Mientras en el Reina Sofía Hans Haacke ya ha montado su personal y esterilizado alegato contra la burbuja inmobiliaria, Eugenio Merino, que suele dar en la diana con sus “provocaciones”, presenta este año en ARCO una obra de arrebato: una “escultura” hiperrealista de Franco con uniforme de general, colocada en un frigorífico de connotaciones globalizadoras. Y algunos, empeñados en buscar trasfondos esotéricos en el arte contemporáneo, se preguntan qué sentido tiene.
¿No es para morirse de risa?
Así nos va, ¡nunca se fue!
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