Me pasa Álex el enlace a un artículo de elconfidencial firmado por Pelo R. Riaño, que evalúa en términos sumamente críticos la última exposición del museo Thyssen. Como no pienso acudir a verla, porque la mera existencia de esa institución y, sobre todo, su modelo de gestión me encoragina, propongo su lectura completa y atenta. Con carácter de cita, deseo enfatizar tres párrafos:i
"En su huida hacia adelante, el Thyssen ha perdido el norte por completo. Hoy se descorcha la culminación de un proyecto desorientado, descabezado y en bancarrota. El déficit de cinco millones de euros amasado en 2013 -y enjugado por la pérdida de atractivo entre el público- sobresale en astracanada patrocinada por “el último genio vivo de la alta costura”, Hubert de Givenchy, el más fiel seguidor de Cristóbal Balenciaga. “No puedo imaginar un homenaje más hermoso a mi equipo y a mí mismo”, se lee en el último muro del recorrido compuesto por cerca de un centenar de sus vestidos, salpimentados por algunos cuadros colgados junto a ellos.
Desde el museo lo llaman “diálogo”, cuando quieren decir “excusa”. El señor Givenchy ha elegido del menú de la colección nacional del barón Thyssen las obras que le han apetecido para relacionarlas con sus diseños. Ahí están, como si fueran inspiración unas de otras, como si en algún momento hubiesen mantenido otra relación que no hubiese sido la de conveniencia que se les acaba de encontrar. Ahí está, revalorizando los vestidos, la obra de László Moholy-Nagy, Frank Stella, Sonia y Robert Delaunay, Theo van Doesburg, Mark Rothko, Lucio Fontana, Georgia O’Keeffe, Joan Miró o Marx Ernst.
(...)
Como el mismo director reconocía en rueda de prensa, él no sabe nada de la técnica de esta exposición, aunque sí sabe que la moda “representa la variedad y la belleza”, que no es sólo “un asunto de cosas bonitas, que es la cultura, como Jackie Kennedy, Audrey Hepburn…” Es así, con una propuesta pasada de moda –a pesar de que Solana ha querido compararla con esto-, como ha dejado reducido el proyecto cultural del museo a mero objeto de consumo. Todo vale para agrandar los territorios de la demagogia cultural que sostiene la creencia de que el conocimiento ensucia el disfrute del arte. "
Comenzamos a apreciar las consecuencias de una gestión museística diseñada desde planteamientos ajenos a los intereses sociales (educativos, culturales e, incluso, turísticos); de momento se ha resuelto el problema mediante el dinero de los contribuyentes, que no existe para iniciativas de mayor poso...
Es posible que iniciativas como ésta incrementen la cifra de visitantes; es previsible dada la repercusión mediática... Pero veremos durante cuánto tiempo se mantiene un museo en el que el arte dialoga con la banalidad, con el "universo rosa"...
Me pregunto si los gestores de tan prestigioso museo estarán preparando una exposición antológica de Mercedes Lasarte o de la nuera de la Baronesa, Blanca Cuesta.
Y pensar que el espacio ocupado por tan distinguida institución fue zona de exposiciones temporales del Museo del Prado...
"En su huida hacia adelante, el Thyssen ha perdido el norte por completo. Hoy se descorcha la culminación de un proyecto desorientado, descabezado y en bancarrota. El déficit de cinco millones de euros amasado en 2013 -y enjugado por la pérdida de atractivo entre el público- sobresale en astracanada patrocinada por “el último genio vivo de la alta costura”, Hubert de Givenchy, el más fiel seguidor de Cristóbal Balenciaga. “No puedo imaginar un homenaje más hermoso a mi equipo y a mí mismo”, se lee en el último muro del recorrido compuesto por cerca de un centenar de sus vestidos, salpimentados por algunos cuadros colgados junto a ellos.
Desde el museo lo llaman “diálogo”, cuando quieren decir “excusa”. El señor Givenchy ha elegido del menú de la colección nacional del barón Thyssen las obras que le han apetecido para relacionarlas con sus diseños. Ahí están, como si fueran inspiración unas de otras, como si en algún momento hubiesen mantenido otra relación que no hubiese sido la de conveniencia que se les acaba de encontrar. Ahí está, revalorizando los vestidos, la obra de László Moholy-Nagy, Frank Stella, Sonia y Robert Delaunay, Theo van Doesburg, Mark Rothko, Lucio Fontana, Georgia O’Keeffe, Joan Miró o Marx Ernst.
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Como el mismo director reconocía en rueda de prensa, él no sabe nada de la técnica de esta exposición, aunque sí sabe que la moda “representa la variedad y la belleza”, que no es sólo “un asunto de cosas bonitas, que es la cultura, como Jackie Kennedy, Audrey Hepburn…” Es así, con una propuesta pasada de moda –a pesar de que Solana ha querido compararla con esto-, como ha dejado reducido el proyecto cultural del museo a mero objeto de consumo. Todo vale para agrandar los territorios de la demagogia cultural que sostiene la creencia de que el conocimiento ensucia el disfrute del arte. "
Comenzamos a apreciar las consecuencias de una gestión museística diseñada desde planteamientos ajenos a los intereses sociales (educativos, culturales e, incluso, turísticos); de momento se ha resuelto el problema mediante el dinero de los contribuyentes, que no existe para iniciativas de mayor poso...
Es posible que iniciativas como ésta incrementen la cifra de visitantes; es previsible dada la repercusión mediática... Pero veremos durante cuánto tiempo se mantiene un museo en el que el arte dialoga con la banalidad, con el "universo rosa"...
Me pregunto si los gestores de tan prestigioso museo estarán preparando una exposición antológica de Mercedes Lasarte o de la nuera de la Baronesa, Blanca Cuesta.
Y pensar que el espacio ocupado por tan distinguida institución fue zona de exposiciones temporales del Museo del Prado...
Cecilia Giménez en contraposición de arte medieval en la próxima exposición. Seguro que es un bombazo.
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