Aunque la noticia es antigua, The art Newspaper se hace eco de un comentario del ministro Wert sobre los rumores de que el presidente del Patrimonio Nacional habría requerido algunas obras del Museo del Prado para el futuro Museo de las Colecciones Reales, cuya inauguración está prevista para 2016. Las obras que habría solicitado el director del Patrimonio, junto con el futuro director del citado museo, serían: La mesa de los siete pecados capitales y El jardín de las delicias, de Hieronymus Bosh, El lavatorio de pies, de Tintoretto, El descendimiento, de Van der Weyden; y El lavatorio, de Tintoretto. La razón es muy simple: las mencionadas obras pertenecen nominalmente al Patrimonio Nacional.
Así lo explicaba El País el 4 de septiembre:
"El pasado mes de julio, según una información publicada en El Confidencial, José Rodríguez-Spiteri dirigió una carta a Zugaza recordándole que esas pinturas —consideradas obras capitales de la colección por parte de los responsables del Prado— eran propiedad de Patrimonio Nacional y que su intención era recuperarlas. ¿Destino? Un lugar de honor en el futuro Museo de Colecciones Reales. Las obras viven en el Museo del Prado desde 1936, después de que la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico del Gobierno de la República las trasladara a la pinacoteca madrileña para protegerlas durante la Guerra Civil. Un decreto franquista de 1943 certificó la permanencia de los cuadros en El Prado mediante la figura jurídica de un depósito temporal, depósito que fue renovado por última vez en un nuevo documento sellado por ambas partes en 1998."
Teniendo en cuenta la escasa fiabilidad de nuestras autoridades y que el enfrentamiento entre ambas instituciones se concretó en la respuesta hostil de Patrimonio a la decisión política, no me extrañaría nada que la noticia de The Art Newspaper reflejara un debate opaco y soterrado de resultados imprevisibles.
Así lo explicaba El País el 4 de septiembre:
"El pasado mes de julio, según una información publicada en El Confidencial, José Rodríguez-Spiteri dirigió una carta a Zugaza recordándole que esas pinturas —consideradas obras capitales de la colección por parte de los responsables del Prado— eran propiedad de Patrimonio Nacional y que su intención era recuperarlas. ¿Destino? Un lugar de honor en el futuro Museo de Colecciones Reales. Las obras viven en el Museo del Prado desde 1936, después de que la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico del Gobierno de la República las trasladara a la pinacoteca madrileña para protegerlas durante la Guerra Civil. Un decreto franquista de 1943 certificó la permanencia de los cuadros en El Prado mediante la figura jurídica de un depósito temporal, depósito que fue renovado por última vez en un nuevo documento sellado por ambas partes en 1998."
Teniendo en cuenta la escasa fiabilidad de nuestras autoridades y que el enfrentamiento entre ambas instituciones se concretó en la respuesta hostil de Patrimonio a la decisión política, no me extrañaría nada que la noticia de The Art Newspaper reflejara un debate opaco y soterrado de resultados imprevisibles.
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