma mesa resultaban en ocasiones irreales, forzadas, algo de lo que uno se da cuenta cuando la intervención termina y se pregunta, ¿pero bueno, qué se ha dicho exactamente?
Desde luego, la capacidad de algunos ponentes para sortear ciertas cuestiones y evitar responderlas de forma concreta es sumamente admirable, y no sólo cuando la pregunta proviene del público, sino de los mismos compañeros de mesa. Nadie “se mojaba”, imposible, de ahí que acabara por manifestarse en voz alta dicho malestar .Un miembro del público expresó la que ya me imaginaba yo que debía de ser la sensación compartida por muchos de los oyentes, preguntándose cómo es posible que prácticamente ninguno de los participantes de la mesa de esa tarde hubiese explicado realmente los problemas que observa desde su situación particular como docente, artista o profesional del arte en cualquiera de sus vertientes. Las precepciones de uno no pueden ser las mismas que las de quien tienen al lado, porque éste está observando el panorama desde una posición distinta, ya sea universidad, galería, asociación de artistas, etc.
El evento fue retransmitido “in streaming”, sistema que decidí probar en alguna de las sesiones, con no muy buenos resultados, debido a la constante interrupción de anuncios publicitarios más molestos que si una mosca hubiese estado paseándose todo el tiempo de un lado a otro de la pantalla. Aún así, mejor que nada, pues es una buena idea que permite a quien no pueda acercarse durante esos días al museo disfrutar la mayor parte de las intervenciones desde su ordenador.
Cómo viví en directo la tarde del día 27 de noviembre en el Auditorio 200 y en ella se trataron temas que me interesan especialmente, es la sesión que prefiero comentar con mayor detalle, la cual se tituló “Formación, investigación y profesionalización de los agentes”. De esta sesión cabe resaltar las agudas reflexiones y suspicaces cuestiones lanzadas a sus compañeros por parte de Estrella de Diego, catedrática de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid.
Resultaron interesantes algunas palabras de Dora García, artista que resaltaba la evolución del papel que el artista parece haber desempeñado en la sociedad en los últimos tiempos, pasando de ser considerado casi una estrella de rock al papel de activista y actualmente al rol de artista como investigador. De hecho existen ya creadores cuya obra consiste en una conferencia, performativa o no, en la que se expone el producto de sus reflexiones o investigaciones.
También comentaba la falsedad que en cierto modo implica todo el discurso escrito necesario para la consecución de una beca, residencia artística o financiación para un proyecto. Parece que en todos estos casos se equiparase el conocimiento artístico con el científico, al exigirse resultados concretos, con utilidad práctica y demostrable. De ahí que diga verse forzada a veces a presentar un proyecto resaltando cosas como que “la comunidad se va a beneficiar” con la realización del mismo, cuando la verdad es que si quiere realizarlo es principalmente porque no piensa en otra cosa. A este respecto, si que dudaba de que la investigación científica fuese menos maníaca que la artística, algo que comparto.
Por su parte, Juan Luis Moraza señalaba algunos de los obstáculos a los que se enfrenta el sistema educativo, como son los que en forma de normativas se imponen desde el propio sistema. Encuentra en los baremos y los índices de calidad un enemigo de la educación, pues se convierten en herramientas de control, imponiéndose un modelo que prima la productividad. Señalaba además algo curioso, además de constatable en las facultades de Bellas Artes, y es la falta de reciprocidad en cuanto al intercambio de conocimientos con otras disciplinas. Yo misma observo que desde Bellas Artes las puertas están constantemente abiertas a los profesionales de otros campos, porque sentimos que tienen muchos y nuevos puntos de vista que podemos integrar en diferentes prácticas artísticas. Sin embargo, los profesionales de otras disciplinas no parecen demandar esa misma colaboración de parte de investigadores en el campo de las artes.
Estrella de Diego, aunque el tema que se le había adjudicado, en colaboración con Tam Gryn (directora de Artist Pension Trust en México), era el de la profesionalización, como docente no pudo evitar algunas referencias en torno a la formación. Por supuesto, en lo primero en que incidía era en la necesidad, la cual creo que todos compartimos, de tener modelos educativos que estén vigentes durante más de dos años. Destacaba el hecho curioso de que la mayoría de alumnos de un máster en el que imparte docencia quisiesen ser comisarios de exposiciones, cuando a día de hoy son pocos los lugares, y menos con reconocimiento universitario, en los que esta profesión se enseñe como tal. Muy claramente manifestó también su reticencia a aceptar el modelo de artista como gestor que planteaba Tam Gryn. Y es que es cierto que a día de hoy el artista es llamado a ser tantas cosas, a dedicar tanto tiempo a ejercer de gestor y a manejarse con tal complejidad de redes y agentes que puede acabar por olvidarse de la que se presupone que es su actividad principal, y que no es otra que crear.
En el tiempo destinado a que el público expusiese sus planteamientos, para incomodidad de los ponentes, fue planteado el recelo que provoca el que nunca se sepa de dónde viene el dinero que por ejemplo la Fundación Banco Santander pone en eventos como estos. Y lo que es peor, que cada vez se sepa menos de dónde viene el dinero público. También se les preguntaba por el impacto negativo que a su juicio tendrá en los futuros proyectos de investigación desarrollados desde las facultades de Bellas Artes españolas la reducción en el número y cuantía de Becas de Excelencia y Pre- doctorales, a lo que Isidro López Aparicio (Doctor en Bellas Artes, artista y profesor titular en la Universidad de Granada) contestaba comparando la situación con una planta, que si bien se ha ido cuidando a lo largo de los años, de pronto deja de regarse, de modo que, aunque vuelva a hacerse al cabo de un tiempo, los daños causados pueden ser irreparables e impredecibles.
Resumiendo, las intervenciones de los especialistas presentes, aunque en ningún modo desdeñables, podrían haber tenido un interés mucho mayor si se hubiesen planteado pequeños temas concretos en vez de grandes valoraciones. De hecho ciertos puntos de partida de la anterior edición de 2012 me parecen más apropiados, aunque sólo leyendo las conclusiones del pasado encuentro desconozco hasta qué punto se ahondó en profundidad en los distintos puntos. Los expertos eran llamados a reflexionar sobre la conveniencia o no de integrar profesorado extranjero o no en el sistema, a opinar sobre el lugar que las Universidades y Escuelas de Arte ocupan a nivel mundial, a proponer medidas que mejorasen tanto los programas como la imagen pública internacional de las mismas o a reflexionar sobre el por qué de la escasa presencia de trabajos de investigación en torno al arte publicados en español y otros idiomas.
Mi sensación es que el público que se acerca a un simposio como éste lo hace con un interés muy particular por conocer de cerca el panorama real que vive el arte español, a través del cara a cara con su principales agentes. Y no sólo queremos que nos den los abstractos matices de negro que colorean su horizonte, queremos saber qué se está haciendo realmente para combatir todas las adversidades que se presentan, qué vías reales se están abriendo, qué nuevos modelos realmente están empezando a funcionar o cuáles por el contrario no sirven más. En el auditorio, cada vez que parecía intuirse una frase optimista, a los oyentes poco les faltaba para ponerse a aplaudir, pues ya ha quedado claro que con discursos pesimistas y llenos de generalidades mil y una veces repetidas no vamos a ninguna parte. Siempre se ha dicho que a la hora de conseguir metas, de superar objetivos y problemas la actitud es fundamental, y no podemos seguir deleitándonos con nuestro desánimo, paralizados a la espera de horizontes más luminosos que cada vez que parece que vamos a alcanzar se desvanecen, pareciendo los nuevos aún más lejanos y tempestuosos.
Horizontes del Arte en España es el título del simposio organizado por el MNCARS en colaboración con una fundación más que predecible. Como comentaba Estrella de Diego, “ya está contando cosas el que estemos aquí sentados patrocinados por el Baco Santander”. El encuentro, atendiendo a su condición de simposio, tenía como misión principal la reflexión, la exposición y el desarrollo de los temas tratados en forma completa y detallada, profundizando en los problemas que afectan al sistema del arte en España y la propuesta de soluciones a desarrollar en un futuro próximo. Pues bien, considero que muchas de las reflexiones, aunque se presuponían breves y sintéticas, fueron excesivamente “light”, pasando por encima de temas candentes con mucho jugo que exprimir. Las conversaciones entre dos miembros de la misma mesa resultaban en ocasiones irreales, forzadas, algo de lo que uno se da cuenta cuando la intervención termina y se pregunta, ¿pero bueno, qué se ha dicho exactamente?
Desde luego, la capacidad de algunos ponentes para sortear ciertas cuestiones y evitar responderlas de forma concreta es sumamente admirable, y no sólo cuando la pregunta proviene del público, sino de los mismos compañeros de mesa. Nadie “se mojaba”, imposible, de ahí que acabara por manifestarse en voz alta dicho malestar .Un miembro del público expresó la que ya me imaginaba yo que debía de ser la sensación compartida por muchos de los oyentes, preguntándose cómo es posible que prácticamente ninguno de los participantes de la mesa de esa tarde hubiese explicado realmente los problemas que observa desde su situación particular como docente, artista o profesional del arte en cualquiera de sus vertientes. Las precepciones de uno no pueden ser las mismas que las de quien tienen al lado, porque éste está observando el panorama desde una posición distinta, ya sea universidad, galería, asociación de artistas, etc.
El evento fue retransmitido “in streaming”, sistema que decidí probar en alguna de las sesiones, con no muy buenos resultados, debido a la constante interrupción de anuncios publicitarios más molestos que si una mosca hubiese estado paseándose todo el tiempo de un lado a otro de la pantalla. Aún así, mejor que nada, pues es una buena idea que permite a quien no pueda acercarse durante esos días al museo disfrutar la mayor parte de las intervenciones desde su ordenador.
Cómo viví en directo la tarde del día 27 de noviembre en el Auditorio 200 y en ella se trataron temas que me interesan especialmente, es la sesión que prefiero comentar con mayor detalle, la cual se tituló “Formación, investigación y profesionalización de los agentes”. De esta sesión cabe resaltar las agudas reflexiones y suspicaces cuestiones lanzadas a sus compañeros por parte de Estrella de Diego, catedrática de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid.
Resultaron interesantes algunas palabras de Dora García, artista que resaltaba la evolución del papel que el artista parece haber desempeñado en la sociedad en los últimos tiempos, pasando de ser considerado casi una estrella de rock al papel de activista y actualmente al rol de artista como investigador. De hecho existen ya creadores cuya obra consiste en una conferencia, performativa o no, en la que se expone el producto de sus reflexiones o investigaciones.
También comentaba la falsedad que en cierto modo implica todo el discurso escrito necesario para la consecución de una beca, residencia artística o financiación para un proyecto. Parece que en todos estos casos se equiparase el conocimiento artístico con el científico, al exigirse resultados concretos, con utilidad práctica y demostrable. De ahí que diga verse forzada a veces a presentar un proyecto resaltando cosas como que “la comunidad se va a beneficiar” con la realización del mismo, cuando la verdad es que si quiere realizarlo es principalmente porque no piensa en otra cosa. A este respecto, si que dudaba de que la investigación científica fuese menos maníaca que la artística, algo que comparto.
Por su parte, Juan Luis Moraza señalaba algunos de los obstáculos a los que se enfrenta el sistema educativo, como son los que en forma de normativas se imponen desde el propio sistema. Encuentra en los baremos y los índices de calidad un enemigo de la educación, pues se convierten en herramientas de control, imponiéndose un modelo que prima la productividad. Señalaba además algo curioso, además de constatable en las facultades de Bellas Artes, y es la falta de reciprocidad en cuanto al intercambio de conocimientos con otras disciplinas. Yo misma observo que desde Bellas Artes las puertas están constantemente abiertas a los profesionales de otros campos, porque sentimos que tienen muchos y nuevos puntos de vista que podemos integrar en diferentes prácticas artísticas. Sin embargo, los profesionales de otras disciplinas no parecen demandar esa misma colaboración de parte de investigadores en el campo de las artes.
Estrella de Diego, aunque el tema que se le había adjudicado, en colaboración con Tam Gryn (directora de Artist Pension Trust en México), era el de la profesionalización, como docente no pudo evitar algunas referencias en torno a la formación. Por supuesto, en lo primero en que incidía era en la necesidad, la cual creo que todos compartimos, de tener modelos educativos que estén vigentes durante más de dos años. Destacaba el hecho curioso de que la mayoría de alumnos de un máster en el que imparte docencia quisiesen ser comisarios de exposiciones, cuando a día de hoy son pocos los lugares, y menos con reconocimiento universitario, en los que esta profesión se enseñe como tal. Muy claramente manifestó también su reticencia a aceptar el modelo de artista como gestor que planteaba Tam Gryn. Y es que es cierto que a día de hoy el artista es llamado a ser tantas cosas, a dedicar tanto tiempo a ejercer de gestor y a manejarse con tal complejidad de redes y agentes que puede acabar por olvidarse de la que se presupone que es su actividad principal, y que no es otra que crear.
En el tiempo destinado a que el público expusiese sus planteamientos, para incomodidad de los ponentes, fue planteado el recelo que provoca el que nunca se sepa de dónde viene el dinero que por ejemplo la Fundación Banco Santander pone en eventos como estos. Y lo que es peor, que cada vez se sepa menos de dónde viene el dinero público. También se les preguntaba por el impacto negativo que a su juicio tendrá en los futuros proyectos de investigación desarrollados desde las facultades de Bellas Artes españolas la reducción en el número y cuantía de Becas de Excelencia y Pre- doctorales, a lo que Isidro López Aparicio (Doctor en Bellas Artes, artista y profesor titular en la Universidad de Granada) contestaba comparando la situación con una planta, que si bien se ha ido cuidando a lo largo de los años, de pronto deja de regarse, de modo que, aunque vuelva a hacerse al cabo de un tiempo, los daños causados pueden ser irreparables e impredecibles.
Resumiendo, las intervenciones de los especialistas presentes, aunque en ningún modo desdeñables, podrían haber tenido un interés mucho mayor si se hubiesen planteado pequeños temas concretos en vez de grandes valoraciones. De hecho ciertos puntos de partida de la anterior edición de 2012 me parecen más apropiados, aunque sólo leyendo las conclusiones del pasado encuentro desconozco hasta qué punto se ahondó en profundidad en los distintos puntos. Los expertos eran llamados a reflexionar sobre la conveniencia o no de integrar profesorado extranjero o no en el sistema, a opinar sobre el lugar que las Universidades y Escuelas de Arte ocupan a nivel mundial, a proponer medidas que mejorasen tanto los programas como la imagen pública internacional de las mismas o a reflexionar sobre el por qué de la escasa presencia de trabajos de investigación en torno al arte publicados en español y otros idiomas.
Mi sensación es que el público que se acerca a un simposio como éste lo hace con un interés muy particular por conocer de cerca el panorama real que vive el arte español, a través del cara a cara con su principales agentes. Y no sólo queremos que nos den los abstractos matices de negro que colorean su horizonte, queremos saber qué se está haciendo realmente para combatir todas las adversidades que se presentan, qué vías reales se están abriendo, qué nuevos modelos realmente están empezando a funcionar o cuáles por el contrario no sirven más. En el auditorio, cada vez que parecía intuirse una frase optimista, a los oyentes poco les faltaba para ponerse a aplaudir, pues ya ha quedado claro que con discursos pesimistas y llenos de generalidades mil y una veces repetidas no vamos a ninguna parte. Siempre se ha dicho que a la hora de conseguir metas, de superar objetivos y problemas la actitud es fundamental, y no podemos seguir deleitándonos con nuestro desánimo, paralizados a la espera de horizontes más luminosos que cada vez que parece que vamos a alcanzar se desvanecen, pareciendo los nuevos aún más lejanos y tempestuosos.
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