Durante estos días se ha conocido la sentencia de la Corte Penal Internacional que, por unanimidad de sus miembros, ha condenado al "yihadista" Ahmad al-Mahdi al-Faqui a nueve años de cárcel por la destrucción de varios elementos de especial interés histórico en Tombuctú (Mali). Concretamente, al-Mahddi se declaró culpable de crímenes de guerra por haber ejecutado las órdenes recibidas para destruir nueve mausoleos y la mezquita Sidi Yahia, construida durante el siglo XV. Los jueces expusieron en la sentencia que las acciones del yihadista estaban "destinadas a destruir el alma de las gentes de Tumctú" y que la acción "no sólo afectó a los fieles y al pueblo de Tombuctú, sino también a las personas de todo Mali y a la comunidad internacional". En una audiencia anterior, Fatou Bensouda, Fiscal General de la Corte Penal Internacional había manifestado que "la destrucción cultural equivale a un asalto a la historia de las gentes" y que esas acciones "despojan a las generaciones futuras de sus monumentos y patrimonio. Nadie que, mediante delitos como ese, destruye lo que substancia el alma y las raíces de un pueblo, puede escapar de la acción de la justicia".
A pesar de la unanimidad de los jueces, no todo el mundo comparte el fondo de la sentencia. Jonathan Jones, de The Guardian, ha indicado que es no podemos igualar acciones tan diferentes como destruir una obra de arte que un asesinato en masa: "There is potential for absurdity and moral confusion if artistic vandalism becomes a matter for The Hague". Y se planteaba que si admitimos ese criterio, deberíamos conducir ante la Corte Penal Internacional a quienes restauraron la Capilla Sixtina o La Última Cena, y quienes están consintiendo la aniquilación de Pompeya... Básicamente, estoy de acuerdo con Jonathan Jones, aunque sea obvio que, tal y como enfatiza, Robert Bevan, los crímenes contra el patrimonio sueles ir acompañados de crímenes contra las personas.
Aunque pensándolo bien... Si asumiéramos el criterio de la CPI y lo aplicáramos a quienes, por acción u omisión, han consentido el deterioro del Patrimonio Histórico Español, a lo mejor resolvíamos de una vez el nudo gordiano que pende sobre nuestras cabezas.
Destrucción de un lugar evaluado como patrimonio mundial (Unesco) en Tombuctú (2012). Foto AFP / Getty Images; tomada de The Guradian |
Aunque pensándolo bien... Si asumiéramos el criterio de la CPI y lo aplicáramos a quienes, por acción u omisión, han consentido el deterioro del Patrimonio Histórico Español, a lo mejor resolvíamos de una vez el nudo gordiano que pende sobre nuestras cabezas.
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